𝟬𝟰 🎸⤸₊ ❝ movies and memories ❞
❝ 04. PELÍCULAS Y RECUERDOS ❞
♥︎.⭒🚒▝▝▝▝▝▝▝▝▝▝▝▝▝ 📣𓂅
。゚♡゚・🎸・゚episode four . . .
♥︎.⭒🎹▝▝▝▝▝▝▝▝▝▝▝▝▝ 🎤𓂅
Dylan soltó un suspiro prolongado, se pasó las manos por la cabeza peinando sus largos mechones oscuros hacia atrás. Sintió ganas de patear el suelo debido a la frustración, en su lugar volvió a agitar las sábanas y a mirar debajo del colchón.
— ¿Dónde está? — preguntó a la nada.
Su diario estaba perdido. Recordaba haberlo guardado debajo de la almohada pero en su lugar no había nada. Revisó su mochila, en el escritorio de los chicos... Todos los lugares posibles fueron descartados. No le preocupaban tanto las canciones, para ella ahora solo eran garabatos inconclusos. Pero todas esas ridículas entradas que escribió siendo una niña inmadura, todos los pensamientos sinceros y confesiones libres en cada hoja... ¡Si alguien llegaba a leer eso estaba muerta!
Tal vez lo dejaste en el colegio...
La voz lejana y reconfortante de su subconsciente se manifestó. Dylan decidió hacerle caso, ignorando el hecho de que recordaba perfectamente el movimiento que hizo cuando puso el viejo cuaderno en la cama. Convencerse a sí misma de que estaba en su casillero era mejor que torturarse pensando que alguien ya estaba leyendo su lado más vergonzoso.
Largó otra respiración pesada y se rindió.
Caminó con el ánimo por los suelos hacia el tubo de bomberos de Joe y se deslizó sin disfrutar la caída. Sí que estaba preocupada. Naturalmente, los tubos eran su parte favorita de la casa.
— Piensa rápido. — escuchó de repente la voz de Nick a sus espaldas. Por supuesto, su intención era tomarla por sorpresa. Tantos años rodeada de chicos le enseñó un par de trucos. Dylan se giró a tiempo y agarró lo que el menor de los Jonas le había lanzado. — Buenos reflejos.
— Gracias, oh... — Dylan lo miró de arriba a abajo ladeando una mueca de arpobación. — Lindo outfit de Másterchef.
Nick estaba usando un traje de cocinero —con sombrero y todo— se apuró en señalar las chapitas condecorativas sobre su pecho.
— No solo soy bueno escribiendo canciones. — hizo esa cara suya con la que rara vez presumía, ganando una risa tenue por parte de su amiga. El Jonas se sintió conforme con haberla hecho reír. Dejó de bromear y le señaló el objeto que le había lanzado. — ¿Quieres ayudarme a hacer el pastel de mamá?
Dylan bajó la vista encontrando la tela blanca de un gorro de cocina entre sus manos.
— Por supuesto. — se lo colocó y siguió al chico. Una vez en la cocina, pudo ver a Kevin y a Nick discutiendo.
— Menudo regalo. — Joe sostuvo un kit de tarta de cumpleaños mirándolo sin parecer muy convencido. — ¿Y si mejor hacemos la tarta para ella?
— Pero si no sabemos hacer tartas...
— Chicos... — Dylan hizo una pose modelando su gorro de chef.
Aún así... Nick se adelantó.
— No soy un experto, pero hice magdalenas con cinco años. Gané un premio con mi pan de plátano a los once... Y no olvidemos mi flambé de coco flotante. — presumió Nick señalando continuamente las chapillas.
Dylan revoloteó los ojos rodeando la isla de la cocina para acercarse a Joe y Kevin.
— Lo que vuestro querido y... Nada egocéntrico hermano quiere decir... — Dylan se permitió burlarse un poco. — Es que cocinaremos todos la tarta de vuestra madre.
Bastó una palmada para que la cocina estuviera patas arriba. La harina cubriendo cada superficie... Los recipientes sucios.. El desastre.
Nick empezó a dar las órdenes:
— Tú coge un bol. — señaló a Joe. — Tú vierte la masa. — Kevin hizo un gesto militar y contestó “sí, señor”. — Tú te encargas de medir las proporciones.
— Sí, capitan. — Dylan se giró y se acercó a los estantes de arriba para sacar la vasija con el medidor en mililítros.
— Vamos a estar geniales en el cumple de mamá. — la chica podía oír a Joe celebrando y bailando a sus espaldas.
— ¡Más masa! — gritó Kevin.
— Masa, masa, masa... — repitió Joe. Hubo un silencio. — Bueno, más masa.
— ¡Más masa! — repitió Kevin. — Que raro. Es como un bol misterioso y sin fondo.
Dylan frunció el ceño y dejó de lado lo que estaba haciendo.
— ¡No es un bol! — los regañó Nick. — Es un colador.
— ¿Qué es un colador?
— ¡A lo que solo vosotros llamáis bol misterioso y sin fondo! — levantó el recipiente claramente enfadado. — El colador, tiene agujeros en el fondo.
Joe levantó el recipiente, la masa chorreando caía generosamente sobre el suelo. No. No sobre el suelo. Sobre...
— ¡Las pelis caseras! — los cuatro chicos se alarmaron al instante. Nick las levantó de inmediato y las colocó sobre la placa de la encimera.
— Necesitamos toallas. — Kevin fue el primero en reaccionar. — Corred.
Voltearon hacia los estantes. Registrando cada rincón para arreglar cuanto antes su desastre.
