La Batalla Final - Parte 2
Miles Morales fue golpeado hacia un edificio, mientras Electro se posicionaba enfrente de este y lo protegía de los simbiontes.
El joven de Brooklyn no estaba en la mejor situación.
Su cabeza le daba vueltas.
Al igual que la gran preocupación que tenía.
No tenía ni la menor de donde estaban sus amigos... o si seguían vivos.
Ni siquiera podía comunicarse con Peter o con alguien.
Y ahora, estaba solo, junto a Electro, tratando de sobrevivir al ataque de cientos de simbiontes...
E iban perdiendo.
— ¿Cuál es el plan ahora...? — preguntó Morales, saltando y esquivando un ataque de los simbiontes.
— ¡¿Yo qué sé?! — dijo Electro, aterrizando a su costado — ¡Ni siquiera sabemos si los demás están vivos!
— ¡No digas eso! ¡Estoy seguro que lo están! — le dijo.
— ¡¿Ya te pudiste comunicar?!
— B-Bueno...
— ¡Acéptalo! ¡Han muerto!
La interfaz del traje de Miles estaba fallando.
No podía comunicarse y no paraba de aparecerle error...
El Sentido Arácnido del joven Morales se activó, mostrando como alguien se acercaba a gran velocidad hacai él.
She-Hulk Carnage apareció y lo golpeó fuertemente.
Este terminó estrellándose contra un autobús.
— ¡No es cierto! — gritó Electro, comenzando a lanzarle sus rayos.
Los ataques de Max no le hacían ningún tipo de daño.
Pero She-Hulk no podía alcanzarlo por lo rápido que se movía.
Ella se cansó de perseguirlo y comenzó a correr en dirección de donde estaba Miles.
Electro notó esto y fue directamente hasta la gigante esmeralda.
Aprovechó esto y agarró a Dillon, lanzándolo contra el joven de Brooklyn.
La electricidad del villano comenzó a sobrecargar el motor del vehículo.
— ¿Q-Qué...? — dijo Miles, recuperando la consciencia.
— ¡Sal de aquí! — dijo Electro, empujándolo y estrellándolo contra el vidrio.
El moreno terminó cayendo al costado del bus... pero eso no impidió que el autobús estallara en mil pedazos.
Miles Morales salió volando y terminó estrellándose contra el suelo, adolorido.
Electro también cayó a su costado, intentando recuperarse.
— N-No puede... ser... — se quejaba el Hombre Araña, intentando levantarse del suelo.
Electro agarró un poste de luz a su costado y comenzó a absorber su electricidad.
Junto a los simbiontes, comenzaron a aparecer los miembros de los Cuatro Fantásticos convertidos.
— ¡Hay que seguir escapando! — dijo Miles, dándose la vuelta.
Pero... detrás de ellos, se estaban acercando más héroes convertidos en simbiontes.
Se encontraban rodeados de esas cosas.
— E-Esto se ve muy mal... — se quejó el moreno.
— ¡No me digas!
— Electro, yo los mantendré ocupados... — dijo Miles, activando su Poder de Veneno — ¡Escapa!
Max Dillon chispeó aún más sus manos, aumentando la electricidad.
Preparándose para pelear.
Miles se lo quedó mirando por unos segundos, sonriendo por debajo de la máscara.
Ahora, solo tenía que utilizar todo su poder...
Pero eso solo funcionaría por tiempo limitado y... una vez acabe ese tiempo, terminaría sin fuerzas.
— ¡Aquí voy! — dijo Miles, comenzando a cargar todo su poder.
— ¡¿Qué haces?! — preguntó Electro.
— ¡¿Qué te importa?!
El Hombre Araña se preparó para saltar y atacar a She-Hulk, pero...
Una media lunas activaron el Sentido Arácnido del moreno, haciéndole retroceder.
Esas armas, lanzadas como cuchillas, se incrustaron enfrente de todos ellos.
