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Preludio del Desastre

Y ahora, tocaba hablar.

Otto Octavius llegó balanceándose hasta el departamento de Anna Maria. Ella se encontraba tirada en su cama, viendo al techo.

Este suspiró y tocó la ventana. 

Anna Maria se sorprendió de esto, saltando de su cama y cayendo al suelo. 

La chica se acercó a la ventana y lo abrió rápidamente.

— ¡Hombre Araña! — dijo la chica, viéndolo — Quiero decir... Peter...

— Hola... tenemos que hablar — dijo Octavius.

— Sí, creo que... creo que sí...

— ¿Puedo...?

— ¡Oh, claro!

Anna Maria se movió a un lado y dejó entrar al enmascarado, quien se quitó la máscara y se sentó en una silla.

La dueña del departamento se sentó en la cama, quedando ambos mirándose fijamente.

Y se quedaron así un tiempo.

Otto no sabía como explicar la verdad. ¿Por dónde debía empezar?

De hecho, ¿cómo?

Él no tenía idea de cómo fue que Peter obtuvo sus poderes. Ni de cómo fue que derrotó a ciertos villanos. ¿Acaso también debía de explicar lo de Ben Reilly?

Todo esto era confuso.

¿Y si preguntaba lo de Panda-Mania? ¿O Scorpion? ¿Cómo explicaba lo de sus muertes?

¿O....?

— ¿Estás bien? — preguntó Anna Maria — Te noto algo pálido...

Octavius levantó la mirada y asintió. Realmente tenía una mirada de asustado.

— Supongo que... que querrás sabes como fue que... que obtuve estos poderes — dijo Otto, finalmente.

— Es un buen punto por donde empezar...

— Bueno, pasó que... bueno, en realidad... no lo recuerdo — dijo Otto, entre risas.

Anna Maria lo miró sorprendida.

— ¡¿De verdad no lo recuerdas?! — preguntó la chica.

— No... — dijo, avergonzado — Es como si... se me hubiera borrado de mi mente...

Técnicamente, no estaba mintiendo. Otto Octavius se había deshecho de todo rastro de memoria de Peter Parker, gracias al ataque que le dio Wanda Maximoff.

Ahora, se arrepentía de haberlo hecho.

— Es increíble — dijo Anna Maria, sonriendo — Un superhéroe que no recuerda su historia de origen.

— Sí... cuando lo que sea que pasó, pasó... — dijo Otto — Todos mis sentidos volaron al límite.

— ¿Y por qué... por qué lo haces?

— ¿El qué?

— Salvar a las personas —dijo Anna Maria — Ser un héroe... ¿por qué?

Esa preguntó le vino como un balde de agua fría al científico. ¿Por qué era el Hombre Araña? 

Cuando cambió de cuerpos con Peter, lo único que lo motivó en ese momento fue querer demostrar su superioridad ante su aprendiz, siguiendo un legado del cual no estaba del todo de acuerdo en seguir.

Así fue como empezó su historia como el Hombre Araña Superior, pero...

— Desde que tengo memoria, siempre fui una persona marginada por todos — dijo Otto — La gente me trataba como basura, me insultaban y me denigraban...

Anna Maria prestaba atención a todo lo que Octavius decía.

— Y cuando obtuve este don... lo usé para demostrarle a los demás cómo de mejor era que ellos — le reveló — Para demostrar que no los necesitaba... que era superior, pero...

— ¿Pero...?

— Pero entonces, perdí a alguien por mi culpa... y todo cambió — le dijo Otto — Cuando uno tiene un don y no lo usa con cautela, puede ser el responsable del sufrimiento de otro...

— Vaya... eso fue algo muy... muy personal — dijo Anna Maria.

— Sí, creo que sí... — dijo Otto — Ahora intento honrar su memoria; defender al indefenso...

— Pues no lo haces nada mal — dijo la mujer — Estuviste increíble hoy en tu combate contra Screwball.

— Sí... no pude haberlo hecho sin ayuda.

— Ese otro Hombre Araña tiene asombrosos poderes.

— Ni te imaginas — dijo Otto.

Él aún recordaba los problemas que le había dado Miles las veces que se enfrentó.

— Pero, ¿sabes qué? — dijo Anna Maria — Prefiero mucho más al original.

Ante esas palabras, el científico se sonrojó un poco. No entendía como esa mezcla de sentimientos podían crear esa reacción en él.

