Part. 2 Capitulo 31
-¡NO ES PETER, ES SCABBERS!-gritó Ron, obligando a la rata a meterse en su bolsillo delantero, aunque se resistía demasiado. Ron perdió el equilibrio. Harry lo tomó y lo tendió en la cama. Sin hacer caso de Black, Harry se volvió hacia Lupin.
-Hubo testigos que vieron morir a Pettigrew-dijo-. Toda una calle llena de testigos.
-¡No vieron, creyeron ver!-respondió Black con furia, vigilando a Scabbers, que se debatía en las manos de Ron.
-Todo el mundo creyó que Sirius mató a Peter-confirmó Lupin-. Yo mismo lo creía hasta que he visto el mapa esta noche. Porque el mapa del merodeador nunca miente... Peter está vivo. Ron lo tiene entre las manos, Harry.
Harry bajó la mirada hacia Ron, y al encontrarse sus ojos, se entendieron sin palabras: indudablemente, Black y Lupin estaban locos, y contagiando esa locura a su mejor amiga; Spica. Nada de lo que decían tenía sentido. ¿Cómo iba Scabbers a ser Peter Pettigrew? Azkaban debía de haber trastornado a Black, después de todo. Pero ¿por qué Lupin le seguía la corriente?
Entonces habló Hermione, con una voz temblorosa que pretendía parecer calmada, como si quisiera que el profesor Lupin recobrara la sensatez.
-Pero profesor Lupin: Scabbers no puede ser Pettigrew... sencillamente es imposible, usted lo sabe.
-¿Por qué no puede serlo?-preguntó Lupin tranquilamente, como si estuvieran en clase y Hermione se limitará a plantear un problema en un experimento con grindylows.
Hermione miro hacia Spica, ella debía de saber bien la respuesta, después de todo ambas eran las más inteligentes de su grado. Pero Spica ni siquiera la miraba se encontraba muy concentrada en sus propios pensamientos como para siquiera notar su mirada.
-Porque si Peter Pettigrew hubiera sido un animago, la gente lo habría sabido. Estudiamos a los animagos con la profesora Mcgonagall. Y junto con Spica lo estudiamos en la enciclopedia cuando preparábamos el trabajo. El Ministerio vigila a los magos que pueden convertirse en animales. Hay un registro que indica en qué animal se convierten y las señales que tienen. Yo busqué "Profesora Mcgonagall" en el registro, y vi que en este siglo sólo ha habido siete animagos. El nombre de Peter Pettigrew no figuraba en la lista.
Iba a asombrarse Harry de la escrupulosidad con que sus amigas hacían sus deberes cuando Lupin se echó a reír.
-¡Bien otra vez, Hermione!-dijo-. Pero el Ministerio ignora la existencia de otros tres animagos en Hogwarts.
-Si se lo vas a contar; date prisa, Remus-gruñó Black, que seguía vigilando cada uno de los frenéticos movimientos de Scabbers-. He esperado doce años. No voy a esperar más.
-De acuerdo, pero tendrás que ayudarme, Sirius-dijo Lupin-. Yo sólo sé cómo comenzó...
Lupin se detuvo en seco. Había oído un crujido tras él. La puerta de la habitación acababa de abrirse. Los cinco se volvieron hacia ell. Lupin se acercó y observó el rellano.
-No hay nadie.
-¡Este lugar está encantado!-dijo Ron.
-No lo está-dijo Lupin, que seguía mirando a la puerta, intrigado-. La Casa de los Gritos nunca ha estado embrujada. Los gritos y aullidos que oían los del pueblo los producía yo-se apartó el ceniciento pelo de los ojos. Meditó un segundo y añadió-: Con eso empezó todo... cuando me convertí en hombre loco. Nada de esto habría sucedido si no me hubieran mordido... y si no hubiera sido yo tan temerario.
Estaba tranquilo pero fatigado. Iba Ron a interrumpirle cuando Hermione, que observaba a Lupin muy atentamente, se llevó el dedo a la boca.
-¡Callate!
