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❪ 𝟎𝟏❫ ┆❝ 𝐄𝐋 𝐃𝐑𝐀𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐂𝐇𝐈𝐂𝐀 𝐄𝐍 𝐒𝐏𝐀𝐍𝐃𝐄𝐗

La tarde comenzaba a teñirse de un suave naranja cuando llegué al callejón detrás de la escuela. Era uno de esos lugares que la mayoría de los estudiantes evitaba, lleno de grafitis mal hechos y un olor persistente a basura vieja. Pero para mí, era el lugar perfecto para cambiar de Gwen Stacy, estudiante de secundaria, a Spider-Girl, la heroína enmascarada que Nueva York no sabía que necesitaba.

—Solo otro día común y corriente —murmuré mientras me aseguraba de que nadie estuviera cerca. No había tiempo que perder, así que me cambié rápidamente detrás de un contenedor de basura. Guardé mi ropa de civil en la mochila, la aseguré con un par de telarañas en la parte superior de un edificio cercano y me colgué del borde, lista para lanzarme al vacío.

El aire fresco de la tarde me golpeó en el rostro cuando me impulsé hacia el cielo. Había algo increíblemente liberador en balancearse entre los rascacielos, como si por un momento pudiera dejar atrás todas mis preocupaciones. Claro, hasta que te das cuenta de que, en cualquier momento, podrías estrellarte contra un edificio o, peor aún, toparte con un villano que no está de humor para charlas amistosas.

Midtown no estaba lejos, y mientras volaba hacia allá, mis sentidos arácnidos comenzaron a hormiguear. Había algo raro en el aire, una sensación de peligro inminente. Me detuve en la azotea de un edificio y me tomé un segundo para observar los alrededores. Todo parecía normal, pero si había aprendido algo en este tiempo como Spider-Girl, era que las apariencias podían ser engañosas.

De repente, una explosión resonó a unas cuadras de distancia. Sin dudarlo, me lancé en esa dirección, utilizando mis telarañas para ganar velocidad. Mi mente ya comenzaba a trabajar, analizando posibles causas y estrategias de intervención. Pero nada me preparó para lo que encontré al llegar a la escena.

En medio de la calle, un enorme agujero se había abierto en el pavimento, y de él emergían figuras que parecían salidas de una película de terror. Eran humanoides, pero sus cuerpos estaban cubiertos de un material oscuro y pegajoso, como si hubieran sido bañados en alquitrán. Sus ojos brillaban con un rojo intenso, y emitían gruñidos bajos y amenazantes.

—Oh, genial. Zombies de alquitrán. Justo lo que necesitaba para mejorar mi día —dije con sarcasmo mientras me preparaba para atacar.

Uno de ellos se lanzó hacia mí con sorprendente rapidez, pero pude esquivarlo por poco. Lancé una telaraña para inmovilizarlo, pero el material simplemente se deslizó por su cuerpo sin hacer efecto. No había tiempo para análisis detallados, así que opté por la siguiente mejor opción: golpear primero y hacer preguntas después.

Me lancé hacia el grupo de criaturas, usando toda mi agilidad para esquivar sus ataques y devolver algunos de los míos. Cada golpe parecía hacerles retroceder, pero por cada uno que derribaba, dos más aparecían. La situación comenzaba a ponerse fea, y rápido.

—¿Quién dejó la tapa del infierno abierta? —grité, intentando mantener el ánimo en alto mientras lanzaba telarañas para ganar algo de espacio y esquivaba un puñetazo que probablemente me habría enviado de vuelta al siglo XVIII, justo a tiempo para la Revolución Americana, supongo.

Justo cuando empezaba a pensar que tal vez había mordido más de lo que podía masticar, una ráfaga de energía atravesó a varios de los monstruos, desintegrándolos al instante. Me volví hacia la dirección de donde había venido el ataque y vi una figura familiar.

—Llegas justo a tiempo para la fiesta, Stark —dije mientras Iron Man descendía del cielo en su brillante armadura roja y dorada.

—Spider-Girl, ¿pensabas hacer todo esto sola? —respondió con su característico tono de superioridad. Aunque, a decir verdad, estaba bastante aliviada de verlo.

—Sabes que no soy de pedir ayuda —respondí mientras aterrizaba a su lado—. Pero ahora que estás aquí, tal vez podamos acabar con esto más rápido. ¿Alguna idea de qué son esas cosas?

Iron Man escaneó a las criaturas con su visor, y por un momento, el sonido de sus análisis llenó el aire.

—Parece que son una especie de mutantes generados por residuos tóxicos. No son exactamente vivos, pero tampoco son simples autómatas. ¿Alguna vez has visto la película The Blob?

—¿Es en blanco y negro? —respondí con una sonrisa, mientras lanzaba una nueva ráfaga de telarañas hacia una de las criaturas que se acercaba demasiado.

—No te preocupes, no es un clásico —bromeó Stark mientras lanzaba otra ráfaga de energía para mantener a raya a los monstruos.

