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Capitulo 17

La habitación siguiente estaba tan oscura que no pudieron ver nada. Pero cuando estuvieron dentro la luz súbitamente inundó el lugar, para revelar un espectáculo asombroso. 

Estaban en el borde de un enorme tablero de ajedrez, detrás delas piezas negras, que eran todas tan altas como ellos y construidas en lo que parecía piedra. Frente a ellos, al otro lado dela habitación, estaban las piezas blancas. Harry, Ron, Spica y Hermione se estremecieron: las piezas blancas no tenían rostros. 

-¿Ahora qué hacemos?-susurró Harry 

-Está claro, ¿no?-dijo Ron-. Tenemos que jugar para cruzar la habitación. 

Detrás de las piezas blancas pudieron ver otra puerta.

-¿Cómo?-dijo Hermione con nerviosismo. 

-Creo-contestó Ron-que vamos a tener que ser piezas. 

Se acercó a un caballero negro y levantó la mano para tocar el caballo. De inmediato, la piedra cobró vida. El caballo dio una patada en el suelo y el caballero se levantó la visera del casco, para mirar a Ron. 

-¿Tenemos que... unirnos a ustedes para poder cruzar? 

El caballero negro asintió con la cabeza. Ron se volvió a los otros dos. 

-Esto hay que pensarlo...-dijo-. Supongo que tenemos que ocupar el lugar de cuatro piezas negras. 

Harry, Hermione y Spica esperaron en silencio, mientras Ron pensaba. Por fin dijo: 

-Bueno, no se ofendan, pero ninguno de ustedes es muy bueno en ajedrez... 

-No nos ofendemos-dijo rápidamente Harry-. Simplemente dinos qué tenemos que hacer. 

-Bueno, Harry, tú ocupa el lugar de ese alfil, Hermione, ponte en lugar de esa torre, al lado de Harry, y tú, Spica, serás la reina.

-¿Y qué pasa contigo? 

-Yo seré un caballo. 

Las piezas parecieron haber escuchado porque, ante esas palabras, un caballo, un alfil, una torre y la reina dieron la espalda a las piezas blancas y salieron del tablero, dejando libres tres cuadrados que Harry, Ron y Hermione ocuparon. 

-Las blancas siempre juegan primero en el ajedrez-dijo Ron, mirando al otro lado del tablero-. Sí... miren. 

Un peón blanco se movió hacia delante. 

Ron comenzó a dirigir a las piezas negras. Se movían silenciosamente cuando los mandaba. Spica estaba tan nerviosa, que no podía controlar su poder, no podía dejar de escuchar todos los pensamientos de sus amigos.

-Harry... muévete en diagonal, cuatro casillas a la derecha. 

La primera verdadera impresión llegó cuando el otro caballo fue capturado. La reina blanca lo golpeó contra el tablero y lo arrastró hacia fuera, donde se quedó inmóvil, bocabajo.

-Tuve que dejar que sucediera-dijo Ron, conmovido-. Te deja libre para tomar ese alfil. Vamos, Hermione. 

Cada vez que uno de sus hombres perdía, las piezas blancas no mostraban compasión. Muy pronto, hubo un grupo de piezas negras desplomadas a lo largo de la pared. Dos veces, Ron se dio cuenta justo a tiempo para salvar a Harry y Hermione del peligro. Él mismo jugó por todo el tablero, atrapando casi tantas piezas blancas como las negras que habían perdido. A la única que casi no le pidió hacer nada fue a Spica, por ser la reina en el tablero.

-Ya casi estamos-murmuró de pronto-. Déjenme pensar... déjenme pensar. 

La reina blanca volvió su cara sin rostro hacia Ron. 

-Sí...-murmuró Ron-. Es la única forma... tengo que dejar que me atrapen.

-¡Estas demente Ron!-le grito Spica, sus amigos no entendían, hasta que ella les hablo.

-Se piensa sacrificar.

-¡NO!-gritaron Harry y Hermione. 

-¡Esto es ajedrez!-dijo enfadado Ron-. ¡Hay que hacer algunos sacrificios! Yo daré un paso adelante y ella me atrapara... eso te dejará libre para hacer jaque mate al rey, Harry. 

-Pero... 

-¿Quieres detener a Snape o no? 

-Ron... 

-¡Si no se dan prisa va a conseguir la Piedra! 

No había nada que hacer. 

-¿Listo? -preguntó Ron, con el rostro pálido pero decidido-. Allá voy, y no se queden una vez que hayan ganado. 

