▪Capítulo Cinco: La Muerte▪
Acostado en una cama, el hombre más importante de la historia se aferraba del pecho mientras daba vueltas entre sus sábanas. Había sido dejado solo en su habitación, puesto que no quería que nadie lo viese en tal actitud tan agonizante. Fue lo más cercano a un dios, pero cayó ante las ultrajadas de la vida, salpicadas del dolor de las enfermedades de los diminutos microbios con el potencial de mover un gigante. Ante la fuerza de aquellos seres movedizos, que viven y matan en su cuerpo, era inútil algún esfuerzo en su contra. La muerte lo estaba reclamando, como el mensajero definitivo del más allá, donde los campos silvestres aguardan como un infierno distinto.
Alejandro Magno de Macedonia apretó nuevamente su pecho con la misma intensidad con la cual agarraba las cuerdas de sus caballos; intentando controlar su intranquila alma que deseaba escabullirse de su organismo, como amo y señor de sí mismo. Pero inútil para el emperador era oponerse a tal designio.
Aluciendo a una perdida de la vista, tal vez por su fin cercano, miró una silueta moverse en su habitación, oscuro y recubierta de la nada, andando como su campo de trabajo matutino. Alejandro no sabía qué era, quién era, pero no tuvo menor sorpresa al escuchar su propio nombre.
-Mucho gusto, Alejandro, soy la Muerte
Alemania, 1945, situado bajo su búnker, presente junto al cuerpo de su enamorada, el Führer del Tercer Reich tenía su pistola en mano. Aquella herramienta de muerte la tenía siempre en su cintura, y hoy fue el primer día en el que la desfundo de su funda de cuero. No quería terminar igual que el líder italiano, por lo que iba a ser él y solo él quien decidiría como morir y como estaría tras morir. Toda una década de gloria para terminar sepultado en una ataúd de piedra, donde sería incinerado y, posteriormente, puesto en algo más pequeño por propia petición. El líder de Alemania temblaba ante el arma sostenida. La solución final fue su final, como estandarte de la maldad más impía de las tierras sagradas. Iba a suicidarse con todo el honor que podía tener en ese escondrijo de poca monta.
Sin embargo, sus ojos eligieron ver algo más. En la esquina, a la caza del hombre, estaba una horrible criatura de semejanza humana. Traje negro, vestidos largos, y tal vez el juego de putrefacción más retorcido, donde sostenía en su mano un corazón humano, dando mordidas a su suave textura como si fuese un postre.
-¿Qu-Quién e-eres?
-Soy la Muerte
Tras la derrota de Waterpool, el antiguo emperador de Francia veía el atardecer como la caída de su grandeza en la pequeña isla de Santa Elena. A su lado se sentaba un niño de larga tela de sombras hambrientas, que no ocultaba su deseo de tragarlo, al igual que la luna al Sol.
Este emperador, igual que otros grandes militares, recibieron la misma oración, como corresponde al juego maquiavélico del control universal:"Yo soy la Muerte".
Siempre era la misma sentencia terrorífica que anunciaba el fin de los que visitaba. Tanteando en el terreno de los nervios, como un rey de la anatomía y psicología, como el patriarcado del fin de un tiempo indefinido, se erguia como la sombra de numerosos seres para hablarles en su lecho, poco antes de su último suspiro. Siempre sufría las mismas incertidumbres de cada uno, haciendo preguntas cuya respuesta ni él tenía, intentando meterse en el papel de un ente paranormal más allá de la norma, aunque no fuese tanta la diferencia a tal adjudicación. Todo, para hacerles siempre la misma pregunta.
-¿Si pudieras hacer lo mismo otra vez, lo harías?
Siempre ponían la misma cara que reflejaba sorpresa, reflexión, y, finalmente, convicción. El alegato de una premisa sensible como el otoño con sus hojas.
"Sí"
Contestaron al unísono todos en la historia, los más grandes héroes y promesas del mundo. Y siempre terminaban devorados por la voracidad de esta "Muerte", en sus múltiples formas. Aunque siempre lo hacía de tal forma que no sufriesen, siempre y cuando dijesen sí, dejándolos secos de sangre. Devoraba su esencia, manteniendo sus cuerpos tal y como hubiesen terminado originalmente sin su interrupción, con el alba que les obligaba a entrecerrar los ojos a cada uno en el horizonte.
