No estaba muerto.
La organización de la boda iba bastante bien aunque no tenían mucho tiempo a su favor.
Y es que creyeron que sería lindo que todo sucediera antes que el embarazo de Spreen estuviera más avanzado.
No es como si con ello esperarán evitar los cambios de humor que provocaban tantas hormonas.
Una cosa es manejar a Spreen con su maravilloso carácter y otro es hacerlo cuando por cualquier cosa ya tenía a Roier durmiendo en la casita de perro.
Aunque ¿Por qué tenían una?
Si no tenían perros.
Respuesta facil: Roier era el perro.
Pero si de mascotas hablamos, tenían apenas una semana que habían adoptado a una linda gatita que Bobby encontró por el pueblo.
Siendo la adoración de los bebés ya que Tina ahora parecía solo querer estar con ella y Missa intentaba seguirle el paso aún cuando apenas aprendia o intentaba gatear.
La fiesta sería en el chiringuito de Illojuan, Merlon oficiaria la boda (aún cuando Rubius quería ser parte de ello, pero nadie le dejaría estar en una boda debido a su historial tan problemático. Aún nadie entendía como después de todo, Vegetta acepto casarse con él.)
Usarían traje porque el tema de los vestidos siguió a discusión por dos buenas razones;
Spreen se niega a usar uno porque bien será mamá de dos bendiciones, pero solo hasta ahí. No va a usar un vestido de novia en público.
Quizás, solo quizás estando a solas con Roier en la luna de miel.
Y Roier vestido de mujer empieza a actuar de forma rara haciéndose llamar Melissa.
Esquizofrenia, tal vez.
Las cosas iban bien.
Sus vidas estaban tomando un rumbo diferente al que imaginaron.
Aún así, la vida siempre trae sorpresas.
Situaciones inesperadas.
La felicidad estaba ahí, lastima que no duró así mas tiempo.
(...)
Fargan escuchó la puerta de la comisaría abrirse, dejándole un poco confundido por la persona que estaba frente a él.
Ese tipo de ropas, el acento.
¿Lo conocía de algún lado?
— Buenas tardes, compadre.
Disculpe, ando buscando a mi hijo y por ahí me dijeron que aquí me darían información.
¿Lo conoce?—
Y Fargan supo que las cosas se irían a la mierda al ver aquella sonrisa tan peculiar.
¿Estaba viendo bien?
¿Esto no era por culpa del porro que prendió para relajarse un poco?
— Permítame un momento.— casi se ahogaba con el humo. Teniendo que tomar su celular rápidamente y salir hasta la calle, sin saber si debía mantener a esa persona encerrada o pedirle amablemente que se fuera antes de que alguien más le viera.
¿Qué podía hacer?
Sus ideas no se ordenaban.
Su subconsciente le traicionó y cuando menos se dió cuenta, Quackity estaba en la otra línea preguntando que había pasado.
— Fargan, ya deja de estar jugando piedra, papel y tijera con los presos para dejarles salir y jalate con Veg.— alcanzaba a escuchar las voces de los demás.
Entre lo que debía suceder y como estaba prohibido hacer una fiesta en casa de Vegetta para una celebración más familiar.
— Quackity, tengo algo que decirte y es un poco -mucho- serio.— no podía dejar de ver a aquel hombre.
El cual con toda la confianza del mundo, ya estaba sentado en el escritorio del castaño.
— ¿Roier volvió a robarse el vino de la iglesia?
¿O Bobby otra vez intento prender cuetes usando un creeper? — soltó entre una pequeña risa esperando cualquier cosa, menos lo que Fargan intentaba explicarle en la llamada.
Siendo que su semblante poco a poco cambio preocupando a los demás.— ¿Estás seguro? Puede que te estés confundiendo.
No...— ¿Por qué?
¿Por qué ahora?
— ¿Quacks?, ¿Sucedió algo?— toda la atención estaba sobre el moreno.
Su humor había cambiado drásticamente en la llamada.
Sentía sus ojos arder y no iba a llorar.
Se niega a hacerlo.
— ¿Pasó algo con Roier?
¿Con Spreen?— Vegetta ya se estaba preocupando.
— Ellos están bien solo... Solo...— el nudo en la garganta no le dejaba hablar.
— Pato.— Rubius le tomo por los hombros sacándolo de su trance.— ¿Qué pasó? ¿Quién está con Fargan?
Quackity trago saliva con dificultad, dándole una mirada a Staxx que no le costó en entender.
— Volvió...—
Nadie entendía.
¿Quién volvió?
¿Que persona seria capaz de ponerlos así?
