Un Alma Atribulada
Carlie Cooper empezó a correr por las calles de la ciudad.
Estas se encontraban en llamas, mientras los Duendes voladores comenzaban a destruir todo lo que ellos veían.
Las personas huían despavoridas, empujándose y atropellándose entre sí, mientras Duendes monstruosos las mataban o se las llevaban lejos.
Cooper solo cerraba los ojos, mientras no se detenía por nada o por nadie.
Así fue como llegó a Times Square, donde vio como las grandes pantallas de los edificios se caían al suelo, estallando y destruyendo grandes cosas.
Ella siguió. No sabía a donde iba, pero seguía corriendo.
Pero, de pronto, tropezó y cayó al suelo.
Al intentar levantarse, un Duende enorme apareció entre el fuego y trató de golpear a Carlie.
La oficial cerró los ojos, lista para unirse a las pilas de cuerpos que se empezaban a amontonar por las calles.
Pero el golpe nunca llegó a darle.
— ¿Estás bien? — le preguntó una persona enfrente suyo.
Un escudo.
Rojo y azul, con una estrella en el medio. Era el "nuevo" Capitán America.
— ¡Falcon! — gritó Carlie al verlo, sorprendida.
— De hecho, ahora soy Capitán América — dijo Sam, volteando a ver al Duende.
Este ser mutado trató de volver a golpearlos, pero Wilson le lanzó su escudo a la cara, provocando que este se distrajera. Cuando el escudo volvió a sus manos, se deslizó por el piso y pateó una de las piernas del Duende, cayendo al suelo.
Sam lanzó su escudo a la cabeza del ser, dejándolo inconsciente.
— No debería de estar aquí — dijo el Capitán — La ciudad está en llamas, por si no te enteraste.
— Lo sé, pero tengo que hablar con el Hombre Araña — dijo, sacando la memoria usb — Tengo información que podría ayudarnos a detener todo esto.
— ¿Y quieres dárselo a ese niño hablador? — preguntó el héroe.
— Él es el único que podrá derrotar al Duende Verde — dijo Carlie — Yo sé que lo hará.
Sam solo agachó la cabeza por un momento.
— Bien, buscaré a ese chico — dijo — Pero primero, te pondré en un lugar seguro.
Ambos empezaron a correr, evitando a todos los Duendes que habían alrededor.
***
Octavius saltó y golpeó uno de los Duendes antes de que pudiera atacar a una de las mujeres en el techo. El criminal se levantó y trató de partir en dos al héroe, pero este esquivó saltando y disparó sus redes en las manos del Duende, envolviéndolas.
Este intento liberarse, pero Otto lo pateó, provocando que cayera del edificio, hasta el pavimento de las calles.
— Eso estuvo cerca... — dijo Octavius, suspirando — ¿Están todos bien?
Las personas asintieron, temblorosas.
— Todos están muy bien, Araña — dijo una voz, a través del comunicador.
— ¿Quién eres? — preguntó Otto, saltando — ¿Cómo obtuviste el número?
— Por favor, soy yo — dijo el Duende — Y he podido descifrar cada pequeña cosa sobre ti, Octavius. Bueno, todo excepto lo que está en tu pequeña cabeza, en este momento...
— ¿De qué hablas?
— Debo admitirlo, Otto. Tú me tienes bajo la piel — dijo — Tomaste algo especial de mí. Mataste al Hombre Araña. Eso duele. Que tú, su enemigo, su enemigo número 2 y antiguo mentor, fuera el único...
Otto aterrizó encima de un edificio.
— Pensaba que se me pasaría si te hacía mi lacayo... mi bufón — prosiguió el Duende — Pero tenías que se tan obstinado. No me dejaste opción, enserio. Tú tomaste el triunfo de mí... ¡Así que yo voy a tomar todo de ti!
— ¿Qué?
— Tengo que destruirte ahora... absoluta y completamente — dijo Norman — Borrarte de la faz de la Tierra y de las páginas de la historia. Mira de cerca, Otto... Todas las imágenes que pondré en tus lentes...
Entonces, se mostró diversos lugares en los lentes de Otto.
La casa donde él creció y que ahora vivían una familia, con tres hijos... y se encontraban cenando.
La universidad Empire State, donde estudió y salvó a las personas de estallar. Muchos se encontraban refugiados allí, debido al turno nocturno.
Un deshuesadero, donde la policía tenía los más grandes inventos que había hecho Otto Octavius.
Y una clínica. La clínica H.E.A.R.T., donde le habían dado el permiso a Otto Octavius de realizar las prótesis que buscaba hacer... y que estaba repleto de heridos, doctores y enfermeros.
— Un impresionante conjunto de obras, Otto — dijo Norman — Un legado del que cualquier hombre estaría orgulloso...
— No te atrevas...
— Boom.
De pronto, la casa estalló.
— Boom.
La universidad Empire State estalló.
— Boom.
El deshuesadero estalló.
— Y... boom.
La clínica estalló.
Otto Octavius cayó de rodillas al suelo. No podía creer que esto estuviera pasando.
El Duende no paraba de reír.
