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Desencadenantes Emocionales

Treinta y siete horas.

Dos mil doscientos veinte minutos.

Ciento treinta y tres mil doscientos segundos.

Ni un minuto más, ni uno menos.

Eso fue el tiempo que se tardó en superar al anterior Hombre Araña.

Ese fue el tiempo exacto en poder volverse el mejor héroe de toda Nueva York.

Y del mundo.

Otto Octavius había terminado su traje.

Había creado una malla resistente, basada en su viejo traje.

Los colores: rojo y negro. El azul era un color que realmente aborrecía. No podía soportar verlo.

Los disparadores, aunque más grandes, se habían vuelto más resistes y con unas mejoras considerables.

Y, lo más importante, un compartimiento en la araña de su espalda. Un compartimiento para cuatro patas mecánicas.

Al crearlas, se basó en cierto recuerdo que tenía.

Las mismas patas, que poseía ese "Iron-Spider". Peter Parker había desaprovechado ese artilugio que Stark le había ayudado a crear.

Era un completo tonto.

Pero finalmente había concluido con su trabajo.

Treinta y siete horas.

El sol se encontraba en lo más alto del cielo. Había pasado mucho desde que empezó.

¿Cuántas personas se habrán puesto en peligro durante ese tiempo?

Seguro más del triple de segundos de treinta y siete horas.

Ser un superhéroe tenía la gran desventaja de no poder mantenerse al tanto de la ciudad.

Parecía que Ganke Lee, amigo del segundo Hombre Araña, había solucionado ese problema.

La aplicación Amistoso Vecino había sido creado para que los ciudadanos reportaran cualquier crimen en su zona.

Otto lo sabía muy bien, debido a que había hackeado esa aplicación para vigilar a Peter Parker.

Pero la aplicación... era inservible.

No cumplía bien su función y era de esperarse. Un simple niño de una simple academia no podía llegar a pensar en todo el potencial desperdiciado de esa aplicación.

Era fácil ver el mayor problema del Amistoso Vecino.

¿Y sí ocurre un crimen... y la persona no puede llegar a mandar el reporte?

Eso podría llegar a costar la vida, no solo del civil, sino de varios más. Incluso, podía generar el fin de toda la ciudad de Nueva York.

Debía de pensar en una forma de mantener la ciudad vigilada. De ver cada callejón, puerta o estación de tren y poder detener cualquier crimen que se presente.

Treinta y siete horas.

Durante todo ese tiempo, escucho un sonido en un cajón. Justo donde había guardado el traje del viejo Hombre Araña.

Era un celular.

Realmente había considerado deshacerse de ese aparato ruidoso, pero no podía deshacerse de algo con tal valor.

Sí iba a ser Peter Parker, debía de mantener las apariencias.

Por lo menos, por ahora.

Los mensajes que tenía eran de distintas personas.

Harry Osborn.

El hijo de quien fue el Duende Verde le escribía.

Otto conocía bien la situación del menor de los Osborn. Él sufría del síndrome de Oshtoran. Una enfermedad sumamente extraña y que perjudicaba su vida.

Estaba seguro que el científico, Morgan Michaels, estaba vigilando su tratamiento. Tal vez no de la mejor manera. Después iría a ver como va el trabajo.

Miles Morales.

El otro Hombre Araña. De hecho, Otto le estaba agradecido. Si no fuera por la aplicación que creo su amigo, tal vez hubiera tenido que improvisar un poco antes de cambiar de cuerpos.

Pero ya daba igual. Debía aparentar enfrente de ese sujeto. Y además, demostrarle lo eficiente que era ahora.

Felicia Hardy.

Hija del fallecido criminal, Walter Hardy.

Una ex criminal que se volvió una heroína que lucha contra el crimen. Tenía entendido que la batalla contra el Duende Verde la dejó en una cama del hospital.

Ya pensaría en una forma de meterla en la cárcel.

Mary Jane.

No tenía información de ella. Tampoco del otro sujeto, conocido como... "Kong". Eran desconocidos para él.

El doctor Curt Connors.

Un viejo amigo. Le había escrito preguntando el por qué no había llegado al trabajo.

Parecía que Connors había contratado a Peter para trabajar junto a él.

Quien diría que un chico de casi 16 años trabajará con un genio de la genética.

Otto decidió ir donde Connors. Ese científico fue de los pocos que lo respetaban cuando trabajan con Osborn.

Treinta y siete horas.

Definitivamente debía salir de ese lugar.

Otto tomo su traje nuevo.

Y salió de su escondite.

Un Superior Hombre Araña empezó a balancearse por las calles.

