Spirit
Spirit
Para Usagi de tu amiga Yue
El sonido de ramas crujiendo y el aroma del fuego le persiguen tan de cerca como los gritos de hombres furibundos y el ladrido de los perros de caza. No hace falta ser un genio para saber que a estas alturas de la persecución "ella" seguramente yace muerta en la casa que ambas compartían y que puede imaginar ardiendo hasta los cimientos. Cimientos que fueron puestos allí por su propio padre y de los que ahora ya no queda nada excepto su recuerdo.
Harleen no tiene más opción que continuar corriendo por su vida mientras la multitud enardecida le persigue con odio e incomprensión. A muchos de ellos les procuro y sano en el pasado; mas sus cuidados delicados o las maravillosas medicinas que Pamela preparaba con las hierbas del bosque poco valieron cuando los habitantes del pueblos decidieron, sin mayor esfuerzo, perseguirlas cual animales solo porque aquel maldito de Jerome había decidido que si no le pertenecía a él, no le pertenecería a nadie.
Harleen ni siquiera se da cuenta de las lágrimas que resbalan por sus mejillas pues el dolor en sus miembros es mayor, no quiere detenerse, aún guarda una ligera esperanza de encontrar a Pamela con vida y no puede evitar recordar con desprecio el grito del hombre acusándolas de brujería mientras el cura del pueblo, ese maldito de Nygma, le apoyaba y azuzaba a los habitantes para perseguirlas como es debido.
Oh Pamela, su querida Pamela. Aún era capaz de recordar a la perfección el día en que aquella mujer de cabellos tan rojos como el fuego llego a su vida, en el preciso momento que más le necesitaba pues estaba al borde de perderlo todo. Su padre cruelmente enfermo, más del lado de los espíritus que al lado de su rubia hija, ya no era capaz de proveer lo mínimo para sobrevivir y en un intento desesperado de no tener que recurrir a Jerome, Harleen salió al bosque esperando encontrar algo que pudiesen comer.
Fue allí donde la conoció, arrodillada entre hierbas y flores, coronada por una luz que en ese momento se le antojo espectral pero hermosa y con una mirada tan fiera que podría haber hecho temblar a cualquier hombre; aunque claro Harleen no era un hombre y mucho menos uno cualquiera, ella siempre fue una joven alegre y despreocupada que hacía frente al dolor y la vida de un modo que nadie, ni siquiera su propio padre, comprendía pues encontraba "diversión" en donde los demás no eran capaces de ver siquiera esperanza; y fue esa misma personalidad extraña la que le hizo convertirse en amiga de aquella mujer fantasmal en lugar de salir huyendo como otro habría hecho en su lugar.
Pamela nunca le juzgo por su personalidad infantil que por el contrario parecía encontrar encantadora y se dedicó a enseñarle como hacer uso de las plantas y sus propiedades para sanar, se convirtieron en las mejores amigas y más pronto que tarde Harleen invito a la desconocida mujer a vivir en la casa de su padre, que ahora recuperado gracias a la pelirroja había vuelto al labrado de sus tierras.
Pero Pamela era todo menos tonta y por supuesto no tardó en notar que los sentimientos de la menor hacia ella iban más allá de una sencilla amistad, aunque a decir verdad la rubia tampoco se esforzaba por ocultarlos. Para sorpresa de ambas la pelirroja le correspondía y eso dio inicio a una relación a puertas cerradas cuyo único espectador solía ser, siempre con mirada triste pero sonrisa sincera, el viejo señor Quinzel que les protegió a ambas hasta el último de sus días, pues el tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a un buen hombre que aún tiene mucho por ofrecer. Quizás debieron prever que con la muerte de su único protector la desgracia caería sobre ellas tan rápido como el diluvio descrito en la biblia.
De algún modo Harleen ha terminado en las profundidades del bosque, a solo unos cuantos metros del sitio donde conoció a Pam años atrás y es justo en ese lugar donde el cansancio por fin hace mella en ella y le cobra factura al hacer que tropiece con una raíz sobresaliente terminando de cara contra el lodo, se ha fracturado el tobillo y sabe que no puede continuar corriendo, sus perseguidores le alcanzaran y es consciente de ello; pero no va a morir sin luchar, si aquellos malditos desagradecidos a los que alguna vez ayudo desean quemarla viva se llevaran una desagradable sorpresa cuando se topen con el cuchillo que esconde entre sus faldas.
Es de esperar que el primero en encontrarle sea Jerome quien le observa desde su posición con una sonrisa maníaca que no augura nada bueno. Harleen le teme, siempre le ha temido casi tanto como siempre le ha fascinado, en el pasado incluso se atrevió a yacer en su cama y creerse enamorada de aquel hombre. Pero no tardó en darse cuenta que en él habitaba una maldad tan oscura que lograba asustarle incluso a ella que no solía temer a nada. Salió huyendo de su yugo tan pronto como Pam llego a su vida y el titiritero del pueblo no se lo tomo precisamente bien.
Ahora resultaba incluso hilarante que su final llegara de la misma mano que tanto le torturo.
Harleen le apuñala un par de veces e incluso deja dos horribles cicatrices en su boca que le marcan con una macabra sonrisa sangrante. Pero Valeska es fuerte y ella está herida, de un movimiento le arrebata el cuchillo y se cierne sobre ella amenazante cual ejecutor, Quinzel se sabe perdida pero no va a darle el gusto de mostrarse débil. Sin apartar la mirada se prepara para recibir la cuchillada final cuando en medio de la oscuridad el pecho del maldito es empalado, justo donde el corazón descansa, por lo que claramente luce como la misma raíz que le hizo tropezar minutos antes.
Tras suyo, nuevamente envuelta en esa luz espectral que jamás podría olvidar, aparece Pamela con las ropas hechas jirones y claros signos de haber estado a punto de convertirse en cenizas, sus formas están expuestas y la piel clara aparenta un tono verdoso que a cualquier otro que no fuese ella le resultaría aterrador. El aroma a fuego aun le envuelve y aunque luce herida mantiene la postura de aquellos que se saben victoriosos. La ira refulge en su mirada esmeralda y solo entonces la más joven se da cuenta que su torturador personal no es el único de los perseguidores que ha caído ante su pareja.
Las raíces y ramas de los abetos alrededor mantienen ensartados como pichones a todos los hombres y mujeres que les acosaron; algunos de ellos muertos y otros aun emitiendo gemidos agonizantes, mas todos sangrando sobre la tierra fértil haciéndola lucir, bajo la luz de la luna, como una alfombra carmesí.
Pam se arrodilla a su lado y con suavidad coloca ambas manos, impolutas pese a la sangre derramada, sobre el tobillo herido provocando que una calidez sobrenatural remplace lentamente la punzada de dolor y el cansancio de su cuerpo. Harleen se atreve a ver con ojos sorprendidos y maravillados a los de su compañera donde es capaz de distinguir en ellos una nota de temor y quizás vergüenza. Y es que ella puede actuar como tonta en ocasiones pero definitivamente no lo es, sabe que Pam tiene miedo de lo que es, de lo que puede hacer, y de que quizás ello la aleje de su lado. Pero eso jamás sucederá y cuando la besa con todo el amor del que es portadora, espera que ella sea capaz de comprenderlo.
Ambas mujeres se marchan a la profundidad del bosque esa noche dispuestas a desaparecer por completo, nada les queda en aquel pueblo maldito y lo saben; pero en realidad poco les importa, se tienen la una a la otra y para más de una vida, aquello es lo único que necesitan.
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