-Era muy pequeño cuando me mordieron-prosiguió Lupin-. Mis padres lo intentaron todo, pero en aquellos días no había cura. La poción que me ha estado dando el profesor Snape es un descubrimiento muy reciente. Me vuelve inofensivo, ¿se dan cuenta? Si la tomo la semana anterior a la luna llena, conservo mi personalidad al transformarme... Me encojo en mi despacho, convertido en un lobo inofensivo, y aguardo a que la luna vuelva a menguar. Sin embargo, antes de que se descubriera la poción de matalobos, me convertía una ve al mes en un peligroso lobo adulto. Parecía imposible que pudiera venir a Hogwarts. No era probable que los padres quisieran que sus hijos estuvieran a mi alcance. Pero entonces Dumbledore llegó a director y se hizo cargo de mi problema. Dijo que mientras tomáramos ciertas precauciones, no había motivo para que yo no acudiera a clase-Lupin suspiró y miró a Harry-. Les dije hace meses que el sauce boxeador lo plantaron el año que llegué a Hogwarts. La verdad es que lo plantaron porque vine a Hogwarts. Esta casa-Lupin miró a su alrededor melancólicamente-, el túnel que conduce a ella... se construyeron para que los usara yo. Una vez al mes me sacaban del castillo furtivamente y me traían a este lugar para que me transformara. El árbol se puso en la boca del túnel para que nadie se encontrara conmigo mientras yo fuera peligroso.
Spica se encontraba reviviendo cada uno de los recuerdos del profesor Lupin gracias a su legeremancia, aun así no sabía como actuar, así que prefería quedarse en silencio observando todo.
-En aquella época mis transformaciones eran... eran terribles. Es muy doloroso convertirse en licántropo. Se me aislaba de los humanos para que no los mordiera, de forma que me arañaba y mordía a mí mismo. En el pueblo oían los ruidos y los gritos, y creían que se trataba de espíritus especialmente violentos. Dumbledore alentó los rumores... Ni siquiera ahora que la casa lleva años en silencio se atreven los del pueblo a acercarse. Pero aparte de eso, yo era más feliz que nunca. Por primera vez tenía amigos, tres estupendos amigos: Sirius Black, Peter Pettigrew y tu padre, Harry, James Potter. Mis tres amigos no podían dejar de darse cuenta de mis desapariciones mensuales. Yo inventaba historias de todo tipo. Les dije que mi madre estaba enferma y que tenía que ir a casa a verla... me aterrorizaba que pudieran abandonarme cuando descubrieran lo que yo era. Pero igual que ustedes, Spica, Hermione, averiguaron la verdad. Y no me abandonaron. Por el contrario, convirtieron mis metamorfosis no sólo en soportables, sino en los mejores momentos de mi vida. Se hicieron animagos.
-¿Mi padre también?-preguntó Harry atónito.
-Sí, claro-respondió Lupin-. Les costó tres años averiguar cómo hacerlo. Tu padre y Sirius eran los alumnos más inteligentes del colegio y tuvieron suerte porque la transformación en animago puede salir fatal. Es la razón por la que el Ministerio vigila estrechamente a los que lo intentan. Peter necesitaba toda la ayuda que pudiera obtener de James y Sirius. Finalmente, en quinto, lo lograron. Cada cual tuvo la posibilidad de convertirse a voluntad en un animal diferente.
-Pero ¿en qué le benefició a usted eso?-preguntó Hermione con perplejidad.
-No podían acompañarlo como seres humanos, así que se la hacían como animales-dijo Spica, ganándose un asentimiento por parte de Lupin-. Un licántropo sólo es peligroso para las personas.
-Así es, cada mes abandonaban a hurtadillas el castillo, bajo la capa invisible de James. Peter, como era el más pequeño, podía deslizarse bajo las ramas del sauce y tocar el nudo que las dejaba inmóviles. Entonces pasaban por el túnel y se reunían conmigo. Bajo su influencia yo me volvía menos peligroso. Mi cuerpo seguía siendo de lobo, pero mi mente parecía más humana mientras estaba con ellos.
-Date prisa, Remus-gritó Black, que seguía mirando a Scabbers con una horrible expresión de avidez.
-Ya llegó, Sirius, ya llegó... Al transformarnos se nos abrían posibilidades emocionantes. Abandonamos la Casa de los Gritos y vagábamos de noche por los terrenos del colegio y por el pueblo-en el rostro de Spica se formo una sonrisa al ver los recuerdo de su profesor-. Sirius y James se transformaban en animales tan grandes que eran capaces de tener a raya a un licántropo. Dudo que ningún alumno de Hogwarts haya descubierto nunca tantas cosas sobre el colegio como nosotros; aunque creo que ahora el puesto le corresponde a Spica ya que a encontrado lugares que nosotros no sabíamos ni de su existencia. Y de esa manera llegamos a trazar el mapa del merodeador y lo firmamos con nuestros apodos: Sirius era Canuto, Peter Colagusano y James Cornamenta.