Johnny Storm simbionte levantó la vista, buscando de donde había llegado esas medias lunas.
Y solo recibió el golpe del bastón de un encapuchado.
Esta persona aterrizó enfrente de Miles, levantándose lentamente, mientras veía a los simbiontes.
— ¡¿Y este quién es?! — preguntó Morales.
— ¡Moon Knight! — dijo Electro, reconociéndolo.
— ¡¿Es él?!
Varios simbiontes comenzaron a acercársele, tratando de hacerle daño.
Pero el caballero levantó su Ankh y liberó una gran luz que cegó a los simbiontes que se acercaban a él.
— ¡¿Qué está haciendo aquí?! — dijo Miles — ¡Creí que era un mito!
Moon Knight volteó y los miró. Los había escuchado.
— Puedo irme si quieren... — dijo el caballero, comenzando a caminar.
— ¡No! ¡No! ¡Adoro los mitos!
Entonces, varios de los simbiontes que tenían detrás comenzaron a saltar hacia donde estaban ellos.
— ¡Seguimos en desventaja! — se quejó Electro, viéndolos acercarse — ¡No podremos con ellos!
— Agradezcan que no vine solo —dijo, presionando un comunicador en su máscara — ¡Ahora!
De pronto, unas poderosas ondas de choques salieron disparadas hacia donde estaban los simbiontes, mandándolos a volar varios metros y alejándolos.
Varios drones empezaron a aparecer y a disparar misiles, intentando contener a los simbiontes lo mejor que podían.
Miles miró a todos lados, confundido, hasta que levantó la vista.
Arriba de un edificio, había un grupo de personas... y fue cuando pudo reconocer a algunos.
— ¡Están vivos! — dijo el moreno — ¡Mamá! ¡Ganke!
Ese pequeño grupo poseían unas extrañas armas que usaban para dispararles a los simbiontes.
Eran como una mezcla de distintas armas usadas por los UnderGround o Roxxon.
Miles agarró a Moon Knight y ambos saltaron hacia donde estaba ese grupo.
Fue cuando el moreno saltó y abrazó a su madre.
— Creí que también te había perdido — le dijo el joven.
— Yo también, mijo — le respondió — Me alegra verte...
— ¡Ahí vienen! — dijo el Chapucero, levantando su arma.
Esta disparó un poderoso rayo que tiró a varios de los simbiontes que trataban de llegar hacia ellos.
— Dime, ¿cuál es el plan? — preguntó Ganke.
— N-No lo sé... no puedo comunicarme con nadie... — respondió el moreno.
— Yo tengo la solución... — dijo el Chapucero, mostrando las gafas.
— ¿Esas son...?
— Edith, sí — dijo Ganke — Este tipo es super listo. Logró desbloquearlas.
— Soy muy bueno en muchas cosas... — dijo el criminal, comenzando a disparar sus armas.
Miles tomó las gafas y se las puso.
Tenía que llamar a alguien.
— Edith *Hola, Miles* Necesito que te comuniques con Peter — pidió Miles — ¿Puedes hacerlo...? *Localizando...*
El moreno activó su Poder de Veneno y lanzó una gran descarga a un simbionte que comenzó a subir.
— ¿H-Hola...? — dijo un malherido Peter.
— ¡Peter! ¡Soy yo, Miles! — dijo el moreno — ¡¿Estás bien?!
— N-No... p-para nada...
— ¿Qué...?
— ¿C-Cómo pudiste... cómo me llamaste...?
— Tengo a Edith conmigo...
— ¿Q-Qué... pero... Moon Knight...?
— ¡No es momento para esto, Hombre Araña! — dijo el caballero, comenzando a golpear a los simbiontes que se encontraban subiendo al tejado.
Las personas, con sus armas, comenzaban a atacar a los simbiontes.
— Protegió a mi madre y a Ganke... me entregó las gafas — preguntó Miles — ¿Necesitas ayuda?