.................
........
-"Dios, ¿estás ahí?, bueno, obviamente estás, sino, no serías Dios. Pero me refiero a si estás ahí para mí, porque, sino, no entiendo porqué me haces esto a mi"- las cadenas de sus manos le hacían arder las muñecas, sujetas con bastante apretujo. Sus brazos estaban desgastados, tras intentar varias horas de zafarse de aquella atadura metálica. No tenía la fuerza, o el espíritu, para salirse con la suya. Él era Spider-man, pero ahora, sin máscara, también era Peter Parker. Y Peter Parker siempre fue débil, ataviado de problemas e incapaz de mantener un momento de su vida sin tropezar. Con su torso desnudo, dejando sus cicatrices al aire, podía sentir aún su desangre en los costados de aquellas heridas selladas por los años.
Había sido tan rápido el ataque que sufrió, que no pretendía entenderlo ya; solo asumir su situación. Solo sabía que fue noqueado, secuestrado, y ahora acogido en quién sabe donde. Ahora solo se preocupaba sobre quienes estuvieron presentes, este sujeto no ocultó sus intenciones ni sus movimientos, sin importarle si era visto por las personas presentes. ¿No le habrá hecho nada a Martin Li?¿Ni a ninguna persona más presente?, solo quería saber si ellos estaban bien, ahora él mismo carecía de importancia. De todas formas, era lo común, acabar en medio de una situación del que tendría que ingeniar escapar.
O eso pensaba, pero no podía hacer fuerza. No sentía la fuerza en sus dedos, ni mucho menos poseía sus lanzaredes portadas. Solo era el debilucho Peter Parker, y ante eso no era más que un peón fácilmente devorable.
El silencio ahogado del la escena no fue eterno, el hambre siempre llamaba. En este caso, este hambre movía los pies de un individuo misterioso, pero no por ello necesariamente mejor valorado. Solo era una mancha más en su camisa, y tal vez, pensándolo bien, podría ser última.
-Perdona el retraso, tenía que asegurarme de que no nos molestarán, Spider-man.
-No sé de qué habla...ya le dije que soy Peter Parker.
-Sí, sí, ahorremonos el monólogo, "Peter", no me interesa eso. Puedo ver más allá de sus apariencias para saber la verdad, como tú sangre arácnido oliendo y fraguando el aire del sitio.
Peter tenía una herida en la cabeza, desde debía de salir el olor que describía.
-No lo entiendo, ¿por qué...?
-¿Cómo aún así sé que eres tú? Muy buena pregunta, realmente, siempre supe que eras tú, estabas bajo la mirada de alguien más que descubrió todo tu entramado juvenil.
-No he admitido nada...
-No lo harás, negarás que la araña te picó, ¿no es así?
Peter hizo una mueca de sorpresa ante tal conocimiento.
El hombre se arregló la corbata del traje, mientras se encaminaba para quedar cara a cara.
-Deja que te explique, si tanto quieres, algo que te puede ayudar a tranquilizarte. Una historia del pasado no tan remoto, cuando cierta araña te picó. ¿Sabías que hacía esa araña ahí? No era para un mero azar, era un espécimen que, por culpa de no explicarles bien como tratar al mismo, lo encerraron en un lugar inadecuado. Por culpa de ello escapó de los laboratorios donde estaba, terminando en tu linda palma.
Agarró la mano donde la araña le picó, viendo una marca pequeña pero visible en aquella extremidad. Una atadura que seguía a Peter donde sea, como un ancla pesado de un enorme barquero. Peter le seguía con la vista.
-En esta linda palma donde te concedió una bendición.
- ¿Quién no explicó bien?- los ojos de Peter se fijaron en aquel hombre de negro, ganando su atención.
-Un viejo científico biológico, aunque también inversor de una buena compañía de investigación. Se llamaba Ezequiel, tenía buenos contactos en la ciudad, un gran tipo, pero también era una araña, como tú.
Peter se estremeció un poco.
-¿Cómo yo?...