-¿Qué animal...?-comenzó Harry, pero Hermione y Spica lo interrumpieron:
-Solo piensa, no seas tan tonto-dijo Spica ganandose una mala mirada de parte de su amigo, mientras que al mismo tiempo Hermione dijo:
-¡Aun así era peligroso! ¡Andar por ahí, en la oscuridad, con un licántropo! ¿Qué habría ocurrido si les hubiera dado esquinazo a los otros y mordido a alguien?
-Ése es un pensamiento que aún reconcome-respondió Lupin en tono de lamentación-. Estuve a punto de hacerlo muchas veces. Luego nos reíamos. Éramos jóvenes e irreflexivos. Nos dejábamos llevar por nuestras ocurrencias. A menudo me sentía culpable por haber traicionado la confianza de Dumbledore. Me había admitido en Hogwarts cuando ningún otro director lo habría hecho, y no se imaginaba que yo estuviera rompiendo las normas que había establecido para mi propia seguridad y la de otros. Nunca supo que por mi culpa tres de mis compañeros de convirtieron ilegalmente en animagos. Pero olvidaba mis remordimientos cada vez que nos sentábamos a planear la aventura del mes siguiente. Y no he cambiado...-las facciones de Lupin se habían tensado y se le notaba en la voz que estaba disgustado consigo mismo-. Todo este curso he estado pensando si debería decirle a Dumbledore que Sirius es un animago. Pero no lo he hecho. ¿Por qué? Porque soy demasiado cobarde. Decírselo habría supuesto confesar que yo traicionaba su confianza mientras estaba en el colegio, habría supuesto admitir que arrastraba a otros conmigo... y la confianza de Dumbledore ha sido muy importante para mí. Me dejó entrar en Hogwarts de niño y me ha dado un trabajo cuando durante toda mi vida adulta me han rehuido y he sido incapaz de encontrar un empleo remunerado debido a mi condición. Y por eso supe que Sirius entraba en el colegio utilizando artes oscuras aprendidas de Voldemort y de que su condición de animago no tenía nada que ver... así que, de alguna manera, Snape tenía razón en la que decía de mí.
-¿Snape?-dijo Black bruscamente, apartando los ojos de Scabbers por primera vez desde hacía varios minutos, y mirando a Lupin-. ¿Qué pinta Snape?
-Está aquí, Sirius-dijo Lupin con disgusto-. También da clases en Hogwarts-miró a Harry, Ron, Spica y a Hermione-. El profesor Snape era compañero nuestro-se volvió otra vez hacia Black-: Ha intentado por todos los medios impedir que me dieran el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Le ha estado diciendo a Dumbledore durante todo el curso que no soy de fiar. Tiene motivos... Sirius le gastó una broma que casi lo mató, una broma en la me vi envuelto.
Spica solo miraba hacia Sirius con una ceja levantada, sorprendida por ver lo que su padre habia hecho en su adolescencia.
-Le estuvo bien empleado-Black se rió con una mueca-. Siempre husmeando, siempre queriendo saber lo que tramábamos... para ver si nos expulsaban.
-Severus estaba muy interesado por averiguar a dónde iba yo cada mes-explicó Lupin a los cuatro jóvenes-. Estábamos en el mismo curso, ¿saben? Y no nos caímos bien. En especial, le tenía inquina a James. Creo que era envidia por lo bien que se le daba el quidditch... de todas formas, Snape me había visto atravesar los terrenos del colegio con la señora Pomfrey cierta tarde que me llevaba hacia el sauce boxeador para mi transformación. Sirius pensó que sería divertido contarle a Snape que para entrara detrás de mí bastaba con apretar el nudo del árbol con un palo largo. Bueno, Snape, como es lógico, lo hizo. Si hubiera llegado hasta aquí, se habría encontrado con un licántropo completamente transformado. Pero tu padre, Harry, que había oído a Sirius, due tras Snape y lo obligó a volver, arriesgando su propia vida, aunque Snape me entrevió al final del túnel. Dumbledore le prohibió contárselo a nadie, pero desde aquel momento supo lo que yo era...
-Entonces, por eso lo odia Snape-dijo Harry-. ¿Pensó que estaba usted metido en la broma?
-Exactamente-admitió una voz fría y burlona que provenía de la pared, a espaldas de Lupin.
Severus Snape se desprendió de la capa invisible y apuntó a Lupin con la varita.
