Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[6]

[6]

Han pasado varios días y noches, y yo todavía continuó aquí, sin síntomas de que algo fuera a cambiar en un futuro próximo.
Hay momentos en que el tiempo pareciera transcurrir tan, pero tan lento y otros en los que siento que si me quedo distraída un segundo mirando una mosca volar me perderé días pasar delante de mí embobada cara y yo sin enterarme.

En estos momentos hay una fiesta en la casa. Una reunión familiar en la que todos están contentos y festejando.
Y después de días de no ver el rostro de mi querido hermano aparecer por casa, es una grata sorpresa tenerlo aquí frente a frente.

Todo él siempre me recordó a nuestro padre, su altura de metro noventa, su sonrisa algo infantil en aquel rostro de hombre de negocios maduro y serio; su humor algo negro y sarcástico. También la forma en que cuida a mamá y a mi hermana. Era muy protector con nosotras, tuvo varias discusiones con mi hermana y conmigo por este tema en nuestra adolescencia pero era su forma de cuidarnos.

Ahora está sentado junto a uno de nuestros tíos hablando de política mientras toma una cerveza viéndose relajado en el exterior, pero puedo notar las pequeñas arrugas de tensión en sus ojos.

«Piensas que no sé lo que estás haciendo»  le digo sentada a su lado recostando mi cabeza en la mesa «Pero eres fácil de leer al igual que nuestra hermana».

Suspiro cansada.

¿Cómo puedo encontrarme cansada si no hago absolutamente nada? ¿Cómo es que repentinamente me dieron ganas de dormir si durante estos meses nunca lo necesite?

Me levanto sorprendida.

«Un momento» comienzo a entrar en pánico. Cierro los ojos y me concentro en mi forma espiritual. La energía que me representa, la que generalmente me hace sentir tan liviana como una pluma, ahora se siente...pesada. «Esto es algo nuevo...¿pero es bueno o malo?».

Podría ser que al estar rodeada de tantas personas al mismo tiempo provoca que se produzca un cortocircuito espiritual o algo así. ¿Quizás? ¿Acumulación de energía?.

«En verdad desearía haber leído más sobre espiritualismo y esas cosas»

Decidí alejarme, tomar un poco de distancia de todos y talvez de esa manera logre sentirme menos pesada y decaída. En mi camino al dormitorio, miré en la cocina donde sólo se encontraban mi mamá, mi tía y mi hermana hablando mientras preparaban las ensaladas. Están conversando de alguna cosa interesante, pues mi querida hermana se encuentra con las mejillas sonrojadas e intenta ocultar su rostro de las mujeres trás su cabello rizado.

—...el vecino es un buen chico, pero no creo estar lista para una nueva relación —decía ella.

—Aun sigue enamorada de su ex-novio— mamá le susurra a mi tía de manera cómplice, ella asiente solemnemente de acuerdo.

—¡Las estoy escuchando! —les recrimina con una sonrisa fingiendo estar enojada.

En verdad mi hermana y su chico hacían una pareja de lo más empalagosa y dulce que existe. O lo hacían.
Se conocieron en la perfumería donde trabaja ella; él iba a comprar perfumes con una constancia que: o estaba interesado en la bonita vendedora, o estaba por abrir una perfumería clandestina.
Mi hermana no se había dado cuenta de él sino hasta la tercera vez que ingresó para comprar un perfume de regalo para su tía abuela.
Luego de mucho tartamudeo y sonrojo por parte de ambos y varías semanas para juntar valor, al fin la invitó a una cita. Él resto es historia... es decir, que mi hermana solo me ha comentado lo escencial de su amor.
Ellos eran la una para el otro, de esas parejas que envidias y que sólo vez en novelas y películas.
Me sorprendió cuando se separaron pero en la vida no todo es color de rosa y si ambos necesitan espacio y pensar, pues bien ¿No?.

—Solo nos tomamos un tiempo muy largo, ninguno de los dos está listo para volver...

¡Mentira! Lo que acaba de decir es una completa mentira. Y no hay que ser un genio para darse cuenta, tan sólo con ver su rostro y su mirada de chica completamente enamorada cada vez que recibe un mensaje de él.

Ok, lo sé. Espacio...

Pero ya llevan más de tres cuartos de año separados. Más o menos una pequeña eternidad. Por lo que decidí intervenir...