-Sí, tú- había caído en su juego, metiéndose en su corazón- un hombre que fue mordido por una araña hace 60 años mientras exploraba una antigua tumba maya, vivió su vida tanto como quiso, fundó su propia compañía de investigación, tuvo varias hijas, las cuales no heredaron sus poderes, y nunca peleo contra el crimen. Ya sabes, igual que tú, con la diferencia que vivió una vida mejor.
Se sentó en una barandilla, delante del civil indefenso entre las cadenas de la fatalidad; un pensador delante del pensante.
-Una vida más sencilla, más provechosa, más larga, pero también más ambiciosa. Intentó, con el avance de la genética, replicar su sangre para ver si la comercializaba, en conjunto con la Industria Oscorp. Estos últimos siendo quienes recibieron un espécimen recién experimentado, como un pequeño conejillo de indias, que se vio sujeto a todo tipo de químicos y estados para ver cómo cambiaba. Cambió, Peter, lo bastante para romper el vidrio que sus guardias pensaron como indestructible para sus patas. Se escabulló, se movió con su telaraña por todas partes, hasta que te encontró a ti. Pudo ser cualquiera, solo tuviste buena suerte.
"SUERTE"
- Ezequiel fue notificado de su escape, como también Norman Osborn, teniendo su punto de mira entre todos los adolescentes que asistieron al evento por si se llevaron algo de ella. Tal vez fue por motivos personales, pero Ezequiel sabía que eras tú. Llámalo sentido arácnido o como tú quieras, pero él suponía eso. Tenía tantas fotos de ti en su ordenador...
-¿De qué estás hablando?¿me estuvo vigilando?
-Sí, siempre estuvo viéndote, hasta el día de su muerte- relamio sus dientes- tan cerca de ti...como un depredador, me sorprende que no te haya comido.
"¿COMER?"
-Estás hablando desde una tercera persona, si sabes eso, entonces...
-Sí, lo averigüe de él, tras matarlo. Su cerebro me dio sus conocimientos nutricionales. Aparte de robar algunos materiales suyos.
"CEREBRO"
-¿Eres un caníbal?¿un vampiro?- preguntó con insistencia, con cierto temor en su rostro.
- Bueno, una vez me llamaron Drácula, aunque no es del todo adecuado. No soy un vampiro realmente, sería alejarme de todo
- ¿Entonces qué, un demonio?
-No, no, no...un demonio tampoco, yo nací en este planeta, aunque durante un tiempo estuve en unas oscuras cavernas durante miles de años. Soy algo más alegre, digamos, un "arje", un principio, o parte de él. Básicamente, nací como una procariota, hace de millones de años, junto con toda la vida.
-¿Estás bromeando?- dijo incrédulo, aunque sabía que, quien sea que sea, un tenía motivos para mentirle en la cara, sobre todo al estar apresado. Los procariotas fueron los primeros seres vivos existir, eso significaría que él es el ser vivo más antiguo del planeta.
-No me gusta bromear, señor Peter, solo soy sincero. La sinceridad es el mejor arma y regalo para los individuos. Creo que sabe bien a qué me refiero- le miró con jugueteneria, dando unos ojos rubis ser los faros de aquella noche- Fui una pequeña criatura que, por alguna suerte de la creación, no nací con el concepto de la vejez. Llámalo accidente o propósito, sea como sea, nací inmortal, con la capacidad de adoptar los mejores atributos de las criaturas presentes. Solo soy un viajero entre los vivos, básicamente, soy un mensajero de la vida.
Colocó su mano delicadamente en su cuello, sobre una arteria expuesta como el pescuezo de un conejo. Peter se puso algo nervioso, pero también ¿esperaba algo?.
- Si fuese así, ¿qué tiene que ver conmigo?- le miró a los ojos, dejando en presencia su mortalidad.
-Ya decía que tú estás interesado, que lastima...
-¿Lastima?
-Lastima porque te arruinaste...
La cara de la criatura fue una mueca de tristeza, arrugando su rostro como la de un viejo ante un pensamiento antiguo. Era una expresión que se tornaba en una burla onírica de los sentidos. Peter dijo hizo una mueca de descontento en respuesta, notandose ahora angustiado.
