Figuras de Dulce.
La sala estaba cargada de tensión, un aire denso que parecía volverse más espeso con cada segundo que pasaba. Taehyung sentía el peso de la incertidumbre sobre sus hombros, su respiración se agitaba con cada nuevo sonido que surgía a su alrededor. El silencio absoluto de la habitación se mantenía, sólo interrumpido por los pasos de los guardias que patrullaban entre los sobrevivientes, su presencia tan fría y calculada que incluso la luz artificial de la sala parecía volverse más fría. El miedo era palpable.
A lo lejos, Taehyung escuchó el murmullo de las conversaciones apagadas, personas intentando ocultar su ansiedad tras sonrisas forzadas, pero él no podía pensar en nada más que en cómo había llegado hasta aquí. Estaba atrapado, sin salida, sin un plan claro. Todo lo que le quedaba era su instinto, y un deseo ferviente de salir de este maldito lugar con vida.
Jungkook, a su lado, no decía una palabra, pero Taehyung notaba cómo su postura era diferente, cómo su calma parecía desafiar la ansiedad que lo rodeaba. Jungkook no se dejaba llevar por el pánico, no permitía que el miedo lo dominara. Y eso lo aterraba aún más. Si alguien tan serio y calculador como él podía estar en este lugar, sin mostrar la más mínima señal de vulnerabilidad, ¿qué pasaba con él? ¿Y qué pasaba con el resto?
El guardia, alto y con su máscara impasible, irrumpió en la sala, rompiendo el silencio con una frialdad glacial.
—¡Escuchen bien! —su voz reverberó por las paredes, su tono completamente carente de emoción—. El siguiente juego es individual. Cada uno de ustedes enfrentará la misma prueba. Su vida depende de su habilidad. El que no logre completarlo en el tiempo límite, morirá.
Taehyung tragó saliva, su garganta seca. Los murmullos cesaron al instante, y la presión en la sala se volvió insoportable. Las palabras del guardia se deslizaban como una amenaza directa. Morir, esa palabra tan fría, tan definitiva. Esa era la realidad.
—El juego consiste en cortar figuras en azúcar derretida. Tienen que cortar la figura de la lámina sin romperla. Si lo logran, pasarán a la siguiente fase. Si fallan, morirán. Este es un juego de destreza. Si no tienen la habilidad necesaria, serán eliminados.
El corazón de Taehyung latió con fuerza. No era un juego sencillo. ¿Cómo diablos iba a cortar algo tan delicado sin romperlo? Pero antes de que pudiera pensar más, el guardia dio la señal para comenzar. Las mesas de madera estaban dispuestas frente a cada uno de los jugadores. La lámina de azúcar, dorada y brillando bajo la luz, parecía tan inocente, tan simple. Pero Taehyung sabía que no lo era.
Jungkook se adelantó, su expresión impasible, con una calma inquebrantable que contrastaba completamente con el nerviosismo de los demás. Taehyung observó cómo él se disponía a cortar la forma, sin vacilar, con una concentración que parecía inalcanzable. Mientras, otros jugadores comenzaban a sentir la presión. Las manos temblorosas, la mirada perdida, algunos incluso respirando con dificultad, se movían apresuradamente.
El sonido de la cuenta regresiva en los altavoces resonó en el aire. "Diez minutos", pensó Taehyung, sabiendo que cada segundo que pasaba se acercaba más al abismo de la muerte. Miró la lámina de azúcar frente a él, su piel caliente al tacto, y sin más opción, colocó sus manos sobre ella.
Los otros jugadores comenzaban a cortar, algunos con más habilidad que otros. Taehyung se concentró, pero al primer intento, la figura se rompió. El borde se deshizo, y una lágrima de azúcar derretida cayó sobre su mesa. Sus dedos, aunque rápidos, eran torpes. Miró alrededor y vio lo mismo: algunos se enfrentaban a la misma dificultad, mientras otros parecían estar a punto de lograrlo.
De repente, un grito rompió el silencio. Taehyung levantó la vista y vio a un hombre en el suelo, su figura rota a su alrededor. La azúcar había caído de su mesa, se deshizo, y el guardia apareció al instante. No hubo oportunidad para nada. El hombre yacía sin vida, su cuerpo inerte sobre el frío suelo de la sala.
El miedo se apoderó de Taehyung. El sonido del grito resonó en su mente, y la realidad de la situación se le clavó como un cuchillo en el pecho. No era un juego, era una sentencia de muerte.