— Yo voy... — dijo Otto, mirando al suelo — Voy a matarte...
— ¡¿Enserio?! ¡¿Tú y qué ejercito?! ¡Pronto los demás héroes también estarán muertos! — dijo, limpiándose las lágrimas de la risa — Oh, vamos... levanta la cabeza. La lección no termina aún... ¡Voy a "enseñarte" lo mucho que tienes que perder todavía!
— Enseñar... enfatizaste en esa palabra... — dijo Otto, levantándose — ¡¿Qué es lo que quieres decir, demente?!
— Solo que el profesor Duende está llevando la clase — respondió — Ve a donde tu nueva vida comenzó, la vieja Horizon High. Tengo a algunas personas queridas para ti, así que no tardes.
El Duende empezó a volver a reírse.
— Pero está conferencia está repleta — dijo — Trae a alguien no invitado y...
— ¿Y qué?
— Boom...
Y entonces, cortó la llamada.
Era una trampa para forzarlo a reaccionar y para hacerlo jugar su juego.
Otto sería un idiota para hacer lo que dice, pero si tenía a personas queridas... ¿podría tener a Anna Maria?
Si conocía muy bien su tecnología, era muy normal que supiera sobre sus seres queridos.
Estaba en un grave aprieto.
Él nunca había estado de ese lado de la ecuación.
— ¿Qué haría Parker...? — murmuró Otto, mirando por el horizonte.
Mirando el fuego que envolvía toda la ciudad.
Y entonces se le ocurrió una idea. Necesitaba a Miles Morales para efectuarla.
Tenía que encontrarlo.
***
Harlem comenzó a ser asediada por los Duendes.
Los estaban destruyendo todo. Los parques, los edificios, e incluso el gran graffiti de los dos Hombres Araña fue destruido por una de las granadas calabaza.
Los demás héroes habían llegado finalmente al distrito. Miles corrió hasta su edificio, en busca de su familia.
— ¡Mamá! — gritó el joven, entrando de golpe al apartamento.
— ¡Miles! — dijo su madre con su hija en sus brazos — ¡Miles, estás bien!
— Sí mamá, estoy bien... — dijo el moreno, aabrazándola — Tengo que sacarte de aquí...
De pronto, una explosión destruyó la pared y las ventanas del apartamento. Un Duende entró a este, listo para matarlos.
Miles se puso enfrente y activó su Bioelectricidad.
Pero su madre estaba cerca. Podía hacerle daño.
En ese momento, un cable rodeó el cuelló del Duende, jalando de este y provocando que el mutantes cayera al suelo de la calle. Black Cat había hecho esto.
El joven Hombre Araña saltó y, usando su Poder de Veneno, se impulsó hasta el suelo, destruyendo este y dejando inconsciente al Duende.
El moreno se levantó luego de hacer esto. Estaba cansado por todo el esfuerzo físico que había estado haciendo esa noche.
— ¿Estás bien...? — preguntó Felicia, ayudándolo a caminar.
— Sí, todo bien... — dijo Miles, sentándose — Tenemos que poner a todos a salvo.
— Eso va a ser complicado — dijo Strange, convirtiendo uno de los Planeadores de los Duendes en mariposas — ¿Qué lugar es seguro en este infierno?
— Hay uno — dijo Hulk, agarrando a un Duende y estrellándolo contra una pared — Tu Santuario.
— El Sanctum Sanctorum es un lugar al cuál solos los hechiceros pueden entrar — dijo — Esta terminantemente prohibido que...
En ese momento, un Duende intentó atacar al doctor, pero Banner lo tomó de la capa y lo movió de ese ataque, salvándolo.
— ¿De verdad crees que tenemos tiempo para esta conversación? — preguntó Bruce.
— Está bien, pero no podré meter a toda Nueva York — dijo Strange — Solo será a tu familia.
— Pero, ¿y los demás? — preguntó Felicia.
— ¡Yo tengo una idea para eso! — dijo una voz, aterrizando enfrente de ellos.
Era el Hombre Araña Superior.
— Otto — dijo Miles, al verlo.
— Vaya, hasta que apareces — dijo Strange — Hay algo distinto en ti...
— Refugios — dijo el científico.
— Todos los refugios F.E.A.S.T. estallaron en mil pedazos — dijo Black Cat.
— Lo sé — dijo, presionando unos botones en su lanzatelarañas — Crearemos los nuestros.
En ese momento, Otto creó un holograma de su brazalete con todo el mapa de la ciudad. Este mapa tenía varios puntos señalados.
— Estos son viejos escondites de los UnderGrounds y Demons, además de varias obras en construcción — dijo Octavius — Lleven las personas a estos lugares y manténgalos a salvo.
— Esa idea me gusta — dijo el hechicero — Lanzaré un hechizo para que puedan ver a las personas en peligro.
— Espera un momento — dijo Otto, volteando a mirar a Miles — Necesito de tu ayuda.
— ¿La mía? — preguntó el moreno.
— Sí... el Duende Verde me citó — dijo — Necesito que te camufles y sigas mis instrucciones.
—¡Espera un momento! — dijo Felicia — ¡¿Qué ocurrió con Peter?! ¡¿Qué hiciste con él?!
