
Capítulo 8
Abriendo los ojos lentamente, todo lo que puede ver es borroso y el inminente dolor de cabeza que lo azota le hace jadear mientras lleva una de sus manos a esta de forma instintiva. Hay viento en su rostro, hace frío, él no entiende dónde rayos se encuentra. Jimin trata de pararse lentamente mientras intenta ser consiente de su cuerpo. Entonces está de pie, y puede ver a los autos pasar a grandes velocidades debajo de él en la oscuridad de la noche, y por un pequeño descuido, casi estuvo a punto de resbalar hacia atrás de la plataforma que depende de su vida.
Jimin siente su corazón latir desenfrenadamente mientras la desesperación le consume. Es medianoche y se encuentra con su simple pijama que le cala de frío los huesos, justo sobre el puente del Río Han. No tiene idea de cómo siquiera llegó allí en primer lugar, él solo recuerda haberse acostado en la comodidad de su habitación y haberse quedado dormido.
Acercándose a uno de los soportes se sostiene de estos, sintiendo que en cualquier momento sus piernas le van a fallar y necesita sentirse seguro a tantos metros de distancia. Intenta buscar alguna escalera o sitio por el cual sea seguro bajar, uno que le diga alguna remota idea de cómo subió hasta ahí, pero en aquel instante, puede ver un planeador acercarse que termina sobrevolando sobre él. Era el Duende Verde. Puede escucharlo reír con su maléfica risa, aterrorizando a los niños que van en su viaje por teleférico a la misma altura en la que él se encuentra.
—Mierda, YoonGi... —murmura angustiado, sin lograr saber si quiere ser salvado o que Min no apareciera para que no salga herido por su culpa.
Solo necesita verlo bien.
YoonGi había salido del hospital corriendo y se había cambiado a una velocidad irreconocible mientras se apresuraba a balancearse sobre los edificios de la ciudad. Debía llegar deprisa a casi el otro lado de donde se encontraba él, no tenía tiempo para detenerse y razonar nada, solo sabía que ese villano había capturado a una de las personas más importantes en su vida y que si le sucediera algo, nunca se lo podría perdonar. El Río Han se hallaba traspasando el inmenso centro de la ciudad de Seúl, solo debía llegar sin distracciones.
Maldijo en alto cuando pudo ver policías transitando por las calles y un helicóptero rondando por la zona, sabía que lo buscaban. ¿Qué acaso por una vez no pueden hacer bien su trabajo y averiguar por su cuenta en dónde podía hallarse el Duende Verde? Sería genial comunicárselos si no fuera porque le apuntan con un arma cada que está al menos a un metro de distancia. No entiende qué mal hizo para mecer ese maldito trato si solo intenta ayudar. Y entonces lo escucha desde las alturas.
—Entrégate ahora o abriremos fuego. —Escuchó desde un megáfono dicho por el helicóptero mientras sus luces blancas intentaban seguirle el paso, lo que le faltaba, era el padre de Jimin. —Estás rodeado, no tienes escapatoria.
Pero nada de eso le importó, no podía importarle si no quería llegar cuando fuera demasiado tarde. Continuó impulsándose con las paredes y con barandales de los balcones. Pudo ver por el rabillo de su ojo a los policías comenzar a dispararle desde algunas terrazas.
Fallaron. Fallaron muchas veces, él era más rápido, tenía un objetivo más importante.
Pero entonces al doblar en una de las curvas de los edificios, se topó con uno de los helicópteros de frente que lo encandiló con su enceguecedora luz. Y eso fue todo, uno de ellos le disparó justo en el pecho aquellas balas eléctricas. YoonGi jadeó de dolor mientras la telaraña se soltaba de sus manos y caía al vacío entre los edificios. Cayó sobre un vehículo en movimiento antes de dar contra el frío suelo de la calle, desmayado, mientras su cuerpo seguía teniendo breves shocks de electricidad repercutentes.
La policía rápidamente lo señaló con sus luces y bajaron los escuadrones preparados con sus sogas hacia donde se encontraba el cuerpo tendido en el suelo. Fue rodeado. Y uno de ellos se acercó a esposar sus brazos detrás de su espalda mientras lo sentaban, permitiéndole al capitán que se acercara al hombre fugitivo para finalmente saber su identidad.
Pero cuando Park retiró la máscara, YoonGi despertó, y guiado de sus instintos, arrojó al capitán lejos de él. Fue rápido cuando le lanzó sus telarañas a los demás policías directo a sus rostros para que pudiera cubrirles la visión mientras el resto de la oscuridad de la noche hacía lo suyo para no revelar su identidad, y quienes intentaron atacarlo, los arrojó rápidamente contra los autos estacionados. Les quitó sus armas, no dispuesto a tener que pasar por lo mismo de nuevo. Y entonces cuando creyó que estaba libre, escuchó el seguro de un arma quitarse a sus espaldas.