***

¿Has sabido algo de Pete? — preguntaba Ganke Lee, en una llamada.

Anya, Ganke y Miles se encontraban en una llamada conjunto. Usualmente haciendo esto cuando Miles salía a patrullar las calles de Harlem.

— No... — respondió Miles — Sigue sin contestar mis mensajes.

¿Crees que este bien...?

— No lo sé... creo que matar a Octavius le afectó mucho... — le dijo Miles — Él me contó que antes eran amigos.

Lo sé, bro...

Miles, tenemos una alerta criminal — dijo Anya, revisando la aplicación — Parece ser... ¿qué?

— ¿Qué? ¿Qué sucede? — pregunto el moreno.

Ah... un panda y un hipopótamo asaltan un banco... — dijo Anya.

Miles paró en seco encima de un edificio.

¿Un qué? — pregunto Ganke, confundido.

— Sé de que hablas... — dijo Miles, suspirando — Pete me contó de ellos hace unos días...

¿Quienes son?

— Panda-Mania e Hipo — dijo Miles — Iré a detenerlos.

¡Suerte!

***

La alerta criminal apareció enfrente del visor de su nuevo traje.

Realmente, esos lanzaredes que había creado le funcionaban de maravilla a la hora de balancearse.

Los cartuchos con el triple de sustancia le permitían hacer viajes muy largos.

Y sobretodo, más rápidos.

Otto disparó sus telarañas y empezó a balancearse en dirección del banco que asaltaban.

Octavius había escuchado de ellos. Una pequeña banda criminal que había estado robando varios bancos de Toledo.

Cuando Octopus lanzó esa oferta por la cabeza del Hombre Araña, muchos criminales de distintos lados del mundo  llegaron a la ciudad que nunca duerme.

Y entre ellos, estaba ese par.

Según los informes policiacos, Peter Parker los había derrotado a ambos con mediana facilidad.

Otto Octavius podía superar eso sin ningún problema.

Cuando llegó al banco, vio a muchos policías rodeando el lugar.

Su esfuerzo era admirable, pero su inutilidad en estos tiempos era más que evidente.

A pesar de estar listos para enfrentarse a esos dos, iban a terminar perdiendo y los otros escapando.

El Hombre Araña Superior aterrizó enfrente de todos los policías.

Estos, lo vieron sorprendido. No lo reconocieron por el traje nuevo. De hecho, era seguro que creyeron que se trataba de otro Hombre Araña.

Pero no, era el mismo cuerpo. Aunque sí que era distinta persona.

Otto camino lentamente hasta llegar enfrente de la puertas del banco.

Y las abrió.

Allí, Panda-Mania se encontraba apuntando a los inocentes del banco, mientras que Hipo estaba guardaba el dinero en una grandes bolsas.

— Mira, Panda-Mania — dijo Hipo, sonriendo — Tenemos visitas.

— ¡Tu sigue guardando el dinero! — le grito la chica, molesta — ¡¿Eres el Hombre Araña?!

Otto se quedó callado, mientras su visor analizaba a los criminales. La genial de Octavius había hecho que su traje pudiera analizar los rostros de las personas y pudiera mostrarle el historial policiaco de cada uno de ellos.

— Mapone Romanova... — dijo Superior — ¿Y el otro...? No lo encuentro en mi registro.

— ¡No digas mi verdadero nombre!

— Oh, claro — dijo Hipo, cerrando una de las bolsas — Antes de mutar, era un simple hipopótamo, amigo.

— Eso es ridículo.

— ¡Cállate, Hipo! — dijo la chica panda — ¡Y tu escúchame bien, Hombre Araña! ¡No me importa que te hayas cambiado de disfraz! ¡Acabaremos contigo de una vez por todas!

— No podrán ni darme un golpe.

— ¡Eso lo veremos!

Panda-Mania corrió velozmente hasta el Hombre Araña y trató de golpearlo. Este esquivaba los golpes con suma facilidad, empujando a la chica hacia atrás.

Esta se cansó y dio un gran salto hasta arriba, intentando darle una patada en el aire.

Otto esquivó esto y la tomó del tobillo, para luego dar un giro y estrellarla contra una mesa.

Panda-Mania tenía los ojos inyectados de rabia. De su cinturón, sacó una pistola y comenzó a dispararle al Superior.

Este esquivó las balas antes de que le impactarán, mientras se acercaba lentamente.

Cuando al arma se le acabó la munición, Octavius se encontraba a solo centímetros de ella.

Entonces, le arrebató el arma y lo tiró al suelo.