— Él está bien, en mi laboratorio — dijo el científico — Escucha, cada minuto que pasa es un minuto en donde más gente morirá, sobretodo quienes tiene secuestrado Osborn. Morales, ven conmigo.
Miles levantó a vista y vio a su apartamento. Allí estaba su madre y hermana, viéndolo.
— Doctor, proteja a mi familia — le pidió el joven de Brooklyn.
— Lo haré con mi vida — dijo el hechicero.
Miles miró a Felicia y ambos asintieron con la cabeza.
Entonces, ambos arácnidos saltaron y se fueron de allí, balanceándose.
***
Octavius empezó a llamar a Anna.
Pero lo mandaba a su contestadora.
No contestaba.
— ¡Maldición! — gritó Otto, en desesperación — ¡Él podría matarla!
Los gritos de las personas se escuchaban por las calles. Gritos de sufrimiento en medio del fuego que eran la gran manzana en ese momento.
— De verdad esto parece un infierno... — dijo Miles, aterrizando encima de un edificio.
— Lo sé... lo sé, y lo es... — dijo Otto, aterrizando a su costado — Llegamos.
El viejo Horizon High se encontraba igual que como había estado los últimos años. Cercado y abandonado.
— Es extraño ver a Horizon así... — dijo el moreno.
— Sé lo que sientes, Miles, pero hay que enfocarnos — dijo Otto — Camúflate y sígueme. Mantente cerca.
— Sí... — dijo Miles — Y Otto... lo lamento.
— No digas nada — dijo — Si hubiera estado en tu posición, hubiera hecho lo mismo.
Otto saltó y se balanceó, entrando al edifcio.
Al entrar, destruyó las ventanas, listo para pelear.
— ¡Esto termina aquí, Norman! — dijo Otto, aterrizando.
— ¡Oh! Estoy decepcionado de ti. ¿Viniendo así nada más, sin un mejor plan? — dijo el Duende — Eso no eres tú, Otto. Eso es de él...
— ¡Verás la diferencia entre nosotros muy pronto, idiota...! — dijo Otto, abriendo unas puertas de golpe — ¡Cuando separe la cabeza de tu cuello!
— Aún estás siendo grosero — dijo Norman — Esto no es sobre mí. Estamos aquí por nuestro invitado especial.
Amarrado con cuerdas, se encontraban Morgan Michaels y el Doctor Curt Connors.
— ¡Ta-Da! — dijo el Duende, mostrándoles.
— ¿Morgan? ¿Connors? — dijo Otto — ¿Es una especie de broma? ¿Tus rehenes son eso? ¡Ja!
— Bueno, eso es decepcionante. Hice mis deberes — dijo Norman, seriamente — Estos sacos de polvo son unas ratas traidores, pero compartía su ideal de entrometerse en mi camino... ¿Connors no era un amigo para ti?
Dijo el Duende, levantándolo. Otto movió levemente su mano.
Estuvo a punto de saltar.
— Vi imágenes de ti saltando y arriesgando todo para salvarlo a él y a esa pequeña — dijo el Duende — Y ahora es como si no te importara...
En ese momento, Norman soltó a Connors y comenzó a volar con su Planeador. Disparó su rayos hacia el lugar donde se encontraba Miles, causándole daño.
Fue tan rápido que el moreno no pudo reaccionar bien, cayendo al suelo por el daño.
— ¡Pero luego recuerdo que no eres como el último tipo! — dijo, con su sonrisa en su rostro — ¡Contigo tengo que trabajar un poco más! Considera esto un ensayo... ¡Hay una cosa que tengo pendiente para poder elevar las expectativas del gran final!
— ¡No irás a ninguna parte...! — dijo Otto, activando sus patas mecánicas — ¡Más que a tu tumba!
— Y sacas los "brazos"... tan predecible —dijo Norman, chasqueando los dedos.
En ese momento, las patas mecánicas comenzaron a actuar de una forma extraña. Estaban siendo controlados para matarse a si mismo.
Para matar a Otto Octavius.
Otto intentó por todos los medios evitar que esto sucediera. Sus patas le creaban heridas y grandes rasguños.
— Gracias, esto no será una decepción total, después de todo — dijo Norman — Lo estaba guardando para el clímax, pero... ¿para qué esperar? Siempre puedo pensar en algo más.
— ¡Maldito Osborn!
— Yo no soy un poni de un solo truco, como tú — dijo Norman, dándose la vuelta — Quiero decir, ¿enserio? ¿Brazos de metal, de nuevo? Usaste tus viejos diseños, que patéticamente son fáciles de piratear para un verdadero genio... ¡Te veré para el acto final, si es que sobrevives a esto!
Y entonces, el Duende Verde se fue de allí, volando y riendo.
Otto cayó al suelo, herido. Sus brazos le estaban causando mucho daño, destruyendo su traje y causándole heridas.
Miles se levantó del suelo, confundido y viendo a Octavius.
— ¡Otto! — dijo el moreno.
— ¡No te acerques! — dijo Otto, arrancando una de sus patas — ¡Están atacando a matar!