—¡Quieto! —Apretó sus dientes con furia ante la situación en la que se vio obligado a estar, HyungSik siempre terminaba perjudicándolo quiera o no. Se mantuvo completamente inmóvil, no teniendo ninguna otra salida a la cual acudir. —¡Recuéstate en el suelo, manos tras la cabeza! ¡Ahora! —YoonGi inhala hondo mientras su cabello menta se pega a su frente por el sudor y su largo cae despreocupadamente por la acción, comienza a voltearse lentamente hasta que la luz es suficiente para que el hombre pudiera ver su rostro. —Min...
—¡El Duende Verde está en el Río Han! ¡Y tiene a su hijo en este instante! —El joven intenta acercarse lentamente aún viendo la sorpresa en el policía, mientras se agacha con el cuidado de agarrar la máscara que se encontraba en el suelo, pero en ningún momento el arma deja de apuntarle. —Tiene que dejarme ir, debo ir por Jimin. —Lentamente vuelve a colocarse la máscara, y cuando sabe que HyungSik no es una amenaza para él, al fin puede correr e irse por los edificios.
—¡No disparen! —Escucha gritar, pero el sonido sordo se instala en sus oídos y el dolor rápidamente se apodera de él cuando la bala llega a su pierna.
YoonGi aprieta sus dientes maldiciendo mientras se detiene unos segundos sobre el techo próximo revisando la herida, el dolor es más insoportable que nunca pero no puede darse el lujo de seguir perdiendo más tiempo, no más.
No tiene más opción que continuar columpiándose con los edificios, pero llega un momento en el cual la velocidad se pierde poco a poco, y al intentar volver a impulsarse de las paredes, se estrella con una ventana de la cual casi cae. El Hombre Araña jadea mientras intenta sostenerse, mira su pierna, y entonces ve hacia el cúmulo de edificios. Solo a unas cuadras más, finalmente el Río Han se alzaba glorioso a la distancia. Y no tiene idea de cómo va a llegar a tiempo antes de que el Duende pierda la paciencia y se desquitara con Park.
Pero no se da por vencido, continúa, por más que cada vez llegar al siguiente edificio sea más difícil. En un momento no puede evitar resbalar y caer sobre una de las escaleras de emergencia de un departamento cayendo sobre su espalda, pero todo da igual. Cuando logra erguirse y ve una explosión a lo lejos, su propio corazón parece dejar de latir por un segundo, sus sentidos se vuelven más agudos mientras el nudo en su garganta se cierra.
—No, mierda, no por favor. —Que Jimin esté bien, que esté a salvo, ahora se le suman el resto de vidas de personas que pueden estar en ese mismo instante en aquel puente corriendo peligro. Está cansado, herido, y en esos momentos siente que podría llorar de la impotencia. Nunca había vivido una situación similar en su vida, toda la responsabilidad cae de pronto en su espalda.
Se apresura a subir a uno de los edificios, y al observar nuevamente su destino, esta vez se sorprende. Ahora, hay grúas ocupando el cielo, todas van en fila y le permiten con facilidad y velocidad una ruta hasta el río. No tiene idea qué habrán dicho las noticias o quizás el propio capitán, solo lo agradece eternamente.
Improvisadamente, pone una de sus telarañas sobre su herida, aguardando a que ayude un poco a contenerla. Tomando un gran respiro, no lo piensa más, y comienza a correr. Corre en la búsqueda de tomar impulso aunque lo haga con la debida dificultad que le ocasionaba su herida. Y salta del borde.
Pero no fue suficiente para llegar a la primera grúa.
El Hombre Araña cae al vacío, pero si no fuera por otra de estas de la cual pudo sujetarse y volver a subir, quizás no habría logrado alcanzar su objetivo. Vuelve a posicionarse y lanza sus telarañas. Esta vez puede, se impulsa y se balancea con ayuda de los brazos de las maquinarias, esta vez a una gran velocidad que le permite respirar en paz al fin. Pasa una por una, hasta que el puente está justo frente a él.
Puede ver al Duende Verde desde allí sobre su planeador, y sabe que su paciencia se agota cuando ocurre otra explosión. Todas son grandes advertencias que le señalan que nada de esto será sencillo de solucionar.
Por último, lanzó dos telarañas contra unos travesaños y amagó a irse hacia atrás, fue todo lo que necesitó para impulsarse y caer sobre una de las plataformas superiores del puente en menos de un segundo. Y lo que estaba allí, no le gustó para nada.