La batalla se intensificó rápidamente, con más de esas criaturas emergiendo del agujero en el suelo. Estaba claro que esto no iba a ser fácil, pero con Iron Man a mi lado, al menos tenía una oportunidad.

—Necesitamos cerrar ese agujero antes de que más de estas cosas salgan —dije mientras me colgaba de un edificio cercano, buscando una mejor posición para atacar.

Iron Man asintió.

—Déjamelo a mí. Tú mantén a esas cosas ocupadas.

Y así lo hice. Con el tiempo corriendo en nuestra contra, me dediqué a mantener a las criaturas a raya, usando todo lo que tenía en mi arsenal. Fue una lucha agotadora, pero poco a poco, logramos reducir su número. Finalmente, después de lo que parecieron horas, Stark logró sellar el agujero con una ráfaga concentrada de energía.

Las criaturas restantes, sin su fuente de poder, comenzaron a desintegrarse hasta que no quedó rastro de ellas.

—Bien, otro día salvado por la heroína enmascarada y el multimillonario con traje de lata —dije, tratando de recuperar el aliento.

Stark sonrió bajo su casco.

—Buen trabajo, Spider-Girl. ¿Quieres que te lleve de vuelta a casa?

—No, gracias. Me las arreglo sola —respondí, tratando de sonar más segura de lo que me sentía. Había algo en su tono que sugería que podría estar sospechando de mi identidad, y eso no era algo con lo que quisiera lidiar en ese momento.

Iron Man despegó hacia el cielo, dejando solo un rastro de humo en el aire. Mientras lo veía alejarse, sentí una mezcla de orgullo y agotamiento. Habíamos ganado, pero apenas había terminado este enfrentamiento, y ya sabía que el próximo estaba a la vuelta de la esquina.

Miré el reloj en mi muñeca. La cafetería aún estaba abierta, y MJ y Ned seguramente estarían allí, esperándome. Una pequeña parte de mí quería ir, sentarme con ellos, fingir que todo era normal, que solo era una chica más en el mundo. Pero otra parte, la que siempre ganaba, sabía que mi día estaba lejos de terminar.

Tomé un respiro profundo, me aseguré de que mi traje estuviera en su lugar, y comencé a balancearme hacia la siguiente aventura, dejando el caos de Midtown detrás. Porque aunque la vida de una heroína nunca es fácil, es la vida que elegí.

Y francamente, no la cambiaría por nada del mundo.

[...]

La noche había caído sobre Nueva York cuando finalmente llegué a casa, agotada pero aliviada de haber sobrevivido otro día como Spider-Girl. Entré por la ventana de mi habitación, asegurándome de que las cortinas estuvieran bien cerradas. No quería que alguien en el edificio de enfrente me viera entrar con un traje de superhéroe. Mi cuarto era mi refugio, el único lugar donde podía relajarme, aunque fuera por unos minutos.

Me deshice del traje y lo escondí en el compartimento secreto detrás de mi armario. Era un truco simple pero efectivo que había aprendido después de perder un par de trajes por no ser lo suficientemente cuidadosa. Después de todo, la última cosa que necesitaba era que mi papá, el Capitán Stacy, encontrara la evidencia de mi doble vida.

Me puse algo cómodo y me desplomé en la cama, mirando el techo. El zumbido de la televisión en la sala llegaba débilmente a mis oídos, una señal de que mi papá probablemente estaba viendo el noticiero nocturno. ¿Habría mencionado el incidente con los "zombies de alquitrán"? Probablemente. Me pregunté qué diría si supiera que su propia hija estaba allí, luchando codo a codo con Iron Man. Probablemente tendría un infarto.

A pesar del agotamiento, mi mente seguía funcionando a mil por hora. Las palabras de Stark, el tono ligeramente inquisitivo de su voz, no dejaban de resonar en mi cabeza. ¿Sabía? ¿Sospechaba? La posibilidad me ponía nerviosa. Había hecho todo lo posible para mantener mi identidad en secreto, pero sabía que no podría ocultarla para siempre, especialmente a alguien como él.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de mi teléfono vibrando en la mesita de noche. Alcancé el dispositivo y vi un mensaje de MJ.

Mary <3: ¿Dónde estás? Estuvimos esperándote en la cafetería. ¿Todo bien?

Suspiré, sintiendo una punzada de culpa. Me había perdido otra tarde con mis amigos, una tarde que había prometido no dejar pasar. Quería estar allí con ellos, hablar de cosas normales, quejarme de los exámenes que se avecinaban, reírme de las tonterías que Ned siempre sacaba a relucir. Pero en lugar de eso, estaba atrapada en esta doble vida.

Yo: Lo siento, MJ. Me surgió algo en casa. Nos vemos mañana, ¿vale?

Dejé el teléfono a un lado y me levanté de la cama. No podía seguir postergando lo inevitable. Los deberes escolares seguían allí, esperando a ser completados. Saqué mis libros y me senté en el escritorio, pero mis pensamientos seguían divagando. ¿Cuánto más podría mantener esta farsa? Ser Spider-Girl significaba sacrificios, lo sabía, pero no esperaba que costara tanto.