Se movió hacia delante y la reina blanca saltó. Golpeó a Ron con fuerza en la cabeza con su brazo de piedra y el chico se derrumbó en el suelo. Ambas chicas gritaron, pero se quedaron en su casillero. La reina blanca arrastró a Ron a un lado. Parecía desmayado. 

Muy conmovido, Harry se movió tres casilleros a la izquierda. El rey blanco se quitó la corona y la arrojó a los pies de Harry. Habían ganado. Las piezas saludaron y se fueron, dejando libre la puerta. Los tres amigos se acercaron a Ron, lo encontraron desmayado en el suelo.

-Yo me quedare con él, ustedes deben de seguir-hablo segura Hermione.

-Pero...

-Tienen que seguir ustedes, Spica es lista, hasta más que yo. Ninguno de nosotros dos debía de ser, esto siempre debió de ser para ti, Harry, o para Spica, que tiene que luchar por lo mismo que tú. Lo llevare a la enfermería y le mandare una lechuza a Dumbledore.

Sin poder replicar ambos se alejaron de donde se encontraban los dos. Antes de cruzar la puerta, con una última mirada de desesperación hacia Ron, Harry y Spica subieron por el siguiente pasadizo.

-¿Crees que estarán bien?

-Estarán bien-dijo Harry, tratando de convencerse a sí mismo-. ¿Qué crees que nos queda?

-Pasamos el Lazo del Diablo que fue de la profesora Sprout, Flitwick debe de haber hechizado las llaves, y Minie transformó a las piezas de ajedrez. Eso nos deja el hechizo de Quirrell y el de Snape...

Habían llegado a otra puerta. 

-¿Todo bien?-susurró Harry. 

-Vamos.

Harry empujó y abrió. 

Un tufo desagradable los invadió, haciendo que se taparan la nariz con la túnica. Con ojos que lagrimeaban debido al olor, vieron, aplastado en el suelo frente a ellos, un trol más grande que el que habían derribado, inconsciente y con un bulto sangrante en la cabeza. 

-Me alegro de que no tengamos que pelear con éste-susurró Harry, mientras pasaban con cuidado sobre una de las enormes piernas-. Vamos, no puedo respirar. 

Abrió la próxima puerta, los dos casi sin atreverse a ver lo que seguía... Pero no había nada terrorífico allí, Sólo una mesa con siete botellas de diferente tamaño puestas en fila. 

-Snape-dijo Harry-. ¿Qué tenemos que hacer? 

Pasaron el umbral y de inmediato un fuego se encendió detrás de ellos. No era un fuego común, era púrpura. Al mismo tiempo, llamas negras se encendieron delante. Estaban atrapados. 

-¡Mira!-Spica tomo un rollo de papel, que estaba cerca de las botellas. Harry miró por encima de su hombro para leerlo: 

El peligro yace ante ti, mientras la seguridad está detrás, 

dos queremos ayudarte, cualquiera que encuentres, 

una entre nosotras siete te dejará adelantarte, 

otra llevará al que lo beba para atrás, 

dos contienen sólo vino de ortiga, 

tres son mortales, esperando escondidos en la fila. 

Elige, a menos que quieras quedarte para siempre, 

para ayudarte en tu elección, te damos cuatro claves: 

Primera, por más astucia que tenga el veneno para 

ocultarse siempre encontrarás alguno al lado 

izquierdo del vino de ortiga; 

Segunda, son diferentes las que están en los extremos, 

pero si quieres moverte hacia delante, ninguna es tu 

amiga;

Tercera, como claramente ves, todas tenemos tamaños

diferentes: Ni el enano ni el gigante guardan la muerte 

en su interior; 

Cuarta, la segunda a la izquierda y la segunda a la 

derecha son gemelas una vez que las pruebes, aunque 

a primera vista sean diferentes. 

Spica dejó escapar un gran suspiro y Harry, sorprendido, vio que sonreía, lo último que había esperado que hiciera. 

-Muy bueno-menciono-. Esto no es magia... es lógica... es un acertijo. Muchos de los más grandes magos no han tenido una gota de lógica y se quedarían aquí para siempre. 

-Pero nosotros también, ¿no? 

Por supuesto que no-menciono con seguridad Spica-. Lo único que necesitamos está en este papel. 

>>Siete botellas: tres con veneno, dos con vino, una nos llevará a salvo a través del fuego negro y la otra hacia atrás, por el fuego púrpura. 

Volvió a leer el papel, cuando fue interrumpida por Harry y ella ya tenia la solución.

-Pero ¿Cómo sabremos cuál beber? 

-Simple. 

Se acerco a la mesa con las botellas y miro a Harry sonriendo.

>>La más pequeña nos llevará por el fuego negro, hacia la Piedra. 