- Siempre pasa- le tocó el rostro, sintiendo su calidez en su mejilla- Todos los grandes hombres caen ante el tiempo. Pasan de ser lo mejor, a no ser más que una sombra de su sombra.
-Deja de tocarme...- le dijo Peter, incómodo.
-De todas formas voy a devorarte entero, así que no pasa nada. Debo hacerlo antes del que fruto se pudra. Solo tú puedes satisfacerme con tu exquisita sangre.
-¿¡Qué tiene que ver mi sangre!?- agitó sus cadenas, cansado de todo ese juego.
-Que es sangre de una araña, duh, y yo siempre tuve un gran apetito por estas. Pero te elige sobre todo las cosas por lo que eres, un gran sueño de primavera. Estoy destinado a ti.
-Odio el destino
-Y yo, pero he aprendido a que es el único ente al que no podemos elegir con libertad. Eso o llamo las coincidencias que me han llevado a ti "destino". No me culpes, no es personal, intenté retenerlo, intenté no ir a por ti. Pero una mujer me hizo recuperarte de mis memorias.
Las pupilas de sus ojos se contrajeron como resultado de lo dicho. En su cabeza, estaba uniendo punto a punto lo que le estaba diciendo. ¿Una mujer? Debía de ser alguien cercano a él como para asegurar eso. Alguien cercano o conocida para él. Alguien que hace tan solo unos días atrás apareció.
-¿Fuiste tú?- agitó sus cadenas- ¿Tú mataste a Hardy?
-¿Hardy? Supongo que era ese su nombre cuando estaba aquí. La conocí en una fiesta de drogadicción en Colombia. Amigable, carismática, y adicta a las sustancias iliticas. Se le fue tanto la lengua en sus delirios, que decía conocer la identidad de Spider-man. Todos se rieron, claro, excepto yo. Solo tuve que interrogarla un poco para llegar a ti. Y se lo pagué devorandola sin sufrimiento.
La rabia en sus ojos quedaba reflejado en lo apretado que se tornaron sus dientes, sacando chillidos. Agitando las cadenas con más fuerza.
-Wow, me gusta esa reacción.
-¡¡¡TE MATARÉ!!!
-¿Matarme? Chico, no puedes matarme, soy la vida. O eso me gusta decir. Admito que me gusta tu reacción, pero esto es realmente decepcionante.
"Más fuerte"
-Amigo, no dije nada de esto porque quería enfadarte. Solo quería que supieras mi porqué. Deberías sentirte agradecido, solo ha habido tres seres vivos que conocieron mi verdadero ser. Sentía que lo merecías, pero veo que eres...menos perfecto de lo que pensaba. Menos grande.
"MÁS FUERTE"
-Ya, ya, perdona, ¿vale?. Para...solo te haces más débil...
Las cadenas no cedían nada, solo se agitaba con rabia e impotencia, como el arrebato de un animal herido.
El eco de la torre trasmitia su furor por todo lo alto y bajo del lugar, estando entre el cielo y el infierno; teniendo al juez delante suyo, decidiendo que hacer con él.
-A lo mejor llegué demasiado tarde...veo que has caído en el lodo del tránsito terrenal. Ya no eres nada. Esperé que te columpiaras para matarte como Spider-man, y no estabas, estaba esperaba matarte como Peter Parker, pero ni casa tenías.
"Fracase como Peter Parker"
-Solo te queda tu sangre...no es la gran cosa, pero supongo que tendré que conformarme recordando quién fuiste, aunque estés peor que otros que haya encontrado- acercó sus dientes al cuello de Peter, haciendo que brillen con su blancura plateada en las contraposición de las luces- Dime solo una última cosa, si tuvieras la oportunidad de vivir otra vez la misma vida, ¿lo harías?
Peter no emitió ningún sonido, viendo sus colmillos sobresalir de su hocico.
-Lo suponía...
"Fracase como Spider-man"
Sus dientes se clavaron, junto a una lengua extractora de sangre; simulando un estrecho y ablandado tuvo de varios centímetros. Peter solo pudo chillar levemente ante la sustracción de la sangre que tanto había derramado por años, escapándose por sus labios:
-No...N-No respiro...
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