SpreenterWeek Día 1
Cena Navideña/Año Nuevo.
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—No estoy seguro de que esto sea buena idea Spreen...
Conter estaba hablando con su novio por teléfono, ¿El tema? La dichosa cena de año nuevo, Conter había logrado escapar de estar presente en Navidad sólo porque sus amigos habían aceptado cubrirlo entre mentiras y artimañas para que su novio no tuviera chance de invitarlo personalmente hasta que fue demasiado tarde y "lamentablemente" no pudo asistir a la misma. El motivo era simple, Spreen quería presentarlo oficialmente a su familia como su pareja, pero Conterstine temía.
Spreen no era cualquier chico, sus padres eran famosos, sus padres eran parte de un grupo poderoso que si bien no habían estado haciendo grandes cosas últimamente, no dejaban de tener gran poder e influencia. Y él sólo era un huérfano que convivía con sus amigos, que trabajaba por su cuenta y vivía al día sin preocuparse demasiado del futuro. ¿Qué clase de novio querría, con ese historial tan "vago" y poco interesante, presentarse ante millonarios orgullosos y poderosos que a su vez eran los padres del amor de su vida?
—Conter... por última vez, boludo, a mis padres les vale tremenda poronga quien sos o que haces, nada más quieren conocer a mi novio de más de tres años porque el pelotudo teme ponerse delante. Te juro que mis viejos no son esos tiranos egocéntricos que te imaginas, sólo... dale, vení...
Spreen adoraba a Conter, le gustaba su relación y como se llevaban, aún si alguna que otra vez terminaban peleando o gritando, quizá a veces incluso a uno que otro insulto grave, pero siempre podían resolverlo, hablarlo y comunicarse. Las primeras veces fue Spreen quien se había negado a presentar a Conter frente a sus padres por un sólo motivo que Conter y sus amigos entendieron muy bien: Quería estar seguro. Spreen no iba a presentar a cualquiera con quien pudiera terminar a las semanas o meses, después de todo era complicado aguantar y tolerar tanto su personalidad como sus costumbres.
Y definitivamente escucharlo rogar y explicar las cosas, últimamente estaba sucediendo más veces de lo que le hubiera gustado a Conter, haciéndolo soltar un suspiro profundo suspiro mientras se dejaba caer en el sofá de su departamento, estaba solo ya que Cris y Farfa habían salido de compras.
—Está bien Spreen...—Murmuró algo inseguro todavía, pero el tono de voz de su pareja removió su corazón. Oir el "gasp" del otro lado de la línea le hizo reír.—Llevaré algo para compartir... ahora supongo que tendré que ver que usar.
—Che... ¿Vos no me estás jodiendo, verdad?
—No, Osito... Iré, esta vez si.
Oír a su pareja emocionado le hizo sonreír y relajarse un poco. Quizás su miedo era infundado, quizá los padres del oso no eran como imaginaba.
Y bueno...
Cuando el día llegó...
Spreen llegó a buscarlo aproximadamente a las 7pm en su auto, llevaba un traje oscuro que sin dudas le sentaba de maravillas, sus lentes oscuros siempre cubriendo sus ojos y una sonrisa feliz, aunque algo traviesa y arrogante, como siempre. Conter llevaba un traje también, de un color verde oscuro, intentó peinar y acomodar su revoltoso cabello para verse decente ¡Incluso llevaba corbata! Y claro, el perfume favorito de Spreen.
El camino fue bastante tranquilo y normal, aunque había estado nervioso simplemente su novio logró hacerlo relajarse, entre bromas, insultos, risas y quejas. Casi no parecía que estaban a horas de acabar el año, a minutos de juntarse en una cena familiar... a horas de cumplir un año más de pareja. Conterstine puede admitir que una de las mejores ideas de Spreen fue pedirle ser su novio minutos antes de acabar el año, besarse bajo los fuegos artificiales y el festejo del mundo cada año en su aniversario era algo increíble y mágico cada que lo recordada.
Cuando llegaron a la mansión Doblas-De Luque, Spreen detuvo el auto justo en frente, giró el rostro donde estaba su novio ahora pálido saliendo del ensueño en el que había estado todo el camino. El azabache suspiró, acercándose lentamente para tomarlo con firmeza de las mejillas y besarlo apasionadamente en los labios, estuvo un buen rato besándolo y despeinándolo, aferrándose a su cintura y acorralándolo contra la puerta del auto. Conter estaba sorprendido y a la vez, emocionado. Adoraba cuando su novio lo besaba de sorpresa y parecía darle lo que necesitaba en el momento justo.
Cuando sus labios ya estuvieron hinchados, Spreen se detuvo y le acomodó un poco el cabello y el cuello de la camisa.
—Vamos a ir dentro, te vas a presentar... todo va a salir genial... No tienes de que preocuparte... ¿Entendido?
—S-Si, si... yo... lo entiendo, Spreen.
—Bien... ahora vamos.
Bajaron del auto, Spreen no dudó en tomar la mano del albino para llevarlo dentro de la mansión, donde había una pequeña pero acogedora y ruidosa fiesta, varias personas iban de un lado a otro, junto a sirvientes que repartían bocadillos y bebidas. Conter no dudó en tomar algunas galletas y pastelitos, sentía que iba a necesitar azúcar para aguantar la presión y no desmayarse o colapsar.