Harry miró a la diminuta botella. 

-Aquí hay muy poco-dijo-. No hay más que un trago. 

Se miraron. 

-¿Cuál nos hará volver por entre las llamas púrpura?

Spica señaló una botella redonda del extremo derecho dela fila. 

-Tú bebe de ésa-dijo Harry, pero Spica lo miro y tomo su varita. 

-Ambos cruzaremos por esas llamas, ambos terminaremos con esto juntos y ambos regresaremos con nuestros amigos estando a salvo.

Apunto con su varita a la botellita e hizo un hechizo para que el liquido aumentara en cantidad, teniendo sobre de ella la mirada sorprendida de Harry.

-Lista para intentar detener a Snape-ella asintió segura-. Si algo pasa, te pondrás a salvo y me dejaras a mi encargarme de esto.

-Pero Harry... ¿y si Quien-tú-sabes está con él?

-Bueno, ya tuve suerte una vez, ¿no? —dijo Harry, señalando su cicatriz—. Puede ser que la tenga de nuevo, y con mayor razón tu tendrás que protegerte.

Spica no sabia que más hacer por lo que hizo lo primero que se le vino a la mente y lo abrazo.

-¡Spica!

-Harry... eres un gran mago, ya lo sabes.

-No soy tan bueno como tú o Hermione-contestó muy incómodo, mientras ella lo soltaba.

-¡Yo!-exclamó-. Sabes... ¿Por qué la profesora Mcgonagall, estaba tan molesta conmigo en la tarde?-el negó con su cabeza y ella suspiro-. Nací con la capacidad de leer los pensamientos de todos los que me rodean. Gracias a eso es más fácil para mi aprenderme las cosas y más teniendo de amiga a Hermione que siempre repite en su mente lo que vemos en el día.

>>Y bueno Hermione es libros, inteligencia, pero hay cosas mucho más importantes, amistad y valentía y... ¡Oh, Harry, no me hagas seguir con este discurso! 

-Bebe primero-dijo Harry-. Estás segura de que servirá igual, estas segura de cual es cual ¿no? 

-Totalmente-dijo Spica. 

Tomo un trago de la botellita y se estremeció.

-No es veneno, ¿verdad?-dijo Harry con voz anhelante. 

-No... pero parece hielo. Te toca.

Tomo la botellita de las manos de Spica y caminaron a donde las llamas negras. Ella noto como Harry dudaba, por lo que tomo su mano libre para darle apoyo.

-Allá vamos-dijo, y se bebió el contenido de un trago. 

Sintió como si comiera hielo. Dejó la botella y aun tomados de la mano fueron hacia delante. Spica noto como las llamas negras lamían su cuerpo pero no lo quemaban. Durante un momento no pudieron ver más que fuego oscuro. Luego se encontraban del otro lado, en la última habitación.

Ya había alguien allí. Pero no era Snape, como el creía. Y tampoco era Voldemort.

Volteo a ver a su amiga, la cual miraba interrogante y con el seño fruncido a la persona de esa habitación, hasta que la escucho murmurar algo.

"Quirrell. Sabía que no era Snape."

-¡Usted!-exclamó Harry. 

Quirrell sonrió. Su rostro no tenía ni sombra del tic. 

-Yo-dijo con calma-me preguntaba si me iba a encontrar con alguno de ustedes aquí. Aunque esperaba que solo fuera contigo Harry. 

-Pero yo pensé... Snape... 

-¿Severus?-Quirrell rió, y no fue con su habitual sonido tembloroso y entrecortado, sino con una risa fría y aguda. Spica se encontraba muy concentrada tratando de poder entrar en la mente de Quirrell, pero como antes esta se dividía en dos 

>>Sí, Severus parecía ser el indicado, ¿no? Fue muy útil tenerlo dando vueltas como un murciélago enorme. Al lado de él ¿Quién iba a sospechar del po-pobre tar-tamudo p-profesor Quirrell? 

Harry no podía aceptarlo. Aquello no podía ser verdad, no podía ser. 

-¡Pero Snape trató de matarme! 

-No, no, no. Yo traté de matarte. Tu amiga, la señorita Granger, accidentalmente me atropelló cuando corría a prenderle fuego a Snape, en ese partido de quidditch. Y rompió el con tacto visual que yo tenía contigo. Unos segundos más y te habría hecho caer de esa escoba. Y ya lo habría conseguido, si Snape no hubiera estado murmurando un contramaleficio, tratando de salvarte. 

-¿Snape trataba de salvarme a mí? 