— B-Busco una máquina... capaz de crear... nubes... — le dijo — Fue creado... en Oscorp... pero, no sé dónde está...
— Entiendo... bien, Edith... *Buscando...*
Las gafas comenzó a mostrar el mapa completo de la ciudad de Nueva York, empezando a mostrar posibles lugares.
Algunos muy alejados y otros más cercanos...
Hasta que logró mostrar un lugar en específico.
— ¡Torre Alchemax! ¡Piso 32! — dijo Miles, viendo la ubicación.
— ¿Q-Qué...? ¿A-Alchemax...? P-Pero... se suponía que esa máquina... — decía Peter — Al haber sido usada por... por un criminal...
— Tal vez lograron quitársela a la policía.
— ¿E-En secreto...? M-Maldita sea... me hubiera ahorrado... muchos problemas...
— Iré a ayudarte — le dijo Miles — Tengo tu ubicación...
— N-No... tú... necesitas proteger a tu familia, ¿verdad?
Miles volteó y vio a su madre, disparándole a esas cosas.
Aunque podía ver que todos se defendía, esto no iba a ser para siempre.
Se iban acercando más y más de esas cosas.
— P-Piso 32... lo tengo... — dijo Peter — Y-Yo me encargaré... gracias Miles...
— De nada, bro...
— Gracias... por todo... — dijo — E-Eres un buen Hombre Araña...
— No tanto como el original... — le expresó, mientras saltaba y pateaba a otro simbionte — Recuerda que sigo siendo el otro Hombre Araña...
— ¿E-Eso crees...? — dijo Peter, soltando una pequeña risa — Adiós...
El castaño colgó la llamada.
Miles pudo escuchar bien su voz y por como se movía, no se encontraba en un buen estado.
Necesitaba ayuda.
— ¡¿Torre Alchemax?! — preguntó Moon Knight — ¡¿Ahí es donde quiere ir?!
— ¡Sí...! ¡Necesita ayuda! — le respondió — ¡Creó que está herido!
— ¿Herido?
— ¡No lo sé...! ¡Lo escuchaba así!
— Bien... torre Alchemax... — decía el caballero — ¡Oye, Chapucero! ¡¿Dónde dijiste que estaban remodelando?!
El Chapucero se sorprendió de la pregunta.
— C-Cerca de Times Square... — le respondió — Es toda una avenida...
— Y cerca está la torre... — murmuró Moon Knight — ¿Hay algo que...? ¡Dime, ¿hay grúas?!
— S-Sí... — le respondió.
— ¡Avísales a los que se quedaron en las alcantarillas! — dijo — ¡Diles que vayan allá!
— ¡C-Claro, pero...! Pero... ¿por qué...?
***
El Hombre Araña intentó saltar hasta otro edificio, pero la herida en su estómago lo hizo gritar de dolor.
Y terminar estrellándose contra la pared del edificio.
Cayó y aterrizó sobre una escalera de emergencias.
Peter podía ver sus manos... cubiertas de su sangre.
Ambos colores rojizos se estaban volviendo fácilmente diferenciables...
Intentó levantarse, pero su dolor lo hacía volver a quedarse quieto.
Pero debía seguir.
Comenzó a trepar lo mejor que podía hasta arriba del techo.
Ya había pasado un buen rato desde la llamada de Miles y apenas había podido acercarse a la avenida donde estaba la torre.
El castaño levantó la vista y vio cuanto le faltaba.
Era una muy larga avenida... demasiado larga.
Sería sencillo llegar si se balanceaba, pero... su herida no le permitía moverse mucho.
Ninguna de sus heridas...
Ahora, cada vez comenzaba a sentir más frío... a pesar de que los rayos del sol seguían iluminando el atardecer.
— V-Vamos Peter... vamos... — se decía a sí mismo — ¡Vamos Peter...! ¡Vamos...!
Intentaba darse ánimos a sí mismo, creyendo que podría lograrlo... sufriendo por el dolor punzante de su estómago.