Él también está igual de enamorado que ella, esto lo sé porque lo espíe. Sí, espíe al novio de mi hermana ¡Demandenme!. Lo hice para saber si se encontraba jugando con los sentimientos de ella; además soy una especie de fantasma, si no lo aprovecho para ayudar a mi hermana ¿De qué me sirve?.

Entonces, hace unos días fuí a su casa y observé lo patético que lucía triste, decaído sin la vitalidad que mi hermana le brinda. Viendo fotos de ellos juntos en su celular (lo cual era un milagro que las tuviera, ya que odia tomarse fotos). Y releyendo mensajes pasados.

Tenía que hacer algo.

Así que lo hice.

Él se encontraba tirado en su sillón leyendo una conversación donde mi hermana le pedía si por favor podía cocinar lasaña para cenar; con una sonrisa melancólica en su cara y perdido en sus recuerdos.
Aprovechando su distracción, y con fuerza de voluntad, logré hacer que su celular "accidentalmente" la llamara. Él aún piensa que sin querer deslizó su dedo sobre el icono de llamada, personalmente no lo voy a desmentir.

Ella respondió al segundo toque, antes de que él comprendiera lo que había hecho. Al inicio fue incómodo y increíblemente tierno.
Y luego como si un dique se hubiese abierto, la fluidez de su comunicación comenzó de a poco a seguir su curso.

Sinceramente no sé porque razón especifica se separaron y talvez nunca lo llegue a saber. Pero reconozco una pareja enamorada cuando la veo y ellos están hechos el uno para el otro.

Lograrán superar sus diferencias y volverán a estar juntos cuando lo crean necesario.

—Entiendo, niña —mi tía le da un apretón de manos antes de volver a la ensalada—. ¿Y tú hermano? ¿Sigue con esa chica rubia?.

—Lo último que supe es que si, pero lo veo algo raro últimamente.

Se muerde el labio para no decir lo que ambas sabemos que ocurre.

La está evitando a ella.

¿La razón?, seguramente la carta.

Desde aquella llamada entre ellos, él se inventó mil y una escusa para no tener una conversación lo suficientemente extensa con mi hermana cómo para que ella sacara el tema de la dichosa carta.

—Pasa poco tiempo en casa —comenta mi madre—. Con el trabajo y demás.

Ellas siguen con lo suyo mientras me voy alejando hacía las habitaciones donde no debe haber nadie.

Noté que en la cocina la pesadez se había desvanecido y volvió a ser todo como al inició. Cómo había supuesto, debió tratarse de un exceso de gente y energías acumuladas.

Me encuentro sentada en mi cama jugando con mi perrita escuchando las risas y música provenientes de afuera.

Ya es media tarde y algunos llevan consigo algunas copas de más, comprensible ya que al estar en familia uno tiende a relajarse mucho más.

Mi perrita levanta su blanca cabeza al escuchar pasos acercandose por el pasillo del otro lado y comienza a gruñir.

La puerta se abre de forma lenta, como si se tratase de una película de terror donde las bisagras chillan y crujen (o quizás fue mi imaginación).
Mi hermano aparece en el umbral y con una expresión seria en su rostro ingresa. Nos ve, es decir, observa al perro en la cama y pone los ojos en blanco cerrando la puerta detrás de él.

—¿Qué pasa, bola de pelo?.

La cabecita se inclina de un lado al otro moviendo su rabo.

—También la extrañas, ¿No?.

Se acerca y agacha enfrente de ella, acariciando sus orejas.

Al estar tan cerca de él llegó a notar dos cosas importantes.

La primera: ¡que adulto se ve!. A mis ojos siempre fue un hermano mayor bromista y protector. Nunca lo había visto como el hombre hecho y derecho en que se convirtió. Su mirada cansada y triste logró romper mi corazón.

Y segundo: vuelvo a sentirme pesada y cargada de energía lo que me lleva a sumar dos más dos= la culpa es de él.

«¿Qué sucede contigo» le pregunto estirando mis dedos para acariciar su cabello.
Siento su cuerpo al tensar y su respiración detenerse.

—¿Pequeña?— pregunta mirando alrededor.

«Si» respondo.

—¡Maldita sea! Me estoy volviendo loco.

«Si» vuelvo a responder.

Cae arrodillado al lado de la cama y recuesta su cabeza en esta ocultando su rostro entre sus brazos.
Veo sus hombros temblar y escucho su respiración entrecortada.

No recuerdo haber visto nunca a mi hermano así de vulnerable. Temo tocarle nuevamente y que suba el muro que construyó para el mundo otra vez.