Por los Dioses (y está vez si sean de ayuda) que no sea Sapo Peta otra vez.
Estaban seguros de que no podría salir de donde se encontraba con facilidad.
A no ser que tuviera a alguien de su lado.
¿Cellbit?
No.
Él seguía en la celda esperando su juicio.
¿El chico rubio que venía con él.
Tampoco, por lo que sabían había regresado a su pueblo.
¿Entonces?
— Frank, por favor explicanos que ya estamos en pánico.— pidió amablemente Willy tomando su mano.
Staxx respiro hondo mientras se acercaba a su hijo y lo acunaba entre sus brazos.
No importaba si ya Quackity era un adulto, casado, con hijos e incluso nietos.
Ahora se sentía como un niño pequeño.
Aferrándose a su madre mientras temblaba entre lágrimas.
— Volvió el padre de Quackity.— soltó bruscamente.
Dejando leves caricias en la espalda de su hijo.
Todos se quedaron en silencio hasta que el sonido de un cristal rompiéndose los hizo voltear.
— Volvió ese bastardo.— el abueloier estaba cabreado.
Tantos años desaparecido como para que decida solo volver.
¿Quién se creía?
Ya ni siquiera era su hijo.
Lo dió por muerto desde el día en que un joven Frank llegó a casa con un pequeño bebé en brazos.
Pidiendo ayuda.
Suplicando porque no le dieran la espalda.
¿Cómo los encontró?
¿Qué hacía aquí?
Staxx estaba intentando asimilar la noticia.
Seguro quería dinero.
O se había metido con la gente equivocada y ahora esperaba ayuda.
Porque duda que después de todo decidiera responder por sus actos.
Todo le dieron la espalda después de tantos errores que cometió.
Para cualquiera que preguntase, Staxx era parte de su familia. Era el hijo que él abuelo siempre quiso tener.
No existía nadie más.
Tiraron todo lo que tuviera que ver con aquel hijo de puta.
Lo borraron de sus vidas.
Porque incluso la familia del mexicano le suplico a Staxx que se mantuviera con ellos aquel día en que llegó con Quackity en brazos.
Él no sabía que hacer con un bebé.
Tan solo tenía 16 años cuando tuvo la maldita suerte de conocer a aquel chico que le prometió la luna y las estrellas.
Pero solo un día fue a verle con un recién nacido, intentando explicar que era producto de una borrachera que había tenido hace meses.
Jurando que fue antes de que estuvieran juntos.
Claro.
Fue tan imbécil al creerle.
Aún así, no sé arrepentia de lo que sucedió porque gracias a ello tenía a Quackity.
No tuvo el corazón para alejarse de ese pequeño patito que desde el primer momento que estuvo en sus brazos le hizo sentir un amor inexplicable.
Incluso cuando tuvo en mente solo estar el tiempo necesario hasta que alguien más pudiera hacerse cargo.
Quackity no se la dejó fácil.
Lloraba cada que lo alejaban de él.
Su salud decaia cada que el moreno intentaba irse.
Y lo que finalmente le hizo tomar la decisión de quedarse fue aquel momento en que Quackity estaba entre sus brazos, sonriéndole con ternura y acurrucándose más.
»— Mamá Sta.— dijo con su vocecita. Tan llena de amor. Siendo un bebé que no sabía que tanto poder tenía con ello.
— ¿Esa fue tu primera palabra?— las lágrimas cayeron de pura emoción.«
Para muchos el hacerse cargo de un bebé que ni siquiera era suyo, era una carga, algo que él no tenía que hacer, no estaba obligado a nada.
Pero Staxx sabía que ese patito era su hijo.
Su felicidad.
Y no dejaría que nadie se lo arrebatase.
— Vuelvo en unas horas.—dijo el abueloier ya teniendo un cuerno de chivo entre las manos.
Teniendo que ser detenido por Cochi y Beni.
Pero no por querer evitar que cometiera un crimen.
Si no porque ellos también quedarían darle una "bienvenida" al cabron que abandonó a su primo de bebé.
El drama estaba aquí.
Y los traumas saldrían a la luz.
¿Esto es el final?
¿O el comienzo de algo más?
.
.
.
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.
.
Chanchanchaaan
¿Se lo esperaban?
Tenía tanto queriendo tocar el tema y miren, fue el momento perfecto.
Casi el final.
Una buena forma de que está historia termine su primera temporada.
La fiesta no podía hacerse sin la familia completa.
Aún si esto provoca que las heridas del pasado sean abiertas nuevamente.
Nos vemos en el capítulo final.
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