La chica trató nuevamente de golpearlo, pero Otto paró el puño, y luego se lo devolvió, dándole un fuerte golpe en el rostro.

Luego, la lanzó al centro del banco y empezó a golpearla múltiples veces. Panda-Mania trató de defenderse, pero no podía hacer nada encontrar de ese nuevo Hombre Araña.

Y antes de que pudiera seguir golpeándola, más puertas se abrieron de par en par.

Esto sorprendió al Superior. Se suponía que nadie debía entrar al banco, porque lo estaban robando.

Esta distracción sirvió para que Panda-Mania pudiera darle una patada y lo hiciera estrellarse contra la pared del banco.

— ¡No que decías que no podría darte ni un golpe! — se burló la criminal.

Otto volteo a ver quien había entrado así.

Se trataba de Miles Morales. El otro Hombre Araña.

— ¡Ahí estás! — dijo Miles, corriendo hasta Octavius — ¡¿Dónde estabas?! ¡Te estuve buscando por todos lados!

— ¿Qué haces tú aquí? — le pregunto el Superior a Miles.

— Vine a atrapar a... ¿te cambiaste de traje? — dijo Miles — Veo que copiaste mis colores.

— No te metas en esto, niño.

— ¡Oye, no me digas niño! — se quejó Miles — Todos estábamos preocupados por ti. Felicia me llamó como cien veces, preguntando...

Otto ignoró al chico y corrió en dirección de Panda-Mania.

Ella le sonrió antes de que se acercara y miro a su izquierda.

Allí, Hipo estaba apuntando al Superior con un arma, el cual disparó un potente rayo.

Octavius, al ver esto, se agachó al suelo, evitando que le diera el disparo y luego, con su pierna, golpeó las piernas de Panda-Mania y la dejó tirada en el suelo.

— ¿Estás bien? — pregunto Hipo, a su amiga.

— ¡Solo sigue disparando! — grito la chica panda.

El Hombre Araña aprovechó esto y agarró a la criminal, usándola de escudo.

— ¡Oye! — dijo Hipo — ¡Eso es jugar sucio!

En ese momento, Miles, usando su Poder de Veneno, golpeó en la espalda del hipopótamo, lanzandolo en dirección de donde estaba el héroe.

Este soltó a Panda-Mania y ambos criminales se estrellaron entre sí, terminando afuera del banco.

La chica panda se levantó y trató de volver a atacar, pero la telarañas de Miles Morales la envolvieron y terminó en el suelo.

Eso mismo pasó con Hipo.

Y así ambos, terminaron en el suelo, atrapados.

— ¡Eso estuvo genial! — dijo Miles, levantando la mano.

Pero Otto ignoro esto y empezó a caminar, hacia afuera del banco.

— Oye, bro — hablo el moreno — ¿Estás bien?

— No podría sentirme más vivo...

Octavius camino enfrente de Panda-Mania y la miro fijamente.

Esta trataba de liberarse de las redes que la envolvían.

Los policías y los camarógrafos estaban grabando todo ese momento. El Hombre Araña había cambiado de traje y acababa de atrapar a dos criminales buscados.

— ¡¿De verdad crees que esto me detendrá?! — pregunto Panda-Mania, burlándose — ¡En menos de tres días escapare y volveré a robar! ¡Esto no es nada!

Otto la seguía mirando, mientras sacaba algo de su cinturón.

— ¡Sabes que, estoy segura que luego de que escape, volveré a humillarte! — dijo la chica — ¡Te daré una gran paliza, Hombre Araña! ¡Y no volveré a la cárcel!

— En una cosa tienes razón... — dijo Superior — No volverás a la cárcel.

En eso, Octavius apuntó a la cabeza de Panda-Mania con una pistola.

Un arma de fuego.

La sonrisa en el rostro de la criminal, cambió por una de confusión.

Otto movió su dedo hasta el gatillo.

La tela del traje empezó a presionar suavemente el metal de este.

"No soy un asesino..."

No está vez.

Esta vez, los recuerdos tontos de Peter Parker no iba a interferir en esto. En este nuevo llamado hacia todos los criminales.

En esta advertencia hacia cualquier villano.

En esta nueva etapa del héroe.

¡Bam!

Los sesos de Panda-Mania volaron por todos lados.

La sangre del cráneo de esta chica cayó sobre su compañero.

Y su cuerpo muerto, caía en el suelo, a un costado suyo.

Hipo empezó a gritar de terror y sufrimiento. Su mejor amiga acababa de morir a un lado suyo.

No podía creerlo. Las lágrimas desbordaban sus ojos.

Otto apuntó a la cabeza de Hipo, pero fue detenido.