Bueno, no lo he visto así desde aquella vez...

Fue cuando mi hermano se unió al equipo de fútbol para niños de once años en la época donde se le dió por ser deportista.
Lo recuerdo porque se había enterado de que algunos futbolistas ganaban mucho dinero (y para un niño de once, “mucho” puede ser una suma realmente enorme). Cuando entró al comedor esa tarde, mientras yo ayudaba a poner la mesa a mamá y mi hermana le enseñaba un trabajo en el que había orgullosamente aprobado a papá. Él se había parado en toda su desgarbada altura de metro y medio, con los brazos cruzados y la sonrisa más brillante y arrogante que se puede imaginar en un rostro inocente.
Papá fue el primero que lo vió y levantó ambas cejas con una media sonrisa antes de preguntar:

—¿Qué sucede, campeón?.

Con esa pregunta, otros tres pares de ojos se volvieron hacía él.

—Yo seré el mejor jugador de fútbol de la historia, papá.

Eso dejó sorprendidos a cada miembro de la familia. No era un secreto que era malo en cualquier deporte. Luego nuestra mamá se acercó a él y revolviendo su abundante cabello repleto de rizos caoba le preguntó de forma amable ¿Qué es lo que quería decir?.

—Quiero jugar al fútbol — sentenció levantando el mentón en un aire orgulloso.

—¡Pff! —mi hermana que a pesar de ser dos años menor, en esa fecha se encontraba en los meses intermedios donde ella ya cumplió diez y él continuaba con once ya que debía esperar un par meses para su cumpleaños —. ¿Desde cuándo eres bueno para el fútbol? — le preguntó sonriendo realmente divertida.

—¡Soy bueno en el fútbol! —respondió indignado.

—Los videos juegos no cuentan — le dijo y le sacó la lengua.

—¡Niños! —mi padre los regaño a pesar de la sonrisa en su cara —. A ver, entonces y si no entendí mal... ¿Quieres jugar al fútbol?.

—Si.

Él, mi padre, asintió solemnemente mirando a su hijo quién esperaba expectante, mientras acariciaba su bigote (en aquella época estaba de moda usar bigote).

—Muy bien —declaró —. Mañana luego de la escuela iremos a ver donde te podemos anotar. ¿Bien?.

Mi hermano, ya olvidando su fachada de jugador de fútbol maduro y engreído, dió un saltó gritando ¡Yey! Y corrió a abrazar a papá.

Durante la cena, explicó que había visto en la televisión que los futbolistas ganaban mucho dinero y él ganaría mucho dinero también.
Mis padres lo miraron con sonrisas tiernas pero nunca le desmintieron ya que... ¿Qué persona sin corazón tienes que ser para romper la ilusión y sueño de un niño diciéndole la verdad?.

—Y voy a comprarles lo que quieran...— estaba diciendo mientras disimuladamente ignoraba los vegetales de su plato.

—¿Me comprarás un telescopio? —preguntó mi hermana.

—Si, dos telescopios por si se te rompe el primero.

—¡Genial!.

—Y a papá una nueva computadora y a mamá una nueva máquina de coser.

—Muchas gracias, hijo —dijo mamá con una expresión dulce.

—¿Y a mi? —pregunte levantando la mano y saltando en la silla. A mis siete años lo único que me interesaba realmente de la conversación era que pareciera que mi hermano estaba haciendo una lista de regalos para la familia y no quería quedar afuera de ella por nada del mundo. Por cierto, también ignoraba mis vegetales pero no tenía tanta suerte como él y mamá me observaba vigilante de todos mis movimientos.

—Eh...—me miró un minuto pensando, hasta que se rindió y preguntó tiernamente —. ¿Qué quieres?.

—Una muñeca.

—¿Una muñeca?...mmm...bien.

—Una muñeca de trapo —aclaré. Tenía que ser de tela de esa manera podía dormir con ella y se podría lavar. Las muñecas de plástico eran duras y frías, y no me gustaban.

—Bien.

Luego de un tiempo, comenzó los entrenamientos todas las tardes de los fines de semana y después de unos meses llegó el primer partido.

Lamentablemente, mi hermano no era muy bueno jugando y lo mandaron al banco de suplente la mayor parte del partido. De esa manera continuó otros cuatro partidos más, hasta que un día al regresar del entrenamiento, mi mamá lo encontró en el patio del fondo de nuestra casa.
Estaba con la cabeza enterrada entre sus rodillas y estás envueltas en sus brazos.

