Capítulo 6
Mi cuerpo caminó hacia donde se encontraba el mentiroso, jamás había luchado contra mi cuerpo en toda mi vida, mis piernas con un temblor de gelatina se acercaba más hacia él, mi subconsciente rompió una caja de vidrio que tenía escrito, "solo en caso de emergencias", agarró lo que había dentro de la caja y corrió hacia la base de controles. Solo faltaban cinco pasos para terminar frente a él, y mi subconsciente apretó un botón rojo, mi cuerpo por reflejo se detuvo, mi corazón latía fuertemente.
— ¿Sucede algo, señorita?.— Me preguntó el profesor.
— Yo... — Mi mente se encontraba vacía, en blanco, el miedo me invadió por una mala excusa. Lo miré con las piernas y manos temblando como gelatina en epilepsia.— Yo recordé que tenía que realizar un examen.— Me apresuré a decir.
El profesor me miró con cara de extrema desconfianza, y yo sonreí forzadamente, para no dejar sospechas, justo cuando decidí dar por sentado mi lugar y mi reprobación futura, él me habló.
— Ve, no quiero que andes con cara de perro arrepentido toda mi clase.
— ¡Gracias!.— Mencioné con una inmensa felicidad. que casi no pude evitar gritar e ir a abrazarlo, pero, me resistí. Con pasos largos me dirigí a la puerta y antes de cerrarla, vi como el mentiroso me miraba con un rostro de sorpresa y, quizá, de diversión.
Corrí hacia la dirección, si quería estar con Gumi, tenía que hablar con el de más alto cargo de aquí, el director.
Toqué la puerta de madera que tenía ángeles esculpidos en la misma madera, era algo fascinante para ver una primera vez, escuché a la secretaria decir algo que no pude entender, abrí la puerta y metí un poco de mi cabeza para ver si me dejaba o no entrar. Ella me miró con sus lentes oscuros, y asintió levemente que fue suficiente para que entrara y cerrara en silencio la puerta.
— Espero que no estés aquí por un castigo ____.— Me dijo con un tono monótono con la vista en el monitor que tenía frente a ella.
— Claro que no, Haku.— Caminé con pequeños saltos hacia ella y la miré fijamente con una sonrisa detrás de su escritorio brillante de madera.— Sabes que soy incapaz de hacer cosas malas a la preparatoria.— Ella me miró con una ceja levantada, su pelo plateado cubrió un poco de su cara pero ella rápidamente acomodó su pelo detrás de su oreja y siguió con su trabajo.
— Vamos, entra, el director tiene la agenda apretada, si no aprovechas el momento tendrás que esperar una semana para tener una nueva cita no prevista.
— Claro, y que tengas suerte en tu...
— No digas trabajo.—Me dijo sin interes.— Entra ya o te echaré.
Ya no le respondí por miedo a que mis palabras le quebraran su paciencia y entré a la oficina, me asomé para ver si el director estaba de buen humor. Y lo vi, mirando varios papeles sobre su escritorio.
— Bue... nos días. — Mencioné con timidez dando un paso, el director me miró quitándose los lentes.
— No, no voy a cambiarte de salón, si es de lo que querías hablar.— Me afirmó con su voz severa, me quedé parada con mi boca abierta que cerré rápidamente, mis manos en una fracción de segundos se enfriaron como hielo, ¡ni siquiera me acerqué a su escritorio!.
— ¡Pero, Gumi...
— Los lugares para los salones fueron designados por el puntaje que se le dio a cada estudiantes en los últimos exámenes, y cambiarte de lugar sería perjudicar tu desarrollo, ___.
— Si, pero...
— Además.— Me interrumpió con una mirada severa y prejuiciosa.— Si te cambio de lugar, todos me pediran que les cambie de lugar y habrá un caos total, así que desearía que te quedes en el salón designado hasta que arregle el asunto.
— Claro, gracias.— .Me limité a decir y salir de ahí con el alma en la boca.
