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▪Capítulo Siete: Sin nada▪


No salvaguarda ningún tipo de memoria en su forma de procariota. Principalmente, porque una no tenía memoria. Fue un ente vivo, movible y agitado, durante gran parte de su existencia. Con leves flashes de lo que pudo ser una capacidad de percibir precaria. Solo sabe que se debió movilizar hasta alcanzar a las fases tempranas de la vida en la tierra, en formas primitivas que al día de hoy apenas tiene sus sensaciones de composición. Sabía qué fue, qué forma optaba durante milenios, pero no tenía consciencia de esos tiempos; perdidos en dejavus repentinos. No supo qué formas optó a lo largo de su eternidad, exceptuando una única forma que obtuvo.

Esa forma fue obtenida en un acuifero encerrado por fallas tectónicas con él adentro. Una criatura de largas patas, numerosas y tenaces, de agujas finas en sus puntas: los rasgos de una araña.

Pasó millones de años en aquella cavidad oscura, apresado en las piedras de un ecosistema original en el recinto. Yace en el junco de piedra donde la falta de aprehensión del sistema no chirreaba en sentido positivo, donde solo recordaba devorar y devorar hermanos y hermanas de extremidades elaboradas. Fue así donde obtuvo ese disfrute y placer de devorar estas criaturas, aunque no lo necesitase. Es gracias a esa obsesión, que resuena en su cabeza esos momentos. Sabe que ocurrió, que lo vivió, y que sigue viviendo con ese gusto. Solo recuerda que frenó todo ese melodrama destructivo, cuando unas piedras cayeron del tejado abriendo un hueco; dando paso al sentimiento de la luz, que pareció socavarlo de la profundidad de la ignorancia al sentir su tacto.

Había sido abierta por unos nuevos seres vivos: individuos bípedos erguidos por sí mismos y sin pelo en su cuerpo. Antes de ser araña, debió ver algún ancestro lejano suyo. Ahora, podía verlos en su máxima expresión tras milenios: eran los Homo Sapiens, iniciando su fase histórica conocida como "el Mesolítico". Estaban recorriendo una caverna para convertirla en un hogar temporal, cuando hallaron delante suyo ese estanque de agua subterráneo. A penas tuvo contacto con ellos, se convirtió en alguien semejante, aunque con cierta similitud a un insecto o animal raramente estructurado, asustandolos, pero quedando grabado después en sus muros en una rara fusión antropomorfica, que continuaría varios milenios más.

Fue testigo del paso del Paleolítico al Neolítico. Vivía en pueblos para ver cómo empezaban a acumular recursos, y con el paso del tiempo, destinarlos del bien público a fines propios; al nacimiento del prestigio y de la excepción...de la clase dirigente y gobernada; del poder concertado al poder concretado; del ejercimiento de la fuerza en la voz de una persona hacia los albores del entorno. Paso a paso, hallaron nuevos materiales del suelo, empezaron a expandirse por el mundo, conquistando territorios habitados por otros: nacían imperios y reinos, surgían ejércitos que se encarnaban en la sangre guerrera de sus antepasados. Entristecian los suelos, secaban los cuerpos, incendiaban las leñas de lo que alguna vez fueron hogares, trastocando el aire con sus asquerosas flamas o entregándose a la carne de mujeres inocentes, cosa que siempre le asqueo. Intentó alejarse muchas veces de esas cosas, pero el tener el hambre hizo de una matanza la justificación necesaria para saciarla. Comenzó a vivir de la gloria hurtada de otros, fuese quien fuese, sin permitirse siquiera cuestionarse su selección. También aprovechaba y comía estas delicias con rasgos de arañas como condimentos, sazonado su comida con una dulce sal. Continuó durante toda su existencia de esta manera, hasta que lo conoció a él.

Lo conoció en lo que es ahora el actual norte de Nepal, donde aquel iluminado (o divinidad) caminaba con una multitud, frenando desgracias con solo alzar la mano y ayudando a todo el que se pusiese delante con su sonrisa elevada. En un mundo donde la barbarie estaba justificada, él fue el primero en salir de la espiral de dolor y encontrar un nuevo sentido medio. Le habló e iluminó con sus hechos, hallando por fin una convicción para evitar el desangre desenfrenado: encontrando al que sería siempre su maestro.

