SpreenterWeek Día 6
Casino AU
Spreen era un don nadie, alguien que simplemente bebía y se la pasaba de casino en casino, entre apostar, ganar y perder. No tenía casa, ni familia. Todo lo había perdido en el juego y no podía importarle menos, era adicto, deseoso de la emoción de no saber que iba a comer o donde iba a dormir aquella noche, de no saber si lograría asearse o tendría que buscar algún sitio donde colarse para seguirse viendo presentable. Era vicioso, era codicioso. Incluso su propia vida había apostado más de una vez.
Y esa noche, no fue una excepción.
Estaba en un casino llamado "Imperio 51", un nombre ridículo pero a la vez sofisticado si le preguntan a él. Se encontraba acompañado de algunos de sus amigos que se había hecho en su carrera como un apostador, entre las ruletas, los dados y las cartas, uno terminaba conociendo a todo tipo de gente. Su amigo, Shadoune, le había dicho que esa noche tenían de invitado a una estrella especial, la joya más brillante que el dueño podía ofrecer.
Un lindo chico, con carácter y fuerza, con sabiduría, labia y temperamento.
El casino estaba lleno, había música y todo era un delicioso ir y venir de pecado entre bebidas, los aperitivos, los chicos y chicas que servían como meseros o gente de compañía y claro, el sonido de las máquinas y los dealers diciendo quien triunfaba y quien debía pagar hasta los órganos en caso de ser apostados.
Llevaba ya un buen par de horas allí así que decidió levantarse de ka mesa de blackjack, donde pudo amasar una buena cantidad, lo suficiente como para seguir jugando toda la noche sin problema y fue a la barra. El bartender era un chico de cabello rosa que estaba hablando con Shadoune sobre algo que parecía importante, pero aún así los interrumpió pidiéndose un trago fuerte.
--Spreen, veo que te ha ido bien jugando.
--Y bueh, ya era hora de ganar algo, supongo que es mi día de suerte.
Respondió dándole un trago a su bebida recién servida, su mirada inevitablemente fue hacia un joven de cabellos albinos y una serena pero llamativa mirada zafiro, un precioso vestido de lujo decoraba su cuerpo al igual que joyas de oro y guantes que, de seguro, estaban cubriendo unas manos realmente suaves. Se relamió los labios... pero Shadoune lo detuvo.
--¿Recuerdas lo que te dije?--Murmuró, bajo la atenta y preocupada mirada de Cris.
--¿Lo de...?
--Es él.--Murmuró, el bartender dio un suspiro interrumpiendo la conversación de los dos.
--No lo mires mucho, es el favorito del jefe por algo. Farfa perderá la cabeza si algo le pasa.
Spreen se quedó en silencio analizando las palabras que ambos le estaban dando, entre preocupado por lo que todo eso se podía significar y el deseo ferviente y ardiente de hacer una apuesta jugosa y preocupante... ¿Qué tan caro podía ser pasar un rato con el chico, conocerlo y saber si era de su interés o no? ¿Qué tan mal podía irle si le invitaba a una copa o dos para luego llevarlo todo a un ambiente más privado? Nada venía tan bien después de un día entero apostando, que el alcohol y un buen sexo para dormir renovado y relajado como bebé.
--Creo que escuché un nombre que no está permitido.--Dijo el chico albino cuando estuvo cerca.
Spreen pudo notar mucho mejor su mirada, serena, calmada y tan oscuro y profundo... ¿Alguna vez esos bonitos zafiro habrán sido brillantes y llamativos? Si no fuera porque estaba acostumbrado a ver todo lo que lo rodeaba, seguro estaría perdido en su presencia y no hubiera notado el ligero temblor del tal Cris o como Shadoune se tensó. Relame sus labios y estiró su mano para presentarse.
--¿Tu nombre no está permitido?--Preguntó sin pensarlo dos veces, sonriendo.
