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Capítulo 3

Min volteó su cabeza de forma inmediata, deteniendo sus pasos a la mitad del sendero. Las luces de los autos encandilaban un poco su vista pero aquello no le impidió cruzarse a la vereda de enfrente, observando con impresión el cuerpo que yacía sobre el suelo, siendo cubierto poco a poco por un charco de sangre. No tardó más de dos segundos en percatarse de que se trataba de él, su tío.

—Oh por Dios, ¡tío Bin! —Exclamó corriendo a socorrerlo, se arrodilló a su lado y quiso hacer todo lo posible por detener la sangre en la herida del disparo. —¡Llamen a una ambulancia! ¡Que alguien llame a una ambulancia! N-No me dejes tío Bin, por favor, no puede ser. —Las lágrimas no tardaron en deslizarse por sus mejillas. Él realmente no quería creer que algo de esto era real. Era su tío, una de las personas a las que más amaba en el mundo ahora se había ido. Él nunca había sentido un dolor tan grande en toda su vida, el de una pérdida. Se odiaba profundamente, lo hacía, todo era su culpa, todo pudo haberse evitado. Él mismo lo había arrojado a ello.

La ambulancia y la policía no tardaron mucho más tiempo en llegar, llevándolo a su casa y teniendo que darle la peor de las noticias a su tía que permanecía preocupada y con el corazón en la mano. YoonGi solo pudo abrazarla cuando la vio quebrar enfrente suyo. Ninguno de los dos quería creer la situación, pero ese fue el destino que les tocó vivir.

Conforme pasaban los minutos, el peli-menta tuvo que dar los datos como testigo de lo que había ocurrido, y no había sido el único en testificar los hechos, logrando que la policía obtuviera un dibujo del criminal.

—Los testigos dieron esta descripción, ¿podría verla? —Consultó el oficial a YeJin, quien seguía al borde de lágrimas aunque su respiración había podido ser calmada.

—No, nunca lo he visto...

—Bien, tampoco esperaba que lo conociera. Los detectives de homicidio ya lo buscan, esperemos que lo encuentren. —No hay otra palabra que sea dicha antes de que el hombre proceda a retirarse, pero el menor decide detenerlo a tiempo.

—¿Puedo verlo?

—Claro. Hay otro detalle, tiene una estrella tatuada en la muñeca izquierda. —Min no puede evitar retener aquella información mientras sus ojos se posan sobre su tía. Siente pena, odio y tanto rencor. No merecía que sufriera, su tío no merecía haber muerto así. Quería venganza.

YoonGi ni siquiera puede escuchar el mensaje de voz que tiene en su celular, no quiere salir de su habitación, pero luego de dos días se obliga a intentarlo. Su tía Jin está lo suficientemente mal como para tener que lidiar con sus sentimientos a la vez y no quiere verla más angustiada de lo que ya está. Asique va, caminando, sin importarle haber cumplido con las tareas o recibir nuevos regaños por llegar tarde.

Se arrepiente un poco al llegar, por los pasillos se siente como un bicho raro al llamar la atención de la gran mayoría de alumnos, pero no está de ánimos como para decirles algo al respecto. Solo se dedicó a esconderse en su casillero y buscar sus libros del día. 

—YoonGi... —aunque una segunda voz lo saca de sus pensamientos, obligándose a voltear solo para encontrarse la bonita cabellera anaranjada a su lado, observándolo con decaídos ojos tristes, —¿me dejas abrazarte? —No hubo necesidad de una respuesta con palabras, porque él simplemente se dejó, sintiendo la calidez de su cuerpo abrazándole, y le hubiera agradecido pero en aquel momento sonó el timbre. Tuvo que obligarse a separarse, dando la vuelta en busca de su clase.

En aquel laboratorio, un hombre iba y venía de un lado al otro, buscando las cosas que fueran necesarias para poder llevar a cabo su peligroso experimento.

—Doctor Jeon, por favor, los potenciadores de desarrollo no están listos. —Insistió el científico ya calvo. —Los datos no justifican esta prueba. Se lo suplico, no puede hacer esto.

—No sea cobarde, —entonces responde, terminando de configurar la cámara, —el riesgo es parte de la ciencia de laboratorio.