Insistió en continuar sus directrices, evitando consumo de hombres y otros derivados de carne para consumir solo vegetales, por más que su sabor le fuese insufrible. Quería parar la espiral de dolor y sufrimiento que todos estamos condenados a vivir; aquello que nos mueve a matar seres que sufren y que se retuerce por culpa de sus nervios y nuestros actos. Movido por el ansia de ser igual a él, ser mejor. Pero nunca llegó a serlo. Siempre terminaba sucumbiendo...por el patinar de una maldita araña en los árboles o arbustos; en el que su instinto eludió sus ideas y agarraba a la auriga hacia el consumo, concluyendo en la repetición de un ciclo que nunca logró cerrar. Se lo contó a su maestro, explicando en su momento lo poco que comprendía de lo que alguna vez fue. Su maestro oyó atentamente, agarrando su hombro, y pronunció:

-"Eres tú quien debe agarrarse, quien debe controlarse. Lastimosamente, tu instinto no es igual al humano, por lo que debe ser más duro para ti. Pero, según cuentas, tienes mucho por vivir. Así que estoy seguro de algo: lo vas a lograr, saldrás algún día de todo esto. Y serás recordado".

Este último apéndice no fue discernido en su momento, pero con su posterior partida (que hasta el día de hoy, no entiende cómo fue o si siquiera si se fue) se percató que antiguos hombres empezaban a permanecer en la memoria colectiva. Algunos discípulos de Buda, como Ananda, eran recordados. Guerreros y sacerdotes que se enfrentó, como el Rey David, Salomon, Aquiles, Heracles, Im-Hotep...no eran diferentes en el destino, perseverando por siempre y para siempre. Incluso cuentos o dioses que han acompañado al hombre desde tiempos más pasados, tenían rastros en el presente a pesar de sus modificaciones y cambios de nombre. En cambio, el espécimen ancestral se dio cuenta que, cualquier apodo que usaba en la antigüedad, fue obteniendo una personalidad propia, pero desconociendo todos quién era realmente. Todos conocían los nombres que tuvo en vida, pero no quién era realmente en vida. Estaba perdido, sin un nombre para dotarse de personalidad, ni de trascendencia afirmativa del ser.

Buscó transcender contando por segunda vez su origen a cierto individuo que, en vez de simplemente tratarlo como era, lo deidificaron como una deidad eterna del mundo. Fue en el imperio romano, donde fue alabado como el mesías del mundo antes de ser castigado en la cruz como un simple pagano y sacrilegio a las costumbres de los judíos. Recuerda bien que, tras lograr escapar de la cruz en una noche, la gente del poblado vio tal acto como un milagro más. Le había erguido como un mártir, pero recordándolo por un breve tiempo bajo otro seudónimo. Retiene en su cabeza la ocasión en la que, cuatro años posteriores a los sucesos, estaba sentado en una banquilla de madera cuando vio pasar una multitud, siguiendo a otro supuesto mesías. Este marchaba con algunos hombres llamados "discípulos", categoría ya de adoración, donde se hablaba de sus alegatos maravillosos en múltiples personas. Pensó que era otro charlatán, igual que él fue, y que no llegaría a dejar su mancha en el mundo ni en aquella provincia de Judea. Pronto sus designios fueron distintos, borrando su original rasgo de adoración como mesías para ser intercambiado por otro mesías de renombre internacional hasta hoy. La historia lo había dejado relegado incluso bajo su propia revelación, dejando su verdad como un misterio nunca resuelto.

Fue a partir de ahí donde decidió volver a matar, ignorando sus antiguos designios. Generó términos para designarlo como un mal, como el Diablo o el Coco, pero jamás se asimilaba quién era propiamente, y era mejor. Puesto que no quería sufrir como en la antigüedad. Con el paso del tiempo, empezó a descontrolarse, dando espacio a personalidades como: Vlad el Empalador, Falasis, Atila...gobernando reinos e imperios de destrucción, devorando a escondidas porciones de carne humana de los más grandes enemigos que tuvo en vida. Fue así como también desarrolló una tendencia a devorar gente de renombre. En su posición de emperador, ya no podía simplemente comer cualquier individuo...o no debía hacerlo. Nuevamente empezó a justificarse a sí mismo en su matanza, según convenía la época. Fue recién en el siglo 18, con la Ilustracion y el recuerdo de tiempos más antiguos, que halló un resguardo de luz para volver a sus orígenes más simples. La locura sembrada en sus ojos negros, pronto volvió a brillar a luces del raciocinio. Por eso la Ilustración era llamado "el siglo de las Luces", por el constante cuestionamiento y anhelo del pasado con otros ojos.

Decidió establecer un criterio medio, devorando como antes a los que eran dignos y no realizando en el placer más absoluto las matanzas más inservibles. Obtuvo momentáneamente una libertad fingida...pero seguía siendo esclavo de sus impulsos. La araña aparecía siempre, siempre. Y no paraba de verlas en todas partes, sin preveer su ausencia plena. Colocaban sus telarañas en todas partes...y eso era molesto.

