Spreen era un guerrero nato.

Desde que tiene memoria ha sido hábil en el combate, ágil huyendo y escapando de problemas, construyendo e incluso con las palabras. Todo el mundo le tenía cierto grado de respeto (o temor), todos sabían de las habilidades que el híbrido de oso poseía, algunos admiraban otros envidiaban.

El Team mafia era  una mezcla extraña de respeto y admiración combinada con burlas y desafíos, siempre se impulsaban cada vez más al límite como el equipo extraño y familia que eran. Sabían por historias y anécdotas que habían cicatrices...

Pero Spreen no era mucho de hablar de ellas, a menos que estuviera pasado de copas. Su espalda, pecho, piernas y brazos tenían cicatrices e incluso quemaduras de sus aventuras, de sus batallas... Y las odiaba, sabe que son muestra de que sobrevivió, pero las odiaba. Miraba a esos estúpidos que pocas veces se metían en líos, que podían meterse en las piscinas y ríos sin problemas porque tenían sus cuerpos limpios, sin nada que interrumpiera las vistas... La piel tersa sin imperfecciones.

O le gustaría ser como Farfadox y los demás del team, que podían ir sin temor mostrando sus cicatrices. Spreen solía ignorar los comentarios que dieran las personas ajenas a su grupo cercano, pero de todo modo los comentarios acababan calando en lo profundo de su mente, lo atacaban cuando estaba a punto de irse a dormir o cuando se quedaba en silencio mirando todo. Aunque no lo demostrara, Spreen se tomaba muy en serio su aspecto físico, le gustaba cuidarse.

Y odiaba sus cicatrices.

Pero entonces llegaba Conterstine, tranquilo y relajado, acariciando la cicatriz que estaba desde su mejilla hasta su barbilla.

Llegaba Conter a besar su espalda y dar caricias amables a sus brazos y a su espalda.

Llegaba Conter a masajear las zonas adoloridas y a ayudarle a poner crema y lociones después de una batalla o un entrenamiento.

Conter le hacia sentir que no era tan malo tener tantas heridas y cicatrices no era tan malo... Siempre acababa sonriendo, relajándose con las caricias que le daba y sintiendo que no importaban las heridas que tuviera o si se hacia unas nuevas peleando o defendiendo lo suyo. Siempre y cuando las mismas fueran atendidas y cuidadas por su novio.

Conterstine también tenía sus propias cicatrices, quemaduras e inseguridades. Y lo odiaba, detestaba especialmente una en su brazo que se hizo en medio de una guerra hace años... pero no las escondía, representaba ese pensamiento de que eran la muestra de que había sobrevivido a cosas  terribles y aún así tenía la fuerza y valentía para seguir caminando firmemente y sonriendo cada día. Sabe que Spreen es jodidamente fuerte, pero a veces se dejaba llevar demasiado por los pensamientos intrusivos y necesitaba alguien que lo hiciera pisar tierra.

Alguien que le recordase sus fortalezas y que, sin importar cuantas cicatrices tuviera, seguía siendo alguien increíblemente hermoso.

Para Conter, la belleza de Spreen no era sólo su físico, o su molesta pero atractiva actitud, sino también su risa, sus talentos, su resiliencia y perseverancia. Lo amaba, con todo y los "defectos" que Spreen, aunque no lo dijera en voz alta, creía tener.

La belleza de Spreen no lo asustaba. ¡Por que vamos! Se habían enfrentado un par de veces, tenían una relación extraña y medio tóxica de un ir y venir, debería tenerle miedo a eso... pero no, Spreen no le daba miedo. Era su novio y lo amaba, incluso si el mismo Spreen odiaba algunas cosas de sí mismo.