Incluso, empezó a picarle el pecho.

Anna Maria también estaba algo ruborizada.

— ¡Ah! Debes de tener sed — dijo la chica, levantándose — ¿Qué quieres tomar?

— No, no es necesario...

— Por favor, Pete — dijo — Te balanceas por los edificios a cada rato. Debes estar cansado.

— Yo... bueno, sí podría tomar un trago...

Anna Maria caminó y comenzó a sacar una botella del refrigerador.

— Y... ¿viste cuando los Flag Smashers atacaron la ciudad? — preguntó la chica.

— Sí, sí, lo vi... no estuve disponible en ese momento... — dijo Otto, levantándose de su asiento.

Cuando los Flag Smashers atacaron la ciudad por su ideal de tener una libertad sin fronteras, Otto se encontraba en su laboratorio, creando su propio traje. Quien iba a decir que durante esas treinta y siete horas habría una revolución.

— Que bueno que Falcon y Bucky estuvieron ahí... — dijo Anna Maria — La cosa pudo empeorar más...

— Sí, bueno... ellos no lo hicieron mal...

Otto seguía pensando que, al estar que su situación, él hubiera resuelto las cosas más eficazmente.

Anna Maria había puesto unos vasos, junto a un poco de hielo, en un azafate.

— ¿Te ayudo? — preguntó Otto.

— Yo puedo sola... — dijo la chica.

Pero, en ese momento, ella resbaló.

El azafate salió volando, mientras la chica empezaba a caer hasta el suelo.

Los vasos de vidrio cayeron al suelo, rompiéndose la instante que chocaban con este. La botella también sufrió el mismo destino.

Todo terminó cayendo al suelo, excepto por Anna Maria.

Otto había logrado llegar hasta ella y evitó que cayera al suelo. La sostenía de la cintura con su mano derecha, mientras sus rostros se encontraban sumamente cerca.

— Te ayudo... — dijo Otto, casi murmurando.

— Sí, gracias... — expresó Anna Maria, tratando de recuperar el aliento — Eres muy... muy ágil...

— Ya te lo dije... todos mis sentidos... volaron...

— ¿A sí...? ¿Qué tipos de sentidos...?

— Muchos...

— ¿Muchos...?

— Sí... muchos...

Ambos no lo pensaron mucho.

Tal vez por el calor del momento.

Tal vez porque ya no podían aguantar el deseo.

O tal vez, porque simplemente querían hacerlo.

Y solo se dieron un beso.

***

— Creo que... que ya está... — dijo Ganke, viendo la interfaz neural.

— No quedó tan mal... — dijo Anya, también viéndolo.

La máquina que había antes, perdió tamaño. Era la mitad de lo que era.

Ya no poseía los tentáculos que antes tenía. Habían sido quitados. 

Era una máquina, casi ovalada y de colores morados y azules.

— Viejo, está horrible — dijo Miles, viéndo la interfaz.

— Lo importante no es la presentación — dijo Felicia — Tenemos que transferir la mente de Peter de regreso a esa máquina.

— Sí, eso haremos — dijo Anya, tomando el celular — ¿Estás listo, Parker?

De regreso a mi segundo cuerpo favorito... — suspiró el castaño.

Anya Corazón conectó el celular con la interfaz mediante un cable y luego, en su computadora, insertó una serie de números.

— Aquí vamos... — dijo, presionando el botón de ENTER.

En ese momento, el celular se apagó.

— Ay, no... — dijo Ganke.

— ¿Ay, no? —preguntó Felicia — ¿Qué quieres decir con "Ay, no"?

— ¿Se logró la transferencia? — preguntó Miles.

— No estamos seguros... — dijo Anya, acercándose a la interfaz — ¿Peter? ¡¿Estás ahí?!

La interfaz seguía apagada.

— ¿Nos olvidamos de algo? — preguntó Ganke.

— No, es imposible — dijo Anya — Hicimos pruebas...

En ese momento, un fuerte pitido sonó desde la interfaz. Fue lo suficientemente fuerte como para que todos se taparan los oídos.

¡¿Hola?! — dijo Peter, desde la interfaz — ¡¿Esto funciona?!

— ¡Funcionó! — dijo Anya, en tono de victoria.

¡¿Hola?! — volvió a decir el castaño.

— Creo que no nos escucha... — dijo Felicia.

