Conflictos
"El síndrome de Oshtoran es una enfermedad extremadamente rara. Un trastorno neurológico hereditario muy extraño y altamente perjudicial. Puede afectar el hígado y el sistema nervioso empático; además del funcionamiento cognitivo, la psicología del paciente, el control del movimiento, metabolismo...."
— La persona que tenga esto es un muerto en vida, Norman — respondió Otto Octavius, viendo los análisis — No hay forma que sobreviva alguien a esto...
— ¿Crees que hay alguna forma de curarlo? — pregunto el señor Osborn.
— Me has estado hablando de este tema toda la semana — le respondió — ¿Qué ocurre?
Norman camino hasta la gran ventana del comedor, mientras miraba la gran ciudad que nunca duerme.
— Emily... — empezó a hablar.
— No sigas...
— Por favor, Otto.... debe existir una forma.
— Te ayudaré a encontrarla... — respondió el científico, acercándose a su amigo — Los Os hallarán la cura.
— Gracias...
— Cuando quieras, Norman...
***
Norman Osborn se encontraba en las instalaciones de Oscorp, camino a recoger algunos artefactos que le permitirían investigar acerca de la Globulina Verde en su laboratorio.
La gente lo veían con odio. Era lo normal, era acusado por distintos medios de ser el causante de la crisis del Aliento del Diablo. Muchos habían perdido a sus familiares por su culpa.
Todos lo odiaban.
Entonces, Norman fue detenido por un señor de tercera edad.
— Norman... — dijo el señor — Necesito que nos acompañes.
— Ahora no, Phil — dijo Osborn, siguiendo su camino — Es urgente.
Norman se detuvo en seco y se dio la vuelta.
— El comité está reunido — prosiguió el señor — Necesitamos que vengas.
El ex alcalde decidió seguir al anciano. La gente lo miraba fijamente mientras entraba a un salón. Los miembros no se hicieron esperar.
En la habitación, había una gran mesa y en cada asiento se encontraba un señor en traje, preocupados y serios.
— Señores, ¿qué es lo que sucede? — pregunto Osborn, sentándose en la cabeza.
— Norman, el comité a tomado una decisión — dijo Phil, sentándose.
— ¿Una decisión?
— Debido a los acontecimientos recientes — dijo otro sujeto — Hemos tomado la decisión de vender la compañía.
— ¿Qué? — dijo Osborn, incrédulo.
— La corporación Alchemax se está recapitalizando, aprovechando el momento — prosiguió Phil — Hicieron una oferta que no podemos ignorar.
— ¿Y no me dijeron? — dijo Norman, levantándose de su asiento.
— Lo que menos quieren es una lucha de poderes... obstruiría la fusión, además de que...
— No hay trato si tu te quedas — dijo otro tipo, sin cabello — El comité espera tu renuncia en treinta días.
— No puedes hacerme esto a mí... — dijo Osborn, casi riéndose por la incrédula situación — Yo inicié esta compañía...
Norman miró a cada tipo el la habitación. Casi parecían sonreír por lo que ocurría. Querían deshacerse de él. Las acusaciones afectaban a la compañía y no podían arriesgarse más. Sus acciones seguían bajando.
— ¡¿No saben cuánto he sacrificado?! — gritó Norman, en furia. Luego, volteo a ver al señor que lo trajo allí — Phil, por favor...
— Norman.... el comité es unánime — le respondió, quitándole las esperanzas — Anunciaremos la venta después del festival de Unión Mundial.... lo siento.
— Estás fuera, Norman — dijo otro señor, mientras bebía su taza de café.
El ex alcalde y, ahora, ex dueño de Oscorp miro al suelo con rabia. Lo estaba perdiendo todo: respeto, poder, familia...
Solo le quedaba la poca cordura que tenía, pero ver las caras felices de los miembros del comité lo hizo estallar de rabia.
Norman agarró un vaso de vidrio y lo lanzo a la pared, destruyendolo completamente. Luego se acomodó el traje, y se retiró del lugar.
Ya no podía ir por las cosas que necesitaba. Su hijo corría más riesgos.
Era el fin de Norman Osborn.
El final de su imperio.
***
La mañana del regreso de las clases había empezado.
Y el ambiente seguía sombrío, igual que el clima. Los últimos días habían sido lluviosos, con tormentas. Lo normal cuando se acerca el invierno.
Pero realmente concordante con la situación.
