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Marinette Dupain-Cheng y Peter Parker estaban emocionados por la llegada de su hija, Emma. La joven pareja había pasado por muchos obstáculos durante los nueve meses de embarazo, pero al final, habían aprendido a apoyarse mutuamente y superar cualquier dificultad.

Durante los primeros meses, Marinette sufrió de náuseas y vómitos, mientras que Peter se esforzaba por conseguir un trabajo estable y ahorrar lo suficiente para el nacimiento del bebé. Sin embargo, la pareja se mantuvo unida y se apoyó mutuamente en todo momento.

Juntos asistieron a las citas médicas y disfrutaron de momentos especiales como la realización de la ecografía, donde pudieron ver a su pequeña hija por primera vez.

A medida que avanzaba el embarazo, Marinette comenzó a sentirse más cansada y a tener más antojos. Peter, por su parte, se aseguraba de estar siempre a su lado y de satisfacer sus deseos culinarios, incluso si eso significaba hacer varios viajes al supermercado.

A medida que se acercaba la fecha de parto, la pareja se preocupaba cada vez más por el bienestar de su hija. Marinette comenzó a asistir a clases prenatales para aprender todo lo que pudiera sobre el parto y el cuidado del recién nacido, mientras que Peter se encargaba de preparar la habitación del bebé y comprar todo lo que necesitaban.

Finalmente, el día del parto llegó. Marinette y Peter se dirigieron al hospital, tomados de la mano y con los corazones latiendo con fuerza de la emoción y la ansiedad. Después de varias horas de trabajo de parto, la pareja finalmente recibió la noticia de que su hija había nacido.

Marinette y Peter sintieron una oleada de amor y felicidad al ver a su hija por primera vez. Emma era hermosa, con grandes ojos avellana y un pequeño mechón de cabello azul que ya comenzaba a crecer.
Cuando finalmente escucharon el llanto de su hija, se miraron el uno al otro con lágrimas en los ojos, sabiendo que su vida acababa de cambiar para siempre.

La pareja se tomó de las manos y se miraron el uno al otro, sabiendo que habían superado juntos uno de los mayores desafíos de sus vidas.

En los días y semanas siguientes, Marinette y Peter se dedicaron por completo al cuidado de su hija. Aunque se enfrentaron a desafíos y dificultades, siempre se apoyaron mutuamente y nunca perdieron de vista el amor que sentían el uno por el otro y por su hija. Y así, juntos, formaron una nueva familia llena de amor y felicidad.

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