Cuando estuve en el pasillo, solté todo el aire que había estado conteniendo, ¡el director debería tomar clases de cómo ser amable con los estudiantes aunque sea un poco!, suspiré en mis manos para calentarlas, empecé a temblar como una gelatina andante cuando volví a caminar hacia el salón. Entré con una sonrisa y un gran nerviosismo, la mirada del profesor no se suavizó ni por un segundo.
— Perdón por la tardanza.
Me senté sin ningún tipo de reclamo, pero mi subconsciente lloraba en un posición fetal con una bandera blanca en la mano. Cuando saqué un cuaderno para anotar lo que había en la pizarra, sentí la mirada del pervertido, lo miré confusa y su mirada, su mirada sentía que me desnudaba, lentamente, como una flor, petalo por petalo.
— No te acerques a mí.— Le advertí con la mirada más amenazante que tenía.
— Claro, señorita necesito dar un examen, deja de fingir responsabilidad. — Susurró y me observó con sus intensos ojos azules que tenían unas chispas de diversión.— Sé que no tenías ningún exámen pendiente, tu cuerpo me lo dijo todo, ¿a dónde fuiste?, ¿a quejarte con el director, querida gatita?.
— ¿Q-qué? Cla-claro que no, y-yo fuí a dar mi examen de... física.— Mentí con la mirada hacia otra parte, mis manos se sentían inquietas, Santa Maria de la papaya.
— Vamos, Noraneko, deja de mentir, sino te daré clases de cómo leer el cuerpo.— Me sonrió dejándome ver sus dientes blancos y se acercó a mí hasta sentir su pierna junto a la mía.— Te aviso que tomo muy en serio las clases de anatomía.
— N-no... yo... — Me alejé de él sentándome de la punta del asiento.— Estás equivocado.
— ¿Alguna vez has pensado en saltarte las clases?.— Me preguntó mirándome los labios y de nuevo a los ojos, y luego a mis piernas.— Puedo mostrarte cosas muy interesantes, cariño.
— ¿Podrían poner atención esos dos de atrás?.— Gritó y en medio de nuestras miradas cayó un pedazo de tiza. Él y yo miramos al frente. — Señorita ___, me alegro que haga amigos, pero ponga atención, sino los llevaré a ambos a la dirección y no me importa si son buenos estudiantes.
— Perdón. —Mencioné con la cabeza baja y empujé al pervertido hacia el otro extremo, empecé a escribir lo que decía y había en el pizarrón.
El momento en que tocó la campana para el receso, guardé todas mis cosas y me estiré, él me miró confuso y cuando se dió cuenta de que lo miraba, me sonrió con una gran confianza, se acercó a mí lo suficiente para sentir su respiración y antes de que dijera algo, me levanté y corrí hacia la cafeteria como una loca de los gatos, con las manos levantadas.
Llegué y lo primero que hice, fue buscar a Gumi con la mirada, tenía que contarle todo y saber que esto se iba a resolver esto lo más antes posible, si hablamos de rumores, Gumi podía escuchar cada palabra con sus super oídos de heroína, la vi sentada con un sándwich en la mano en una mesa vacía. corrí hacia ella y la abrace antes de que hablara. Ella sonrió y fingí llorar, realmente había sido un día agotador. Comenzamos a hablar de las cosas que pasaron en las pocas horas, me contó que se había sentado con Mayu, la vicepresidenta de nuestro salón, y que detrás de ella se sentaban Miku y Rin, se sentía incómoda con ellas.
— Vamos Gumi, tal vez es un oportunidad del universo para que arreglen las cosas de una buena vez.— Le dí un pequeño golpe con el codo.— ¿Por qué no lo intentas?
— Claro, y el universo quiere que te juntes con ese pervertido, dime, ¿cuándo le arrojarás un tomate podrido por tu enojo?.
— Quizá el mundo quiere que le enseñe modales y valores, como ser honesto con las personas, todo se vale en las oportunidades del mundo.— Mencioné con las poses de los budistas en su momento de paz.
— Arrojar tomates no cuentan como enseñanza.