El científico comenzó a arrancar una segunda pata mecánica.
Luego la tercera.
Miles, entonces, se percató como otra pata se elevaba y apuntaba en el pecho del héroe.
— ¡Cuidado! — dijo el moreno, corriendo hacia él.
Otto, confundido, volteó detrás suyo.
La pata atacó con rapidez.
Y atravesó la carne del cuerpo.
Pero no era su cuerpo.
Morgan Michaels lo había empujado y acababa de ser atravesado por esta pata.
Otto sacó el brazo de la espalda de Morgan y lo arranca de su cuerpo, liberándose de la trampa del Duende.
— ¡Morgan! — dijo Octavius, poniéndolo en el suelo.
— ¡Maldición! — dijo Miles, acercándose — No... ¡No!
Curt solo cerró los ojos al ver esto.
— Me... me salvaste... — dijo Otto — ¿Por qué? ¿Por qué hiciste...?
— Por ti... — dijo Morgan.
— ¿Qué?
— Salvaste a... la ciudad de nuestros errores... de mis errores — dijo Morgan, agonizando — Yo pude... haber cancelado el GR-27... pude haberlo hecho, pero tenía miedo... de lo que Osborn me haría...
— Morgan...
— Pero, desde entonces... todo lo que quería... era una forma de redimirme... — dijo, mientras tosía — Lo que significaba... significaba ser un... héroe... gracias, Hombre...
Pero no pudo continuar hablando. Su cuerpo se quedó inmóvil en ese momento. Ya no podía moverse.
Había muerto.
— ¡Duende! — gritó Otto, lleno de furia — ¡Te voy a encontrar de alguna manera! ¡Trazando la química del escape de tu Planeador o...! O...
En ese momento, el sexto sentido de ambos héroes comenzó a alertarles. Se acercaba un peligro.
— ¿Y ahora qué? — dijo Miles, volteando.
En ese momento, un montón de Duende empezaron a entrar dentro de Horizon High, listos para asesinar a los dos Hombres Araña.
— ¡Malditos! — gritó Otto, corriendo hasta ellos.
Miles retrocedió y liberó a Connors de las cuerdas. Este se levantó y se fue corriendo de allí.
Octavius empezaba a golpear a los Duendes. Trataba de matarlos, pero no podía. Eran demasiados y estaba recibiendo una paliza.
El joven moreno se unió a la pelea y empezó a atacar, junto a Otto.
Ambos luchaban y parecía que podían ganar. A pesar de ser muchos, la furia de Otto Octavius y Miles Morales, en conjunto, era muy eficaz.
— ¡Es todo lo que pueden hacer! — dijo uno de los Duende, agarrando a Miles del brazo.
El joven trató de golpearlo, pero lo reconoció de inmediato.
— ¡Ganke! — dijo, sorprendido.
— ¡¿Qué?! — dijo Otto.
— ¡Es Ganke! ¡Lo convirtieron en Duende!
Ganke tomó a Miles y lo estrelló contra una pared.
Luego, miró a Octavius y sonrió.
Este se enfureció y continuó atacando.
***
El nuevo Capitán América había formado un perímetro de personas, cerca de un callejón. Este los mantenía protegidos de cualquier Duende que se acercara.
La situación parecía empeorar a cada minuto que pasaba. Nunca había visto tanto desastre.
— ¡Mierda! — se quejó Sam, golpeando la pared.
Él debía de mantenerse allí, mientras escuchaba los gritos agonizantes de las personas lejos y cerca de su posición.
No podía hacer nada más que quedarse en ese lugar, viendo como todo caía en pedazos.
Pero, en ese momento, un portal se creo cerca de donde estaban.
Las personas, asustadas, retrocedieron, pero Sam reconocía esa magia.
— El mago — dijo este.
Strange salió del portal y vio a todas esas personas.
— Así que... ¿te volviste el nuevo Cap? — preguntó el hechicero.
— Algo por el estilo — dijo Wilson.
— Las mallas ajustadas no te quedan.
— Cierra la boca.
— ¡Todos escúchenme! ¡Crucen el portal y llegarán a un almacén de mensajería! — dijo — ¡Todos estarán a salvo!
Las personas no dudaron ni un poco y corrieron hasta el portal.
— Hiciste un buen trabajo reuniéndolas aquí — le dijo Strange.
— Hice lo que pude — le respondió — Aún hay mucha gente en peligro.
— Reúnelas nuevamente y yo las recogeré.
— ¡Espere! — dijo Carlie, acercándose a ellos — Señor mago.
— Preferimos el término "Maestros de las artes místicas" — respondió este.
— Tengo que darle esta memoria usb al Hombre Araña — dijo — Por favor, ¿puede ayudarme?
— ¿Qué contiene?
— La solución a este problema.
Strange bajó la cabeza y comenzó a mover sus manos de forma extraña. En ese momento, lanzó un hechizo donde pudo localizar la ubicación del héroe.
— Que extraño... — dijo el hechicero — Esta solo...
— Necesito que me lleve hasta él.
— En eso voy.
Dijo, mientras creaba un portal hasta arriba de un edificio.