— ¡¿Qué estás haciendo?! — grito Miles.

El joven, con su Bioelectricidad, empujó a Otto y ambos se alejaron varios metros.

— ¡¿Qué acabas de hacer?! — pregunto el segundo Hombre Araña.

— ¡Lo que se debe hacer con los criminales, niño! — le dijo Octavius — Aquellos que después de ser atrapados, salen y cometen un delito, se vuelven imperdonables.

— ¡¿Qué?!

— Demuestran como no pueden cambiar su pensamiento criminal — continuo diciendo el Superior — Así que deben ser exterminados.

— ¡¿Qué diablos te pasa?! — dijo Miles — ¡Tú no matas a las personas!

— La gente cambia, Hombre Araña — dijo Otto, disparando una red — Acostúmbrate.

El Hombre Araña se retiró de allí, balanceándose.

Miles miró sorprendido lo que acababa de presenciar. No era posible que Peter pensara eso. Ni que hiciera lo que acababa de hacer.

No podía... ¿o sí?

Después de todo, había asesinado a Otto Octavius.

Tal vez algo cambió en él después de eso.

Pero matar a alguien sin dudarlo...

El moreno caminó hasta donde estaba Hipo.

Este estaba tirado en el suelo, llorando encima del cuerpo de su amiga, sufriendo por su perdida.

—Tranquilo... — dijo Miles, posando su mano encima suyo — Tranquilo...

Y las cámaras seguían grabando y tomando fotos.

Los espectadores miraban asombrados y aterrados lo que acababa de suceder.

Algunos festejaban esta acción, mientras otros gritaban despavoridos.

Definitivamente, ese día, se había vuelto uno muy significativo para los ciudadanos de Nueva York.

***

La noticia se había transmitido por toda Nueva York. Los oficiales de policía estaban sorprendidos por tal hecho.

En la estación, todo estaba patas arriba. Luego de que el Dr. Octopus destruyera la comisaría central de Nueva York, se habían tenido que mudar a otra.

Esto se convirtió en un gran problema, ya que no podían enviar muchos oficiales a patrullar.

De entre todas las personas, estaba la oficial Carlie Cooper. Una novata que había ayudado al Hombre Araña en un caso sobre la desaparición de toda la fortuna de Wilson Fisk, luego de que este fuera a la cárcel.

Había resultado herida en esa explosión y tenía unas vendas en su brazo izquierdo.

Pero, aún con todo ese desorden y ruido en la comisaría, la noticia del asesinato había llegado a oídos de todos.

Carlie no podía creer que eso hubiera pasado. Ella era fantástica del Hombre Araña y sabía que él no había matado a nadie, hasta ahora...

¿Acaso había cambiado algo?

No era posible.

Pero no tuvo tiempo para pensar. Estos se vieron interrumpidos por la llamada de su padre, el jefe de policía de Nueva York.

La oficial Cooper se dirigió a su oficina y se sentó en la silla enfrente de su escritorio.

— ¿Jefe? — dijo Carlie, preguntándose por qué estaba allí.

— ¿Cómo te encuentras, hija? — pregunto el jefe Cooper.

— Estoy bien, mi brazo no duele mucho...

— Los doctores dijeron que debías tomar una semana.

— Papá, solo son unos rasguños. Sanarán — le dijo su hija — ¿Por eso me llamaste?

— Sí... no, no solo por eso — le dijo — ¿Terminaste con tu investigación del dinero de Fisk?

— Sí, resulta que fue Otto Octavius quien robó el dinero.

— ¿Y tienes alguna prueba?

— Claro... que no...

— Entonces aún no acabas, Carlie.

La única prueba que podía llegar a tener, era la computadora de Otto Octavius.

Pero cuando lo trajeron aquí, no había ningún rastro o pista que dijera que había robado el dinero.

Ella creyó que lo había hecho desde esa máquina que la que había transferido su mente, pero estaba completamente destruida y carbonizada.

No había forma de volverla a activar.

— Creo que continuar con mi investigación — le dijo Carlie, sonriendole.

— Eres igual a tu madre, hija — le dijo el jefe — Solo que un poco más torpe.

— ¡Oye! Se supone que debes darme un cumplido

— No voy a mentirte.

Carlie Cooper rió y se retiró de la habitación.

Y así, el jefe Cooper se quedó solo, en eda oficina.

Listo para continuar su propia investigación.

Para averiguar... ¿cuál era la relación entre el ex alcalde y fallecido Norman Osborn y el Duende Verde?

***

Otto se balanceo hasta llegar al laboratorio de la ESU. Allí, se encontraba el profesor Curt Connors, quien alguna vez fue el Lagarto.