— ¡Para mí si, cuentan como una muestra de castigo!.
Cuando tocó el timbre de regreso, fue el momento más difícil por separarme de mi mejor amiga otra vez y volver con alguien, quien ni siquiera conozco, quien me mintió, puede que sea un castigo del mundo por arrojar tomates. Caminé por los pasillos con gran pesadez, nunca había deseado que mis piernas fueran más lentos, más lentos que una tortuga o que le tiempo se congelara, así llevaría al querido joven Kagamine al Polo Norte, para que se quede ahí para siempre y con suerte le dejaría unos chocolates. Entré al salón y lo primera que vi fue que él no se encontraba, me alegré, corrí de inmediato y me senté con una gran sonrisa pero cuando vi su mochila en un rincón del pupitre, mi sonrisa cayó, ¿acaso hoy no se puede enfermar? o ¿ser llamado por un agente secreto como en las películas?.
Levanté la vista y vi cómo se despidió de una chica con una sonrisa inocente y de pelo blanco amarrado en una trenza, caminó y se sentó en su lugar con una gran sonrisa, me miró y me sonrió como si la vida regalara un auto y dos caballos con comida gratis.
— ¿Por qué tan enojada, Noraneko?.— me preguntó mientras se arreglaba un poco el pelo y la camisa.
— ¿Por qué estás tan feliz?, ¿acaso te dieron boletos para viajar a Europa?
— Claro que no, solo... — Acercó su mano a mi pelo pero no lo tocó, la alejó. Me miró y sentí una intensa tensión en mi cuerpo de inmediato.— Solo que Yufu, es una gran amiga para mí, es una chica buena y amable, ¡oh! También es...— Buscaba una palabra mientras miraba hacia otro lado.— Precavida, no como cierto gato que casi se mata. — Se acomodó en su lugar, puso su brazo en la mesa y apoyó su cabeza en su mano.
— ¿Me estás sermoneando?.— Pregunté incapaz de creerlo.— Pe-pero no tienes derecho.
— Claro que no, eso hacen tus amigos, yo no quiero ser tu amigo.
Mi alma se desinfló como un globo en mi interior, sentí gran tranquilidad, no tendría que tratar que alejarlo sutilmente, dios, fingir no se me da bien, y me alegra que un peso se me haya quitado. Suspiré tranquila.
— Bueno, al menos estamos en los mismos términos. Me alegra que...
— Te equivocas.— Me interrumpió, no me miraba pero sentía su tono de voz segura de sí misma.— Yo no quiero ser tu amigo, quiero llegar más allá, quiero saber hasta qué punto me dejaras... sentir tu cuerpo, ¿hasta qué punto puedes soportar?.— Me miró por un leve instante y siguió observando a su frente con una pequeña sonrisa inocente.
¡Oh no, no, no! No puede ser... Me imaginé al mentiroso cerca de mí, muy cerca de mí suficiente para sentir su respiración sobre mi piel, me dió un escalofrío y sentí que los planetas chocaban entre ellos. Él debe... debe... ¡debe arder en el infierno sin dulces!, ¡debe ser castigado por sus mentiras!. Miré su rostro que iluminaba paz e inocencia, ¡es un mentiroso que no debe tener chocolate en su casa!.
— ¡Jamás dejaría que tu me... me tocaras mi santo cuerpo.— Susurré con vergüenza lo último, ¡merecía ser atacado por un oso polar! ¿Quién se creía?, ¿Miguel Angel?.— Pervertido...
En el momento que escuché como la puerta era cerrada de una manera brusca, me senté derecha y sin decir una palabra, vi como el director entraba con unos papeles y se sacaba los lentes, el profesor dejó de escribir en la pizarra y el bullicio de los estudiantes se fue calmando poco a poco. El director miró a cada estudiante y cuando nos miró a nosotros dos, sonrió y soltó una pequeña risa, miré al pervertido lentamente para ver si estaba era él, el motivo de la risa o era yo, vi como miraba de una manera seria al director.