— N-No... no puedo... no puedo... — se decía el castaño.
Podía escuchar el sonido de los simbiontes, los cuales corrían de un lugar a otro.
No... estaban corriendo hacia unos lugares en específico.
Se suponía que debían de perseguirlo a él, pero... iban hacia varios edificios.
Fue entonces cuando el héroe levantó la vista... y vio algo.
Algo que lo sorprendió...
Las grúas que estaban quietas, comenzaban a mover los brazos sobre la avenida.
— ¿Qué están...? — se preguntaba el castaño.
Miró hacia las cabinas de las grúas y veía como las personas que estaban allí comenzaban a ser rodeados por los simbiontes.
Esas personas... ¿daban sus vidas para mover los brazos de las grúas...?
Al estar encima de la avenida, le permitiría balancearse en una sola dirección... hacia enfrente, en vez de disparar a los edificios.
Eso le permitiría llegar rápido... le permitiría lograr llegar a la torre.
Se estaban sacrificando... para poder ayudarlo...
Él jamás pensó que sería la propia ciudad quien lo ayudaría a alcanzar su objetivo...
Agachó la cabeza y vio su gran herida en el estómago.
Realmente se veía mal.
Tal vez no serviría de mucho... pero decidió disparar sus telarañas hacia ambos lados de la herida.
Así, quizás, podría evitar que la hemorragia aumentara todavía más...
Levantó la vista, una vez más... y vio las grúas...
Vio como ya estaban colocadas.
Los simbiontes que estaban en estas comenzaron a correr y a dirigirse hacia él...
No podía perder más tiempo.
Si iba a intentarlo... debía de hacerlo ahora.
Dio un paso... luego de dar otro.
Comenzó a caminar, lo mejor que podía, mientras aumentaba la velocidad.
Empezó a trotar... y luego a correr...
Debía de intentar lograrlo...
No...
Debía de lograrlo...
Y fue entonces, cuando llegó al final del edificio donde estaba parado...
Que saltó.
Disparó una telaraña, intentando darle a la grúa que veía más cercana...
Pero esta no llegó...
No había corrido con suerte... esta volvía a jugarle una mala broma.
Volvía a caer... a perder...
O eso pensaba... hasta que logró sujetarse de una viga de acero que se elevaba...
No había observado bien... había otra grúa.
Otra que se estaba elevando.
Peter giró la cabeza y vio a la persona que se encontraba elevando esa grúa.
— Por favor, gana... — dijo el Chapucero, viendo a los simbiontes subir hacia él — ¡Sí lo haces, cambiaré de empleo!
El Hombre Araña volteó y miró a las demás grúas.
Seguían alineadas y podía alcanzarla.
Podía lograrlo...
Estaba listo... para dar su último balanceo.
El castaño saltó y volvió a disparar otra red.
La herida en su estómago lo obligaba a tener que agarrárselo, pero... no le impedía avanzar.
Soltó su red y volvió a disparar hacia otra grúa.
Aquella herida, al estar en su lado izquierdo, le hacía no sentir una buena parte de ese lado de su cuerpo...
Debía de ser por la pérdida de sangre.
Aún así, no se detuvo y disparó a otra grúa.
Se balanceó hasta soltarte y volver a disparar otra red.
Veía como pasaba por los edificios a gran velocidad.
Sentía el viento pasar por todo su cuerpo, mientras descendía y ascendía por la red.
Recordaba ese sentimiento... que sintió la primera vez que se balanceó por las calles.
Tenía miedo... y no creía que podría lograr tal cosa.
Y ahora... había llegado al punto de poder hacerlo malherido y con un solo brazo.
Había pasado tanto desde aquella vez... desde que saltó por primera vez...
Disparó su telaraña hacia la última grúa y comenzó a avanzar.
Estaba cerca del edificio.
Muy cerca.
Iba a pegarse en la pared y tratar de entrar por un conducto.
