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Mi otra amiga, la morena, le contestó la solicitud de amistad dos días después de la visita al barrio privado.
Mi hermana aquella noche se quedó despierta buscando en la lista de amigos de mis redes sociales por si encontraba a alguien con aquel nombre. Básicamente cómo una aguja en un pajar.
Me imagino lo frustrante que debe ser estar tan lejos y tan cerca la respuesta y no tener ni idea.
«Claro que quién sea que se encuentre aquí conmigo debe pensar lo mismo de mi ¿No?» pregunté a la habitación.
Es algo que estuve pensando este último tiempo. ¿Será aquella presencia a mi alrededor una especie de guardián?.
O tal vez es un evaluador y está verificando si apruebo realmente el examen para ir hacía el más allá.
Ya pasaron casi cuatro meses desde mi muerte y no veo ni un rayo de luz al final del túnel. ¡Ni siquiera veo el túnel!.
«Un consejo...deben plantearse la opción de entregar un folleto o dejar una hoja con instrucciones» resoplé indignada.
«Si piensan que la gente no lo leerá, ¡están muy equivocados!. Yo ya me he leído más veces de las que me gustaría el empaque del cereal, shampoo y algún que otro fideo».
La respuesta a mi sugerencia/demanda/queja es la suave risa en mi cabeza.
«Hablo en serio» aclaré un poco divertida también «no hay mucho para hacer por aquí ¿No crees?».
Siento su respuesta afirmativa.
He aprendido a comunicarme con éste ser de una manera completamente diferente a la que los seres humanos se comunican.
Cómo había comentado al inicio, no existen cuerpos ergo tampoco existe la voz como la conocemos en vida.
Aquí solo hay energía y esa energía transmite una cierta calidez cuando se encuentran dos juntas de esta manera se puede saber el estado de ánimo; ya sea o muy frío o muy cálido. Es básicamente como ver la expresión en el rostro de alguien y saber si se encuentra triste, feliz o enojado.
También transmiten algunas vibraciones, como cuando colocas tu mano sobre un parlante encendido.
Esas vibraciones son las palabras de nosotros.
Interesante y complicado al inicio. Me costó lo suyo pues no entendía la razón del cambio repentino de temperatura a mi alrededor. Hasta que caí en la cuenta de que cuando me encontraba triste, todo se volvía más frío; y cuando estaba feliz se volvía más cálido.
Lo de hablar es algo que, si bien tengo la teoría y lo he llevado a la práctica, aún no logro comprender del todo. Es como con los aviones. Comprendo toda la teoría y los he visto volar, pero mi mente aún sigue sin comprender cómo miércoles vuelan. «Es complicado». Pero si son pesados y sus turbinas están de forma horizontal, ¿Cómo se mantienen en el aire?.¿Cómo?.
Esto es parecido, si no hay cuerpo, ni cuerdas vocales, ni boca ¿Cómo es posible hablar?. Si no hay oídos ¿Cómo es posible escuchar?.
Bueno es posible, porque no hay nada que no tengo respuesta o solución, aunque a veces no se la sepa o entienda.
Cómo he dicho muchas veces: soy energía; todos somos energía y está energía puede producir vibraciones que son capaces de captar otras vibraciones.
«Como el código Morse».
En resumen, se siente como si sus respuestas fueran susurradas en mi mente.
Mi hermana logra comunicarse con mi amiga, la morocha, y programan una reunión para el fin de semana que no tiene trabajo.
Al acabar apaga el monitor y descansa la cabeza en el escritorio.
—¿Por qué todo tiene que ser una caza del tesoro contigo?.
«Es mucho más divertido de ésta manera» respondí desde mi lugar sentada en la cama. «Además, técnicamente se suponía que esas cartas no se debían entregar».
—¿Qué escondías, peque? —volvió a preguntar observando su dormitorio. Su vista quedó clavada en la biblioteca unos segundos antes de abrir un poco más los ojos y pararse de un salto —. Pero, ¡¿Por qué no lo pensé antes?!.
Se va corriendo de la habitación.
Unos minutos más tarde, la encuentro en mi dormitorio, frente a mi biblioteca, ella repasa nombre por nombre los libros que guardaba allí.
Mi perrita al ver la luz encendida en mi habitación llega para buscarme y se sienta a mis pies mientras observamos como saca libro a libro y busca en el interior de cada uno.
«Esta cerca» le digo a la pequeña bola de pelos que solo mueve las orejitas «aunque dudo que lo encuentre tan fácilmente ».