Hermione dio un grito. Black se puso en pie de un salto. Harry y Spica saltaron también como si hubieran recibido una descarga eléctrica.
-He encontrado esto al pie del sauce boxeador-dijo Snape, arrojando la capa a un lado y sin dejar de apuntar al pecho de Lupin con la varita-. Muchas gracias, Potter, me ha sido muy útil.
Snape estaba casi sin aliento, pero su cara rebosaba sensación de triunfo.
-Tal vez se preguntarán cómo he sabido que estaban aquí-dijo con los ojos relampagueantes-. Acabo de ir a tu despacho, Lupin. Te olvidaste de tomar la poción esta noche, así que te llevé una copa llena. Fue una suerte. En tu mesa había cierto mapa. Me bastó un vistazo para saber todo lo que necesitaba. Te vi correr por el pasadizo.
-Severus...-comenzó Lupin, pero Snape no lo oyó.
-Le he dicho una y otra vez al director que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar en el castillo, Lupin. Y aquí está la prueba. Ni siquiera se me ocurrió que tuvieras el valor de utilizar este lugar como escondrijo.
-Te equivocas, Severus-dijo Lupin, hablando aprisa-. No lo has oído todo. Puedo explicarlo. Sirius no ha venido a matar a Harry o a Spica.
-Dos más para Azkaban esta noche-dijo Snape, con los ojos llenos de odio-. Me encantará saber cómo se lo toma Dumbledore. Estaba convencido de que eras inofensivo, ¿sabes, Lupin? Un licántropo domesticado...
-Idiota-dijo Lupin en voz baja-. ¿Vale la pena volver a meter en Azkaban a un hombre y padre inocente por una pelea de colegiales?
¡PUM!
Del final de la varita de Snape surgieron unas cuerdas delgadas, semejantes a serpientes, que se enroscaron alrededor de la boca, las muñecas y los tobillos de Lupin. Este perdió el equilibrio y cayó al suelo, incapaz de moverse. Con un rugido de rabia, Black se abalanzó sobre Snape, pero Snape apuntó directamente a sus ojos con la varita.
-Dame un motivo-susurró-. Dame un motivo para hacerlo y te juro que lo haré.
Todo paso muy rapido de un momento a otro Harry y Spica se encontraban con sus varitas alzadas y apuntando a el profesor Snape, ya que ahora conocían el motivo del odio hacia ellos y al profesor Lupin. Algo que no creían capaz pero al final ambos se decidieron:
-¡Expeliarmo!-gritaron los dos en una misma voz.
Pero las suyas no fueron las únicas voces que gritaron. Una ráfaga de aire movió la puerta sobre sus cabezas. Snape fue lanzado en el aire y lanzado contra la pared. Luego resbaló hasta el suelo, con un hilo de sangre que le brotaba de la cabeza. Estaba sin conocimiento.
Ambos miraron a su alrededor. Ron y hermione habían intentado desarmar a Snape en el mismo momento que ellos. La varita de Snape planeo trazando un arco y aterrizó sobre la cama, al lado de Crookshanks.
-No deberían haberlo hecho-dijo Black mirando a su hija y a Harry-. Tendrían que habérmelo dejado a mí...
Harry rehuyó los ojos de Black, mientras que Spica solo le regaló una pequeña sonrisa de lado. Harry no estaba seguro, ni siquiera en aquel momento, de haber hecho lo que debía.
-¡Hemos agredido a un profesor...! ¡Hemos agredido a un profesor...!-gimoteaba Hermione, mirando asustada a Snape, que parecía muerto-. ¡Vamos a tener muchos problemas!
Lupin forcejeaba para liberarse de las ligaduras. Black se inclinó para desatarlo. Lupin se incorporó, frotándose los lugares entumecidos por las cuerdas.
-Gracias, hija y Harry-dijo.
-Aún no creo en usted-repuso Harry, mientras que Spica solo daba una sonrisa.
-Entonces es hora de que te ofrezcamos alguna prueba-dijo Black-. Muchacho, entrégame a Peter. Ya.
Ron apretó a Scabbers aún más fuertemente contra el pecho.
-Venga-respondió débilmente-, ¿quiere que me crea que escapó usted de Azkaban sólo para atrapar a Scabbers? Quiero decir...-miró a Harry, Spica y a Hermione en busca de apoyo-. De acuerdo, supongamos que Pettigrew pueda transformarse en rata... Hay millones de ratas. ¿Cómo sabía, estando en Azkaban, cuál era la, que buscaba?