Otro grito. Esta vez, una mujer. La azúcar se derritió demasiado rápido en sus manos, y no pudo cortar la figura correctamente. El guardia la arrastró sin ninguna consideración, y Taehyung no pudo evitar mirar el cadáver que quedó detrás. La sala se llenó de un susurro colectivo de horror, pero los guardias seguían observando con la misma frialdad, como si nada de eso importara.
Taehyung, paralizado por el miedo, intentó hacer el corte nuevamente, con más cuidado, con más control. Pero su mano temblaba, y el sudor comenzaba a resbalar por su frente. Cada corte era más difícil que el anterior. La figura que debía cortar parecía desafiarlo, cada línea de azúcar resistiéndose a ser delineada, como si estuviera burlándose de él. Pero no podía detenerse.
El sonido del reloj seguía siendo su único compañero. "Cinco minutos", pensó, y el pánico se apoderó de él. Miró a su alrededor y vio a los demás luchando en silencio. Algunos parecían tener éxito, otros no. Y entonces, sin previo aviso, una chica se desplomó, su figura hecha pedazos, y el guardia, implacable, se acercó a ella.
No había oportunidad de luchar. El cadáver de la chica fue rápidamente retirado, y Taehyung sintió un nudo en el estómago. El tiempo seguía avanzando, y la presión, el miedo, la ansiedad lo ahogaban. Miró la lámina de azúcar una vez más, con una mezcla de desesperación y determinación.
Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, con las manos cubiertas de azúcar derretida, Taehyung logró cortar la figura. No era perfecta, no era limpia, pero estaba intacta. En ese momento, supo que había logrado sobrevivir, pero el precio de la victoria fue amargo. Las muertes a su alrededor seguían siendo una realidad, una realidad que él no podía olvidar.
Jungkook terminó su figura poco después. Ambos se miraron por un segundo, con una mezcla de alivio y tristeza. Pero antes de que pudieran decir algo, los guardias comenzaron a inspeccionar las figuras de azúcar. Algunos no lograron completar la prueba. Un grito resonó en la sala cuando otro jugador fue eliminado, su cuerpo derrapando sobre el suelo mientras los guardias lo arrastraban sin piedad.
"Uno menos", pensó Taehyung, su estómago revuelto por la violencia y la muerte a su alrededor. Pero sabía que la lucha aún no había terminado. Era solo el principio.
Los guardias comenzaron a alejarse, y el silencio volvió a dominar la sala. Taehyung respiró profundamente, pero su cuerpo seguía tenso. Sabía que solo era una cuestión de tiempo antes de que el siguiente juego comenzara. Pero por ahora, estaba vivo. Y eso, en este lugar, era lo único que importaba.
La puerta de la sala se abrió nuevamente, interrumpiendo el silencio que había caído tras el juego mortal de cortar figuras de azúcar. Taehyung, aún con el pulso acelerado por el temor y la adrenalina, se levantó lentamente de su asiento, sin quitarle la vista a los guardias que se encargaban de recoger los cadáveres de los desafortunados que no lograron pasar la prueba. El ambiente estaba cargado de una pesada sensación de pérdida, como si la muerte estuviera constantemente acechando a cada uno de ellos.
Jungkook caminó a su lado sin decir una palabra, con la mirada fija al frente, pero Taehyung podía ver la tensión en sus hombros. Nadie quería hablar de lo que acababa de suceder. Nadie quería recordar las vidas que se habían perdido frente a ellos. El choque de la realidad era demasiado grande para procesarlo de inmediato.
—Vamos —dijo Jungkook de manera casi imperceptible, haciendo que Taehyung levantara la mirada. Al instante, ambos comenzaron a caminar hacia el pasillo que los llevaría de vuelta a la habitación compartida.
Al ingresar nuevamente en la habitación, los sobrevivientes fueron recibidos por una atmósfera más sombría. El espacio, antes lleno de conversaciones nerviosas y miradas fugaces, ahora parecía aún más pesado. Nadie se atrevía a hablar. Las caras estaban pálidas, los ojos llenos de miedo, y el murmullo de voces rotas se disipaba rápidamente con el eco de los pasos.
Taehyung caminó hacia la esquina más alejada, donde los sobrevivientes se agruparon poco a poco, formando pequeñas coaliciones de temor y desconfianza. De alguna manera, todos sentían la necesidad de unirse a alguien, de buscar un punto de apoyo en medio de esa locura. La idea de estar solo en este infierno de muerte era insoportable. Era mejor enfrentarse a lo desconocido en compañía que en solitario.
Taehyung observó a su alrededor, notando cómo las personas se agrupaban. Algunos lo hacían por simple afinidad, otros por conveniencia, pero lo cierto era que las alianzas eran inevitables. En un lugar como ese, la supervivencia dependía de la habilidad para confiar y, al mismo tiempo, desconfiar de los demás.