— Sí, ahora me encargo... — dijo Anya, conectando algunos cables — ¿Ya nos escuchas?

Sí, los escucho — respondió — Gran trabajo.

— ¡Bien, otra victoria!

— Ahora, ¿cuál es el plan? — preguntó Miles.

— Tenemos que atrapar a Octavius — dijo la gata — Tal vez podamos sacarle lo que necesitamos para realizar el cambio.

— ¿Y crees que él nos dirá cómo? — preguntó Ganke.

Yo hablaré con él — dijo Peter.

— No, es peligroso — dijo Miles — Podría destruirte.

— Podríamos acorralarlo — dijo Black Cat — Seguirlo hasta donde sea que viva y obligarlo a hacer el cambio.

— Allí debe de tener algún dato que permita saber más de la interfaz...

— Peter se quedará aquí hasta que hayan acabado — dijo Anya.

— Bien, parece ser el comienzo de un buen plan — dijo el moreno — Hay que entrar a la acción.

Los cuatro chicos sonrieron. Finalmente, todo este tema iba a llegar a su final.

Aunque Peter estaba decidido en querer hablar con Octavius...

Y ver que es mejor...

¿Su regreso?

¿O quedarse como estaba?

***

Otto Octavius se encontraba balanceándose por la ciudad.

Se encontraba feliz.

Después de haber estado varias horas en el apartamento de Anna Maria, ya era hora para que el científico volviera a casa.

Pero lo que no sabía, era que estaba siendo seguido de lejos por Black Cat y el otro Hombre Araña.

El Hombre Araña Superior no tardó en darse cuenta, gracias a la aplicación del Amistoso Vecino. Sus Spider-Bots le habían avisado.

— ¿Qué les pasa? — se preguntó Otto, mientras se balanceaba.

No sabía el por qué lo seguían, pero podía ser peligroso si se enteraban de la ubicación de su laboratorio.

El héroe se balanceó hasta aterrizar encima de un edificio.

Miles y Felicia se detuvieron dos edificios atras.

— ¿Qué está haciendo? — preguntó Miles.

— No sé — dijo Felicia — Esta quieto.

— ¿Ahí quedará su hogar?

— Camúflate y acércate.

— Sí...

Miles activó su camuflaje y se fue acercando sigilosamente hasta donde estaba Octavius.

Otto siguió quieto. El podía verlo gracias a la interfaz de su máscara. Sus Spider-Bots tenía visión calorífica, por lo que su aparición no era sorpresa.

El joven de Brooklyn activó su Poder de Veneno y trato de golpear a Otto, fallando debido a que este dio un salto.

— ¡Maldición! — dijo Miles, desactivando su camuflaje.

— Miles, ¿qué estás haciendo? — preguntó el científico.

El moreno no se detuvo y continuó atacando, tratando de darle algún golpe. Pero, Otto Octavius era más ágil y lograba esquivar sus golpes.

En uno de esos intentos, agarró las dos muñecas de Miles con sus dos manos.

— Miles, no quiero pelear — dijo Otto — ¿Podemos hablarlo?

— ¡Él tiempo de hablar terminó! — dijo Miles.

— ¿Qué?

El sexto sentido de Otto se activó, lo que le permitió esquivar una patada de Black Cat.

— ¿Hardy? — dijo Otto, sorprendido de verla — ¿Vinieron a atacarme?

— Eres listo — dijo la gata.

— ¿Por qué?

— No dejaremos que mates a nadie más... 

— ¿Matar? — dijo Otto, mirando a Miles — ¿No les dijiste?

El moreno saltó y trató de atacar a Otto, pero este esquivó su golpe. Felicia disparó una bala eléctrica, afectándole. Miles aprovechó y le golpeó en la cara, mandándolo a volar varios metros.

Octavius, en el aire, disparó dos redes y se impulsó hacia ellos dos.

Los dos chicos siguieron atacando, mientras el científico esquivaba sus ataques.

— ¡Señorita Hardy! — dijo Otto, deteniendo un golpe suyo — ¡Ya no busco hacerle daño!

— ¡Cállate! — dijo Felicia, posando sus dos piernas en el pecho del científico y zafándose del agarre, dando un salto.

Miles se acercó por debajo y le dio un fuerte golpe en el estómago, estrellándolo contra la pared de cemento del edificio.

Ese golpe le había dolido.

