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Nuestro amigable Vecino

La mañana empezó como cualquier otra.

Bueno, últimamente, ninguna mañana ha empezado como cualquier otra. Después de todo, mi vida dio un giro de 180°.

Pero creo que debería de empezar desde el principio.

Mi nombre es Yu, Yu Onomae. Soy de Japón, pero vine a Nueva York cuando era un niño.

No recuerdo casi nada de mi país natal.

Y soy... ¿un estudiante corriente? ¿Un simple muchacho que vive una vida simple?

No, creo que no soy así.

De hecho, nunca fui normal.

¿Alguno conoce la universidad Empire State?

Es una de las universidades más prestigiosas de todo Nueva York.

Y estudio ahí.

Ahora, seguro pensarán que soy un chico aplicado, muy inteligente. Algún tipo de nerd o erudito de alguna materia... pero no.

Soy toda una desgracia.

Me he esforzado demasiado para poder entrar a esa universidad. Días y noches estudiando para poder ingresar a través del examen.

Hasta que, finalmente lo hice...

Pero, nunca imaginé que el cambio de la preparatoria a la universidad fuera tan grande.

No puedo seguirle el ritmo.

Y es por eso, que ahora escapó de la realidad.

Tanto esfuerzo, para que ahora esté aquí, en un campo de bouldering... escalando....

Y tropezando...

Y cayendo... sobre un gran colchón.

— Has estado viniendo mucho, últimamente — me dijo el entrenador, extendiendo su mano.

Yo la tomé y me puse de pie.

— Gracias — dije.

— Sabes, el bouldering es algo magnífico y practicarlo por las mañanas es bueno, pero... — me dijo — ¿Está bien saltarte tus clases?

— Yo... bueno, eso...

Así es, la única forma que encontré para escapar de mis problemas... es escalando.

No mentiré, me ha ayudado mucho a desestrezarme.

Y creo que es, porque, por un momento... me hace sentir como si fuera el Hombre Araña.

Mi héroe. Alguien que yo realmente admiro.

Aún recuerdo verlo en las noticias, como atrapó a Electro y pronunció su nombre frente a las cámaras.

Fue algo realmente genial.

Y, desde entonces, había sido fan de ese superhéroe.

***

Pero ahora, debía volver a la realidad de mi vida...

Mi exasperante vida.

Lo único que me emocionaba de volver a mi casa, era ver las noticias. Siempre había alguna noticia sobre el Hombre Araña.

Sobre alguna hazaña que haya hecho. Incluso si el Daily Bugle lo había escrito.

Y según leía, parecía que seguían hablando sobre la gran explosión en ese almacén, hace ya tres días.

Además, de la muerte de la hija del capitán de policía.

Pero el Hombre Araña había podido salvar a varios chicos de esa gran explosión y eso era sorprendente para mí.

Ese sujeto era como si fuera de otro mundo.

— Te dijimos que lo tuvieras listo para nosotros, ¿no? — dijo una persona dentro de un callejón.

Me acerqué a ver que era lo que ocurría.

Un tipo enorme estaba sosteniendo de la camiseta a otro chico, más pequeño y gordo que él.

Yo lo reconocí de inmediato.

Era Toby, de mis clases, quien me pudo ver de reojo.

Yo me asusté. No tenía idea de que hacer. Si ayudarlo o dejarlo ir.

Iba a recibir una paliza de esos sujetos si lo ayudaba. Esto no iba bien.

Pero, ¿cómo podía ayudarlo? Yo solo soy...

Y entonces, vi mi celular. La imagen del enmascarado me hizo reflexionar.

Si yo fuera el Hombre Araña... no dudaría en un momento como este.

Di un paso, listo para defender a mi compañero.

Pero, de pronto, vi como el chico grande le proporcionaba un puñetazo a la cara de Toby.

Eso me asustó, lo que me hizo quedarme petrificado.

Lo único que pude hacer fue retroceder y esperar a que el tipo grande de fuera del lugar.

Lo que tardó unos minutos, hasta que se cansó.

Vi como se iba de allí, fastidiado.

Cerré los ojos de frustración. Me sentía como un completo inútil.

Hasta que escuche otros pasos salir del callejón.

Era Toby.