-Por supuesto-dijo fríamente Quirrell-. ¿Por qué crees que quiso ser árbitro en el siguiente partido? Estaba tratando de asegurarse de que yo no pudiera hacerlo otra vez. Gracioso, en realidad... no necesitaba molestarse. 

>>No podía hacer nada con Dumbledore mirando. Todos los otros profesores creyeron que Snape trataba de impedir que Gryffindor ganase, se ha hecho muy impopular... Y qué pérdida de tiempo cuando, después de todo eso, voy a matarte esta noche. 

Quirrell chasqueó los dedos. Unas sogas cayeron del aire y se enroscaron en los cuerpos de Harry y Spica, sujetándolos con fuerza, sacando por fin a Spica de su trance.

-Eres demasiado molesto para vivir, Potter. Deslizándote por el colegio, como en Halloween, porque me descubriste cuando iba a ver qué era lo que vigilaba la Piedra. De hecho ambos son tan parecidos a sus padres, ninguno de los dos debería de vivir.

-¿Usted fue el que dejó entrar al trol?

-Claro. Yo tengo un don especial con esos monstruos. ¿No viste lo que le hice al que estaba en la otra habitación? Desgraciadamente, cuando todos andaban corriendo por ahí para buscarte, Snape, que ya sospechaba de mí, fue directamente al tercer piso para ganarme de mano, y no sólo hizo que mi monstruo no pudiera matarlos, sino que ese perro de tres cabezas no mordió la pierna de Snape de la manera en que debería haberlo hecho..

Hizo una pausa: 

-Ahora, esperen tranquilos. Necesito examinar este interesante espejo. 

Ambos chicos miraron lo que se encontraba detrás de Quirrell. Era el espejo de Oesed, Spica lo reconoció de los recuerdos del azabache.

 -Este espejo es la llave para poder encontrar la Piedra-murmuró Quirrell, dando golpecitos alrededor del marco-. Era de esperar que Dumbledore hiciera algo así... pero él está en Londres... Cuando pueda volver, yo ya estaré muy lejos. 

Lo único que se le ocurrió a Harry fue tratar de que Quirrell siguiera hablando y dejara de concentrarse en el espejo. 

-Lo vi a usted y a Snape en el bosque...-dijo de golpe. 

-Sí-dijo Quirrell, sin darle importancia, paseando alrededor del espejo para ver la parte posterior-. Me estaba siguiendo, tratando de averiguar hasta dónde había llegado. Siempre había sospechado de mí. Trató de asustarme... Como si pudiera, cuando yo tengo a lord Voldemort de mi lado...

 Quirrell salió de detrás del espejo y se miró en él con enfado. Pero Spica, seguí sin poner atención a lo que ellos hacían, dentro de su mente se estaba llevando una lucha por el completo dominio de su mente.

 -Veo la Piedra... se la presento a mi maestro... pero ¿Dónde está? 

Harry luchó con las sogas qué lo ataban, pero no se aflojaron. Tenía que evitar que Quirrell centrara toda su atención en el espejo. Ni Quirrell, ni Harry notaban que Spica se encontraba en una especie de trance, y es que ella, tenía su propia lucha en la mente de su profesor de DCAO.

Spica al intentar leer la mente de Quirrell, quedo encerrada en ella, tenia que elegir uno de los dos caminos, pero tenia miedo de perderse, nunca una mente le pareció tan difícil de leer. Pero entonces escucho una risa que le helo la sangre.

Era una risa sin nada de gracia, era tétrica. Comenzó a caminar, adentrándose cada vez más, hasta que sintió como algo la expulsaba de donde se encontraba, no entendía como era posible que sintiera dolor.

Miro frente a ella, ahí se encontraba una figura que nunca había visto, su piel de un blanco tiza, ojos rojos y dos ranuras donde tendría que estar la nariz, como una serpiente. A su mente vino un nombre.

"Voldemort"

Miro como este sonreía, no sabía que hacer, ni como actuar. Tenia frente a ella al hombre que muchos temían, no comprendía como era posible que el estuviera frente a ella y menos ahí en la mente de su profesor, pero pronto recordó como esa mente se dividía entre dos caminos, como había veces que la confundía ya que escuchaba a mas de una voz dentro de ella, y por fin hablo.

-Es por ti que no podía leer con claridad la mente de Quirrell-hablo con la sorpresa plasmada en su rostro.

-Me alegra saber que alguien con el apellido Slytherin sea tan buena practicante de la legeremancia, aunque no eres nada comparada contra mi. Eres igual de débil que tu madre.

-No hables de mi madre, ¡tu mandaste a matarla!-menciono con el enojo tintado en cada palabra.