Mi hermana hasta el momento, solamente encontró separadores, un recibo de compra de un helado, una etiqueta de ropa interior (no pregunten porque estaba allí) y un par de billetes.
Pero parece que nada de esto satisface su arduo trabajo porque cae sentada a los pies de la cama con la cabeza entre sus manos.
Cierra los ojos e inhala y exhala un par de veces antes de tomar su celular del bolsillo de su sudadera. Veo que marca el número de mi hermano y me acerco para escuchar.
—¿Qué pasa? — responde él medio dormido, mi vista se dirige al reloj en forma de flor sobre una repisa que marcan las once y veinte.
—¡Hey!— responde ella —. Lamento despertarte, hermanito.
—Hummm...— murmura aún sin despertar — ¿Qué haces aún despierta?.
— Estoy... No puedo dormir y se me ocurrió buscar en el cuarto de la peque...
—¿Sigues con lo de las cartas? —pregunta un poco más despierto.
—Sí — se escucha el suspiro del otro lado.
—¿Cuántas te quedan?.
—¿Contando la tuya?.
—Sí, contando la mía.
«Puedo sentir como él rueda sus ojos mientras lo dice»
— Tres.
—Cuatro de siete es un buen número...—comenta —. Entonces ¿Cuál es el problema?.
—El problema es....— mueve sus cabellos rizados con frustración y los deja todos desordenados—. El problema es que hay una... de una persona... que puede que no conozca.
—Ajamm...
—Un chico...un hombre.
—¿Qué? — ésta reacción ya me la esperaba —¿Quién?.
—¿Me ayudarás a buscar? —una sonrisa astuta se forma en sus labios.
—Solo dime de una vez...— se queja frustrado, conocé perfectamente las tácticas de nuestra hermana.
—Te diré si me prometes ayudarme— chantajeó.
El silencio fue su respuesta, hasta que dijo: —No sabes quién es ¿Verdad?.
—Bueno...
—Hace un segundo dijiste que no lo conocías.
«Tiene un punto». Le digo a ella observando la mueca en su rostro.
—Dije “puede que no conozca”.
—¡Guau! Cuánta diferencia...
—¡Bien! Tú ganas. ¿Sabes una cosa? No necesito tu ayuda. Puedo hacer ésto sola.
—Calmate — se escuchó un resoplido, seguramente intentando ocultar la risa—. Te ayudaré. Ahora, respira y cuentame lo que sabés.
Ella toma una respiración profunda y comienza con las cartas en la caja, continúa con la de mamá y la suya.
—Entonces le pregunté a su amigo si sabía algo, porque ella decía que le contaba todo a él.
—Dejame adivinar, no sabía nada.
—Ni una puta idea — frustrada salta a la cama para quedar acostada. Del otro lado mi hermano sorbe alguna bebida —¿Qué estás tomando?.
—Un café. Me despertaste de mi sueño de belleza — se burla él—. Como dudo que pueda volver a dormir, estoy adelantando algo de trabajo mientras te escucho.
Ella negó poniéndose cómoda en mi cama.
—Volviendo al tema, su amigo no sabía nada de un hombre con ese nombre pero...
—¿Pero...?.
—Pero si le comentó una vez, que hablaba con una persona y que está dejó de hablarle.
—Eso no nos dice nada— suena frustrado.
—Escucha, su mejor amiga tampoco sabe nada de alguien llamado de esa manera. Pero la peque le comentó la misma historia.
—¿Y eso?.
—Le dijo que hablaba con este hombre y que de un día para el otro dejó de hablarle.
—Es lo mismo. No veo de qué nos sirve — le dijo mi hermano—. Cualquier persona normal le puede contar la misma historia a sus mejores amigos.
—Si, lo sé —se cubrió el rostro con las manos—. Pero es la única pista que tengo. Qué estubo hablando con él y por alguno motivo dejaron de hablar. También que era algunos años mayor a ella.
—Ok. Bien. No me voy a enojar porque mi pequeña hermanita estuviese saliendo con algún tipo mayor.
«Esta enloqueciendo».
— ¿Provaste con su diario?.
—¿Tú alguna vez leíste su diario?.
—Em... No— ella lo ignoró. Era obvio que era una pregunta retórica.
—Yo sí. Y es más fácil descubrir la Atlántida que leer eso.
«Ja. No es tan difícil».