Todos en Midtown estaban callados, ninguno hablaba. Solo se escuchaba murmuros entre las paredes y patios de escuelas. Era lo normal, cada persona allí había perdido a alguien o se había visto afectada.
Pero el ruido se hizo presente cuando el timbre de la hora del receso se hizo presente.
— ¿Cómo estás, viejo? — preguntó Kong, acercándose a Peter.
— Bien, mejorando la actitud — dijo, mostrando una falsa sonrisa. Seguía mintiendo.
— Es que me preocupa que algo te pase — continuo — Perdiste a tu tía y según Felicia, tu apartamento. ¿Vives en la calle? ¿Comes ratas? ¿A qué saben?
— Kong... — dijo Peter, soltando una risa — Estoy viviendo con alguien ahora...
— ¿Enserio? Eso es bueno...
— Así es... — dijo, entrando al comedor — ¿Cómo la pasaste durante la crisis?
— No tan bien... — respondió Kong — Mi padre, yo, y unos vecinos estuvimos haciendo guardia en mi calle. ¡Porté un arma! Nunca había sentido eso...
— Debió ser terrible...
— Y que lo digas, mientras pasaban las horas, se iban infectando más y más gente...
— Pues tuviste suerte de la vacuna...
— ¡Sí! ¡Cuando el Hombre Araña acabo con ese tipo pulpo, fue emocionante! — dijo Kong, emocionado mientras agarraba un azafate — ¡Ya estaba mostrando síntomas cuando llegó la vacuna!
— ¿Enserio...? — dijo Peter, sorprendido — Kong, a veces pienso que eres un hombre con suerte...
— Podría ser un superhéroe — dijo el ex jugador, mientras agregaba puré en su plato — ¡Lucky-Man!
— Si quieres un nombre de héroe, déjamelo a mí...
Los minutos se volvieron horas y las clases llegaron a su fin. Todos se retiraron a casa, excepto por uno.
Peter se escabulló hasta un callejón y sacó su traje de su mochila.
Estuvo mirando el traje fijamente, alrededor de dos minutos, dudando en si hacer eso ahora o dejarlo para la próxima vez.
La duda era extrema. Realmente no tenía ganas, quería guardar el traje y regresar a casa para hacer sus tareas...
Pero el sonido de las patrullas lo hizo despertar.
Parker se puso su traje y salió a balancearse en camino a donde iban las patrullas. Por suerte, ya no era objetivo prioritario de Sable.
Todo Sable International, incluido Silver Sable, habían regresado a Symkaria, lo cual era un alivio para el último de los Parker. Ya no tenía que cuidarse al saltar por los edificios.
Ahora solo debía ir atrapando a los prófugos de Raft y Ryker, además de sus viejos enemigos prófugos. Realmente era cansado que él tuviera que hacer eso solo.
Esta ciudad necesitaba más héroes.
Pero era difícil. No todos los días aparecen nuevo tipos con poderes extraños o locos que decidan proteger las calles de Nueva York. Era trabajo de Peter encargarse de eso.
De él y de...
— ¿Cat? — dijo el castaño, viendo cómo la gata tenía a los criminales envueltos en cables.
— Hola, cariño — saludo Felicia, al ver llegar al arácnido — Ya me encargué de atrapar a estas moscas.
Los oficiales salieron de sus autos y empezaron a apuntar a la ex criminal.
— ¡Wow! ¡Señores! — dijo Peter, saltando en medio de ellos y terminando enfrente de Felicia — ¡Esto no es lo que parece!
Yuri Watanabe había decidido irse de vacaciones a casa de su madre, por lo que no estaba en la ciudad. Tratar con la policía iba a ser más complicado sin su ayuda.
— Para mi sí que lo es — dijo un hombre, caminando hasta ellos.
Peter lo reconoció al instante. Era el padre de Gwen: George Stacy.
— ¿Capitán Stacy? — dijo Peter, al verlo.
— Hola, Hombre Araña — saludo el capitán, mientras levantaba su brazo — Es un honor conocernos en persona.
— I... igualmente... — eso era incómodo. Según recordaba, Pete parecía no caerle bien al padre de su amiga.
— Me gustaría que tu amiga respondiera algunas.... preguntas.
— Mi amiga no creo que quiera.
— La amiga está aquí — dijo Felicia, ofendida.
— Ella es una criminal, buscada por la ley — continuo el capitán — Deberá ser arrestada y encarcelada.
— ¿De verdad debe de pasar todo esto? — pregunto Peter — Ella me ayudó en la crisis del Aliento del Diablo...