— ¿Tu estás...? — dijo, viéndolo sangrar por la nariz — Lo siento... lo siento mucho...

— No te preocupes por eso... — me dijo, antes de irse — No me hice ilusiones de todos modos.

Yo solo me quedé callado, mientras dejaba que el chico se vaya.

Era patético, ¿no lo dije?

Solo dejé que el abusivo le hiciera daño al pobre chico.

Volteé la cabeza y noté algo en el suelo, tirado.

Me acerqué un poco y vi lo que era.

— Es el carnet universitario de Toby... — dijo, recogiéndolo del suelo.

Pero al hacerlo, mi vista se fijo en otra cosa.

Algo que estaba dentro de un contenedor de basura.

Decidí meter mi mano y ver que era lo que me llamó la atención.

Y, de pronto, vi que era lo que se trataba.

— ¿Qué es esto? — dije, sosteniéndolo en mis manos.

Eso que sostenía, era sin duda...

Un traje completamente igual al del Hombre Araña.

Fue genial.

***

— Está bien hecho... — dije, revisando la máscara.

Llevarlo a mi casa fue muy fácil. Tenía mi mochila vacía, ya que no había ido a la universidad. Aunque claro, mi familia no tenía idea de eso.

— Que desperdicio tirarlo... — volví a decir, dejando la máscara en mi cama.

Luego, agarré el traje y comencé a observarlo.

— Creo que es de alta calidad, pero este traje... — dije, mirando la pequeña araña en el pecho — No parece ser comprado, por lo tanto... ¿puede estar hecho por un fan...?

Y entonces, se me ocurrió una idea.

Me puse el traje.

Era muy grande para mí. Como si fuera para alguien gordo. No podía ser el traje del Hombre Araña... hasta que presioné la araña del pecho.

El traje se auto ajusto a mi cuerpo, quedando perfectamente. El tipo que hizo ese traje debió estar muy orgulloso. Casi parecía ser el verdadero traje.

Aún así, las ganas pudieron más conmigo y decidí tomarme una selfie con el traje puesto.

Me quedaba muy bien.

— Me veo genial... — dije, entre unas pequeñas risas emoción. 

En eso, vi la palma de la mano del traje. Me pregunté que era lo que hacía ese botón. Y como toda persona coherente... lo presioné.

Una red de telaraña salió disparada hasta las puertas de mi clóset. Eso me asustó mucho.

— ¡No es cierto! — dije, viendo la red en las puertas — ¡¿Qu-que-qué debo hacer?!

En eso, tiré de esa cuerda con todas mis fuerzas, desprendiendo las puertas de mi clóset, tirándolas al suelo.

Eso había provocado un gran ruido.

— Yu, ¿qué pasó? — dijo mi padre, desde la cocina — ¿Estás bien?

Al notar que mi padre se acercaba, corrí hasta la puerta de mi cuarto y la cerré, rápidamente.

— ¡Estoy bien, no te preocupes! — le dije a mi padre, a través de la otra puerta.

— Entonces bien, supongo... — dijo — No has tenido nada en tus manos peligroso, ¿verdad?

— ¡No, no, estoy bien!

— Yu... deberías enfocarte en estudiar para tu examen... — dijo, volviendo a la cocina.

— Sí...

Una vez mi padre se retiró de allí, me desplomé al piso, agotado por la presión y el miedo. Una vez, recuperé aire, me dispuse a quitarme la máscara.

— No puede ser, ¡este es el traje real del Hombre Araña! — dije, en voz baja — Pero porque estaría en un lugar así...

***

Estoy de salida... estoy de salida...

Era algo que me repetía en mi mente.

La noche anterior fue cuando me encontré con el traje verdadero del Hombre Araña, así que decidí volver al lugar donde lo encontré. 

Tal vez así podría devolvérselo, aunque... también podía ser enviado a la eliminación de basura.

Esta era otra situación que me superaba.

Lo único que se me ocurrió fue correr milagrosamente tras el héroe, llevando ese traje puesto.... ¿pero cómo iba a reconocerlo?

— Cuidado, niño —me dijo un señor ciego, deteniéndome con su bastón.

Me salvó de ser atropellado por un auto.

— Gr-gracias... — le dijo, mientras veía como se iba.