-Tu madre una alumna de Slytherin, casada con un Gryffindor, traidor a la sangre, ella pudo ser poderosa y reconocida, una excelente alumna aunque demasiado débil e insignificante. Lo único que tenia de bueno era el apellido-miro a la menor con desagrado-y tú, una heredera de Salazar Slytherin que esta en la casa de Gryffindor patético...

-No es patético, porque al ser una Slytherin en Gryffindor, eso me hace ver que no solo tengo astucia, determinación y ambición en mi sangre, sino que también tengo valor, fuerza y audacia. Soy una de las mejores estudiantes de mi año escolar, hoy vine acompañada de mis amigos, para ayudar a Harry.

-Así... el famoso niño que vivió... él ahora mismo se encuentra con Quirrell. Solo quería tener el placer de verte antes de lo que sigue, quiero tener el honor de matarte yo mismo.

Al momento que Voldemort dijo esas palabras Spica sintió todo borroso y al abrir los ojos, noto que se encontraba amarrada con sogas, Harry a su lado en la misma situación que ella y que Quirrell se encontraba frente al espejo de Oesed.

-¿Qué hace este espejo? ¿Cómo funciona? ¡Ayúdame, Maestro! 

Spica logro captar esas palabras dichas por Quirrell, seguía un poco aturdida por lo que había pasado en la mente del profesor. Pero volvió en si cuando escucho la voz que ya reconocía como la de Voldemort. 

-Utiliza a los chicos... Utiliza a ambos... 

Quirrell se volvió hacia Harry, primero para luego pasar su vista a Spica.

-Sí... vengan aquí. 

Hizo sonar las manos una vez y las sogas cayeron. Harry se puso lentamente de pie, ayudo a Spica a levantarse. 

-Vengan aquí-repitió Quirrell-. Miren al espejo y díganme que es lo que ven. 

Quirrell se les acercó por detrás. Harry respiró el extraño olor que parecía salir del turbante de Quirrell. Cerró los ojos, se detuvo frente al espejo y los volvió a abrir. Mientras que Spica estaba como si nada, ella sabia que tenia que mentir, no debía de decir lo que viera en el espejo, pero antes de que ella se pudiera poner frente al espejo Harry se adelanto y se coloco en el punto especifico.

Ella se puso a su lado, pero el espejo solo la reflejaba, pero de un momento a otro sintió algo pesado en el bolsillo de su pantalón.

Miro a Harry y este también la miraba con asombro. Harry había visto como su reflejo le ponía la piedra en el bolsillo de su pantalón a Spica y le hacia señas. Spica no había notado esto, sino fuera por el peso nuevo que se encontraba en su pantalón.

-¿Bien?-dijo Quirrell con impaciencia. ¿Qué es lo que ves?

Harry, haciendo de tripas corazón, contestó: 

-Me veo con Dumbledore, estrechándonos las manos, Spica se encuentra a mi lado, alegre-invento-. Yo... he ganado la copa de la casa para Gryffindor. 

Quirrell maldijo otra vez. 

-Quítense de ahí-dijo. Cuando se hicieron a un lado, Spica señalo con sus ojos su bolsillo a Harry. ¿Se atrevería a escapar? 

Pero no habían dado cinco pasos cuando una voz aguda habló, aunque Quirrell no movía los labios.

-Ellos mienten... ellos mienten...

-¡Vuelvan aquí!-grito Quirrell-. ¡Díganme la verdad! ¿Qué es lo que has visto Potter?

La voz aguda se oyó otra vez.

-Déjame hablar con ellos... cara a ara...

-¡Maestro, no está lo bastante fuerte todavía!

-Tengo fuerza suficiente... para esto.

Spica noto el terror plasmado en el rostro de Harry, por lo que tomo su mano, cuando Quirrell termino de quitarse su turbante su cabeza era mucho más pequeña de lo que Spica hubiera imaginado, entonces se dio la vuelta.

Si cuando lo vio en la mente de su profesor le dieron ganas de gritar, mirarlos ahí... frente a ella, estando solo su rostro en la parte posterior de la cabeza de Quirrell.

Se encontraban aterrados vio como abría los ojos, como si estuviera despertando. Vio como sus ojos los miraban a los dos. Como su mirada quedaba en Harry.

-Harry Potter...-susurró.

Hubieran querido retroceder, pero sus piernas no les respondían.