—No entiendo cómo un diario íntimo de una joven puede ser tan difícil de leer, hermana.
—Ella, en los últimos años, solo escribía una vez al año. ¿Entiendes?. Hacía un resumen de lo más importante.
—Nuevamente, no le veo el problema — volvió a decir—. En cambio te facilita el trabajo, no tienes que leer cosas sin sentido hasta hallar una parte que hable de él.
—Ella no usa nombres.
—¿Qué?.
—Leí su diario mientras buscaba cualquier pista y no usa nombres, solo letras.
—Busca una M.
—Si fuera tan fácil no tendríamos está conversación.
—Bien, ¿qué es tan difícil en esto?.
—Al inicio creí que las letras eran iniciales de nombres hasta que descubrí que no tenía sentido. Cuando hablaba de su mejor amigo lo nombraba “B” y sé que ni su nombre ni apellido comienzan con una B — toma una profunda respiración—. Para hablar de mi utiliza la “H” y para hablar de ti la “E”.
— No puede ser tan complicado.
—¿En verdad? — ella coloca el manos libre y se levanta. Toma mi diario de entremedio de dos libros y lo abre en una página al azar del final—. Dice: Estube hablando con S por un tiempo pero no creo que realmente funcione — Da vuelta algunas hojas—. Sin importar que tan bien me cae O (realmente no es mucho), en verdad no es mi tipo —vuelta de páginas—. Conocí a A y a pesar de que en verdad nunca debería haber hablado con él, es simpático (a excepción de aquella vez). No va a funcionar.
—Mostraste tu punto — la interrumpió.
—¿En serio? Porque creo que habían algunos más por aquí...
—No necesito saber con cuántos tipos salió mi hermanita. ¿Bien?.
—Solo estás enojado porque es una prueba de que realmente no te necesitaba de celestino como imaginabas.
—Eso ya lo habíamos dejado en claro — se queja —. Solo le insistía porque creía que amigo era una buena opción para ella.
Ella ríe un poco dejando el diario a un lado.
Bueno, bueno. ¿Qué creían? Ya no tengo quince años. Soy una mujer y a pesar de que en la sección del amor me fuera pésimo, horrible, casi inexistente. No me quedé de brazos cruzados a esperar que un príncipe idiota venga a buscarme (como mi madre me dijo una vez). Simplemente intenté salir con algunos hombres por aquí y por allá. Él resultado seguía siendo: yo estando soltera; por lo que la mayoría de las veces, si no fueron todas, sencillamente no valía la pena hablar de las citas fallidas.
—¡Aguarda!— mi hermana dejó de reírse de mi hermano y se sentó derecha de golpe—. ¿Cómo no se me ocurrió antes?.
—¿Ahora qué?— se podía escuchar las teclas siendo presionadas del otro lado de la línea. Tiqui, Tiqui, Tac. Tiqui, Tiqui, Tac.
—En su celular. ¿Tú te lo llevaste verdad? Ella nombraba a sus contactos con letras.
«Esto se pone interesante».
—Le decía mil veces que no entendía como podía saber quién era quien pero ella solo se encogía de hombros y me ignoraba — termina.
Una vez hace mucho, en la noticia dijeron que lo más seguro era no colocar en el nombre de contacto “Mamá”, “Papá”, “Tio/tia”, etc, etc. De esa manera si te roban el celular la persona no sabría quién era quien y esas cosas...
La cuestión es que yo escuché eso, y comencé a agendar a las personas con sus iniciales. Todo iba bien hasta que caí en la cuenta de que habían personas que tenían las mismas iniciales y me arruinaban mi perfecto plan (¡Ja! Sí, claro) por ello les coloque letras que me hacían recordar a ellos.
No voy a dar una explicación de porque elegí cada letra para cada persona, mejor olviden eso y continuemos con la brillante idea de mi hermana.
—Podemos utilizar el diario y su agenda del celular para encontrar a este hombre misterioso y entregarle la carta.
—Esa es... Una buena idea.
—Lo sé, se me ocurrió a mi.
—Te llevaré el celular la próxima vez que pase por allí —acuerda él. Es un genio en computación y mamá le pidió si podía desbloquearlo. Mi hermana lo intento pero no recordaba el patrón de contraseña—. Por ahora, ve a descansar y luego encárgate de su otra amiga.
—Vale— sonrió ordenando todos los libros nuevamente en la biblioteca—. Gracias.
—¿Por qué?.
—Por hacer ésto conmigo.
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