Lo iba hacer... pero sintió como una ráfaga de viento cruzar cerca de él.
Volteó la cabeza y vio a Carnage.
Vio su horrible sonrisa.
Y vio su gran puño...
Cletus alargó su brazo y golpeó fuertemente al castaño.
Ese golpe causó que todo su cuerpo le doliera.
Peter salió volando, a gran velocidad, mientras se estrellaba contra la torre Alchemax.
Atravesó el vidrio y terminó chocando contra las distintas mesas y cubículos que había allí.
Giró por el suelo y terminó golpeándose la cabeza contra una pared.
Todo comenzó a darle vueltas... y a oscurecerse.
El lugar entero empezó a volverse oscuro.
Hasta que, finalmente, terminó cerrando los ojos...
Cayendo en esa oscuridad...
***
"Despierta..."
Decía una voz.
"Oye, ¿cuánto tiempo estarás dormido?"
Volvía a decir.
"Tu padre es muy dormilón..."
Peter abrió los ojos.
Reconocía el lugar donde estaba.
Era el penthouse... ¿cómo había llegado al penthouse?
Los rayos del sol iluminaban el día. Era como si hubiera amanecido hasta hace poco.
No entendía nada de lo que sucedía... había estado balanceándose hasta hace poco y ahora... estaba en su cama.
— Pero... ¿qué...? — decía el castaño, agarrándose la cara.
Entonces, sintió un peso en su cabeza.
Levantó la vista y vio de que se trataba.
Un bebé.
— Ah... — exclamó.
El bebé bajó de su cabeza y cayó en la cama.
Peter tomó a esta bebé en sus brazos y lo miró fijamente.
— ¿Durmiendo en un día tan importante? — dijo una voz a su costado.
Giró la cabeza y vio a Felicia.
Estaba sentada a su costado, sonriéndole.
— Ah... claro... — dijo Peter — Sí... es su cumpleaños, ¿no?
— Duermes como un tronco — le reclamó — Tu niña tuvo que venir a despertarte.
— ¿Cómo se subió a la cama?
— No lo sé, ¿lo trepó?
— No creo que haya sido eso — le dijo.
La bebé comenzó a reír, mientras veía a sus dos padres juntos.
Felicia le sacó la lengua, mientras Peter sonreía al verlo.
— Bueno, será mejor que bajes — dijo la peliblanca, levantando al bebé en sus brazos — Eddie y los demás están abajo.
— Llegaron temprano — dijo el castaño.
— O tú te levantaste tarde —dijo Felicia, mirando a su bebé — ¿Crees que debería conseguirte otro padre?
— ¡Oye!
— Solo bromeo — rió la gata, retirándose de la habitación.
Peter movió su cabeza de un lado a otro.
Se sobó los ojos y se levantó.
Se había quedado dormido. Había estado toda la noche con Miles, patrullando la ciudad y asegurándose de que su reconstrucción siguiera bien.
La destrucción que provocó Carnage hace tiempo había afectado demasiado a toda Nueva York.
Pero ya no tenía sentido pensar en eso.
Agarró una camisa de su armario y se la puso.
Se echó su desodorante y fue al baño a cepillarse los diente.
Allí se miró en el espejo.
Podía ver su cara de cansancio.
Se tiró agua, intentando despertarse.
Para después... salir de su cuarto e ir hacia la sala.
— ¡Miren quien está aquí! — dijo Eddie, desordenándole el pelo — ¿Por qué la demora, hermano?
— Oye, a mi no digas nada de llegar tarde — le dijo Peter, retrocediendo unos pasos — Casi te pierdes tu propia boda.
— Puedo corroborar eso — dijo Gwen, acercándose a los dos hermanos — Casi te digo que no en pleno altar.
— O-Oye, no seas tan cruel...
Peter rió al ver la cara de pena de su hermano.
Fue entonces que las puertas del elevador se abrieron y algunas personas entraron.