***
— ¡Mi Poder de Veneno podrá paralizarlos! — dijo Miles — ¡Tú atácalos! ¡No los mates!
— ¡Ya lo sé, Morales! — dijo Otto.
— ¡Brillante estrategia! — dijo Ganke, lanzando granadas calabaza — ¡Ustedes dos hacen un equipo increíble!
— ¡Ganke, por favor, dime que sigues ahí! — dijo Miles, paralizando a varios Duendes.
— Por supuesto, bro — dijo, mientras sacaba un celular y abría la aplicación del Amistoso Vecino — Oye, Otto... hay un mensaje para ti...
Octavius volteó, entre enojo y confusión.
La pantalla que mostraba la imagen de un Duende, cambió a la grabación de una cámara. Una que mostraba al Duende Verde.
"Una joven... muy vulnerable víctima... Luce como una damisela en peligro. Alguien a quien el Hombre Araña ha salvado en el pasado"
Decía el Duende.
Otto miraba confuso la pantalla del celular.
"Esa fue otra victoria para tu columna, ¿no es así, insecto? Aunque, una pequeña victoria..."
En ese momento, Norman levantó algo.
Era una persona de baja estatura.
Era Anna Maria.
"¡Sonríe a la cámara, cariño! ¡Muéstrale a tu amigo, el Hombre Araña, cuán asustada estás! Podrías gritar o... tendré que obligarte a hacerlo"
— ¡Anna Maria! — dijo Otto, sorprendido.
Sus miedos se habían hecho reales.
"¡¿Jugamos a las escondidas?!"
Gritaba Osborn, mientras reía. Octavius golpeó el suelo, destruyéndolo.
Estaba cansado de todo esto.
— ¡Te mataré! — maldijo Otto, furioso.
"¡Tienes una chica a quien salvar, pero no tienes ni idea de donde está! ¡¿O tal vez sí?! ¡Todo lo que tienes que hacer es dejar a tu pequeño amigo en una batalla... que posiblemente no ganará solo...! ¡¿La dama o la Araña?!"
— ¡Buen intento, Duende! — dijo Miles — ¡Él sabe que juntos podremos derrotar a estos Duendes! ¡Después te ayudaré a encontrar a esa chica! ¡¿Te parece bien...?! ¿Otto...?
Pero Octavius ya no estaba allí. Se acababa de ir, balanceándose.
— ¡Miserable cabeza de chorlito! — se quejó Miles, mientras era rodeado — ¡Sabía que eras un fraude! ¡El verdadero Hombre Araña nunca...!
Y entonces, fue golpeado por uno de los Duendes, mientras los demás se acercaban. Todos se acercaban.
Y comenzaban a atacarlo.
Otto había jurado proteger la ciudad mejor de lo que Parker pudo. Y ahora, estaba en llamas.
Golpeada con violencia.
Estaba por ser completamente destruida.
Había perdido todo su legado, su dignidad y su valía de ser un héroe. Había fracasado como nunca antes.
El brillante Otto Octavius.
El Master Planner.
El auto proclamado Hombre Araña Superior.
Este... había fallado.
Por lo menos, debía de intentar salvar a Anna Maria. Debía de intentarlo.
El científico aterrizó encima de un edificio. Allí, vio toda la destrucción. No podía creerlo.
Era imposible.
De pronto, un portal se abrió a un costado suyo. Otto se puso en alerta.
Pero de este, salió Carlie Cooper.
— ¡Hombre Araña! — dijo Carlie, acercándose a él.
— ¿Qué está ocurriendo? — preguntó Otto, confundido.
La chica se acercó y le entregó la memoria.
— ¡Escúchame bien, Araña! — dijo — Esta memoria contiene información acerca de Norman Osborn y algo llamado GR-35-
— ¡¿"GR-35"?! — repitió sorprendido. Él conocía ese término.
— ¡Debe de tener una forma de salvar a la ciudad! — le dijo Cooper — ¡Por favor, salva a la ciudad!
Otto miró la cara de preocupación de la oficial de policía.
¿Salva la ciudad?
Prácticamente, todo lo que ocurría era por su culpa. No podía hacer nada para salvarla.
Más que intentarlo.
— Lo haré — dijo Octavius, posando su brazos sobre sus hombros — Ahora regresa con los tipos con trajes coloridos... debo de hacer una visita.
Octavius saltó y comenzó a balancearse por la ciudad, mientras Carlie veía como este se iba de allí.
Había logrado darle la memoria.
***
GR-35.
El viejo suero que Otto y Norman habían planeado empezar a realizar para tratar de curar a Emily, y después a Harry.
Pero nunca habían podido terminar la fórmula. Todo había quedado en papel.
Hasta ahora. No sabía como Carlie había obtenido esa información, pero era fiable. Sus datos con los que trabajo estaba allí.
Hablaba todo acerca de la Globulina Verde. Como funcionaba, las ventajas que tenía...
Y los efectos secundarios registrados.
Octavius tuvo que parar enfrente de la entrada al subterráneo.
Tenía que estar calmado para poder procesar lo que estaba leyendo.