— Bien, estudiantes.— Mencionó mirándonos.— Espero que hayan dado una grata bienvenida a sus nuevos compañeros, se quedarán con ustedes por un tiempo, sé que es algo precipitado, pero surgió un problema en el salón y no tuvimos otra opción.— Algunos estudiantes levantaron las manos, pero las bajaron de inmediato cuando el director siguió hablando.
Escuché un suspiro suyo, lo miré por el rabillo del ojo, vi como se cruzaba de brazos y acomodaba su cabeza entre ellas, tenía el rostro mirándome y cerró los ojos. El director siguió hablando, los estudiantes hablaban en susurros y yo me dispuse a ver sus pestañas rubias, parecía esos chicos de revista de Europa o de los cuentos de hadas, ¿acaso eran postizas? Eran demasiado lindos para ser reales. ¡No!, meneé la cabeza, ¡recuerda ___, él es un enemigo no merece las galletas de chispas de chocolate!, miré al director dispuesta a prestarle mi atención, pero me llamaba más la atención de ese color oro de sus pestañas... Me golpeé las mejillas, no debo caer, puedo más que a la curiosidad, si, asi es, puedo hacerlo, sus pestañas son más de tantas. Pero su color no, me dijo mi subconciente. Cubrí mis ojos, ¡yo podía ante aquel mentiroso y sus ojos mentirosos de revista!.
- Len pov-
— No está nadie...— Susurró con sorpresa, observando los salones vacíos.
— ¿No te diste cuenta que salimos más tarde que ellos, Noraneko?.— Me burlé pasando detrás de ella, me paré junto a ella y de inmediato me miró con enojo, pero de inmediato se cubrió los ojos con las manos y susurró algo que no logre escuchar.
— Lo olvide por completo, pervertido mentiroso y no me digas Noraneko, no me gusta.— Me dijo aún con los ojos cubiertos.
No supe como reaccionar, ¿había pasado algo malo cuando me quedé dormido en el salón?, ¿acaso se había vuelto más loca que antes?, abrió sus manos para verme y las cerró de nuevo, acerqué mi rostro más a ella, hizo lo mismo que antes y al verme, gritó. Sonreí.
— ¡¿Qu-qué haces?!
— Yo debería preguntar eso, ¿no lo crees, Noraneko?.
— ¡No te acerques a mí!, casi me da un paro cardiaco, ¡pude hacer muerto!
— Bueno, ahora tienes tiempo de sobra para saltar por las ventanas o por las terrazas.— Le dije dejándola atrás mientras caminaba hacia la salida.— No olvides que los gatos solo tienen siete vidas y yo quiero que la última sea mía, así que ten cuidado de no aparecer mañana en los arbustos.— Le grité antes de salir de la puerta, escuché como me gritó idota, así es idota. Tuve respirar varias veces para no echarme a reír frente a los demás.
Aflojé mi corbata, solté un suspiro de incomodes y saqué las llaves del bolsillo de mi mochila, puse la llave más delgada en la cerradura y dudé en hacerla girar, ¿qué tal si ella se encontraba adentro?, no quería verla a la cara, ni siquiera deseaba hablarle, deseaba desaparecer cada vez que estaba cerca de ella, no porque me sintiera culpable, sino porque la tensión era insoportable.
Giré la llave y la puerta se abrió, empujé la puerta suavemente, no escuché ningún tipo de ruido, entré y cerré la puerta, caminé hacia la cocina con gran alivio y solté la bolsa de verduras en la mesa, iba a ir directo a mi habitación hasta que por el rabillo del ojo vi en la mesa, un pastel de frutas partido en varias partes y la cuarta parte de ellas estaban en un platillo, juntó con una taza de té a medio preparar.
— Mierda.— Susurré por lo bajo.
Escuché como bajaba de las escalera de prisa y susurraba algo que no lograba escuchar, cerré los ojos y comencé a contar hasta diez, uno, dos , tres... Abrí los ojos y vi como ella me miraba con sorpresa al encontrarme ahí parado.