— ¡Peter! — dijo Octavius, acercándose a su alumno y apretando su mano — Felicidades.
— Gracias, Doc... — dijo Peter, volteando y viendo a sus acompañantes — Señores Osborn.
— No seas tan formal, viejo — dijo Harry, chocando puños — Harás que mi padre crea que vuelve a ser alcalde.
— La próxima vez, le ganaré a Jonah en las elecciones — dijo Norman — Pero ahora, lo único que quiero es ganarme la confianza de tu hija.
— ¿Sigue teniéndote miedo? — preguntó el menor de los Osborn.
— Y eso que no tengo mala cara... — dijo — Ah, por cierto, Peter. Emily lamenta no haber podido venir...
— No te preocupes — dijo el castaño — Pueden sentarse y disfrutar de la comida.
— Eso lo que haré — dijo Harry, comenzando a caminar.
Peter vio como los dos Osborn comenzaban a irse hasta el gran sofá y se sentaban, comenzando a hablar con los Brock y con Connors, Cindy y Anna Maria.
— Lo hicimos muy bien, Peter — dijo Otto — Nos costó, pero lo hicimos.
— Los brazos finalmente están siendo distribuidos, ¿verdad? — dijo Peter — Ahora, muchos podrán tener esas prótesis...
— No, Peter... no me refiero a eso...
— ¿Ah no?
— No... finalmente... encontramos la paz... — dijo — Finalmente, tú eres feliz...
Octavius le agarró del hombro... y luego continuó caminando, yendo donde estaban los demás reunidos.
El castaño giró la cabeza y vio a Miles, Ganke y a Anya tratando de preparar la comida... y fallando en varias cosas.
Mary Jane comenzaba a llamarles la atención... mientras Kong miraba el partido desde su celular.
Esto hizo que soltara unas risas.
Comenzó a caminar hasta llegar al balcón.
Allí, siguió avanzando hasta apoyarse en el barandal... y observar lo hermoso que se veía la ciudad en reconstrucción.
Desde el balcón... podía ver todo eso.
Podía ver a los ciudadanos de Nueva York, esforzándose, los unos y los otros, para seguir avanzando.
— Feliz... sí... lo soy... — murmuró el castaño.
— Aquí estás — dijo Felicia, acercándose junto a su hija — ¿Pensando en la vida?
— Algo así... — le respondió — Solo... no puedo creer que lo haya conseguido...
— ¿Conseguido? ¿El qué...?
— Ya sabes... la felicidad... la paz... — dijo el castaño — Es increíble, ¿no...?
— Sí, sí que lo es... — dijo Felicia, sonriendo.
Y volteando a ver la ciudad con él.
Ambos observaban las calles brillantes y veían a varios superhéroes cruzar por los edificios, manteniéndose vigilantes.
Sí... ambos sonreían...
— Nada de esto es real, ¿verdad? — preguntó Peter.
— No... no lo es... — respondió Felicia.
— Preferiría... que fuera una ilusión de Mysterio...
— Peter...
— No quiero salir de aquí — dijo.
— No tienes que hacerlo... — le dijo la peliblanca — Puedes quedarte y entrar al penthouse. Seguir disfrutando de la fiesta... Estar con todos los que amas...
— Sí... puedo hacer eso...
— Estar conmigo y con tu hija... — dijo — Pero... no harás eso... ¿verdad?
— Yo... no, creo que no... — expresó el castaño, bajando la cabeza.
— Sí, sabía que dirías eso...
— Lo lamento...
— No lo hagas...
Peter levantó la vista y miró la ciudad.
Veía a varias aves volar en el cielo azul.
Aves blancas.
— ¿Sabes que sacrificarás si te vas? — preguntó Felicia — La paz... felicidad... todo...
— Lo sé...
— ¿Entiendes el costo?
— Lo entiendo...
— ¿De verdad?
— Sí...