— Cambio de personalidad... — murmuró Otto, leyendo los datos — Degradación límbica... pérdida de memoria... locura...
Norman Osborn... estaba enfermo.
Lo que sea que había hecho, lo cambió.
Su mente se había transtornado a un punto en el que ya no era él. Ya no era Norman Osborn.
El Duende Verde se había apoderado por completo de él...
— Mierda... — dijo Octavius.
Eso significaba solo una cosa...
Que Osborn no era el responsable de todo esto. Él había usado el GR-35 en sí mismo para experimentar y tratar de hallar la cura... pero todo salió mal y sus sentimientos más profundos habían salido a la luz.
Esos deseos egoístas que todo el mundo tenía. Los deseos de poder...
Su expulsión como alcalde de Nueva York debía aumentar el odio latente en su interior. La Globulina Verde solo lo dejó salir todo.
Pero, sí ese era el caso, podía crear una cura. No era igual a lo que Otto había pasado, esto era por una sustancia.
Una cura para su enfermedad podía de hacerse. Un limpiador de genes...
El laboratorio de Connors se había destruido, junto con todas las muestras... debía de crear una nueva.
Pero, ¿cómo había conseguido esa información tan valiosa? Solo el mismo Osborn podría tenerla. Y si era así... ¿Norman trata de sabotearse a sí mismo?
Se preguntaba que era lo que Parker haría...
Aunque, Octavius no quería hacerlo. Esta era la oportunidad perfecta para acabar con él. Además, después de todo el daño que había hecho... lo lógico era intentar acabar con el Duende Verde de una vez por todas.
De pronto, una risa de escuchó cerca de dónde estaba, y se estaba acercando.
Otto saltó y esquivó el ataque de un Planeador.
Vio al Duende y la reconoció de inmediato. Era la chica que había estado en esa habitación.
La que había reconstruido la interfaz neural...
Anya Corazon, versión Duende.
— ¡No tengo tiempo para perderlo en Duendes menores! — dijo Otto.
— ¡Lo dice el tonto que es apenas la mitad del Hombre Araña! — rió Anya, mientras entraba al subterráneo — ¡Pero eso funciona bien, ¿no es así?! ¡Porque tenemos a una chica que es apenas la mitad de un rehén!
— ¡¿Dónde está?! — preguntó Octavius, mientras comenzaba a seguirla.
— ¡Por aquí, Hombre Arañita! — dijo — ¡Pero date prisa! ¡Ella se está muriendo por verte!
Anya Corazon lanzaba bombas calabaza. Otto la seguía lo más rápido que podía, pero sufriendo más y más heridas por las explosiones.
— ¡Juro que si le hiciste algo...!
— ¡Mírate! — rió Anya — ¡Nunca te había visto tan desesperado!
En eso, un tren se dirigía a su ubicación.
Anya se elevó hasta arriba y Otto pensaba disparar sus telarañas, pero entonces, vio a alguien en las vías.
Una figura pequeña, el cual estaba apunto de ser arrollada por el tren.
— ¡Anna Maria! — gritó Otto, saltando hasta esa persona.
El tren iba siendo conducido por el Duende Verde, quien reía sin control.
Pero, Otto logró ver a la persona que estaba allí. No era Anna Maria. Era una niña.
Una pequeña niña que estaba a punto de ser arrollada.
El tren estaba demasiado cerca de la niña. Si él intentaba salvarla, podría salir herido y ya no podría salvar a Anna Maria.
Si no lo hacía, podría seguir al Duende Verde. Podría encontrar a Anna.
Pero, ¿qué clase de héroe sería en tal caso?
Lo lógico sería ignorar. Lo ilógico sería salvar.
El tren estaba a solo unos metros.
Octavius ya no pensaba con claridad.
Ya no podía pensar.
Y saltó hacía la niña.
Octavius la tomó en su brazos y saltó hasta el otro lado de las vías. El tren logró impactarlo en la parte izquierda de su cuerpo, causándole daño.
Pero lo había logrado. Había salvado a esa pobre niña llorona.
— ¿Hombre Araña...? — decía la niña, entre lágrimas.
— Tranquila, todo está bien ahora... — le decía Otto.
No entendía que acababa de pasar. Su cuerpo se había movido solo.
Se movió solo... él estuvo a punto de fracasar, otra vez...
Otra vez...
Eso lo hizo pensar. Acababa de hacer lo correcto, pero... ¿realmente estaba haciendo lo correcto? Había algo que estaba haciendo mal.
Algo en lo cuál llevaba pensando un tiempo.
Realmente, Otto no comprendía en lo que se metía. Fue arrogante. Él era arrogante...
Pero era porque él sabía, que por debajo de todo, no era el mejor. Era imperfecto... y debía de compensarlo.
Y Parker, quien fue la primera y única persona que llegó a su mente en ese momento... estaba lleno de culpa. Otto sabía que Parker estaba lleno de culpa, porque... sabía que era más listos que otros. Mejor, pero a un precio doloroso.
Cuando había vidas en juego, Peter no dudaba. Pero Otto, sí...
Peter Parker era el héroe superior... no él...