Conter lo miró alzando una ceja antes de reír un poco, ¿Qué mierda fue eso? fue horrible. Pero al menos su risa aligeró el ambiente en el bar.
--Te saldrá caro saber cualquier cosa sobre mi.--Fue la respuesta automática que dio Conter, acostumbrado a su trabajo luego de años en lo mismo, eran las normas, las reglas. Si quería sobrevivir, debía obedecerlas.
Spreen de su chaqueta sacó algunas fichas y las puso sobre la mesa, 2.000 de los buenos, nada excesivo pero tampoco mediocre, el albino se lo pensó antes de tomar las fichas y dárselas a Cris.
--Supongo que tendré que atenderlo hasta dejarlo sin nada, si él pregunta, estaré ocupado.
Le informó al bartender antes de tomar la mano del azabache para guiarlo hacia unas escaleras al costado de la barra, subiendo hacia las mesas VIP yendo a las que estaban apartadas de todo en una esquina. Tomaron asiento y el albino acomodó cuidadosamente su vestido.
--Conterstine, un gusto.
--¿Hacia falta venir tan lejos? que loco... digo, Spreen.--Carraspeó, acomodando los lentes de sol en su rostro y echándose a sus anchas en el cómodo sofá de la zona VIP.
--Diste 2k, es lo justo para poder hablar a solas, viene con un par de tragos pero hasta ahí.--Explicó mirándole confundido.-- ¿No es eso lo que querías?
--Quizás...
Si, esperaba poder hablar con él a solas, pero... por algún motivo no terminaba de agradarle la situación, aunque viendo su comportamiento y como todo parecía ser de manual, perfectamente estudiado y aprendido, no le agradaba.
De todas formas igual siguieron hablando, Spreen sacaba un tema tras otro en la conversación, Conter no esperaba que la "cita pagada" fuera tan tranquila y normal. No recordaba la última vez que alguien respetó la tarifa o en vez de toquetearle la pierna, terminaba hablándole sobre futbol y lo difícil que podía ser apostar.
La música del casino sonaba de manera tranquila pero a un ritmo bailable que pronto, entre shots y la energía que le daba su nueva compañía, hizo que Conter y Spreen se pusieran de pie para bailar, apegados, muy juntos, con pequeños roces de labios y risas apenadas, sus corazones latían apresurados.
Conter no se había sentido tan nervioso en el buen sentido desde que Farfadox había sido su novio, antes de cambiar completamente e impedir que usaran su nombre real, teniendo ese ridículo apodo de caballero... Pero no podía decir nada, estando en una baja escala en la mafia de su ex pareja, un paso en falso podía ser peligroso. Él solo estar bailando podía llegar a ser peligroso y contraproducente. Pero aún así no se alejó, se mantuvo cerca respirando el mismo aire que el azabache.
Dejaron de bailar mirándose a los ojos, las manos de Spreen estaban firmes en las caderas del albino, manteniendo cerca sus cuerpos, las manos de este estaban sobre sus hombros, acercándolo hasta que se inclinara un poco, lo suficiente como para rozar sus labios. Cuando iban a besarse, una voz firme llamándole los detuvo.
Alguien llamaba a Conter con un tono de voz enojado y firme. Suspirando se separó del azabache luego de besar su mejilla.
—¿Dónde vas?
—Me llama mi jefe, te veo luego... u otro día. Ten mucha suerte.
—Cuidate...
Spreen se quedó en silencio mirando esa preciosa figura irse, ese rostro tan amable y dulce, pero firme y distante... Notó como la mirada de sus bonitos ojos azules perdían brillo cuando bajó las escaleras yendo con quien supuso era su jefe, tomando asiento a su lado con sus piernas en el regazo de aquel hombre alto y corpulento. Debía de ser Farfa, o aquel llamado caballero de no sabe qué cosa.
Pero estaba muy seguro que volverían a verse. Así tuviera que jugarse toda su inestable fortuna o incluso su vida.
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