-¿Sabes, Sirius? Ésa es una buena pregunta-observó Lupin, volviéndose hacia Black y frunciendo ligeramente el entrecejo-. ¿Cómo supiste dónde estaba?
Black metió dentro de la túnica una mano que parecía una garra y sacó una página arrugada de periódico, la alisó y se la enseñó a todos. Era la foto de Ron y su familia que había aparecido en el diario El Profeta el verano anterior. Sobre el hombro de Ron se encontraba Scabbers.
-¿Cómo lo conseguiste?-preguntó Lupin a Black, estupefacto.
-Fudge-explicó Black-. Cuando fue a inspeccionar Azkaban el año pasado, me dio el periódico. Y ahí estaba Peter, en primera plana... en el hombro de este chico. Lo reconocí enseguida. Cuántas veces lo vimos transformarse. Y el pie de la foto decía que el muchacho volvería a Hogwarts, donde estaba Harry...-luego miró a su hija con los ojos empañados por las lágrimas-. Supe que tambien estaria mi pequeña princesa...
-¡Dios mío!-dijo Lupin en voz baja, mirando a Scabbers, luego la foto y otra vez a Scabbers-. Su pata delantera...
-¿Qué le ocurre?-preguntó Ron, poniéndose a la defensiva.
-Le falta un dedo-explicó Black.
-Claro-dijo Lupin-. Sencillo... e ingenioso. ¿Se lo cortó él?
-Poco antes de transformarse-dijo Black-. Cuando lo arrinconé, gritó para que toda la calle oyera que yo había traicionado a Lily y a James, para luego advertirme que no debía haber dejado sola a Lyra...
Sirius contaba todo lo que Peter habia logrado con su plan al culparle y como lo habia hecho, Spica notaba como los ojos de su padre se encontraba una gran culpa, aunque el no era culpable de nada.
-¿Nunca lo has oído, Ron?-le preguntó Lupin-. El mayor trozo que encontraron de Peter fue el dedo.
-Mire, seguramente Scabbers tuvo una pelea con otra rata, o algo así. Ha estado con mi familia desde siempre.
-Doce años exactamente ¿no e has preguntado nunca por qué vive tanto?
-Bueno, la hemos cuidado muy bien-dijo Ron.
-Pero ahora no tiene muy buen aspecto, ¿verdad?-observó Lupin-. Apostaría a que su salud empeoró cuando supo que Sirius se había escapado.
-¡La ha asustado ese gato loco!-repuso Ron, señalando con la cabeza a Crookshanks, que seguía ronroneando en la cama.
Pero no había sido así, pensó Harry inmediatamente. Scabbers ya tenía mal aspecto antes de encontrar a Crookshanks. Desde que Ron volvió de Egipto. Desde que Black escapó...
-Este gato no está loco-dijo Black con voz ronca. Alargó una mano huesuda y acarició la cabeza mullida de Crookshanks-. Es el más inteligente que he visto en mi vida. Reconoció a Peter inmediatamente. Y cuando me encontró supo que yo no era un perro de verdad. Pasó un tiempo antes de que confiara en mí, pero gracias a la ayuda de Arminda logre que confiara en que no era malo. Finalmente, me las arregle para hacerle entender qué era lo que pretendía, y me han estado ayudando...
-¿Qué quiere decir?-preguntó Hermione en voz baja.
-Intentó que Peter se me acercara, pero no pudo... así que se apoderó de las contraseñas para entrar en la torre de Gryffindor. Según creo, las tomo de la mesilla de un muchacho...
Spica ya no dudaba de la inocencia de su progenitor, solo esperaba que Harry y sus amigos pensarán lo mismo que ella.
El cerebro de Harry empezaba a hundirse por el peso de las muchas cosas que oía. Era absurdo... y sin embargo...
-Sin embargo, Peter se olió lo que ocurría y huyó. Este gato, ¿dicen que se llama Crookshanks?, me dijo que Peter había dejado sangre en las sábanas. Supongo que se mordió... Simular su propia muerte ya había resultado en otra ocasión.
Estas palabras impresionaron a Harry y lo sacaron de su ensimismamiento.
-¿Y por qué fingió su muerte?-preguntó furioso-. Porque sabía que usted lo quería matar; como mató a mis padres y a la madre de Spica.
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En mi perfil encontraran una nueva historia de Crepúsculo, espero les gusté.
-ortiz6acosta
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