-¿Ves en lo que me he convertido?-dijo la cara, parecía que solo se dirigía a Harry, pero luego la miro a ella-. No más que en sombra y quimera... tengo forma sólo cuando puedo compartir el cuerpo de otro... pero siempre ha habido seres deseosos de dejarme entrar en sus corazones y en sus mentes... la sangre de unicornio me ha dado fuerza en estas semanas pasadas... tú viste al leal Quirrell  bebiéndola para mí en el bosque... y una vez que tenga el Elixir de la Vida seré capaz de crear un cuerpo para mí... ahora...-miro fijamente a Spica-¿por qué no me entregas la Piedra que tienes en el bolsillo?

No le sorprendía que él lo supiera, tenía la teoría de que si ella podía tener fácil acceso a los pensamientos de las personas el lo podría hacer igual y mas que el la había descubierto. Por el contrario Harry parecía muy sorprendido de que el lo supiera.

-No sean tontos y mejor que salven sus vidas-miro a ambos chicos-, únanse a mi... o morirán como sus padres, los cuales pidieron misericordia.

-¡MENTIRA!-gritaron ambos.

Quirrell andaba hacia atrás, para que Voldemort pudiera mirarlos. La cara maligna sonreía.

-Qué conmovedor-dijo-. Siempre consideré la valentía...-miro fijamente a Harry-si, muchacho, tus padres eran valientes... maté primero a tu padre y luchó con valor... pero tu madre no tenía que morir... ella trataba de protegerte...-miro hacia Spica-. Por otro lado solo quería muertos a tus padres, y a ti... el porque, sencillo tu madre y tu pertenecen a la rama principal de los Slytherin y yo a una de las secundarias y no podía dejar a nadie mas poderoso que yo... Ahora, dame esa Piedra, a menos que quieras que sus madres hayan muerto en vano.

Spica miro de reojo a su amigo y le hizo una seña con estos.

-¡NUNCA!-grito la chica.

Con ese grito ambos corrieron hacia la puerta en llamas, pero Voldemort grito: ¡ATRÁPALOS! y, al momento siguiente, Harry sintió la mano de Quirrell sujetando su muñeca. De inmediato, un dolor agudo atravesó su cicatriz, llamando con ello la atención de su amiga, la cual tomo con firmeza su varita apuntando al mayor, pero no hizo falta que dijera ningún hechizo ya que para sorpresa de todos. Harry soltó un grito, luchando con todas sus fuerzas y, Quirrell lo soltó. El dolor en la cabeza amainó...

Miro alrededor para ver dónde estaba Quirrell y lo vio doblado de dolor, mirándose los dedos, que se ampollaban ante sus ojos. Spica se acerco a él y lo ayudo a levantarse.

-¡ATRÁPALA! Atrápalos!-rugía otra vez Voldemort, y Quirrell arremetió contra Spica, ambos cayeron al suelo por la fuerza con la que se le lanzo.

Spica trataba de quitarse lo de enzima, pero el mayor, había puesto sus manos en su cuello impidiéndole moverse, tapando con ello también el paso del oxigeno. Sentía cada vez sus ojos más pesados, no sabía donde se encontraba su varita, la Piedra la mantenía guardada en el bolsillo de su pantalón.

Cuando se sintió que no quedaría mucho tiempo, con dificultad, saco de su pantalón la Piedra sin que Quirrell lo notara, busco a Harry con la mirada y al verlo le lanzo la piedra, esta la agarro. Ella dejo de luchar, por mantenerse despierta y dejo a la oscuridad abrazarla.

Harry al ver esto, no lo pensó dos veces, y al ver que lo que había hecho hace un momento, corrió hacia Quirrell y coloco sus manos en la espalda, haciéndolo soltar un alarido de dolor. Logrando que soltara a su amiga y que se concentrara en él.

Quirrell a pedido de su maestro fue contra Harry nuevamente... La cicatriz de Harry casi lo enceguecía de dolor y, sin embargo, pudo ver a Quirrell chillando desesperado.

-Maestro, no puedo sujetarlo... ¡Mis manos! 

Quirrell lo mantenía aplastado con sus rodillas, Harry noto como sus manos se encontraban quemadas, en carne viva, con ampollas rojas y brillantes.

-¡Entonces mátalo, idiota, y termina de una vez!-exclamó Voldemort.

Quirrell levantó la mano para lanzar un maleficio mortal, pero Harry, instintivamente, se incorporó y se aferró a la cara de Quirrell.

-¡AAAAAAH!

Quirrell se apartó, con el rostro también quemado, y entonces Harry se dio cuenta: Quirrell no podía tocar su piel sin sufrir un dolor terrible. Su única oportunidad era sujetar a Quirrell, que sintiera tanto dolor como para impedir que hiciera el maleficio...