Baje la cabeza y vi mi maleta. Dentro estaba el traje del Hombre Araña. No tenía idea de que hacer...

Entonces, levanté la vista y vi la cima de un pequeño edificio.

Y, antes de que pudiera pensarlo bien, ya estaba arriba de ese edificio, con el traje puesto, viendo todo lo que podía de la ciudad.

Y tomándome fotos.

— ¡Espera, no! — dije, retrocediendo un poco — ¡¿Qué demonios estoy haciendo?!

— ¡Oye, mira! —dijo uno de los ciudadanos de la calle — ¡Es el Hombre Araña!

— Oh no...

— ¡Más allá, Araña! — dijo una señora — ¡De prisa!

— ¿Qué?

Y, en eso, volteé hacia donde me señalaban...

Un gran fuego se podía ver en uno de los edificios pequeños. Había personas en peligro.

— ¡¿Qué estás haciendo?! — preguntó una de las personas — ¡Rápido!

— ¡Hombre Araña! —dijo la señora — ¡Por favor!

Yo agarré mi cabeza con mis manos.

¿Qué debía hacer?

Era verdad que estaba vestido como el Hombre Araña, pero... no tenía ningún poder. Era un inútil.

Pero, entonces... ¿por qué...?

¿Por qué diablos... estaba corriendo hasta el edificio en llamas?

No tardé en llegar al lugar. Se veía peor de cerca que de lejos. No era una simple broma, de verdad había fuego por todo el lugar.

— ¡Hombre Araña! —dijo una señora rubia, al borde de las lágrimas — ¡En el tercer piso! ¡Mi hijo está ahí! ¡La entrada colapsó! ¡Por favor!

Yo me quedé petrificado. Ella estaba pidiéndome que escalara hasta allá arriba...

— ¡Te lo ruego!

Era imposible, me dije mientras me acercaba al edificio. 

¡¿Qué estoy haciendo?!, me dije mientras empezaba a escalar hasta el primer piso.

¡Alto!, me dije, mientras tomaba la baranda de la terraza del segundo piso.

Mi cuerpo se movía por si solo. No podía creer que estaba haciendo todo eso. Estaba completamente agradecido por practicar bouldering. 

Solo había una diferencia...

No tenía un colchón por si me caía.

Y estuvo a punto de pasar. Casi caía al vacío, luego de que el aire acondicionado, por el cual me había parado para llegar al tercer piso, se había desprendido y caía al suelo.

Tuve la grandiosa suerte de no caer y morir, ya que logré sostenerme de la baranda del tercer piso. Me impulsé lo mejor que pude y entré al apartamento del tercer piso.

Comencé a buscar al niño por todos los lugares que podía. 

Y logré encontrarlo en el baño, asustado y llorando.

Este, al verme, corrió a mis brazos y me abrazó.

— Todo está bien ahora... —le dije, para calmarlo.

Pero, en realidad, nada estaba bien.

El camino por donde había entrado se había desmoronado. 

Traté de bajar por las escaleras, pero el fuego no paraba de consumir todo a su paso. Estaba realmente desesperado.

Decidí subir las escaleras, con el niño aún en mis brazos. Tenía que llegar de algún modo... pero, de pronto, mi vista se puso nublosa.

Mi pierna izquierda cayó de repente. No me quedaban fuerzas en toda la parte izquierda de mi cuerpo, mientras que la parte derecha no paraba de temblar.

Mi consciencia se desvanecía, poco a poco.

— ¡Escúchame! — le dije al niño — ¡Seguiremos las escaleras hasta el techo!

Y, como mi suerte no podía ser peor, las paredes y el tejado se desplomó enfrente mío, impidiendo que pudiéramos seguir subiendo.

Ya no podía seguir.

Ya estaba resignado.

Ese iba a ser mi final. Un final de un perdedor que creyó ser un héroe.

Sentía que escalaba una montaña sin final. Una montaña que no podía escalar. Y que me quedaba sin fuerzas.

"No te preocupes por eso..."

Ni siquiera había podido devolverle el traje a mi héroe. Era un fracaso en todos los aspectos.

"No me hice ilusiones de todos modos"

Es era correcto... yo lo sabía muy bien.

No tenía ningún poder.