—¡Hombre Araña! —Y allí estaba, el villano de la historia, sujetando de un lado al cable que sostenía un teleférico con niños dentro, y del otro, sujetaba a Jimin al borde del precipicio quien inútilmente intentaba agarrarse del brazo que era su único soporte del cual dependía su vida. —¡Por esto sólo los tontos son héroes! Porque nunca sabes cuándo llegará un lunático a proponerte una dedición sádica. —YoonGi observa al pelirrojo con un pánico que es camuflado detrás de su máscara, todo dolor físico queda olvidado cuando ve los ojos que tanto ama luchar con las lágrimas contenidas que no quiere derramar y al mismo tiempo intentando no gritar, no quería preocupar al héroe más de lo que ya se encontraba. Y entonces el culpable vuelve a hablar. —Dejar que muera el chico al que amas, o que sufran los pequeñines. —Mira ahora hacia los niños, amontonados en el interior hacia la ventana mientras gritan y ruegan ser salvados a la figura pública. —Toma tu decisión, Hombre Araña, y contempla cómo recompensan a un héroe.
—¡No lo hagas, Duende! —Grita YoonGi, mientras amaga dar un paso, el recuerdo de su pierna herida vuelve a su cabeza, pero ahora todo dependía de él, solo necesita tiempo para poder formular un plan rápido.
—Somos lo que elegimos ser. ¡Ahora decide! —Y entonces, los suelta.
—¡No!
Sus oídos rápidamente son aturdidos con los gritos escandalizados de los niños y de Jimin que son enviados directamente al vacío que hay por debajo de ellos. Puede verlos caer lentamente mientras su respiración se corta en un suspiro. Tantas vidas dependen de él y lo abruman, recuerdos lo golpean, y la responsabilidad de tomar una sola decisión recae en sus hombros. La vida de las personas de pronto se nota tan frágil estando en sus manos, y no tiene de otra que propinarse a correr hacia donde su primer instinto le exige llegar.
YoonGi corre y se lanza hacia Park a gran velocidad, logrando atraparlo entre sus brazos y mantenerlo a salvo contra su pecho. Luego, con una telaraña se balancea hacia el otro lado del puente y logra sujetar con una de sus manos el cable que sostenía a los niños dentro de la cabina. Lanza una última telaraña para sostenerse del puente, dejando que el peli-anaranjado se sostuviera con fuerza de su cuello. Todos quedan colgando de allí, pero en una sola oportunidad logra mantenerlos a salvo.
El Duende lo mira con odio desde la cima, y YoonGi solo espera que el barco a un par de metros que observa por el rabillo del ojo se apresure para poder reposar el teleférico y que los niños estén bien socorridos.
Pero no llegarán a tiempo cuando el villano vuelve a despegar en su planeador y todos pueden predecir qué se avecina.
—Y-YoonGi, ahí viene. —Intenta advertir Park, su voz le falla por el temblor que tiene en todo su cuerpo, intenta volver a normalizar su respiración después de creer que moriría en ese momento cayendo de una gran altura.
—Escúchame Jiminnie, necesito que te deslices por el cable así te mantienes a salvo con ellos, ¿si? Necesito que lo hagas, confía en mí. —Los pequeños ojos voltean a verlo con el brillo del miedo aún impregnado en estos, pero asiente varias veces sin lograr encontrar fuerzas para hablar.
—Por favor cuídate. —Es todo lo que logra decir antes de comenzar a separarse del cuerpo del arácnido y sujetarse del cable.
—Hazlo rápido. —Jimin capta las indicaciones lo mejor que puede y se desliza lo suficientemente rápido usando su ropa para que el cable no quemara sus manos. Cuando logra apoyarse sobre el techo de la cabina finalmente, Min logra exhalar un suspiro de paz.
Pero no es suficiente cuando el Duende Verde regresa, empujando a YoonGi en el aire con fuerza, provocando que soltara el cable del teleférico y este cayera todavía más abajo. Al lograr volver a sujetarlo, agradece que el pelirrojo se haya agarrado del soporte con toda la fuerza que le permitió no salir volando de la cabina. Trata de seguir bajando el cable cuando el barco está casi por debajo de ellos, pero al villano no le hace ninguna gracia.
—¡Llegó tu hora de morir! —Amenaza, sacando nuevos cuchillos de su planeador que direcciona hacia el Hombre Araña. Aunque gracias al cielo, la policía hizo presencia en el puente en aquel instante, disparándole distintas cosas al Duende que le impidió concluir la muerte.
YoonGi aprovecha la distracción para bajar completamente la cabina al barco, respirando tranquilo de que las víctimas ahora se encontraran seguras. Jimin voltea a verlo apenas aterrizan en el navío, agradecido de que los coches de su padre y compañeros hayan llegado en el momento exacto para que su chico no muriera, pero su sonrisa se borra casi al instante.
—¡Cuidado Hombre Araña! —Grita lo suficientemente alto para advertirle, pero es tarde antes de que el Duende Verde atrape al héroe con una soga metálica y se lo lleve en su planeador hacia las construcciones del otro lado del Río Han.
Qué emoción estos últimos capítulos del fanfic, espero les haya gustado tanto como a mí. Nos leemos la próxima <3
Coloreas a Dιᥱᥣ ♡
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