—L-Lo reprogramaré, con un equipo médico adecuado y un voluntario. ¡D-Deme tan solo quince días!

—¿Quince días? Para dentro de dos semanas no solo el contrato, sino Oscorp desaparecerá. A veces, uno debe hacerlo por sí mismo. —Insiste JaeHyun, siendo víctima de la desesperación mientras quita su camisa. —Deme la promacloraperazina. 

—¿Para qué?

—Empieza la catalización cuando el vapor llega a la sangre. —El hombre toma el frasco entre sus manos, admirándolo unos segundos. —40.000 años de evolución y apenas hemos pisado la bastedad del potencial humano. —Son sus palabras antes de beber aquel líquido.

Próximamente se recuesta sobre la camilla y el científico EunWoo le coloca los fierros sobre su torso para evitar que pudiera salirse de esta si algo malo ocurría. Entonces es metido dentro de la cámara, y al obtener la señal, el doctor inyecta el vapor dentro de forma inmediata.

Al estar todo cubierto, EunWoo puede ver los resultados inmediatos en la pantalla del computador, el crecimiento de sus músculos y especialmente su cardio alterándose a grandes velocidades. No es hasta que escucha que Jeon comienza a convulsionar que decide apagar todo.

—¿JaeHyun? ¡JaeHyun! —Desesperado, cuando su corazón deja de latir, el hombre corre a abrir la cámara y quitándole las medidas de seguridad, intenta hacerle RCP para poder revivirlo. En menos de un minuto, la máquina le advierte sobre su ritmo cardíaco desproporcionado. Y su cuello es sostenido de forma salvaje. Puede ver al señor Jeon nuevamente despierto pero con su rostro deformado en una mueca de enojo puro.

—¿Con que reformular? —Dice entre dientes, antes de arrojarlo contra una de las ventanas de la cámara y romperla en miles de trizas. Y JaeHyun queda libre.


—Él de verdad estaba tirado en medio del suelo de la sala y no recuerda nada de lo que ocurrió, ahora solo está mal con la noticia de que su viejo compañero de trabajo falleció, lo mataron en realidad. —JungKook cuenta todo con tanto entusiasmo que él solo lo que puede hacer es escucharlo, con atención, pero al mismo tiempo sus pensamientos se mantienen en sus planes. —Oye, bro, ¿sabes que te cuento esto para que no pienses tanto en lo que pasó, verdad? La noticia igual me pegó muy de golpe, y sé que estás triste, pero también sé que no te gusta hablarlo con nadie.

—Sí, JungKook, lo sé, te agradezco mucho por tu compañía. —Ambos nuevamente se encontraban en el viejo bodegón abandonado, YoonGi insistía en no mantenerse encerrado para no deprimirse más de la cuenta, y andar con su skate con su mejor amigo siempre podría ayudarlo a ello. —Creo que se hace un poco tarde.

—Tienes razón, ¿nos vemos mañana? ¡Oh! También se acerca el festival de Unión Mundial, ¿no?

—Es cierto, estaremos en contacto. —Ambos se despiden una última vez antes de que cada quien tomara su propio camino. 

Pero YoonGi tenía otras cosas en mente, había decidido internarse entre los callejones de la ciudad, buscando lo que parecieran ser criminales. Aquellos que más se parecieran a la fotografía del asesino de su tío. 

Llevaba un gorro y una gran campera, al igual que un barbijo con el cual podía ocultar un poco su rostro. Y fue en una de las cuadras en las que finalmente encontró un poco de lo que buscaba. Había un hombre de cabellos largos y rubios molestando a una mujer, la tenía arrinconada y le estaba gritando incoherencias que realmente a él no le importaban, pero decidió acercarse y salvar la situación.

—¡Oye! —Gritó, adentrándose al callejón poco a poco, hasta estar a un par de metros. —¿Te gusta golpear mujeres? ¿O golpear a los ancianos?

—Oye mejor vete, no te conviene estar aquí. —Pero Min no hizo caso a sus palabras, y lo empujó, viendo rápidamente cómo el hombre sacaba una pistola de sus bolsillos.