Sin pensarlo más se puso de pie de un salto, tomo el brazo de Quirrell y lo apretó con fuerza. Quirrell gritó y trató de empujarlo. El dolor de cabeza de éste aumentaba y el muchacho no podía ver, solamente podía oír los terribles gemidos de Quirrell y los aullidos de Voldemort: ¡MÁTALO! ¡MÁTALO! y otras voces, tal vez sólo en su cabeza, gritando: "¡Harry! ¡Spica!"

Antes de sentir como la oscuridad le ganaba, sintió el brazo de Quirrell separarse de él y supo que estaban perdidos...

(...)

No sabía cuanto tiempo había pasado, solo sentía un gran dolor en su cuello, por lo que lo primero que hizo fue tocar la parte que le causaba más dolor. Al momento que lo toco soltó una pequeña queja, haciendo que los mayores se acercaran a ella.

-Buenos días, Spica-dijo Dumbledore.

La niña lo miro asombrada por su presencia. Pero luego recordó a su amigo, y sin importar el dolor intento hablar, pero su voz salió como un pequeño hilo, además de que le dolió como nunca.

-Tranquila, pequeña, él se encuentra a tu izquierda-dijo con tranquilidad-. Le hablare a la señora Pomfrey para que te cheque la garganta, cuando despierte... hablaremos de los últimos acontecimientos.

Albus se alejo de donde se encontraba su camilla, después de unos segundos apareció Madame Pomfrey, con una botella y baso en mano.

-Tómatelo completo, intenta no hablar.

La chica lo tomo, pero al instante intento escupirlo, le había ardido la garganta con ello, pero lo no esculpió porque se recordó que eso la ayudaría con el dolor.

>>Vaya... eres la primera que no lo escupe-menciono asombrada Pomfrey, ella le sonrío-Bien descansa, para la tarde deberías estar mejor.

Sin más se alejo de donde se encontraba ella, Spica miro a su izquierda encontrándose con la camilla de su amigo, se notaba que estuviera durmiendo, aunque ella lo dudaba y pensaba que había terminado igual o peor que ella.

Sus pensamientos no dudaron demasiado, ya que la presencia de Arminda la distrajo, la serpiente se encontraba en la mesita frente su cama y al verla se fue arrastrando a su ama.

(...)

Ya era de tarde y el profesor Dumbledore había regresado a la enfermería. Su garganta ya no dolía como en la mañana, ella se encontraba jugando junto con Arminda, mientras que el profesor miraba directamente a Harry, hasta que este despertó.

-Buenas tardes, Harry-menciono el profesor, llamando la atención de Spica.

Harry lo miró asombrado. Entonces recordó.

-¡Señor! ¡La piedra! ¡Era Quirrell! ¡Él tiene la Piedra! Seños, rápido, el lastimo a Spica y...

-Cálmate, querido muchacho, estás un poco atrasado-dijo Dumbledore-. Quirrell no tiene la Piedra, y Spica se encuentra bien, esta en la camilla de alado.

Ambos giraron la cabeza viéndola, como prestaba atención a lo que platicaban, cuando vio que Harry la miraba, no espero nada más y bajo de su camilla, corriendo a abrazar a su amigo, siendo respondido al instante.

Cuando se separaron, él noto una muy pequeña marca de color rosa, en su pálido cuello, la acaricio pero Spica alejo su mano rápido y negó, el miro al profesor confundido. Pero antes de que hablara pregunto.

-¿Entonces quién la tiene? Señor, nosotros...

-Harry, por favor, cálmate, o la señora Pomfrey me echará de aquí. La joven Spica, sufrió una lesión en su garganta y cuerdas vocales, por la estrangulación realizada por Quirrell, por eso no puede hablar, pero en unas horas más debería de estar como nueva, gracias a los cuidados de Pomfrey.

Harry respiro con un poco de alivio, miro donde se encontraba, terminando su mirada en una mesa frente a su cama, en ella se encontraban una enorme cantidad de paquetes, que parecían la mitad de la tienda de golosinas, miro a donde se encontraba la cama de Spica, notando la misma cantidad, de golosinas y a una Arminda saliendo de una caja de grajeas de todos los sabores.

-Regalos de sus amigos y admiradores-dijo Dumbledore, radiante-. Lo que sucedió en las mazmorras entre ustedes y el profesor Quirrell es completamente secreto, así que, naturalmente, todo el colegio lo sabe. 

>>Creo que sus amigos, los señores Fred y George Weasley, son responsables de tratar de enviarles un inodoro. No dudo que pensaran que eso les divertiría. Sin embargo, la señorita Pomfrey consideró que no era muy higiénico y los confiscó.

-¿Cuánto tiempo hace que estamos aquí?