— Eso podría ayudar a reducir su condena — respondió — Aún así, debe enfrentar la ley.
Felicia aprovechó el momento y soltó unas bombas de humo, lo que dio la distracción perfecta para que ella escapara de allí, dejando al Hombre Araña en el lugar.
— No me sorprende... — dijo Peter, bajando la cabeza.
— ¿Acaba de escapar? — preguntó el nuevo capitán de Nueva York.
— Suele hacerlo....
— ¿Y te quedas aquí parado?
— Sí...
— ¿No irás a perseguirla?
— Tal vez...
— ¿Cómo lograste disminuir la criminalidad?
— Ni yo lo sé...
Peter disparó una red y se fue balanceándose de allí, mientras los oficiales metían a los criminales en las patrullas.
Era curioso como los más grandes villanos de Peter andaban sueltos, pero ninguno había hecho algún destrozo. Debía empezar una investigación para tratar de hallarlos.
El castaño siguió balanceándose, atrapando criminales y dejandolos noqueados. Pero Peter no decía chistes. No decía bromas, ni se burlaba del atacante. Lo tenía la cara inerte, mientras los derribaba.
— ¿Podemos acabar con esto rápido? — pregunto el castaño, mientras entraba a una tienda.
— ¡Es el Hombre Araña! — dijo el criminal, mientras intentaba sacar su arma.
Peter no dio oportunidad y le disparó a todos los criminales con su telaraña, dejandolos atrapados.
— ¡Al menos danos tiempo para pelear! — dijo uno de ellos.
— ¡No lo moleste, Flint! — dijo otro, tembloroso — ¡Podría hacernos daño!
— ¡¿Daño?! ¡Él....!
Él se había ido.
El castaño se balanceo camino hasta el penthouse de Felicia. Era extraño y difícil llamar a ese lugar como su hogar. Prefería referirse a el como el hogar de Felicia. De todas formas, intentaría salir de allí cuando tenga dinero suficiente para poder mantenerse.
Pero ahora, debía de llegar a hacer su tarea.
Peter entró por el balcón y abrió las puertas. Las luces estaban encendidas y el olor a pollo se sentía en el lugar. El castaño se quitó la máscara y la puso en se fue caminando hasta su cuarto.
— ¡Oye, Araña! — saludo Felicia, saliendo de la cocina — Llegas tarde, ¿largo día?
— Algo así... — antes regresaba por su tía, pero ahora ya no tenía ninguna razón de ir temprano.
— Bueno, estoy preparando la cena — le dijo Felicia — Además, termine nuestras tareas.
— No te pedí que hicieras todo eso...
— Lo sé, yo quise hacerlo.
— No lo hagas — dijo el castaño, subiendo las escaleras — Ya es mucho que me dejes vivir aquí...
Felicia vio como su amigo subía al segundo piso y se metía en su habitación.
— No lo es... — dijo la gata.
***
Osborn entró a su laboratorio y tiró todos los papeles de la mesa.
Todo intento de avance en curar la enfermedad de su hijo se había convertido en un desastre. Tal vez Morgan tenía razón. Tal vez debía de aceptar el tratamiento y darle unos buenos últimos días a su hijo.
Darle la esperanza de pasar sus últimos días junto a sus amigos.
Pero no.
No iba a aceptarlo. Nada de lo que él había dicho. Se lo prometió a Emily y lo iba a cumplir. Debía de salvar a Harry, ¿pero cómo?
Ya no podía ir a Oscorp, ni contaba con el apoyo de sus colegas científicos. Además, dudaba que si visitaba a Otto, él iba a ayudarlo.
Solo necesitaba esa tecnología. Solo necesitaba algunas cosas de Oscorp. Solo eso. Si tan solo pudiera tomarlas.
Robarlas.
Era irónico querer robar algo que antes era tuyo, pero en este punto no había opción. Tenía que robar esa tecnología, pero, ¿cómo?
Nadie conoce mejor esas instalaciones que él, y contratar a un ladrón no era opción. Si lo atrapaban, se descubriría que fue Norman quien lo contrató.
El ex alcalde miró fijamente el tanque de su hijo y se acercó a él. Mientras caminaba, presionó un botón por debajo de la mesa, lo que hizo que esta se abriera y elevara una plataforma.
Se elevó un traje verde y morado. Al costado de este, había un Planeador, parecido al que Richard Parker diseñó. También, habia armas. Granadas y cuchillas en gabinetes transparentes.