En ese momento, Anya cayó de su Planeador, casi desmayada.
Octavius dejó la niña en el suelo y fue rápidamente hacía la chica, la cuál tomó de su traje y se preparó para golpearla.
— Espera... Otto... — dijo Anya, entre sufrimiento — Necesito... necesito tu ayuda...
— ¿Qué...?
— Por favor... Otto, tienes que ayudarme... — dijo Anya — No tienes idea de qué es lo que planea Osborn...
— ¡¿Por qué debería creerte?!
Anya sacó algo de su traje. El frasco con la fórmula que robo.
— La Globulina que uso Osborn... con esto, podremos curar a todos... — dijo Anya, tratando de mantenerse concentrada.
— ¿Qué?
— Por favor... ayúdame...
Norman se quedó pensativo un momento.
Llevaba todo el día preguntándose que era lo que haría Parker...
Y por estúpido que sea... y por ilógico que es.
Sabía lo que tenía que hacer.
Octavius envolvió a Anya entre sus telaraña y la cargó en sus hombros. Tomó a la niña que estaba allí y se fueron balanceándose.
***
Otto había dejado a la niña en una comisaría.
Ahora, se dirigía a su laboratorio.
Tenía el cuerpo adolorido.
Tenía varias costillas rotas.
Su traje estaba completamente destruido.
Pero seguía intentando mantenerse firmo.
En sus brazos, aún tenía a Anya envuelta. Esta había vuelto a perder el control y trataba de liberarse inútilmente.
Octavius aterrizó encima de su laboratorio y abrió la escotilla.
Entró rápidamente y...
— ¡Otto! — gritó Peter — ¡Es una trampa!
— ¿Qué...? — dijo Octavius, volteando en dirección donde había dejado la interfaz neural.
Detrás de Peter, había un montón de granadas calabazas.
Estas comenzaron a parpadear cada vez más y más rápido.
Otto disparó una telaraña desde su disparador derecho y una fuerte onda de choque desde el izquierdo.
La onda impulsó lo más que pudo las granadas a una esquina del laboratorio, mientras que la red empezó a atrae la interfaz hacia Octavius.
Pero, entonces, todo estalló.
El edificio donde se encontraba el laboratorio estalló de un lado. La interfaz neural se vio gravemente afectada por esta explosión.
Otto, a pesar de haber atraido a Peter hacia él, vio como esta había recibido gran parte del impacto.
Vio como sacaba chispas y comenzaba a parpadear las luces. Parecía que iba a volver a destruirse.
— No, no... — dijo Otto, intendando reparar lo más que pudo la interfaz, cortando cables y conectando otros. Pero no servía — ¡Mierda! ¡No!
— O... Ot... Ott...o — decía Peter con estática — Sa... salv...a a l...a ciud... dad...
— ¡Maldita sea, Parker! — dijo Otto — ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!
Octavius no tenía tiempo que perder. Corrió a la computadora y comenzó a insertar todos los datos de la Globulina Verde.
Había creado un intentó de solución capaz de contrarrestar el suero Duende mientras llegaba al laboratorio.
Tenía que lograrlo.
Una vez terminó de formular la formular y hacer que sus máquinas comenzaran a crearla, no tuvo tiempo para hacer una prueba.
Tenía que probarla ahora.
La máquina formó un liquido y lo puso en una inyección.
Otto lo tomó con rapidez e insertó la formula en el cuerpo de Anya.
La chica reía, pero entonces comenzó a retorcerse de dolor. Su piel empezó a volver a su color natural, mientras que su musculatura y tamaño disminuía a la normal.
Hasta que se detuvo los cambios. Anya Corazon despertó de repente, mientras tomaba una bocanada de aire.
Sus ojos y el contorno de este no había podido cambiar. Seguían completamente negro, con un tono verdoso alrededor. Mientras que una sonrisa seguía en la mitad de su cara.
— ¿Funcionó? — preguntó Anya.
— No del todo — dijo Otto, mostrándole la computadora — Aquí podrás ver mis apuntos de la fórmula. Necesito que termines de perfeccionarla.
— Yo... espera, guau... eso fue intenso... — dijo Anya, algo mareada — Bien, bien... de acuerdo, puedo hacerlo... wow...
— Pronto tendrás más ayuda... — dijo Otto, tomando la interfaz — Y Anya...
— ¿Huh? — dijo, mientras se acercaba a la interfaz.
— Eres alguien muy lista si lograste reparar la interfaz... me arrepiento un poco de no haberte contratado en Horizon High — le dijo, mientras caminaba a una silla.
— No te... preocupes por eso... — decía, mientras se agarraba la cabeza.
Tenía mucha información en el cerebro.
— ¿Cuando dijiste que llegaba la ayuda? — preguntó la chica.
— Dentro de un minuto — dijo, mientras sacaba las ondas cerebrales que había robado de SWORD.
— ¿Y tú no ayudarás?
— No... — dijo, mientras se sentaba en una silla, algo alejada.
Otto puso la interfaz neural en una mesa. A esa máquina no le quedaba mucho tiempo de vida.
— Ott...o tienes qu...e sal...var... — decía Peter.