—¿Qué pasa, mi niño? —le preguntó sentándose a su lado en el césped. Él negó con la cabeza aún sin cambiar de posición —. ¿Un mal día en los entrenamientos?.

—Soy horrible —levantó su rostro con las mejillas surcadas de lágrimas y la miró—. Soy el peor jugador de la historia.

—No digas eso —lo tranquilizó acariciando su cabello —. Incluso los mejores no nacen sabiendo.

—Pero...

—Practicando y entrenando podrías llegar a tu meta.

—Pero... —él limpió su nariz con la manga de su camiseta y luego murmuró —. No quiero seguir jugando...

—¿Realmente no quieres jugar o simplemente te estás rindiendo?.

—No... —movió las manos de un lado a otro buscando como expresarse —. No es lo mío mamá. No me siento bien.

—Si estás seguro —lo abrazo y le dió un beso en la frente —. Entonces está bien, mi niño.

—¿Cómo les digo a papá y a las chicas que no podré comprarles nada? —la observó con los ojos brillosos y completamente llenos de pesar.

—Ellos lo entenderán —lo volvió a abrazar —. Además podemos buscarte otra cosa que hacer. Algo en lo que seas feliz haciendo.

Yo, que me encontraba dibujando junto a la ventana cerca de ellos, lo había escuchado y observado todo lo sucedido.
Obviamente no entendía mucho de que se trataba el problema, solo sabía que mi hermano se encontraba triste.
Ya que tenía mis lápices allí mismo, me dispuse a dibujar algo para que volviese a estar feliz.
En resumen, el Picasso que dibujó mi yo de siete años era un deforme niño (mi hermano) con el uniforme del equipo juvenil y una pelota a su lado, también había algo a su espalda que podría o no representar un arco.
Simplemente lo dejé en su habitación antes de la cena. Esa noche él habló con todos diciendo que no estaba seguro si el fútbol fuera lo suyo. Lo dijo cabizbajo, jugando con su comida y con la voz entrecortada.
Papá con una sonrisa triste le dijo que estaba bien.
Pero después de la cena, escuché que papá fue a hablar con él en su dormitorio y a la mañana siguiente volvió a los entrenamientos.
Siguió de suplente algún tiempo más, hasta que se volvió un gran jugador y lo colocaron de titular.
No pudo comprar los dos telescopios para mí hermana, pero con ayuda de papá creó con papel glasé estrellas y las pegó en el techo de su dormitorio formando algunas de las constelaciones más famosas.
No pudo comprar una muñeca para mi, pero con ayuda de mamá y mucho ingenio, cosió una para mí.
Utilizó una pelota de tergopol para la cabeza y lana para el cabello.
Mi mamá lo ayudo en la mayor parte de la confección pero quedó hermosa.
Lady Violett. Mi alegría fue bastante cuando la ví por primera vez, y abrazando a mi hermano lo arrastré a jugar conmigo.

En estos momentos, Lady Violett se encuentra en la mesilla de noche sentada junto al velador sobre un libro que estaba releyendo.
Nunca se me ocurrió preguntar la razón de que decidiera continuar con el deporte. Cuando fuí consciente de todo, él se divertía con sus amigos de fútbol y disfrutaba jugando.

A pesar de no volverse un jugador multimillonario, aproximadamente un año y medio después, descubrió que había heredado la inteligencia y facilidad de comprensión para el mundo de la tecnología y computación al igual que papá.
Consiguió terminar la universidad, conseguir un buen empleo y tiene un plato de comida todos los días. No es como ser millonario, pero siempre nos dice que no podría ser más feliz.
Aparto la vista de lady Violett, para ponerla en la pequeña perrita que me mira extrañada por el intruso que interrumpió nuestro juego y ahora se apoya en mi cama.

Le hago una seña, ella me entiende y moviendo la cola rápidamente toca con su suave patita el brazo de él asustando lo. Ocurre un momento de tensión donde ambos se evalúan mutuamente y luego él la toma en brazos abrazándola.

—Como te extraño.

Ella le da besitos en las mejillas logrando sacarle alguna sonrisas con un toque de tristeza.

La energía se siente un poco más ligera pero aún así, sé que hay algo que lo está carcomiendo por dentro y hasta que no se libere de eso seguirá llevando esa carga pesada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro