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La Amenaza del Duende Verde

— ¿Felicia? — dijo un chico moreno, viendo a la gata entrar por su ventana.

— Hola, Ryan — saludo la gata, dándole un beso de cabeza — ¿Qué te parece mi nuevo traje?

— Está muy... muy bien... — dijo el chico, sorprendido de verla — Sigues siendo ladrona, por lo que veo...

— Cuando lo dices así, suena fatal — respondió Hardy, entrando a la habitación.

— Creí que habíamos quedado en que no seguirías los pasos de tu padre.

— ¿Crees que lo hago porque quiero? — dijo — Ya te expliqué mi situación cientos de veces.

— Lo sé... pero sigue sin gustarme — dijo Ryan — Te pones en peligro. Un día de estos puede que no sobrevivas y...

— Amor... — dijo Felicia, acariciando su mejilla — No tienes que preocuparte por mí... sé cuidarme sola.

— Sí, lo sé... — dijo, mientras le agarraba de ambas manos — Lo siento...

— No tienes que — le sonrío — Te ves muy tierno cuando pones esa cara.

— Cierra la boca — dijo, entre risas — Pero debo decir, que ese traje te hace ver muy bien.

— Ahora tú debes cerrar la boca — dijo Felicia, mientras los besaba — Debo irme, hay un banco que debo robar.

— Solo... no hagas daño a nadie.

— Nunca lo he hecho — dijo, caminando hasta la ventana — Todo saldrá bien.

Y entonces, Felicia saltó y disparó su gancho.

***

La chica gata estaba encima de un tejado en Nueva York, recordando aquellos sucesos. Hace mucho que había pasado, pero se sentía nostálgica al recordarlo.

Esos tiempos eran complicados, cuidando a su padre y robando para sobrevivir. Ryan fue el único que la apoyó, a pesar de todo. Era una buena persona.

— Hola... — dijo Peter, sentándose a su costado — ¿Todo tranquilo...?

— La ciudad está tranquila... — respondió Felicia, sonriéndole — Es raro en estos días.

— Significa que nuestro trabajo funciona...

— ¿Tú crees? — pregunto Felicia.

— No... siempre aparece un nuevo sujeto que quiere destruirlo todo...

— Parece que nunca tendremos un descanso.

— No....

En eso, una gran explosión se escuchó cerca de donde estaban.

— Parece que tenemos que ir — dijo Felicia, levantándose.

— Sí... creo que sí...

Ambos héroes saltaron y se balancearon camino hacia la acción.

Al llegar al lugar, vieron que el sonido fue un gran choque. Las personas estaban atrapadas en los vehículos y estos desprendían humo de los motores.

— Debemos movernos rápido si no queremos que mueran... — dijo Peter, saltando hasta uno de los vehículos.

— ¡Claro! — dijo Felicia, yendo hasta otro camión.

Al ver dentro, vio a un niño pequeño, quien estaba inconsciente y sangrando por la cabeza. Black Cat abrió la puerta del camión y trató de sacarlo. Felicia lo agarró y trató de despertarlo, pero no lo hacía.

— Oye, pequeño... — dijo Felicia, mientras le acariciaba la cabeza — ¿Estás....?

Felicia agarró la muñeca del pequeño y no encontró pulso. Estaba muerto.

Entonces, el motor empezó a prenderse en fuego. La gata quedó sorprendida ante el hecho. Su mirada quedo completamente impregnada en las llamas. Le traían un recuerdo horrible. Le hacían pensar en su pesadilla recurrente.

Peter llegó rápidamente y, con su telaraña, sacó a ambos del coche, antes de que este explotara.


— ¿Estás bien? — pregunto el castaño, mientras dejaba a Felicia en el suelo.

— Sí... — respondió Felicia, mirando al niño — Pero él no...

— ¿Qué?

— No tiene pulso... — dijo Felicia, dejando al niño en el suelo — Ya había fallecido cuando lo encontré.

— ¡Maldición! — gritó el castaño, golpeando al suelo.

— No es tu culpa — dijo la gata, tratando de calmarse — No había forma de que...

— ¡Llegamos tarde! — dijo, levantándose — Otra vez...

Peter disparó una red y se fue balanceándose de allí.

Felicia se quedó con el niño entre sus brazos. Poco a poco se iba poniendo cada vez más helado. Sus padres estaba inconscientes a un costado, así que decidió llevar al niño y ponerlos a un lado de ellos.

La sirenas de la policía empezaron a sonar, lo que significaba que Black Cat debía de irse. La chica miró una vez más al niño y se retiró del lugar.

Era triste ver a gente morir, sobretodo a los niños. Las noticias no dieron indicios concretos, pero era obvio que cientos de niños habían fallecido.

Y a pesar de haberlo solucionado, gente inocente seguía muriendo.

— ¿Peter? — dijo Felicia, acercándose al castaño — ¿Estás bien?

— Sí, yo.... exagere — mintió — Perdón, he estado estresado estos días...

Felicia lo miró. Sabía que mentía, pero no tenía idea de que debía hacer para ayudarlo. O sí debía hacer algo.

— Está bien — dijo, mientras volteaba a ver la ciudad.

Esta brillaba enormemente en la noche. En un momento donde se supone que todos deberían estar dormidos, parecía que estaba más viva que nunca.

— Vayamos a casa a descansar — dijo Black Cat.

— No podemos... — dijo Peter. El sonido de las patrullas se podía escuchar a lo lejos — Tenemos que trabajar...

— Sí...

Ambos saltaron y fueron camino donde había ocurrido el crimen.

***

Norman despertó.

Estaba tirado en el suelo de su penthouse y tenía una copa de vino en su mano derecha.

¿Qué había pasado?

Parecía que se había emborrachado, pero no recordaba cuando fue que lo hizo. De hecho, solo recordaba una cosa.

Fue despedido.

Entonces, un sonido lo hizo levantar la mirada. Estaba enfrente de la televisión y, en esta, daban una noticia.

"Se ha confirmado la identidad del cuerpo encontrado en los escombros provocados por una misteriosa explosión. La persona se trata de Philip Chang, uno de los accionistas mayoritarios de Industrias Oscorp. Este suceso ocurre luego de que se esparcieron los rumores de la venta de Industrias Oscorp a la corporación Alchemax..."

Norman estaba incrédulo, ¿Phil estaba muerto? Pero como era posible que haya pasado.

Y entonces, alguien rió.

Osborn volteó rápidamente, buscando de quién era esa risa.

— ¿Hola? — pregunto el ex alcalde, volteando a todos lados — ¿Hay alguien ahí?

"No te hagas el inocente conmigo"

— ¿Qué? — dijo Norman, mientras empezaba a caminar por su sala.

"Siempre lo has sabido"

— ¿Dónde estás?

"Sigue el escalofrío que te recorre la espina..."

Norman camino, buscando lo que sea que lo llamaba. Vio las pinturas y las máscaras que tenía de decoración. Esas máscaras que le llamaban tanto la atención.

"¡Aquí estoy!"

Osborn volteo y lo vio. Vio a la persona que lo estaba llamando. Esa persona que le hablaba como si lo conociera. Esa persona, que era el mismo.

Vio su reflejo, pero no era él. No lo reconocía. Tenía una sonrisa horrible y una mirada tenaz. Además de una risa escalofriante.

— No logro entenderlo... — dijo.

"¿Creíste que era solo una coincidencia? Tantas cosas malas pasándote a ti, ¡todas a ti, Norman!"

— ¿Qué quieres? — dijo, acercándose al espejo.

"Decir lo que tú no dices... hacer lo que tú no haces... Desaparecer a los que se interponen..."

El ser señaló el televisión y Norman volteo a verlo. Seguían dando la noticia de la muerte de Phil.

— Tú lo mataste... — dijo Osborn, volteando a verlo.

"Los matamos..."

— ¿Nosotros...?

"¿Olvidaste.... lo que hiciste en el laboratorio?"

— La Globulina Verde...

"¡Bingo! Yo... tu creación maestra, te brindaré lo que siempre has querido: Poder, más allá de tus sueños más remotos.... y es solo el principio"

— El principio...

"Es hora de la venganza..."

***

Otro día había empezado y J. Jonah Jameson había citado a todos los que trabajaban en el Daily Bugle que se dirigieran allí. Incluso invito a los que habían renunciado.

Es por eso que Eddie Brock estaba ahí.

— Oye, hermano... — dijo Eddie, encontrándose con Peter — ¿Es verdad lo que dicen?

— Así parece — respondió Peter — Jameson quiere ser alcalde.

— Tiene potencial para serlo...

— Para bien o para mal...

— Por cierto, debo decirte algo importante — dijo Eddie.

— ¿Qué es?

— Silencio — los calló Felicia — Está saliendo de su oficina.

Jonah salió. Se veía sonriente y confiado. Listo para hablar con todas las personas que se encontraban allí.

— ¡Damas y caballeros! — saludó Jameson, mientras extendía los brazos — ¡Estoy seguro que ya escucharon los rumores!

— ¿Rumores?, lo publicó en el periódico — susurró Eddie.

— ¡Pues vengo a confirmarlo! — gritó con emoción — ¡Yo, J. Jonah Jameson, seré el nuevo alcalde de Nueva York!

La gente se quedó callada. Ya se estaba proclamando alcalde aún cuando no empezaban las elecciones.

— Ahora es cuando deben aplaudir...

Todos los asistentes despertaron de la incredulidad y empezaron a aplaudir y alabar a Jameson. Este miraba sonriente a su público, sintiéndose orgulloso de lo que estaba haciendo.

— ¡Estas semanas tendrán que trabajar más duro que en toda su vida! — dijo Jonah — ¡Nada me pondría más feliz que poder meter a ese trepamuros tras las rejas antes de volverme alcalde!

— ¿Por qué odia tanto al Hombre Araña? — preguntó Felicia, entre susurros.

— Dicen que una vez estaba comiendo una salchicha y el Hombre Araña se la robó — le respondió Brock.

La gata miró a Peter y este negó con la cabeza. Era imposible que esa persona fuera Jameson. El castaño estaba seguro que fue un adolescente.

— ¡Esta noche daré una celebración en mi penthouse! — dijo Jonah — ¡Todos están invitados! ¡Y si no van, los despido!

— Creo que ya tenemos planes para esta noche — suspiró Peter.

— Él no puede despedirme — dijo Eddie — Ya no trabajo aquí.

— ¡Eso es todo, señores! — dijo Jonah — ¡Mi campaña publicitaria empieza mañana y debo de elegir cual es mi mejor lado!

— De espaldas le quedaría bien — susurró Felicia.

Todos los invitados se fueron retirando, incluso Peter, Felicia y Eddie, quienes se encontraban solos en el elevador. Solo estuvieron unos cinco minutos allí, lo que pudo ser cero segundos si J. J. J. hubiera mandado un e-mail.

— ¿Qué querías decirme, Brock? — preguntó Peter.

— Oh, bueno... — dijo, acercándose a su oído — Hay algo que quiero mostrarte...

— ¿No puedes hacerlo ahora?

— Lo siento, pero me gustaría en privado — respondió, mirando a Felicia.

— No te preocupes — dijo la gata — De todas formas, debo irme. Tengo cosas que hacer.

— Disculpame...

— Todo bien, Brock — dijo la peliblanca, yéndose de ahí.

Peter y Eddie salieron del Daily Bugle y caminaron hasta una cafetería cercana. Allí, se sentaron en una mesa para poder hablar.

— ¿Qué sucede? — preguntó Peter.

— Verás, yo... — dijo Brock, mientras tragaba saliva — Las cosas han sido complicadas estos días...

— Y que lo digas...

— Sí, para mi, para ti... sobretodo, para ti — expresó — Debes de estar pasando toda una odisea.

— Un poco, pero ya... ya me empiezo a sentir mejor — mintió.

— Me alegro, hermano... me alegro... — dijo, bajando la cabeza — También Gwen no la ha estado pasando bien...

— ¿Ella está bien?

— Sí, sí, no te preocupes, no tiene nada... — dijo — Solo que... la ciudad estuvo a punto de derrumbarse y... eso me hizo pensar en muchas cosas.

— ¿Cómo en qué?

— En la familia — dijo, mirando a Peter — Tú y Anya son como mis hermanos... sé que puedo confiar en ustedes.

— Gracias Eddie — dijo el castaño, sonriendo.

— Pero, al mismo tiempo, quiero ampliar esa familia — dijo Brock, sacando una pequeña cajita negra — Compré esto.

— ¿Es lo que creo que es?

— Gwen es la persona a quien más amo en el mundo... — dijo Eddie, abriendo la caja y mostrando un anillo brillante — Y me gustaría poder llegar a formar una familia con ella.

— ¡Wow! Eddie... — dijo Peter, observando el anillo. Se veía muy costoso — ¡Fe-felicidades!

— Aún no me felicites, amigo — dijo Eddie, riendo — Todavía debo preguntarle...

— ¡¿Y qué estás esperando?! — pregunto Peter.

— El momento perfecto... — le respondió — Tal vez después del festival de Unión Mundial...

— Estoy seguro que te dirá que sí, hermano — dijo el castaño, sonriendole — Solo espero que sus hijos no salgan como su torpe padre.

— A callar niño — dijo Eddie, riendo — Soy mayor que tú, lo sabes ¿cierto?

Peter y Eddie siguieron hablando y hablando. Era una gran noticia que Eddie Brock decidiera dar el siguiente paso.

***

La noche llegó a la ciudad que nunca duerme, pero no significaba que fuera algo tranquilo.

Dos de los accionistas de Oscorp, Donald Menken y Arthur Stormm, se encontraban saliendo de una licorería en el distrito Financiero.

Estos empresarios se metieron dentro de una limusina y siguieron su camino.

Ambos reían y bromeaban. Estaban ebrios y la estaban pasando sumamente bien.

— ¡Debiste ver la cara de Norman cuando le dijimos! — rió Donald — Se veía como estúpido.

— ¡No debí faltar ese día! — continuo burlándose Arthur — ¡Me hubiera tomado una selfie!

Ambos siguieron riéndose, hasta que se escuchó un fuerte golpe en el techo de la limusina.

— ¿Qué fue eso? — pregunto Stormm.

— Oye, Miles... — dijo el otro empresario, dirigiéndose al conductor.

Entonces, la parte de la delantera del vehículo estalló en pedazos, provocando que la limusina salga volando y se estrellara boca arriba en el suelo.

La explosión hizo que varios automóviles se estrellaran y terminaras muriendo muchos inocentes.

Uno de los empresario, Donald Menken, logró salir del vehículo, ensangrentado y adolorido. Al voltear, vio el cuerpo sin vida de Arthur.

Donald gritó de terror y trató de levantarse, pero en su pierna tenía incrustado un gran cristal, lo que le impedía moverse.

El accionista intentó pedir ayuda, pero el fuego rodeaba el vehículo, lo que les impedía a los ciudadanos cruzar.

Se pronto, una risa se hizo presente.

Donald intento buscar de donde venía. Volteo a la derecha y a la izquierda, no logrando localizar el origen.

Y del fuego, una figura se hizo presente.

Alguien, en una especie de armadura, traspasó el fuego caminado y empezó a acercarse a Donald, mientras se reía.

— ¿Cómo te encuentras, Menken? — dijo Osborn, parándose enfrente de él.

— Por favor, por favor... no me hagas daño, no me hagas daño — suplico entre sollozos — Tengo esposa e hija, por favor...

— Lo siento, Donald — dijo, mientras sacaba una granada morada en forma de calabaza y lo ponía al costado — Pero odio a la gente que se burla de mi...

— ¿Qué...? — dijo el accionista — ¿Norman...?

— Siempre fuiste el más listo de todos — dijo Osborn, mientras presionaba un botón de su traje — Es una pena todo el potencial desperdiciado.

— ¡No, por favor!

Entonces, un Planeador con diseño distinto se acercó hacia Osborn. Norman se subió a este y miró a Menker fijamente.

— Considerate despedido, Donald — dijo, mientras se iba volando, riéndose sin parar.

— ¡No! ¡Malnacido, hijo de...!

No pudo terminar. La granada explotó, asesinandolo y destruyendo varios coches alrededor.

Mientras, Norman Osborn se retiraba del lugar. El traje que portaba era una versión mejorada del que usó Richard Parker hace un tiempo.

Norman Osborn se había vuelto el nuevo Duende.

Se había vuelto, el Duende Verde.

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Bueno señores, espero que les haya gustado mucho este capítulo ^^.

Me alegra poder sacarlo hoy, lo tenía escribiendo por varias horas jajaja.

Nos veremos en otro capítulo!

Publicado el 15/12/20

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