Jimin, el chico con el que había tenido un breve encuentro antes del juego, se acercó a Taehyung con una sonrisa nerviosa en el rostro. Aunque estaba visiblemente cansado y asustado, su actitud seguía siendo la de alguien que intentaba encontrar alguna forma de aligerar la carga del momento.
—Que susto... Este lugar se volverá un caos, ¿No lo crees?
Taehyung, que aún sentía la tensión de lo sucedido, no respondió de inmediato. Estaba demasiado abrumado por todo lo que había sucedido. Miró a Jimin y asintió con la cabeza, sin muchas ganas de hablar. La sonrisa de Jimin parecía forzada, como si él mismo estuviera tratando de convencer a los demás de que todo estaba bien, cuando en realidad, nadie sabía qué diablos estaba pasando.
En ese momento, YoonGi apareció detrás de Jimin. Su rostro mostraba un cansancio evidente, y aunque no era alguien muy expresivo, su mirada mostraba algo que Taehyung podría identificar: preocupación. Era evidente que él cuidaba a Jimin, tal vez por el simple hecho de que tenían una historia juntos. Algo sobre la manera en que se miraban el uno al otro transmitía una especie de protección mutua.
YoonGi, con su usual seriedad, se acercó a Taehyung, ignorando el murmullo de los demás. Su voz era baja, pero clara.
—No sé qué demonios está pasando, pero no podemos seguir así —dijo con frialdad, dirigiendo una mirada hacia el grupo que se había formado a su alrededor—. Necesitamos mantenernos unidos si queremos sobrevivir. Todos estamos en peligro, y cualquiera podría caer en cualquier momento.
Taehyung asintió, observando la intensidad en los ojos de YoonGi. A pesar de su actitud distante, algo en su postura demostraba que estaba completamente consciente de la magnitud de lo que estaban viviendo.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Jimin, aún intentando restarle importancia al asunto. Pero su voz temblaba al pronunciar esas palabras, y su rostro revelaba que, aunque lo intentara, no podía evitar la realidad.
YoonGi lo miró de reojo, sin darle importancia a su actitud.
—De que hay más de nosotros aquí. No podemos confiar en todos, Jimin. Las reglas del juego son claras: sólo los fuertes sobreviven. Si estamos aquí, debemos formar un grupo que realmente funcione, que no nos falle cuando llegue el momento. —Miró a Taehyung—. ¿Estás dentro?
Taehyung no dudó. A pesar de la incomodidad que sentía, la idea de unirse a un grupo sólido le daba una mínima sensación de seguridad. Sentia que podía confiar en Jungkook, y con Jimin y YoonGi, algo le decía que había algo más que pura casualidad. No importaba si no los conocía completamente. En este lugar, las relaciones de confianza se construían rápidamente o se destruían aún más rápido.
—Sí, cuenta conmigo —respondió Taehyung, su voz más firme de lo que esperaba. Por un momento, el miedo se desvaneció, y una pequeña chispa de determinación creció en su interior. Si iba a sobrevivir a esto, no iba a hacerlo solo.
YoonGi asintió, satisfecho con la respuesta.
—Bien. Necesitamos ponernos de acuerdo y asegurarnos de que todos en este grupo estén dispuestos a hacer lo que sea necesario para salir vivos. No hay lugar para débiles.
Jimin, quien había estado mirando el intercambio en silencio, finalmente dejó escapar una pequeña risa nerviosa.
—¿Debemos empezar a pensar en estrategias o qué? —dijo, tratando de aligerar el ambiente. Pero la sonrisa que trató de forjar se desvaneció rápidamente al ver la seriedad en los rostros de los demás.
Taehyung miró a Jimin, luego a YoonGi, y finalmente a Jungkook, que permanecía en silencio. Era una mezcla extraña: un grupo formado por un chico ruidoso, un tipo serio y calculador, otro chico calmado pero astuto, y él mismo, alguien que aún no comprendía completamente su papel en todo esto. Pero en ese momento, una cosa estaba clara: sin importar las diferencias, sólo tenían una opción: mantenerse juntos o perecer por separado.
—Lo primero que debemos hacer es mantenernos alerta. No sabemos qué nos espera, pero estar juntos nos da una pequeña ventaja. Ahora más que nunca, debemos confiar los unos en los otros —dijo Jungkook, su tono serio, pero con una firmeza que caló en Taehyung.
La sala quedó en un silencio tenso, pero ahora era diferente. Taehyung podía sentirlo. Algo había cambiado. Estaban unidos por un propósito común, y aunque nadie sabía lo que vendría después, al menos por ahora, tenían algo que les daba esperanza: estar juntos.
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