La delgada línea entre la vida y la muerte.
Roier se estaba clavando las uñas en las palmas por toda la fuerza que tenía que aplicar.
Después de tanto esperar por esto y sucedía en el peor momento.
Veía luces parpadear a su alrededor y los gritos de Cellbit aumentaban cada que hacía un intento por liberarse de las cadenas ya que una flecha tras otra se clavaban sobre su piel.
Quería creer que estaba arrepentido de todo.
Que había sido manipulado al punto que no pensó lógicamente y sus sentimientos pudieron más que la razón.
Respiró hondo dando un último esfuerzo y no fue hasta que el lloriqueo de un bebé llegó que pudo sentir que el alma le volvía.
Pero claro, no tenía tiempo de celebrar que ya era padre, Sapo Peta le había robado ese maravilloso momento cuando le vio acercarse con el bisturí aún en manos. El pánico creció, sintiéndose tan inútil por no ser capaz de levantarse y matarlo.
¿Qué clase de héroe era al no poder proteger a quienes ama?
- No soy un monstruo.- dijo calmadamente mientas cortaba el cordón umbilical y se acercaba lo suficiente para que el castaño pudiera ver a su bebé unos segundos.- Sé que hice muchas cosas cuestionables pero así como lo intente con ustedes, puede que está si sea la nueva generación de héroes que necesitamos por aquí.
Podría esperar unos meses hasta tener a los otros, podría criarlos y lograr lo que tanto quieren los dioses.
- ¡Nada de esto es lo que ellos quieren!
Haz perdido el camino, eres un puto loco que se atrevió a matar bebés para lograr un cometido que parece ser solo una enferma fantasía.- jadeó sin soltar su agarre, sabía que aún estaba en labor de parto.- Te vas a pudrir en el infierno.
El moreno dejo de prestarle atención mientras se acercaba a la pequeña tina que había preparado para limpiar al bebé, pasaba con cuidado un trapo para quitar los fluidos notando algo que pareció no ver apenas le cargo.
- ¿Una niña?- casi soltaba al bebé en el agua totalmente confundido, se supone que el bebé era un niño.
En todas las realidades siempre fue un niño, ¿Qué carajos había pasado para alterar las cosas a este punto?- Esto no está bien.
Escucho los gritos de dolor de Roier y ahora él era quien estaba en pánico.
Esto no estaba en el plan.
Esto tenía que ser una puta broma.
No era un bebé, eran dos.
- Las flores no sirvieron por esto.- susurró acercándose, había visitado cada universo donde el destino había tomado otro rumbo y tenían su "final felíz" y ninguno era como este.
Siempre habían tenido solos niños.
Missa o Bobby eran los usuales.
Y por lo mismo había tenido tantas opciones de lo que debía hacer para manejar los hilos de las vidas de todos los habitantes de Karmaland.
No le importó saber si existían más y eso fue otro error.
Sus manos temblaron mientras las iba acercando hasta el cuello de Roier, podía simplemente quitarle hasta el último aliento, sacarle al bebé a la fuerza e irse de ahí.
Ya no tenía porque reiniciar nada.
Podía con esto.
No estaba luchando contra él, le vio cerrar los ojos con fuerza mientras las lágrimas caían por sus mejillas.
Iba a apretar el agarre cuando sintió algo clavarse en su espalda.
Parece que Cellbit había tenido la forza de sacarse una de las flechas y lanzarla para llamar su atención.
Seguía suplicando, pidiendo que dejara a Roier irse de aquí, que él podía ayudarle con su plan y mostrarle la verdadera utopía.
Sabía que era lo menos que podía hacer por haber participado en esta locura.
Una idea apareció y después de todo, estaba perdido.
Ya no le quedaba nada más que perder.
Soltó a Roier para quedar frente al brasileño, colocando su mano en la barbilla de este para que levantase la mirada.
- Cellbit, Roier puede ser tuyo.
Solo necesito meterlo en mi máquina y todos sus recuerdos junto a Spreen dejarán de existir.
Puedo ponerte en su lugar y tú eras el padre de estos bebés, la pareja del hijo Luckity.
Te daré el lugar que siempre debiste tener.
Eso sonaba tan tentador, sabía que podía tener lo que siempre quiso de una forma tan fácil.
Asegurandose de poder proteger a su guapito.
Quizás con ello todos sus sueños se harían realidad.
Y es que él haría todo por Roier...
- Como posso confiar em você?
- Entiendo que debido a estás circunstancias he perdido credibilidad. Pero no sería la primera vez que hago esto.
Luzu y Quackity fueron el primer experimento y como puedes darte cuenta, funcionó como era debido.
Roier ya había dejado de prestar atención a lo que sucedía, se había sentado sobre aquella camilla y colocó sus manos debajo suyo para lograr que su bebé naciera antes que algo más sucedería, nunca imagino que el parto llegaría a ser tan traumático.
Pujó hasta que pudo sentir a su bebé salir.
Solo que nada se escuchó, no había llanto.
No parecía estar respirando.
No.
No por favor.
Dioses.
No se lo lleven.
A su bebé no.
No sabía que hacer.
Gritó hasta que sintió su voz quebrarse.
No quería perder a otro bebé.
Incluso si sus memorias eran confusas, no podría con esto.
El saber que Bobby realmente existió y lo había perdido dejó una gran grieta en su corazón y esto podía terminarle de matar.
Sapo lo veía sin alguna expresión en su rostro y Cellbit...
Oh Cellbit.
¿Qué hiciste?
¿Creés que está era la forma de volver a estar con; "tu amor verdadero"?
(...)
Spreen detuvo sus pasos en seco sintiendo una presión en su corazón que le hizo quedarse sin aire.
¿Qué era esto?
¿Por qué dolía tanto?
Sentía que algo se había roto dentro suyo.
Cayó de rodillas imaginando lo peor.
¿Ya era tarde?
No, aún tenían tiempo.
Estaban tan cerca de llegar a aquel lugar que Luzu mencionó que veía en sus sueños.
Donde sabían que se llevaban acabo todo esos experimentos a beneficio de los Dioses.
¿Así eran las cosas?
¿Realmente los Dioses disfrutaban de ver su sufrimiento?
Porque no veían otra razón para que Sapo Peta siguiera en sus vidas.
Lloró como un niño pequeño siendo abrazando por Vegetta, deseando poder quitarle algo de ese dolor.
Pero no podía.
- Cuando lleguemos ahí, no lo maten.
Sé que todos queremos ver como la luz en sus ojos se desvanece pero eso sería ser demasiado bondadosos con él.
Tenemos que hacerle pagar. - Habló Luzu, quien en un inicio quiso negarse a dejar a Quackity solo, pero si no se unía a esto, podría arrepentirse toda la vida.
Veg estuvo a poco de pedirle que le permitiera consolar a su hijo, pero rápidamente Spreen se levantó y comenzó a correr dejando que su lado oso tomara el total control.
Él sería el primero en darle lo que merece a ese hijo de puta.
Él sería su verdugo.
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Solo les digo...
SI ME FUNAN O ME QUIEREN MATAR SE QUEDAN SIN CONTINUACIÓN.
Mejor descarguen su odio con Sapo Peta.
¿Recuerdan que les dije que me gustaba escribir cosas tristes?
Aquí está una muestra y eso que no es lo peor que he escrito 👀
Diría "disfruten" pero esto no se puede disfrutar, soh.
Byeee
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