— Tienes razón... — dijo Otto, levantándose — El tiempo de hablar terminó...

El Hombre Araña Superior activó sus patas mecánicas. Ahora no iba a esquivar, sino iba a contraatacar.

— Sigo siendo superior a ustedes — dijo el ex villano, molesto.

Otto corrió hasta Felicia rápidamente. Ella intentó disparar otra bala eléctrica, pero Octavius tomó su brazo y lo elevó al cielo. La gata intentó usar su otro brazo, pero el científico la agarró del cuello, tirándola al suelo.

Miles intentó atacar a Otto, camuflado, pero el sexto sentido del héroe le avisó, protegiéndose con sus patas mecánicas.

Agarrando al moreno con las patas, lo tiró en el aire. Otto disparó una red con su mano derecha hacia el joven de Brooklyn, mientras que con la izquierda, pegaba la mano izquierda de Hardy al suelo.

La red que había sido disparada hacia Miles se pegó en su pecho. Octavius jaló de ella, acercando al moreno hacia él, para después darle un patada que lo dejó tirado en el suelo.

Felicia rompió la telaraña con sus garras e intentó darle a Otto, pero este la esquivó y le cortó para de la mejilla con una de sus patas.

La gata se enfureció ante esto y volvió a intentar atacarle.

Miles también se unió, intentando electrificar a Octavius por la espalda, pero el científico poseía un traje que hacía que sus toques Bioelectricos no le hicieran nada.

Octavius tomó a Miles del brazo y lo puso enfrente suyo, usándolo de escudo para las garras de Felicia, quien no paró a tiempo y terminó arañando la araña del pecho del jove de Brooklyn.

Otto pateó a Miles y este chocó con la gata. Black Cat elevó la mirada para ver al científico, quien lo estaba apuntando con su lanzatelarañas.

Este disparó una gran onda expansiva que mandó a los dos héroes a estrellarse contra una pared.

El joven Hombre Araña trató de levantarse, pero Otto logró pegarle completamente con telarañas. Lo mismo ocurrió con Felicia.

Otto había ganado.

— Ustedes pueden llegar a ser todo un fastidio — dijo Otto, acercándose — Y tu Miles, me decepcionas...

— ¡Le robaste el cuerpo a Peter! — gritó Miles, intentando liberarse de la telaraña.

— ¡Ya lo sé! — respondió Otto — Y sé que lo que he estado haciendo está mal... por eso te dije que no mataría a nadie más.

— ¿Qué? — dijo Felicia, mirando al moreno.

— Yo no... — dijo el moreno, algo nervioso.

— Trabajamos juntos, Miles — le dijo Octavius — Para detener a Screwball. Tu mismo viste que ninguno de los sujetos armados estaba muerto.

— ¿Miles...? — volvió a decir Felicia.

— Lo sé, disculpa... — dijo Miles — Quería decírselos, pero Peter dijo que...

Y entonces, el joven se quedó callado. Su cara de culpa se convirtió en una de gran preocupación.

— ¿Qué dijiste? — preguntó Otto.

— ¡No! ¡Yo...! 

Octavius comenzó a usar las cámaras de los Spider-Bots para buscar algo. Comenzó a hacer un rastreo rápido, hasta que encontró la Academia Visions.

Mandó a uno de los Spider-Bots hasta la ventana del cuarto de Miles y allí lo vio.

La interfaz neural.

— Está vivo... — dijo Otto, sorprendido.

— ¡No lo está! — gritó Miles.

— ¡Demonios! — dijo Black Cat, tratando de liberarse.

— Me seguían porque... querían llegar a mi laboratorio... — dijo Otto — Querían intentar volver a cambiar de cuerpos...

— ¡No! — gritó el joven de Brooklyn.

Otto entrecerró los ojos y se dio vuelta.

Tenía que ir hacia la interfaz.

Pero su sexto sentido se activó.

Al voltearse, vio como Miles comenzaba a cargar toda su energía Bioeléctrica. Era abrumadora.

— ¡Maldición! —dijo Otto, saltando.

— ¡Ochenta por ciento! — dijo Miles, liberándose y yendo rápidamente hasta Octavius.

Otto intentó esquivarlo en el aire, pero no pudo.

Miles lo agarró y lo estrelló contra un edificio. Ambos entraron dentro del apartamento y comenzaron a golpearse entre ellos. Los dueños de esos apartamento, al verlos entraron, salieron corriendo de allí.