Su gusto por la carne y las arañas siempre lo ponían en conflicto. No hubo día que buscase combatirla, pero probablemente no tenía la fuerza de voluntad, o directamente había cedido a una voluntad libertaria en una ama natural. De dicha manera, es que se halló un buen día de 1976 en una clínica de sangre. No había muchos individuos que devorase en esos tiempos que mereciesen su gusto, por lo que ingestaba sangre indirectamente de varias clínicas de donación. Fue un buen día de esos cuando, entre las incontables bolsas de sangre, le fue imposible no captar el sabor más delicioso que airaba en los frescores perfumados de carne. Había una donación particular, especial, que no había olido nunca. Se acercó casi saltando de la exaltación, hallando su pecado. Era una muestra de sangre que, fuera del área de almacenaje, estaba siendo transportada por unos pasillos más lejos, resguardada por unos hombres. Ahí fue cuando la siguió y siguió, decidido de hallar a su proveedor.

La sangre había recibido un análisis especial de la clínica por el especializado del lugar. De tal manera que sirviese para una especie de experimento, según pudo deducir. Su donador era un hombre apodado Ezequiel, a quien no pudo evitar investigar a fondo, descubriendo a un magnate de importancia en el campo químico y farmacéutico. Su sede estaba en New York, donde no había estado desde 1950. El gusto por simplemente comerlo estaba carcomiendolo, pecando en lo más profundo con el deseo de devorar más puro. Estaba viendo una fusión de dos de sus comidas más especiales ¿cómo no resistirse?. Aparte, se veía que era un gran hombre, por lo que no defraudaria su sazón. Aunque el sujeto parecía tener el contacto directo de dos policías: el capitán Stacy y el capitán J.J.Jameson Jr, a quienes parecía hablar comúnmente por interactuar sobre un individuo concreto; este ser era Spider-man.

En aquellos años, no era ni de cerca tan reconocido. Lo eran más otros héroes como Capitán América o el guardaespaldas de Tony Stark. Era solo un vigilante del montón de varios que había. Por lo que ver a otro arácnido fue una sorpresa agradable para su paladar. Después de consumir a los tres individuos supo atentamente sobre él de forma milímetro mientras espiaba en sus memorias. Parecía ser que los tres conocían su verdadera identidad: Peter Parker, y que los tres lo querían fuera de esa actividad "heroica" por motivos distintos.

El capitán Stacy, sabiendo que era joven, procuraba denunciar su actividad para evitar que siga arriesgándose. Evitando revelar su identidad para que pueda vivir una vida normal al retirse, tal vez por saber que era la novia de su hija.

El capitán J.J Jr lo denunciaba por saltarse la ley, pero no pretendía que fuese encarcelado. Solo sacado del servicio. Seguramente, porque también era joven.

Y por último estaba Ezequiel, quien solo quería sacarlo por razones personales, como sería continuar su experimento, y también por veleidades más propias de su inconsciente.

Sinceramente, tras saber sus motivos, solo se desilusionó, por lo que procedió a alimentarme de él solo por su sabor sin esperar nada más a cambio. En su primer intento fracasó, huyendo para llamar al capitán J.J Jr un poco antes de ser asesinado desde atrás. Solo lo quería como aperitivo, y, viendo su patética cara, supo que era correcto demacrarlo sin respeto. No quería sacar a Spider-man por meros motivos dinerales, sino por mera envidia. Ezequiel solo era un humano que quería dejar de pensar en lo que distinto y patético que era a comparación de él ¿tonto, no lo creen?.

El Capitán Stacy estaba alertado igualmente, por parte de J.J, pero no fue o bastante rápido para reincorporarse al cuerpo policial para mantener su seguridad. Fue acorralado en un callejón y, viendo que no merecía una muerte tan terrible, decidió matarlo limpiamente, sin dolor, para después dejar su cuerpo al ¡Zas! de una violenta pelea. Al menos, había muerto luchando.

El siguiente no tuvo tiempo de huir, ni tampoco apoyo que creyesen sus palabras, así que esperó combatir con sus armas su llegada. Fue otro que mató aquel día de verano, aunque fuese de forma violenta. La violencia con la que mató al individuo no era propia del mismo, ya que ese capitán había sido igual de digno que el anterior. Lo mató de forma horripilante por que le dijo unas palabras que no le habían agradado.

Pensó en matar a Spider-man, al ser conocedor de todas sus capas. Pero, conociendo su edad, y viendo que no había actuado acorde a sus fundamentos, decidió ignorarlo como castigo. Sí, como una pérdida de un premio "extra", creyendo que no valía la pena, y que, de todas formas, era un justiciero más que se movía entre los edificios, alzándose sin llegar muy alto.

Así fue, pues, como se equivocó otra vez. Este Spider-man trascendía lo alto, siendo el ser más elevado de aquella ciudad. Transmigro de lo común a lo adorado, como una especie de peón convirtiéndose en el rey del tablero. Se hizo, pues, un nombre en el mundo.