Solo era... un marginado.

— ¡Araña! — gritó el niño.

El fuego se había acercado demasiado a nosotros, era normal que estuviera asustado.

Un niño que había puesto toda su confianza en mí. 

Ahora, iba a ver como su "héroe" le fallaba...

Pero, aún así, verlo llorar de miedo y de angustia.... verlo sufrir.

No quería eso. No quería que ese niño estuviera triste.

¿Qué clase de hombre sería si no podía proteger a un niño pequeño?

Posé mi mano derecha, temblorosa, sobre la mano del niño.

Este me miró, asustado.

Y, por alguna razón, mi cuerpo se levantó... no, no fue por alguna razón.

¡Fue para poder cumplir con las expectativas! Si quería hacerlo... 

¡Debía levantarme!

Empecé a ver toda la zona en la que me encontraba. Debía de haber una salida de ese lugar.

Y sí la había.

Vi una puerta del departamento del cuarto piso. Nuestro boleto de salida.

Corrí hasta dentro del departamento y fui al balcón. 

No había notado lo alto que era el edificio hasta que vi hacía abajo.

Pero ya no podía volver. El fuego ya estaba llegando hacia donde estaba.

Solo me quedaba una última opción. Saltar y disparar una red de telaraña.

Y eso hice.

Disparé una red de telaraña a una de las barras de la baranda y salté, salvándonos de una gigantesca explosión.

Y me puse feliz de habernos salvado... hasta que vi como la barra se fulminaba por el fuego y desprendía la red.

Ahora, estábamos cayendo, como cuando me caía de las paredes de escalar.

Vi al niño en mis brazos. Tenía los ojos cerrados.

Y lo único que pude hacer, fue abrazarlo con todas mis fuerzas, tratando de usar mi cuerpo como si fuera el colchón del bouldering...

Y, por suerte, las personas en la calle también pensaron como yo. Una gran manta nos salvó de estrellarnos en el suelo, lo cuál fue la mayor suerte que tuve en toda mi vida.

Nos levantamos y quedamos en shock por unos segundos, hasta que el grito de felicidad nos despertó de nuestro asombro.

La madre del niño corrió hasta su hijo, para abrazarlo.

Ambos lloraban.

Y yo sonreía por debajo de la máscara.

— Salvaste a mi hijo — dijo la señora, siendo un mar de lágrimas — Gracias...

— ¡Gracias, Hombre Araña! — dijo el niño, abrazándome.

— Yo soy el que debería estar agradecido — le dije.

— ¿Uh? ¿Por qué? — dijo el niño.

Las personas que había observado todo empezaron  a acercarse a la escena, lo que me preocupo mucho. Debía de alejarme de ahí.

De pronto, un camión de bomberos se interpuso entre yo y el público.

Me despedí de la madre y del niño, y salí corriendo de allí, lo más rápido que podía mi cansado y lastimado cuerpo.

Fue la primera vez que salvaba una vida...

Se sentía muy bien.

***

Y así, pasaron cinco días. Mi cuerpo no podía estar más adolorido, aunque por suerte, ya me estaba recuperando.

En las redes sociales, se seguía hablando de la hazaña que había hecho hace poco.

Aunque había comentarios algo hirientes, diciendo que ahora el héroe se veía más flaco o oxidado.

Parecía que no había podido cumplir con todas las expectativas... pero estaba feliz de haber podido salvar a ese niño.

Entonces, vi una noticia que me llamó la atención.

"No hay señales del Hombre Araña después de su ayuda durante gran incendio hace 5 días"

— Hombre Araña... —dije, viendo la noticia — ¿A dónde fuiste...?

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— ¿Cómo va todo, Peter? — dijo una chica peliblanca, adolorida, viendo a su amigo entrar a su cuarto de hospital.

— Lo mejor que se puede... — respondió el castaño, sentándose en el sillón que había en la habitación.

— ¿Has visto las noticias...?

— No mucho, Felicia...

— Dicen que el Hombre Araña salvó la ciudad hace cinco días...

— Seguro es ese nuevo héroe que se ha avistado...

— Sí, tal vez... — dijo Felicia, viendo la noticia desde su celular.

Todo eso era muy extraño para ella.

E iba a llegar al fondo de esto.

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