Al momento de entrar, vio salir a alguien. En tipo rubio y musculoso.

Con una mirada de muerto.

Este empujo el hombro de Octavius, y lanzó un suspiro de fastidio.

— Oye, ¿qué te pasa? — pregunto Otto.

— ¿A ti qué te pasa? — respondió este chico — Connors te contrata y tu desapareces el día que tu bienvenida.

— He estado ocupado, tonto — dijo — No pude venir por una razón.

— Sí, claro. Pudiste haber mandado un mensaje o haber llamada — le dijo — El que no hayas hecho eso demuestra lo poco que te importa esto.

— ¿Cuál es tu problema conmigo? — dijo Otto, apretando su puño — ¿Nos conocemos?

— ¿Acaso estás tan "ocupado" que te olvidas de todos tus amigos? — pregunto — Eddie Brock, niño.

Al escuchar ese nombre, varios recuerdos llegaron a la mente de Otto.

Eran recuerdos muy extraños. Vio como Eddie y Peter eran grandes amigos. Como jugador de niños.

Como ambos fueron juntos a una fiesta del alcalde Jameson.

Como Peter sostenía el cuerpo de una mujer rubia, la cual estaba muerta.

Como Eddie le iba proponer matrimonio a esa mujer.

Era recuerdos extraños. Muy vagos. Pero que revelaban muchas cosas del pasado de Parker.

Pero no le tomó tanta importancia.

Mejor dicho, no le importaban.

Octavius se dio media vuelta y entró al laboratorio.

Eddie también volteó y se fue de allí.

Al entrar, vio al doctor Connors hablando con alguien.

— Doctor Connors — saludo Octavius, sonriendo — Ha pasado tiempo.

— Hola, Peter — dijo Connors, viéndolo llegar — ¿Dónde estuviste?

— Yo... tuve cosas que hacer — dijo Otto. Debía acostumbrarse a que todos lo llamaran por el nombre de Peter — Me disculpo por la tardanza.

— Oh, ya veo... — dijo, mientras se acercaba a susurrarle — Eso sobre tu trabajo heroico, ¿no?

Esto tomó por sorpresa al doctor. ¿Acaso el doctor Connors conocía la identidad de Peter? Si eso era así, ¿cuántos mas sabían la identidad de Peter?

Parker había sido muy descuidado con eso. Un error que Otto Octavius no cometería.

— De todas formas, me alegro que llegaras — dijo Connors — Hay alguien a quien te quiero presentar.

Connors extendió su brazo para mostrar a alguien, pero Peter no vio a nadie.

Eso era extraño.

— Aquí abajo — dijo una voz.

Otto bajó la cabeza y la vio. Era una chica, bajita, y que se veía algo ofendida.

— ¿Quién es esta niña? — pregunto Octavius — ¿Tu hija?

— ¡No soy una niña! — dijo la chica, enojada.

— Peter, ella es Anna María Marconi — la presentó Connors — Estudia aquí, en la ESU.

— ¿Qué? — dijo Otto, sorprendido — ¿Cuántos años tienes?

— Diecinueve, tarado — dijo Anna, molesta.

— Estuvo acercándose al laboratorio últimamente, pero ayer tuvo el valor de aceptar la vacante — dijo Connors — Anna María, te presento a Peter Parker.

— No me importa quien sea él — dijo Anna María — Digame, doctor. ¿Cuál es la investigación que vamos a realizar?

En ese momento, una persona salió del cuarto del costado. Otto lo reconoció de inmediato.

— Clonación, señorita Marconi — dijo Miles Warren, científico — Intentaremos clonar los miembros perdidos de las personas.

— Creí que te habías alejado de ese tema — le dijo Otto a Connors.

— Y así fue, pero Miles vino con una idea que... no pude rechazar...

Miles Warren. Hace mucho, Otto había hablado con él. Era un tipo sumamente extraño, y más extraño, fue lo que le contó aquella vez.

Una chica, la cual tenía encerrada y experimentaba con ella. Tenía que investigarlo y buscar una manera de atraparlo. Antes no pudo, pero ahora sí.

Primero, recabaría información. Y trabajar con él era una gran fortuna.

Parece ser que todo iba de acuerdo al plan.

Todo salía bien para el Superior Hombre Araña.

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Buenas a todos!!

Espero que les haya gustado este capítulo!!

Lo tenía escrito desde ayer, pero decidí publicarlo hoy jeje.

En fin, espero digan apoyando!!!

Nos vemos en el próximo!

Publicado el 08/03/21

***

"Fresco, como una lechuga"

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