2. UN DÍA EN MI VIDA(PARTE 2)
Tierra -Reverse.
~¿Sabes? El helado es muy bueno para curar las penas~
<Si lo que quieres es olvidar ¡Un buen tarro de nieve hay que comprar!>
~Pensándolo mejor, un tarro de alcohol me parece más lógico, pero creo que con nosotros no va a funcionar~
<Funcionaría si pudiéramos emborracharnos>
~Pero no podemos~
<Entonces, eso nos lleva de vuelta al punto del helado>
Las dos voces conversaban animadamente, discutiendo sobre los beneficios del helado, pero el hombre igual las ignoraba, había aprendido a hacerlo con el paso del tiempo.
Era consiente que ellas lo sabían, pero también parecían preferir ignorarlo, hablando más por costumbre que por verdaderas intenciones de incluirlo a él en la conversación.
Es que ¿Cómo se dice? Ah sí, el odiaba a sus voces.
Y ellas lo odiaban a él, lo cual estaba bien, al menos así estaban a mano, pero había un problema.
-¡Silencio!-exclamo de pronto, completamente harto, golpeando con sus manos el estante de frutas donde estaba eligiendo, provocando todas las personas a su alrededor se le quedaran viendo.
Se encontraba en el supermercado para comprar algunas cosas para comer, aunque aquel gesto le recordó por que prefería morir de hambre. Si tan solo pudiera morir.
Aclaro su garganta al darse cuenta de lo que había hecho, bajando la cabeza para que nadie pudiera mirarle el rostro, cubriéndose totalmente con su gorro de la sudadera.
~Eso ha sido tu culpa, no nuestra~
Le contesto una de sus voces ante sus pensamientos.
<Si, deberías considerar dejar de gritarle a la nada en público, nos haces parecer locos>
~Que en verdad lo estemos no significa que queramos que los demás se enteren, idiota~
Wade gruño, aquello se estaba volviendo muy difícil de sostener para él.
Las cosas ya habían sido lo suficientemente difíciles para cuando vio su vida acabada por el cáncer y no se pusieron mejor cuando termino por aceptar la experimentación en él, donde aparecieron ese par de molestas e irritantes voces, pero lo había soportado, no era en realidad nada, si había soportado las hirientes palabras de su exesposa al verlo con el rostro destruido por esas asquerosas cicatrices, podía con todo.
~Solo olvidas que ella era en realidad una puta barata que te dejo por alguien más sexy... corrección, por ALGUIEN que si era SEXY~
-jodanse-termino murmurando, dando con esas palabras terminada la compra, dirigiéndose a las cajas con lo que tuviera, así sabiendo no era todo, pero no podía estar más ahí.
Como decía, simplemente eso era insostenible ¡Y la culpa era de sus estúpidas y caprichosas voces!
<Pfff... sin helado de nuevo>
~O cereales~
<O dulces>
-son treinta con cincuenta-le dijo la cajera, una joven delgada que le miraba en espera del dinero. Aunque no pasó desapercibido para Wade el gesto de repulsión que tenía en su rostro, pero claro, ya estaba acostumbrado.
~Mentira, si lo estuvieras, no empezarías a lamentarte de ser feo y no estar muerto~
Gruño de nuevo y dio el pago a la mujer, tomando sus bolsas y saliendo de ahí a paso rápido para caminar hasta casa.
Se detuvo unos momentos al estar por cruzar la calle, mirando el callejón de mala muerte por el que siempre solía pasar para ir a su viejo apartamento, lamentablemente ya había sido hecho pedazos debido a aquella explosión.
~Sigo pensando que de haber amenazado al encargado nos hubiéramos podido quedar~
<Olía a orines y vivíamos solos, pero... nahh al demonio, que bueno demolieron el edificio>
Soltó un suspiro, decidiéndose a continuar con su camino, sin detenerse hasta llegar al edificio donde ahora vivía.
No le agradaba mucho el lugar, pero sus voces le daban cierta tregua al estar ahí.
Era un lugar grande, con buena iluminación y con otras personas que también vivían ahí, la comida rápida siempre llegaba a tiempo y podía ir y venir sin que nadie le dijera nada.
El problema en ese bello lugar era él.
Se atrevía a decir que era el único que parecía ser un tipo de vecino cascarrabias.
~Pues en realidad si lo eres~
Saco sus llaves del suéter, girándose apenas al escuchar el sonido de la puerta de al lado abriéndose, con su joven vecino apareciendo.
Su rostro se tiño de rojo, al mismo tiempo que sus voces se quedaban calladas.
-Buenos...-iba a saludarlo el chico, pero no pudo terminar la frase para cuando Wade abrió la puerta y se precipito hacia adentro con velocidad, casi azotándola al cerrarla.
~Idiota~
<Tarado>
Y ahí estaban sus voces de nuevo, insultándolo.
Ese precisamente era el problema que tenía con ellas, que no entendían razones.
Desde que habían llegado a ese lugar habían quedado prendadas de aquel chico que cursaba la universidad.