Después de un par de horas de estudio infructuoso, finalmente me rendí y apagué la luz. Me tumbé en la cama, abrazando la almohada, y traté de no pensar en lo que pasaría mañana. La vida de una heroína no terminaba cuando se quitaba el traje; los problemas simplemente se transformaban.

El timbre de la escuela sonó anunciando el inicio del día, y yo me abrí paso entre la multitud de estudiantes que llenaban los pasillos. A pesar de mi agotamiento, traté de mantener una sonrisa en el rostro. MJ y Ned me estaban esperando junto a mi casillero, y en cuanto me vieron, ambos se acercaron con expresiones de ligera preocupación.

—Gwen, ¿estás bien? —preguntó MJ, inclinando la cabeza ligeramente mientras me estudiaba con sus ojos perspicaces.

—Sí, estoy bien. Lo siento por lo de ayer, tuve que ayudar a mi papá con algunas cosas en casa —mentí, tratando de sonar convincente.

—Está bien, pero sabes que puedes decirnos si algo anda mal, ¿verdad? —dijo Ned, con esa mirada de preocupación tan propia de él. Era como un hermano mayor, siempre cuidando de todos.

—Lo sé. Gracias, chicos. De verdad, estoy bien —respondí con una sonrisa, aunque una parte de mí se sentía mal por seguir ocultando la verdad.

Mientras caminábamos juntos hacia la primera clase, no pude evitar sentir un nudo en el estómago. La sensación de estar dividida entre dos mundos, de tener que elegir entre mis amigos y la responsabilidad de ser Spider-Girl, se hacía cada vez más fuerte. ¿Cuánto tiempo podría seguir así?

Las clases transcurrieron con la lentitud habitual, aunque no podía concentrarme en absoluto. Mi mente seguía vagando hacia la batalla de la noche anterior, hacia la posibilidad de que Stark pudiera estar un paso más cerca de descubrir mi identidad. La última cosa que necesitaba era que otro superhéroe, y mucho menos uno tan conocido, se metiera en mi vida.

Durante el almuerzo, traté de desconectarme y disfrutar del tiempo con MJ y Ned, pero fue difícil. Mi cabeza seguía dándole vueltas a todo. Necesitaba una distracción, algo que me ayudara a olvidarme de los problemas por un rato.

—¿Gwen? ¿Me estás escuchando? —preguntó MJ, agitando una mano frente a mi cara.

—¿Eh? Perdón, me distraje —admití, sintiendo el rubor subir a mis mejillas.

—Estaba diciendo que deberíamos ir al cine este fin de semana. Han estrenado una nueva de terror que tiene muy buena pinta —dijo MJ, emocionada.

—Suena bien. Me apunto —respondí, aunque no estaba del todo segura de poder cumplir con la promesa.

Ned parecía querer decir algo, pero justo en ese momento, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Saqué el dispositivo y vi un mensaje que me hizo detenerme.

Desconocido: Necesitamos hablar. En la azotea después de clases. No le digas a nadie.

El mensaje venía de un número que no reconocía, y mi corazón dio un vuelco. ¿Quién demonios sería? Y más importante, ¿cómo sabía mi número? Las posibilidades comenzaron a correr por mi mente, pero no tenía ninguna pista concreta. Sin embargo, el hecho de que el mensaje fuera tan críptico y directo me puso en alerta.

—¿Algo importante? —preguntó Ned al ver la expresión en mi rostro.

—No, nada. Solo un spam, supongo —mentí nuevamente, guardando el teléfono antes de que pudieran ver más.

Pasé el resto del día con esa sensación incómoda en el pecho, como si algo grande estuviera por suceder. Cuando la última campana sonó, me despedí rápidamente de MJ y Ned, inventando una excusa sobre un proyecto que necesitaba terminar en la biblioteca. En cuanto estuve sola, me dirigí a la azotea, donde me había citado ese misterioso mensaje.

El viento frío me golpeó en el rostro cuando abrí la puerta que daba a la azotea. Miré a mi alrededor, pero no vi a nadie. ¿Había sido una broma? ¿Alguien estaba jugando conmigo?

—¿Hola? —llamé, sintiendo que la tensión en mi cuerpo aumentaba con cada segundo que pasaba.

Entonces, lo vi. Una figura encapuchada se acercó desde las sombras, moviéndose con una agilidad que me hizo sentir que este encuentro no iba a ser precisamente amistoso.

—¿Quién eres? —pregunté, adoptando una postura defensiva mientras sentía mis sentidos arácnidos comenzar a hormiguear.

La figura se detuvo a unos metros de mí, y aunque no podía ver su rostro, sentí que me estaba estudiando, evaluando. Después de un momento, habló, su voz baja y modulada.

—Eso no importa. Lo que importa es lo que tú eres, Spider-Girl.

Mi corazón se detuvo. El anonimato que había luchado tanto por mantener acababa de desmoronarse en un solo instante.

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