Octavius conectó algunos cables a la máquina.
— Yo no salvaré a nadie... — dijo Otto, poniéndose un casco y presionando un botón — Tú sí...
Y, de pronto...
Todo se volvió blanco.
***
Era un espacio completamente en blanco. No había nada en ese lugar.
Pero si había alguien. Dos personas en realidad.
Otto Octavius.
Peter Parker.
Ambos con sus mismo cuerpos. Con sus viejos cuerpos.
— Y aquí estamos... — dijo Otto — Un segundo en el tiempo...
— Otto, si esto es alguna clase de trampa... — dijo Peter, confundido — Estoy listo para lo que sea.
— Te creo... — le respondió — Por eso es que hago esto...
— ¿Qué?
— Todos mis recuerdos de lo que estuve haciendo en tu cuerpo serán borrados — le reveló — Así no tendrás que pasarla mal con algún pequeño fragmento que haya quedado de mí...
— Otto, ¿qué estás haciendo?
— Me equivoqué, Parker... — le dijo — Yo me equivoqué...
— ¿A qué te refieres?
— Creía que más tecnología, logística, seguir la razón y lo lógico me harían un mejor héroe...
Peter agachó la cabeza.
— Tal vez lo hicieron... — dijo el castaño.
— No... por tratar de superarte, termine poniendo a la ciudad en peligro — dijo Otto — Terminé provocando la muerte de personas inocentes y de seres queridos...
— Otto, espera... es verdad que puede que tenga razón, pero no puede rendirte — le dijo — ¡Debes de salir allí y solucionarlo!
— Ya lo estoy haciendo... — dijo Otto, sonriendo — Fui un criminal, Peter. Provoqué el Aliento del Diablo, la muerte de tu tía y casi destruyo la realidad misma por seguir mis ideales egoístas...
— Otto...
— Debo pagar por mis crímenes — dijo, limpiándose los lentes — Pero, al menos... lo intenté... intenté hacer lo correcto por las personas que amaba... por Connors y Anna Maria...
— ¿Anna Maria?
— Mi Anna Maria...
— ¿La amaste?
— Así es... pero no puedo salvarla, no siguiendo mis pensamientos egoístas... no cargando con todas esa muertes — dijo Otto — La única cosa que puedo hacer para intentar salvarla, es dejar ir ese amor...
En ese momento, Octavius comenzó a acercarse a Peter y a sacar algo de su bata.
— Porque yo sé... que solo tú puedes salvarla a ella... y a Osborn...
Dijo, entregándole la máscara del Hombre Araña.
— Porque tú... eres el Hombre Araña Superior
Peter tomó la máscara con sus manos.
— Norman Osborn está enfermo... — dijo Octavius, tomándolo de un hombro — Anya Corazon está desarrollando una cura... ayúdala. Y también, ve al armario. Guarde algo para ti.
— Otto, no... los circuitos se degradan con rapidez... — dijo Peter, dándose la vuelta — No hagas esto... yo...
— Esta es mi redención, Parker — le dijo Otto, empezando a caminar — Tengo el poder de hacerlo... por ende, tengo la responsabilidad de devolvértelo.
— Pero...
— Así es cómo funciona esa frase, ¿no? — dijo Otto, soltando una pequeña risa — Por esta vez, Parker, no llegues tarde a esto.
Peter sonrió ante eso. Sus ojos lagrimeaban al ver a su antiguo mentor. Aquel a quien había perdido y creyó no volver a ver.
Y ahora, tenía que irse.
— No te pongas triste, Peter — dijo Otto — Al menos, no moriré como un monstruo...
— No lo harás, Doc — dijo Peter — Gracias...
— Ni lo menciones... — dijo Octavius.
— Y me alegra ver que... nuestro último reencuentro... — le dijo Peter — Haya sido estando en el mismo bando...
Octavius sonrió y siguió caminando, perdiéndose en la lejanía.
Peter lo dejó ir...
Suspiró.
Y caminó hasta el frente.
***
Se quitó el casco y se levantó del asiento.
Tenía lágrimas desbordando por sus ojos y se las limpió.
Vio como la interfaz neural se apagaba finalmente, terminando de destruirse por completo.
Siguió caminando hasta el armario. Miró como Anya estaba concentrada en su trabajo.
Había que ayudarla.
Entró al armario y abrió un cajón.
Un traje rojo y azul se mostraba en todo su esplendor.
Se quitó el traje del Superior Hombre Araña.
Se empezó a poner el traje rojo y azul. Primero, por los pies.
Luego, por la cintura. Siguieron los brazos y el pecho, hasta llegar al cuello.
Presionó la araña pequeña en su pecho y el traje se ajustó a su medida.
Se puso su máscara...
Y ya estaba listo...
Abriendo las puertas del armario.
— Mi turno... — dijo Peter, con su viejo traje.
El Hombre Araña había vuelto.
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Buen chicos, espero les haya gustado.
Este es un capítulo algo especial que llevo escribiendo desde que termine el anterior.
Espero sigan apoyando y nos veremos en el próximo capítulo!!!
Publicado el 19/04/21
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