El castaño volteó y miró a la peliblanca a los ojos.
Ella estaba sonriéndole.
Su hija también lo observaba.
— Es un costo que debo pagar... para que tú puedas seguir... — le dijo Peter.
— Voy a extrañarte.
— Perdóname.
— Y también voy a odiarte.
— Sí... discúlpame...
— Voy a maldecirte y escupir en tu nombre...
— Lo sé...
— Y también... nunca voy a olvidarte... — dijo — Nunca voy a dejar de amarte...
— Igual que yo...
Ambos se abrazaron fuertemente.
Sonreían, tratando de hacer ese abrazo el más largo que hubieran tenido...
Pero no podían hacerlo muy largo.
No había que hacer esto tan largo...
— Gracias por ser parte de mi vida — le dijo Felicia.
— Gracias a ti... — dijo Peter — Por ser parte de la mía...
Ambos se sonrieron... mientras la luz del sol comenzaba a aumentar más y más.
Empezando a cegar todo a su paso.
Peter se acercó a Felicia, uniendo sus labios...
Mientras empezaban a desaparecer por esa luz...
Siendo las aves blancas...
Lo último que quedó.
***
Despertó.
Estaba tumbado en el suelo.
Sentía las heridas en todo su cuerpo.
Una parte de su estómago le ardía demasiado.
Pero estaba allí... vivo...
Seguía vivo...
Comenzó a moverse... lo mejor que podía...
Miraba en toda la habitación.
Vio un número.
32.
Se encontraba en el piso 32.
Su suerte le había ayudado... finalmente...
Lo había hecho.
Comenzó a revisar la zona en la que se encontraba.
Había cubículos y mesas.
Encima de estas, habían máquinas. Aparatos extraños.
Cosas que no entendía... a excepción de una.
La maquina que podía crear nubes... lluvias.
Podía observarla.
Avanzó lo mejor que pudo y la agarró.
Estaba revisándola... pero eso no importaba.
Ahora, tenía que usarla.
Era rectangular y algo grande, pero logró agarrarla con su brazo izquierdo.
Comenzó a avanzar... hasta llegar a la escalera de emergencia.
Las escaleras eran dos, separadas por un largo pasillo.
Tenía que subir como cincuenta pisos para llegar a al azotea.
Empezó a dar varios pasos, tratando de cruzar el pasadizo, pero sus fuerzas se iban.
Tropezó y casi cayó al suelo.
Pero logró agarrarse de la pared.
Así, empezó a avanzar... lentamente.... hasta las escaleras.
Esa situación... finalmente comprendía todo.
Esa visión del futuro.
Su yo futuro...
Estaba en esa situación...
Estaba arrastrándose... caminando hasta su destino.
Hasta su batalla final.
Esto solo le hizo sonreír... ¿de nervios? ¿de miedo?
¿De ironía?
No tenía idea...
Solo siguió arrastrándose.
Siguió apoyado en la pared, avanzando lo mejor que podía.
Tratando de llegar a su objetivo.
Agotado.
Ensangrentado.
Con su traje destruido.
Si hace unos años le hubieran dicho que se arrastraría por lo que fueron las instalaciones de Oscorp, junto a la cura de un simbionte alienígena... hubiera huido corriendo.
Y si hubiera sido así... él no hubiera podido llegar hasta ese punto.
Así que... estaba agradecido...
Siguió avanzando... comenzando a subir el primer escalón de muchos.
Había sufrido demasiado en su vida... esto... no era nada.
No lo era...
Lo único que podía hacer... era seguir avanzando.
Y algo que también podía hacer...
Era hablar...
"Oye, Miles..."
_________________________________________
Parte 2/3 del gran final de esta historia.
Agarren palomitas para el siguiente capítulo, porque es el más largo que he escrito hasta ahora hasta ahora.
Gracias por leer y nos veremos en el siguiente y último capítulo de esta historia.
Hasta la próxima!
Publicado el 20/06/21
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