—Te hice una pregunta, ¿este es el arma, no? —Inquirió enojado, torciendo su brazo con el cual le había apuntado, —¿también me mataras? —Y entonces lo golpeó en el rostro, y una vez más hasta que los gritos de la mujer se hicieron presentes.

—¡Déjalo! —Con ello, aparecieron más hombres de aquella pandilla, algunos con palos o que se mostraban bastante peligrosos. Pero YoonGi en ningún momento había dejado de golpearlo, y apenas querían tocarlo se defendía fácilmente. —¡Oigan, este tipo está loco!

Y esa fue su oportunidad. El peli-menta salió corriendo de aquel lugar, internándose al callejón escuchando el sonido de las pisadas y corridas detrás suyo. —¡Agárrenlo! —Gritaban, pero él saltó una cerca con toda facilidad y continuó corriendo entre los angostos pasillos. Saltando sobre un contenedor de basura se subió a unas escaleras de emergencia y comenzó a subir deprisa, escuchando las voces debajo suyo. Y en un momento, se lanzó contra una de las paredes de los edificios, sorprendiéndose al notar que no se resbalaba, comenzando a trepar por esta hasta llegar a los techos. Creyó estar a salvo pero nuevamente habían llegado por las escaleras a perseguirlo y no le quedó de otra que continuar corriendo. Escaló a otro edificio, volteando, solamente para encontrarse al mismo hombre rubio del inicio. 

No tardó ni dos segundos en correr hasta él y golpearlo, casi dejándolo caer de las alturas pero mantuvo su mano y observó su muñeca. Estaba vacía.

Decepcionado, lo mantuvo del borde y se dio la vuelta antes de irse. Pero entonces uno de los techos se vino abajo y cayó dentro. 

—¡No olvidaré tu cara! ¿Me escuchaste? ¡Vi tu cara! 

Pero Min estaba más concentrado en levantarse del duro suelo con el que se había golpeado, tronó sus huesos y observó su al rededor. Estaba dentro de un ring de lucha. Habían miles de posters de los peleadores de la noche, pero uno de ellos le llamó particular atención. Una mascara, roja y ojos negros en forma puntiaguda. 

No pudo olvidar esa imagen de su mente, y en la escuela continuó su boceto entre las hojas de su cuaderno, demasiado concentrado en obtener buenos resultados. En su casa, buscó videos e imágenes que pudieran ayudarlo con lo que tenía en mente.

Tardó días en poder obtener los materiales y ponerse manos a la obra. Una máscara, un traje, un símbolo. De materiales resistentes que pudieran soportarlo. Y cuando estuvo listo, subió a un edificio en pleno anochecer.

Todo se veía extraño desde dentro de la máscara, pero no tendría sentido estar allí con semanas de preparación, si no hubiera comprobado que sus muñecas tenían la extraña capacidad de poder lanzar telarañas. Y esta era la prueba de fuego. 

YoonGi se había mantenido ensimismado con la creación de un traje que le permitiera identificarse, usando a la clara responsable de todas sus nuevas habilidades en su espalda. Una araña, un traje rojo y azul, perfectamente diseñado. Tampoco había dejado de buscar criminales, la gran mayoría detrás de su venganza, pero cada que una situación de injusticia se le presentara no dudaba en hacer algo al respecto.

Ahora, estando allí arriba, creía estarse volviendo loco, casi se sentía un suicida de tan solo pensar en lanzarse. Pero la fuerza, el sentido arácnido, la capacidad de colgarse de las paredes...nada era un sueño.

Entonces inhaló profundo, y contando hasta tres, no sin antes repetirse de que estaba mal de la cabeza y completamente loco, se lanzó.

YoonGi sintió el viento irse en su contra, tentado a cerrar los ojos de la impresión de verse cayendo a punto de golpear contra el pavimento, pero sus sentidos reaccionaron rápidamente y una de sus telarañas se lanzó hacia otro edificio, entonces cambiando de dirección. Tardó unos segundos en poder tomarle la mano de ir cambiando antes de golpearse contra las construcciones, pero lo logró, poco a poco y quiso gritar de la felicidad.

Al ver a la policía persiguiendo un auto en descontrol, no dudó ni dos segundos antes de ir a por él.

—¿Tienen una descripción?

—Pues no, usa una máscara, un traje completo.