Osborn agarró la Globulina Verde. Esa sustancia no estaba terminada, le falta mucho para que fuera segura. Pero debía de intentarlo, por su hijo. Por lo último que le queda de Emily.
Norman puso el suero en una inyección y se lo clavó en el brazo, inyectando toda la sustancia en su sangre...
Pero no notó cambios. De hecho, no noto nada. No sintió más fuerza. No sintió más inteligencia. Nada.
Solo decepción.
Otra maldita decepción. Osborn agarró el frasco y lo lanzo al piso, destruyéndolo. Había vuelto a fallar. Una vez más, la mala suerte había provocado que sus esperanzas se disiparán en el aire.
Hasta que escucho una voz en su cabeza.
***
Peter y Felicia se encontraba en la mesa del comedor, comiendo.
El lugar estaba casi en silencio, mientras que el sonido de los mordiscos era lo único que generaba bulla.
— Ya viste — dijo Felicia, revisando su celular — El Bugle ya público tus fotos.
— ¿Ahora de que me culpa Jameson....? — respondió el castaño, moviendo su comida.
— "Amenaza trepamuros deja ir a ladrona maestra" — leyó — Me sorprende cuantos adjetivos tiene Jameson para ti.
— ¿"ladrona maestra"? — repitió Peter — Parece que la gente no dejará de verte como criminal...
— Sí, pero no me fastidia.
— ¿No te fastidia? ¿De verdad?
— Así es — respondió la chica — Mientras haga lo que es correcto, todo estará bien.
— Es lo que dirás al inicio... — le dijo Peter — Pero después se volverá todo un fastidio...
— Espero que no — dijo Felicia, mientras seguía leyendo la página del periódico — Porque Jameson podría volverse el alcalde.
— ¡¿El qué?! — dijo Peter, atragantándose la comida.
— "El actual director en jefe del Daily Bugle, J. Jonah Jameson, a declarado sobre su decisión de postular a la alcaldía de la ciudad".
— ¿Él puede hacer eso?
— Puede y lo hará — respondió Felicia — Supongo que tomara el hueco que Norman Osborn dejó.
— Esto es perfecto.... — dijo Peter, recostandose en la silla — Mi más grande enemigo, alcalde de Nueva York.
— No creo que pueda tomar acciones legales en tu contra... por ahora.
— Seguro le pedirá a la policía que empiece a buscarme...
— No demos por hecho que ganará las elecciones — dijo la gata — Mucha gente no está de acuerdo con las cosas que dice J. J.
— ¿La gente de esos foros que visitas?
— Sí, y no son pocos.
— ¿Cuantos? ¿Quince?
— No... más de mil.
— Contra más de ocho millones de personas.
— Hay más gente que no entra en foros — le dijo Felicia — Solo hay que esperar que no gane.
— O que se lo coma una lagartija....
— Pregúntale a Connors.
Peter soltó una leve risa ante eso. Lo único que esperaba era que no pusiera a la ciudad en contra suya. Ya habían sufrido demasiado por culpa de la crisis del Aliento del Diablo.
Felicia se levantó de la mesa y empezó a recoger los platos.
— Te ayudo a limpiar — dijo Peter, agarrando su plato.
— No es necesario... — dijo Hardy, mientras llevaba todo a la cocina.
— Debo buscar una forma de poder agradecerte que me dejes vivir aquí....
— Podrías alimentar al gato — dijo, señalando la lata de alimento.
— Pero él me odia — respondió Peter.
— El pequeño Walter apenas te conoce — le dijo — Dale tiempo, es así.
— Bien, pero sí trata de matarme, me voy — dijo Peter, llevando la comida hasta el gato.
Felicia volteó y vio cómo Peter intentaba acercarse a su gato. Era curioso, ese pequeño animal fue un regalo de su ex novio.
La gata había mentido sobre él. Había mentido sobre cómo en realidad habían terminado las cosas entre ellos dos. Pero podía vivir con eso, después de todo, ya había pasado mucho tiempo.
Pero aun así, los recuerdos del fuego y el ruido estridente seguían resonando en su cabeza.
Además, de un grito horripilante que la atormenta en sus peores pesadillas.
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Bueno señores, gracias otra vez por estar en un capitulo más!!!
Espero que les haya gustado y lamento mucho la tardanza en sacar uno nuevo jajaja.
En fin, espero que estén listos para el próximo. No se cuando lo sacaré, pero será pronto ^^.
Hasta la próxima!!!
Publicado el 13/12/20
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