—¡Osito bebé!—Exclamó una voz detrás de los dos. Spreen se tensó antes de girarse a verlo.
—¡Ma'! No me llames así, es vergonzoso.—Se quejó el azabache, separándose un poco de su novio para abrazar y saludar a quien parecía ser su padre.
Conter tragó saliva cuando notó el porte de aquel hombre, su barba enmarcando un rostro serio pero suave, gentil pero firme... y unos brillantes ojos amatista con algunas arrugas debido a la edad, tuvo que dejar los pastelitos de un lado sobre una mesa e intentar limpiarse el rostro de la crema y migajas aprovechando que los azabaches estaban conversando.
—Y bueno... él es Conterstine, mi novio.—Finalmente escuchó la presentación, Spreen lo señaló antes de acercarse y tomar su mano.
El hombre lo miró en silencio.
—¿Es mudo?—Otra voz hizo que Conter diera un saltito, sacándole risas a su pareja.
—No pa', es que está nervioso el pelotudo este.—"Defendió" Spreen a su novio, dándole un toquesito en su mejilla.
Conter se quejó y rodó los ojos, tomando aire y soltándolo.
—Soy Conterstine, soy el novio de Spreen y... lamento no haberme presentado antes.—Se presentó y se disculpó.
A partir de ese punto las cosas fueron un poco tensas, hasta que Rubius dijo un comentario tan... ejem, astuto, que Conter no pudo contener la risa y por costumbre, responderle del mismo modo con el que solía responderle a Spreen. Lo que le ganó un "gasp" de sorpresa como risas de los dos azabaches.
Su nerviosismo disminuyó, la confianza fue apoderándose de su cuerpo y pudo presentarse mucho mejor. El novio carismático, alegre, inteligente y astuto que podía llegar a ser. Un chico atento, cariñoso y suave, pero con un carácter capaz de contener y guiar el fuerte carácter y voluntad de su hijo. Vegetta y Rubius estaban felices de conocer por fin al gran Conter, aquel que Spreen les contaba por anécdotas de fiestas y fotografías.
—Spreen.—Llamó Rubius junto a algunas señas para que su hijo lo siguiera a otro lado donde poder hablar.
Mientras que Vegetta y Conterstine estaban hablando sobre modelos arquitectónicos, un área en el cual, ambos podían desempeñarse bastante bien.
La fiesta siguió su rumbo, con el albino conociendo al resto de la familia de Spreen, obviamente también leyendas que lograban ponerlo nervioso, pero con algunos juguitos encima (ya que no bebe) y la adrenalina mezclada con su confianza, le sirvieron para estar al 100% conviviendo y socializando.
Cuando estaban cerca de dar las 12 de la noche, Spreen apareció, cubriéndole los ojos por detrás y besando su mejilla, sacándole unas risas.
—¿Qué mierda estás haciendo?—Preguntó Conter, sintiendo como su novio lo empujaba a otro sitio.
—Te llevo a un lugar más apartado.
—¿Celoso?
—¿Celoso de vos hablándole y sonriéndole a otro? Claro que no pelotudo de mierd-
—Esa boquita.
Reclamó intentando imitar a su suegro, sacándole risas al azabache, que una vez estuvieron donde quería, le dejó ver. Habían salido a un balcón que dejaba ver el bonito jardín de la mansión, el brillante cielo estrellado y a lo lejos las personas que estaban preparándose para los fuegos artificiales. El sonido de las risas y la fiesta de fondo fue apagándose para darle paso al conteo.
—¿En serio crees que mi presencia es suficiente regalo?—Preguntó entonces Conter, apoyándose en la barandilla.
—Mi familia y tíos por fin te conocen y van a dejar de romperme las pelotas, yo digo que si. Aparte, les agradaste, seguro te siguen invitando a cosas, ya no tendré que andar sufriendo solo en reuniones aburridas.—Respondió Spreen, con una mano en el bolsillo de su pantalón apoyándose al lado de donde estaba su novio, mirándolo fijamente.
Conter era tan... lindo, tan etéreo, verlo siempre le generaba paz y seguridad... suspiró.
—Conter... tengo una pregunta muy importante que hacerte.
—¿Qué cosa Spreen?
Conter se giró a verlo, confundido cuando su novio se apartó y sacó unas bonitas rosas rojas detrás de la cortina, en el centro del ramo había un bonito girasol. Pero lo dejo sin palabras cuando también se quitó los lentes y se arrodilló delante suya.
—Spreen...—Susurró su nombre escuchando el conteo del 10 al 8.
Se quedaron mirando esos cortos segundos del 7 al 3, como si con la sola mirada el azabache pudiera decirle todo lo que pensaba sobre él, de sus fortalezas, debilidades y la manera en la cual podían conectar y ser una pareja casi perfecta. Un dúo imparable.
—Conter... Casate conmigo.
Y la respuesta del albino fue silenciada con la explosión de los fuegos artificiales a su espalda.
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