—¿Una máscara? —El sujeto de cabellos castaños cobrizos apenas podía creer lo que escuchaba, su compañero informándole sobre un extraño hombre que se columpiaba por las paredes, era lo más estúpido que había escuchado en su día.

—Sí, Capitán, y casi todas sus víctimas son sospechosos, muchos con antecedentes, dice la gente que es un vigilante.

—A ver, no es un vigilante, es un anarquista y... —justo en ese segundo, unos gritos detuvieron su conversación. 

—¡Que alguien me ayude! ¡Arréstenme! ¡Bájenme de aquí! —El capitán apenas daba crédito a lo que veía, un hombre estando colgado de extrañas redes frente a la estación de policía. ¿Eso era posible? 

Pues a lo lejos, se pudo ver cómo el tan mencionado últimamente se columpiaba hasta salir de escena. Esto no le parecía lógico.

Los periódicos y todo el mundo, pronto, comenzaron a hablar sobre el nuevo superhéroe que protegía a la ciudad. Muchos siendo salvados gracias a él de robos u ataques, varios criminales siendo atrapados, aunque la gran mayoría llevaban las mismas características. La ciudad estaba dividida entre quienes lo tomaban como un héroe y entre quienes lo tomaban como otro criminal. La policía siendo parte de los segundos.

YoonGi llegó a casa tarde nuevamente ese día, su cuerpo cansado y generalmente con algunos hematomas ante los golpes con los que debía cargar. Se sorprende al ver a su tía allí despierta, esperándolo otra vez. 

—Sabes que no tenías porqué esperarme.

—Claro que sí.

—No claro que no.

—Claro que sí. —Min suelta un suspiro, buscando un poco de comida en el refrigerador, era bastante tarde. —¿Dónde estabas?

—Pues en la calle.

—¿Puedes dejar de ignorarme y mirarme? Quítate el gorro y mírame. —El menor lo hace, porque sabe que no tiene ninguna otra opción con su tía. —Yoon...¿a dónde fuiste? ¿Quién te hizo eso? —Su rostro en realidad no está tan mal, al menos no a comparación de su cuerpo, pero su palidez era delatadora. Pelear contra criminales casi siempre armados traía consecuencias, o veces en las que se había golpeado con semáforos o siendo casi atropellado por autos. Pero no podía decirle eso.

—Ya no importa, vete a dormir, tía Jin.

—Dímelo. —Pero ningún otra palabra salió de su boca, hizo el ademán de irse pero la de cabellos cenizos no se lo permitió. —Yoonie, escúchame...los secretos tienen un costo, no son gratis, siempre tienen un precio.

Pero él no lo entendía, y prefería no hacerlo.

—Al día de hoy, Industrias Oscorp ha superado a la compañía Sero siendo proveedor principal de la milicia en el país. En resumen, damas y caballeros, bajaron los costos, subieron las ganancias, y las acciones valen más que nunca. —Anunció con total orgullo y una gran sonrisa presente en su rostro, JaeHyun, en la punta de la mesa directiva de aquella reunión.

—Vaya noticias, JaeHyun, estupendas. Es por eso que venderemos la compañía. 

—¿Qué?

—Sero se está recapitalizando aprovechando el momento, expandiéndose, hicieron una oferta que no podemos ignorar. —Comentó, uno de los ejecutivos más importantes con toda la naturalidad del mundo.

—¿Y no me dijeron? —Pregunta totalmente consternado, no podía creer lo que estaba escuchando.

—Lo que menos quieren es una lucha de poderes, obstruiría la fusión.

—No hay trato si tú te quedas, el comité espera tu renuncia en 30 días.

—No pueden hacerme esto a mí, —Jeon se levanta de su silla, su expresión de absoluta sorpresa. —Y-Yo inicié esta compañía, ¡¿No saben cuánto he sacrificado?! —La ira de pronto inundando cada fibra de su ser, intentando calmarse. —Chan, por favor.

—JaeHyun, la desición está tomada. Anunciaremos la venta después del festival de Unión Mundial. Lo siento. —La expresión de absoluta desolación, sintiendo cómo todo su esfuerzo estaba siendo tirado a la basura, así sin nada más.

—Estás fuera, Jeon.

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