Era lindo, con una sonrisa encantadora y muy inteligente por lo que había visto. Pero él era él y no podía solo esperar que milagrosamente se enamorara de su espantosa cara y cuerpo, por lo que prefirió alejarse y empezar a ignorarlo.
Y eso no le gusto a sus voces.
~<¡Te odiamos!>~
* * *
A pesar de lo frío que era el ambiente, se encontraba bastante cómodo ahí afuera.
Era casi media noche, había tenido que salir para hacer un... trabajito del cual le habían pagado una gran suma de dinero.
Nada difícil, solo debía cortarle la cabeza a un par de ovejas negras de un grupo de traficantes.
¿Que habían hecho? Quién sabe, pero eran asesinos, ladrones y traicionaron a su jefe, le iban a pagar, así que ¿Qué más daba?
Se encontraba sentado en la orilla de uno de los edificios del centro, con la brisa fresca que iba de un lado a otro, con las calles aun llenas a pesar de la hora. New york era una ciudad que simplemente no entendía lo que era dormir.
Había estado ahí sentado por más de tres horas, esperando impaciente por que pasara el tiempo. Nada lo detenía para irse, o bueno, tal vez una persona, la misma de la que se estaba escondiendo.
No es que le temiera, el perfectamente podía acabar con él y mandarlo a dormir con los peces. Solo lo evitaba porque con sus voces tenía más que suficiente.
No quería escuchar también a ese niño que solo le rompía las pelotas cada que aparecía, aunque no de forma tan literal, la primera y última vez que en verdad lo hizo había dolido mucho y había sido cuando se conocieron.
Y ese era otro punto de discusión con sus voces, pues el intentaba mantenerse alejado de su potencial acosador, mientras ellas solo buscaban cualquier excusa para encontrárselo y verlo.
Hacía varios días que no lo veía, no era que le preocupara, solo que había sido extraño después de tener que encontrárselo casi todas las noches.
Aunque en esa ocasión había sido por que él había estado ocupado y no había tomado el traje de Deadpool para salir.
<Si hubieras aceptado su oferta, lo veríamos todos los días>
~Igual era lo mejor, Wade lo iba a arruinar~
<Oh Dios, si, lo iba a espantar cuando viera su cara... o el resto de su cuerpo>
~Yo creo que sus gritos lo habrían hecho correr más rápido~
Wade escuchaba todo, desenfundando una de sus armas, soltando un suspiro al mismo tiempo que presionaba el gatillo, directo a su cráneo, para caer muerto al suelo por segundos y luego empezar a regenerarse, disfrutando de al menos unos segundos de tranquilidad, sin nadie en su cabeza y sin ser consciente del mundo que le rodeaba y que odiaba tanto.
Los rayos del sol fue lo que terminaron por despertarlo.
-Ugghh-se quejó, sosteniendo su cabeza, con la sangre ya seca, sintiendo el agujero en su máscara por donde atravesó la bala.
Sonrió un poco, solo de esa manera podía hacer que sus voces se callaran y desaparecieran por un rato.
Se levanto de donde había caído, agradeciendo sus cálculos fueran correctos y no hubiera caído de la cornisa, eso habría sido malo por dos razones:
Una, que podría haber llamado la atención del joven héroe, del cual escapaba; y dos, que, al verlo sin signos vitales, lo habrían llevado a la morgue de nuevo para sacar sus órganos de nuevo y terminaría por despertar a la mitad del proceso de nuevo, teniendo que esperar a que el médico despertara de su desmayo para que volviera a colocar todo en su lugar DE NUEVO.
~Spidey ¡Te amo!~
Exclamo una de sus voces, realmente desorientada.
<Soñé que teníamos hijos con él>
~Pero nosotras no soñamos~
<Entonces fue Wade quien lo soñó>
~Awww ternurita~
--¡Yo no...! ¡Jamás he...! ¡YO NO LO SOÑE!-grito enfadado, frotando sus manos contra su rostro, casi queriendo arrancarse también la piel.
Aquello simplemente le frustraba demasiado.
Él solo aspiraba a tener una vida lo más genérica posible para poder perderse en la rutina y apagar su cerebro para solo esperar el dulce velo de la muerte, que aún tenía esperanzas de que viniera por él.
Pero desde que aquella araña había aparecido en su vida, ya no podía tomar como una opción el actuar pasivamente ante la vida.
Él chico no le preocupaba para nada, pero algo le decía que, si dejaba a esa cabeza de araña sin protección, terminaría muriendo en seguida, como cualquier insecto que aplastan contra el parabrisas.
Y era algo que ya había visto muy de cerca.
Sin embargo ¿cómo demonios podría deshacerse de él si ni el mismo podía mantenerse alejado?
~Eso sonó a dilema matrimonial~
<Aceptar que amas a la araña es el primer paso>
-yo lo decía porque ustedes no dejan de rogar por verlo, así que AHORA ¡CALLENSE!-
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