— ¡No te dejaré hacerlo! — dijo Miles, empezando a ahorcarlo.

— ¡Niño idiota! — dijo Otto, pateándolo hasta el techo.

Miles se pegó en este y saltó, intentando darle una patada, pero fallando ya que Otto lo esquivó.

El científico usó su disparador y disparó una onda de choque, que mandó a volar al moreno fuera del apartamento. Este cayó en otro edificio y terminó quedando inconsciente, debido a haber atravesado tres pisos.

Otto solo saltó y siguió balanceándose.

***

El jefe de policía de Nueva York se dirigía al lugar indicado de su reunión. Ese tal informante que le había estado pasando los datos de Norman Osborn.

Este iba en su propia patrulla, mientras que otras dos lo seguían por detrás. No había certeza de que esta reunión fuera segura.

Sobretodo, con los escándalos que se está generando debido a la renuncia de George Stacy. Si Yuri estuviera allí, nada de esto hubiera pasado.

Por suerte, sus vacaciones estaban próximas a acabarse.

El jefe Cooper finalmente llegó al lugar de la reunión. El viejo cementerio de la ciudad.

Cooper le pidió a sus oficiales que se quedaran esperando en la entrada.

Y él entró solo.

Comenzó a caminar por el lugar. A esa hora de la noche, no se encontraba nadie. Estaba vacío.

Era extraño. Sentía como si alguien lo observaba. 

Y, de pronto, alguien apareció detrás de él.

Cooper sintió su aparición y se dio la vuelta, apuntando con su arma.

— ¡¿Quién eres tu?! — preguntó el jefe.

El ser tenía una gabardina y un sombrero. La oscuridad de la noche no permitía ver su rostro.

La persona se dio la vuetla y comenzó a camina. Ray Cooper vio como este paraba u volteaba ligeramente.

Quería que lo siguiera.

Cooper lo siguió, manteniéndose alerta.

Caminaron un pequeño trecho, hasta llegar hasta una lápida. Una lápida que estaba llena de basura y grafiteada.

Apenas de podía leer el nombre.

— Norman Osborn... — dijo Cooper, viendo la lápida.

— Muchos lo odiaron — dijo finalmente el sujeto — Creo un intento de cura para enfermedades y terminó creando un virus que casi destruye la ciudad.

— El Aliento del Diablo provocó la muerte de miles de inocentes — dijo Cooper — Lo extraño sería que nadie hubiera hecho esto...

La voz de esa persona se le hacía muy familiar.

— ¿Usted es un hombre creyente, jefe? — preguntó el sujeto.

— ¿Disculpe?

— ¿Crees en Dios?

— Sí, creo en él.

— Entonces, si crees en el, también crees en el diablo...

— No lo entiendo — dijo el jefe — ¿Para qué me llamó aquí?

— El diablo ha estado en nuestro mundo desde la creación de este —prosiguió — Aquellos que tuvieron fe en Dios, fueron los únicos que pudieron hacerle frente...

Cooper no entendía a que se refería.

— Pero, aquí llega una pregunta que ninguna religión ha querido responder, jefe Cooper — dijo — Si Dios es tan, pero tan poderoso... ¿por qué no ha acabado con Lucifer?

— ¿Qué?

— Después de todo, él solo quería liberarse de las ataduras que su mismo Dios le impuso... ser libre — dijo el sujeto — Quizás, Dios le teme a esa libertad que Lucifer buscaba... quizás, solo se preocupaba de que sus juguetes no se escaparan de su caja de juegos...

— ¡¿A qué viene todo este monólogo?! — preguntó Cooper, nervioso.

— La sociedad es Dios, jefe Cooper. La sociedad es Dios — dijo — Las personas que viven en ella son los ángeles y la gente que como tú, o cómo los héroes... son los sirvientes más fieles a Dios...

— ¿Qué...?

— Y yo... soy el ángel caído que traerá la libertad que los ángeles necesitas... una libertad que se me fue arrebatada por uno de los sirvientes más fieles.

— No es posible...

— Seré el Lucifer que esta sociedad necesita, jefe... — dijo el sujeto, quitándose la gabardina — Y las personas como usted... son un estorbo para alcanzar la verdadera libertad...

— Duende...

El sujeto se quitó toda esa ropa que le cubría por completo, mostrando quien fue su informante todo este tiempo.

El Duende Verde.