Pretendió no saber nada del mismo e ignorarlo. Tal vez porque seguía con aquel peso de un "castigo sutil", tal vez porque no pensaba que, necesariamente, fuese el "hombre más importante", o tal vez por alguna contraproducencia. Se puede imaginar que él no quería admitir algo.

Fuese como fuese, el destino lo terminó llamando otra vez a los pies de una araña. Tras tantos años queriendo no escuchar nada que le hiciese recordar su presencia, llegó una gata de mala suerte.

....................

.......

Peter Parker salió de la habitación acompañado de la Comisionada Jean, con la primera revisando que no hubiese alguien que los viese. Antes de salir, Peter se puso una máscara improvisada con dos tapabocas dejando una ranura para ver

-Enserio te ves ridículo con eso.

-Lo sé, ¿genial, no?

Había pasado dos horas en la que debatieron una cuestión importante. La comisaría había querido introducir en sus diálogos el segundo problema más importante: ¿quién lo había dejado así de herido?. Por eso, quedó con una sorpresa al ver vinculaciones entre dos actos distintos.

-¿Enserio quieres atraparlo tú?, si gritó, es porque algo le hizo daño. Algo en tu sangre. Eso quiere decir que la policía podrá...

- Necesitaría confirmarlo primero, ya le dije, Comisionada, que esto no pueden hacerlo ustedes. Es algo personal.

-¿Personal?¿en qué sentido?

-En que no le di una respuesta

Se dirigieron al cuarto más relevante de aquellas instalaciones. No siendo el único del lugar, estaba Eddie Brock todavía hospitalizado con yesos en sus brazos y piernas. El arácnido entró al cuarto y no hizo ni falta hablar antes de notar su presencia.

-Peter, ¿eh? Que sorpresa.

El castaño tenía sellados sus dos brazos cercenados, recubiertos de un yeso grueso y con una esposa policial a un costado. La sábana le llegaba hasta el torso, donde se veían más rastros de heridas cicatrizando.

-Veo que sigues bien...- hablo Eddie, con cierta mirada agotada. Se veía cabizbajo- Sigues entero

Eddie bajó la mirada al recostarse más contra el colchón de su propia camilla. Pronto se iría de aquel hospital donde despertó hace 3 días, como si hubiese estado en una pesadilla larga y tediosa, pero esta se prolongaba hasta las estancias místicas de lo normal. El hombre sin manos no podía hacer nada en esa posición, donde solo rebosaba como un muñeco de trapo que perdió sus funcionalidades originales. Su planicie superficial de la cabeza daba gestos neutros, hallándose en un estado anímico de interferencias ligadas al vacío sentimental. No era distinto a un cuchillo oxidado.

-Lamento que hayas terminado así- dijo Peter, sacando una sonrisa de él; una irónica.

-No me sirve de nada tal lástima. Se acabó, perdí- dijo Eddie- y tú ganaste, incluso sin querer.

-Yo no gané, no vine a hablar sobre eso.

-Claro que ganaste. Siempre me decías que debía parar, y yo decía que nunca lo haría. En mis peores sueños esperaba ver este resultado; y ahora que lo tengo, se siente como si siempre hubiera sido así. ¿Me pregunto por qué?

Otra carcajada sarcástica con resonancia en el cubículo pequeño de blancas paredes y suelos cuadrados. Esas paredes absorbían el ruido como atrapamoscas, con la blancura de la desolación de un sonido muerto. Los suelos cuadrados medían más que el espacio; medían el encierro de un perdido velero.

-Necesito que me digas cómo fue tu pelea contra él. De alguna manera, él te dejó vivo. Él...

-A él le afectaba comer simbionte. En un punto dado me mordió y tragó algo que lo asqueo. Pensaba que por eso le iba a ganar, pero entonces me dio un impacto en el cráneo que casi me mata- apuntó a su cabeza, donde mantiene también vendas y marcas de cicatrización- Luego desgarró poco a poco a Venom, arrancadolo de la profundidad de mi piel con una precisión milimétrica. Para conseguir que no volviese a reincorporarse, decidió tragarlo por pedazos...le hacía daño, pero no se detuvo hasta engullirlo entero. Apenas perdí la fuerza de Venom, se orientó en dejarme así- levantó los brazos, en una impotencia que no podía plasmar, solo sentir.

-Él intentó comerme- dijo Peter- entonces puede ser por restos de Venom en mi cuerpo.

-No sabría decirte. Pero, sea como fuese, de algo estás seguro, ¿no?- preguntó Eddie, mirando al adulto Peter Parker fruncir el ceño. Estaba serio.

-Tengo que atraparlo.

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