Un aterrador olor a quemado llegó a la nariz de Dylan.
— Oh, no... — casi se quiebra el cuello por girarlo tan rápido.
Las pelis desprendían humo y el plástico de la caja en la que estaban comenzaba a deformarse.
— ¡Nos hemos dejado la placa puesta!
— ¡El extintor! — Kevin se apresuró, tomó el extintor y roció la cocina con él.
Al mismo tiempo, los padres de los chicos bajaronas escaleras preguntando el orígen del olor a chamuscado.
— Decidme que eso no es lo que creo que es...
Joe levantó una de las cintas mirándo el mal estado en el que se encontraban ahora.
— ¿Qué es lo que ocurre aquí? — la madre de los chicos se acercó.
— Pues no lo sé, acabo de llegar. — el señor Jonas se hizo el desentendido.
— ¿Esas son las pelis caseras? — Dylan notó el dolor y la tristeza cubriendo por completo a la señora Jonas.
— Lo sentimos mucho. — Joe sonó realmente sincero.
— ¿Lo sentís? — Nick bajó la mirada. — ¿Cómo podéis ser tan irresponsables? ¿Cómo vais a explicar destruir parte de nuestra vida? Son nuestras pelis caseras y se han perdido para siempre.
Luego de eso, se marchó dejándo al resto sintiéndose realmente mal.
Estaban metidos en un enorme desastre.
Debajo de la cama de Joe hay cosas... Inexplicables.
A esa conclusión arribó Dylan luego de meterse ahí debajo con la linterna de su celular. Pero no, su diario no estaba ahí abajo. Comenzaba a quedarse sin ideas.
— Frankie. — llamó al chico, el hermanito menor de los Jonas.
— Sí, dime. — Frankie quería mucho a Dylan. Ella era la única que podía ganarle cuando jugaban a las escondidas. — ¿Por qué tienes pelusas en el pelo?
— Estaba debajo de la cama de tu hermano. — explicó quitándoselas. — ¿Por casualidad no has visto un cuaderno marrón?
— ¿Desgastado y con las páginas sueltas? — Dylan alzó una ceja y asintió con cuidado. — ¿Mediano y como de... Este tamaño?
— Sí, exactamente así ¿Dónde lo viste?
— No. No he visto nada parecido. — negó el chico dando la vuelta sobre sus pies para irse.
— Pero acabas... — algo estaba sucediendo. — Espera, Frankie, es muy importante para mí. En serio ¿Dónde lo viste?
Este se encogió de hombros y se marchó. Dylan subió un brazo hasta su cadera analizando lo que acababa de suceder. No era propio de él escapar de ella. Frankie sabía algo.
— Dyl. — la chica escuchó a Kevin y, al buscarlo con la mirada lo vió sosteniendo una cámara y usando un pijama extraño. Semejante a esos monos enterizos que usan los niños pequeños en Navidad. — Se nos ocurrió una gran idea.
— Vamos a rehacer las pelis caseras. — la ropa de Joe era aún más graciosa.
— Genial, sí que es una buena idea. — asintió aceptando que era una buena forma de salvar la pérdida de las cintas originales. Luego se detuvo. — Esperen... ¿Eso significa que yo también...?
— Oh, sí. — Joe la tomó por los hombros.
Antes de darse cuenta, ella también tenía puesto un pijama de niños cuyo diseño era sobre bastoncillos navideños. Se ahorró las protestas. Podría ser peor, podría ser Stella y usar ropa con patitos de hule.
La rubia usaba unos aparatos falsos para simular uno de los videos navideños de cuando eran chicos.
— A ver, vamos allá... — Joe sostenía la cámara. Nick terminaba de arreglar el árbol y Kev y Dyl se encargaban de tirar la nieve (en este caso, algodón) — Árbol, luces... Stella.
Stella miró a la cámara con desgano sosteniendo el vaso que supuestamente debía derramarse encima.
» Perfecto, venga, coje el ponche. — señaló Joseph.
— Oye... Yo no hago esto. — negó. El resto la miró. — Todos sabemos lo que ocurre. Bebo el ponche y mi ortodoncia hace que se me derrame encima y me salga sarpullido en Navidad.
Joe la miró decepcionado.
— ¿Quieres hablar con ella? — Nick caminó hacia Stella mientras Joe seguía metido en su papel de director de cine decepcionado de su elenco.
— Stella, es uno de los recuerdos más queridos de mamá.
— Agh, cámara. — cedió la rubia tomando con ahínco el ponche. — ¡Feliz Navidad!
Joe empezó a grabar y Stella a beber del vaso, saliéndose de la línea pues no derramó la bebida.
— ¿Qué? — Dylan casi pudo oír a Joe chirriar los dientes.
— Ahora tengo la boca más grande, perdón. — la chica alzó las manos librándose de culpa.
— ¿Por qué odias a mamá? — Kevin la miró frunciendo el ceño.
Stella ya tenía suficiente. Volvió a hacer otra mueca de resignación...
— Cámara. — Joe la enfocó con una sonrisa triunfante. — Feliz Navidad. — sonrió la rubia con ironía derramando directamente el ponche sobre su ropa.
Dylan, Nick y Kevin tuvieron que contener la risa para que Stella no los decapitara ahí mismo.
Lo bueno es que esta vez no le saldría sarpullido.
— ¿Sabes? Creo que no ha quedado bien la toma... Hay que repetirla. — como siempre, Joe encontró la forma de seguir molestando a Stella. La rubia lo fulminó más que enojada y asqueada con su ropa pegajosa.
Ah, aquello de las películas estaba resultando entretenido...
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