— Volviste...

— De entre los muertos.

— ¿Cómo...?

— ¿Creíste que fue casualidad que te trajera justo a esta tumba? — dijo, entre risas.

— Tu eres... — dijo el jefe, incrédulo — Norman Osb...

No pudo decir nada más.

Un ser musculoso y verdoso, con facciones de duende, le dio un fuerte puñetazo, que lo hizo que este saliera volando varios metros, impactando bruscamente contra una de las estatuas del cementerio.

Al impactar, llenó la estatua de sangre. De su sangre.

Se había destrozado sus brazos y sus piernas, además de que apenas podía mover su columna.

El Duende se acercó hasta el oficial, viéndolo fijamente.

— Tranquilo, tu sacrificio permitirá que la rebelión contra Dios sea un éxito — dijo Norman, sacando un cuchillo — Hoy, voy matar a todos los fieles a él... y lo destruiré.

Y entonces, clavó el cuchillo en el ojo derecho del oficial, acabando con su vida.

El duende musculoso apareció detrás de él. 

— Ve donde está nuestro ejercito — dijo el Duende — Diles que esperen a mi señal.

El ser mutado asintió y se fue de allí, rápidamente.

El Duende Verde solo siguió sonriendo, mientras veía las luces de la ciudad de Nueva York.

Pensando en lo hermoso que se verá... cuando la única luz que quede, sea la del rojo.

El rojo del fuego y de la sangre.

***

— ¿Miles? — preguntó Anya, contestando la llamada — ¿Lo lograron?

¡Anya! ¡Tienen que salir de allí! — dijo Miles — ¡Va para allá!

— ¡¿Qué?!

En ese momento, una figura aterrizó en la ventana del apartamento. Roja y negra.

Era Otto Octavius.

— Ay no... — dijo Ganke, retrocediendo.

Otto los miró por un segundo y luego vio a la interfaz. Tenía activado sus matas mecánicas, así que los dos chicos no podían acercarse, por temor a que les hicieran daño.

— ¿Parker? — fue lo único que dijo Octavius al verlo.

Hola, Otto... — dijo Peter.

— Así que... sigues vivo...

Sí...

— ¿Ustedes lo repararon? — preguntó Otto a los dos chicos — Que listos...

No les hagas daño — dijo Peter.

— No pienso hacerles nada — dijo el científico — Tu y yo tenemos que hablar.

Lo sé...

Octavius tomó la interfaz y saltó por la ventana, perdiéndose entre los edificios oscuros.

Pasaron solo unos cuantos minutos, hasta que llegó Felicia.

Tarde.

— ¿Qué pasó? — preguntó Felicia, llegando al lugar.

— Se lo llevó... — dijo Anya.

— ¡¿Qué?!

— No lo destruyó... — dijo Ganke — Pero no sabemos si...

— No... — dijo la gata.

— ¿Huh?

En ese momento, Miles también llegó.

— ¿Qué pasó? — preguntó el moreno.

— Eso debería preguntarte a ti, Miles — dijo la peliblanca — ¿De qué hablaba Octavius?

— ¿Qué? — pregunto Anya.

— No, no es... — trató de decir el moreno — El me dijo que... que no mataría a nadie más.

— ¿Ya sabías eso? — pregunto Ganke.

Miles solo agachó la cabeza. No quería tener que decirle, pero ya no valía la pena ocultarlo.

Les tenía que explicar todo.

***

Octavius llegó a su laboratorio.

Entró al lugar.

Y dejó la interfaz neural encima de una mesa.

Peter y Otto se quedaron mirando fijamente durante un buen rato.

No sabían como empezar esta conversación.

Bueno... — dijo Peter, finalmente — Me gusta tu traje... está genial.

— Gracias, yo lo hice...

¿Enserio? Vaya, que listo... a mí me lo hizo...

— Stark, lo sé.

Sí, así es... — suspiró Peter — Y tú... ¿cómo te ha ido... en mi cuerpo...?

— Bien... bien, me ha ido bien...

Eso es una mala mentira.

— Es muy estresante y... extraño...

Lo sé... fui el Hombre Araña como por dos años... — dijo Peter.

— ¿Cómo sobreviviste? — preguntó Octavius — Creí que... el sistema de autodestrucción debía de freír todos los circuitos...

Tuve suerte, creo... — respondió — Desperté después de un mes y... bueno, fue toda una cosa que me encontraran...