—Len... ¿Qué haces aquí?.— La miré serio, ¿no era obvio que venía por dinero?. Solté un suspiro mental, y la miré sin que se diera cuenta, llevaba un suéter y un pantalón corto azul. Era... aún era tierna a su manera, miré la taza y noté que utilizaba esa misma taza desde que ella tenía trece años. Si que era idiota.
— Sólo vine a asearme y llevarme un poco de dinero, luego me iré.— Respondí de una forma cortante, caminé por su lado para subir a mi habitación.
— Puedo hacer un poco de té para ti, si deseas.—Habló nerviosa.
— Tengo compromisos, Rin.- Me acomode la mochila y caminé hacia las escaleras. Subí las escaleras y fui hacia mi habitación, antes de abrir la puerta, ella habló detrás de mí en susurros, me quedé quieto, ¡¿qué rayos quería?!.
- Ya no estás en casa, Len. Me siento sola, ¿podría quedarte por mi?.
Claro que lo haré, tú serás siempre mi primera opción. Sentí un gran odio hacia mi mismo, las palabras que vinieron a mi mente eran estúpidas. Apreté mis manos en forma de puños y bufé.
— Puedes invitar a tus amigos, o a un novio, no lo sé, Rin.— Respondí por fin después de un largo silencio, giré el pomo y abrí la puerta.
— Dijiste que siempre estarías para mí, Len. — Gritó con la voz quebrada en cuanto vió que di el primer paso hacia adentro, me golpeó la espalda y escuché su agitada respiración. Me mordí la lengua para no empeorar la situación.— ¡Me lo prometiste!.
Tragué con fuerza, sabía que debía aguantarme e irme de ahí, pero, ¿cuándo ella se quedó conmigo cuando la necesitaba?, nunca la vi durante ese día, me ignoró, prefirió irse con sus idiotas.
— Tú no lo hiciste.—Elevé más la voz mientras hablaba, mi enojo era más intenso. — ¿Por qué yo debería hacerlo?
— El Len que yo conocía, jamás habría dicho eso, él...
— Él solo hubiera aguantado tus jugarretas ¿verdad?.— La interrumpí mirándola a la cara.— Pues te informo que ese idiota ya no existe, asi que acostumbrate, porque no voy a aguantar tus tonterías.— Cerré la puerta de un golpe.
Escuché sus sollozos, poco a poco eran más fuertes, pero iban alejándose cada vez más, hasta que solo me invadió el silencio. Respire hondo, realmente era un idiota, no sabía si odiarme a mi o a mi antiguo yo, o... a ella. Caminé hacia mi cama y me recosté en las sábanas deseando hundirme en ellas hasta que todo cambiara como antes, cuando ella estaba junto conmigo con su hermosa sonrisa, cuando ella aún no me abandonó.
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Bien, me odian lo sé, pero yo los amo y mucho ❤ :'3 y no voy a negar que realmente quise dejar de escribir, es la razón de las pocas actualizaciones ;n; (cof cof dudas existenciales semanales (???)) PEEEERO, todo tiene un fin y un comienzo, y la depre creo que se fue 👀 (? -alza su escudo cof cof- además de que se me ha hecho un gran dificultad el escribir en primera persona! ;A; Últimamente me está llamando la narración en tercera persona, siento que puedo hacer mas ahi(? AODJDOSK AUXILIO! Bien, no sé que más escribir, oh! Que tengo una nuev... nah, mentira, oh! Si! Lo había olvidado! (Mi cerebro de pollo) LAVFEIDB ESTOY O ESTABA EN EL PUESTO 15 DE LEN! NI SIQUIERA SABIA QUE HABIA ESAS COSAS xD Me siento re feliz, porque esto no se puede sin ustedes, les estoy agradecida con todos! UWU <3 Los amo y estuve gritando toda una noche, y sé que puedo mejorar -alista su pistola de agua- y los que leen estas cosas tontas, los amo con todo mi estomago!(?? xD los veo muy prontirigillo! Adiós, ya les dije que los amo y adoro? <3 -les lanza amor del bueno u v u-
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