— ¿Copia de seguridad?

No, transferí mi mente a la app de Miles.

— Ya veo, sí no es mala idea... — dijo Otto — Tenías esa ventana porque había hackeado la aplicación antes...

¿Nos espiabas?

— Eran tiempos extraños... — dijo Octavius — No fue mi mejor actitud.

¿Y cambiaste?

— Sí, algo así... hasta hace una semana mataba a los malos.

Oh...

— Pero ya dejé de hacerlo...

¿Por qué?

—Porque... bueno, es complicado... — dijo, agachando un poco la cabeza.

Perdiste a alguien — dijo Peter.

— ¿Qué? 

Conozco esa mirada... — dijo el castaño — Por mi culpa, he perdido a mucha gente.

— Es duro...

Lo es.

Octavius se quedó callado por un momento.

— Peter, ¿por qué me seguían tus amigos? — preguntó Otto.

Ellos quieren que recupere mi cuerpo...

— ¿Tu también?

Yo... no lo sé...

— ¿No lo sabes? — dijo Otto, soltando una pequeña risa — Siempre divagando, Parker. Hay cosas que nunca cambian.

Desde que tu te volviste el Hombre Araña, la criminalidad disminuyó mucho — dijo — Eres más eficiente que yo...

— Tuve mis complicaciones...

Además, estoy seguro que en este tiempo... tu ya habrás empezado una vida...

Otto recordó a Anna Maria y a su vida en el laboratorio de Connors.

Pensaba en hablar contigo y...

— Para — dijo Otto.

¿Eh?

— Yo te robe el cuerpo... te hice pasar un infierno... — dijo Octavius — Y...

En ese momento, la pantalla de la gran computadora de Otto se puso de color roja. Esto llamó la atención de ambos.

Una risa comenzó a escucharse.

¿Qué es eso? — preguntó Peter.

— No tengo idea...

"¡Hola! ¡Hombre Araña!"

Dijo una voz desde los parlantes.

No puede ser... — dijo Peter.

— ¿Osborn? — preguntó Octavius.

"¡Siempre fuiste el más listo, Otto! ¡Pero tenías el problema de creerte el mejor de todos!"

— Se supone que estaba muerto — dijo Otto.

Así era... ¿cómo es posible?

"¿Ves esto?"

En ese momento, la pantalla se dividió en dieciséis partes, mostrando las cámaras de los Spider-Bots.

Mostraban lugares que conocían.

Varios centros de ayuda de F.E.A.S.T., Control de Daños, el viejo edificio de los Vengadores, varios de los centros de Roxxon Plaza, entre otros lugares.

— ¿Qué planeas, Osborn? — preguntó Octavius.

"¡La sociedad actual me quitó mi libertad! ¡Acabó conmigo! ¡Y ahora que me siento libre, podré mostrarles cómo se siente!"

¿Qué? —preguntó Peter.

"¡Este es un mensaje al mundo! ¡El inicio de mi gran nación! ¡La Nación Duende!"

Y, de pronto, todos los lugares mostrados empezaron a estallar.

Se podía ver como varios cuerpos de personas salían volando, muertos, de esos lugares.

Otto y Peter miraban sorprendidos este suceso. No podían creerlo.

Mientras que se podía ver como un montón de seres verdosos en Planeadores salían de la anda y empezaban a destrozar las calles de la ciudad.

Este era el inicio de la mayor catástrofe en Nueva York.

_________________________________________

Hola creyentes!

Bueno, finalmente empieza el arco de la Nación Duende!!

Y de una forma algo explosiva.

Espero les haya gustado el capítulo y sigan apoyando!

Hasta la próxima.

Publicado el 17/04/21

***

Cerca a la ciudad que nunca duerme, había una persona limpiando unos platos.

Tenía que descansar de todo lo que había pasado los recientes días.

Por suerte, esa noche parecía ser una tranquila y con poco movimiento.

"Se ha reportado extrañas explosiones en distintas zonas de la ciudad. Nadie sabe que es lo que sucede, pero necesitamos refuerzos."

Esta persona veía como unos seres extraños sobrevolaban por los aires en máquinas voladoras.

— Realmente todos quieren llamar la atención — dijo, tirando el secador en la mesa.

Agarrando su teléfono.

Y yendo por su traje.

Esta persona era Sam Wilson.

El viejo Falcon.

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