-Tres días. Los señores Ronald Weasley, Diggory y la señorita Granger estarán muy aliviados al saber que han recuperado el conocimiento. Han estado sumamente preocupados.

-Pero señor, la Piedra...

-Veo que no quieres que te distraiga. Muy bien, la Piedra. El profesor Quirrell no te la pudo quitar. Yo llegué a tiempo para evitarlo, aunque debo decir que lo estabas haciendo muy bien.

-¿Usted llegó? ¿Recibió la lechuza que envió Hermione?

-Nos debimos cruzar en el aire,. En cuanto llegué a Londres, me di cuenta de que el lugar en donde debía estar era el que había dejado. Llegué justo a tiempo para quitarte a Quirrell de encima...

-Fue usted.

-Tuve miedo de haber llegado demasiado tarde. Pero tengo que decir que la señita Slytherin fue muy valiente-ella lo miro sin comprender-. Cuando llegue, usted estaba medio inconsciente, con su varita en mano, pude notar con lanzaba un increíble Expulso, logrando quitar a Quirrell de Harry y yo encargarme.

-Casi fue así, no habría podido aguantar mucho más sin que me quitara la Piedra...

-No por la Piedra, muchacho, por ambos... el esfuerzo casi los mata. Durante un terrible momento tuve miedo de que fuera así. En lo que se refiere a la Piedra, fue destruida.

-¿Destruida?-dijo Harry sin entender-. Pero su amigo... Nicolás Flamel...

-¡Oh, saben lo de Nicolás!-dijo contento Dumbledore-. Hicieron bien los deberes, ¿no es cierto? Bien, Nicolás y yo tuvimos una pequeña charla y estuvimos de acuerdo en que era lo mejor.

-Pero eso no significa que él y su mujer van a morir, ¿no?

-Tienen suficiente Elixir guardado para poner sus asuntos en orden y luego, sí, van a morir.

Dumbledore sonrió ante la expresión de desconcierto que se veía en el rostro de ambos.

-Para alguien tan joven como ustedes, estoy seguro de que parecerá increíble, pero para Nicolás y Perenela será realmente como irse a la cama, después de un día muy largo. Después de todo, para una mente bien organizada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura. Saben, la Piedra ni era realmente algo tan maravilloso. ¡Todo el dinero y la vida que uno pueda desear! Las dos cosas que la mayor parte de los seres humanos elegirían... el problema es que los humanos tienen el don de elegir precisamente las cosas que son peores para ellos.

Spica subió a la cama de Harry para poder sentarse en ella, ya que se encontraba sin sus zapatos, mientras que los dos hablaban ella escuchaba atenta, ya su garganta no dolía como en un principio, pero prefería guardar silencio hasta que madame Pomfrey le dijera que podía hablar.

-¿Señor?-hablo Harry-. Estuve pensando... señor, aunque la Piedra ya no esté, Vol... quiero decir Quién-usted-sabe...

-Llámenlo Voldemort, Harry, Spica. Utilicen siempre el nombre correcto de las cosas. El miedo a un nombre aumenta el miedo a la cosa que se nombra.

-Sí, señor. Bien, Voldemort intentará volver de nuevo, ¿no? quiero decir... no se a ido, ¿verdad?

En la mente de Spica también rondaba esa pregunta, ella sabía que el tema de Voldemort, no había terminado ahí, pero tenia la esperanza de no saber de él por un largo tiempo.

-No, chicos, no se ha ido. Está por ahí, en algún lugar, tal vez buscando otro cuerpo para compartir... como no esta realmente vivo, no se le puede matar. Él dejó morir a Quirrell, muestra tan poca misericordia con sus seguidores como con sus enemigos. 

>>De todos modos, Harry, Spica, ustedes tal vez has retrasado su regreso al poder. La próxima vez hará falta algún otro preparado para luchar y, si lo detienen otra vez y otra vez, bueno, puede ser que nunca vuelva al poder.

Harry junto con Dumbledore siguieron hablando y Spica escuchando atentamente, en un momento ambos chicos soltaron unas pequeñas lagrimas que limpiaron rápidamente. Al finalizar el cuestionario de Harry al profesor este tomo una de las cajas de grajeas, que se encontraban abiertas y dijo:

-En mi juventud tuve una mala suerte de encontrar una con gusto a vómito y, desde entonces, me temo que dejaron de gustarme. Pero creo que no tendré problema con esta bonita gragea, ¿no les parece?

Sonrió y se metió en la boca una gragea de color dorado. Luego se atraganto y dijo:

>>¡Ay de mí! ¡Cera del oído!

(...)

Después de haber estado con el profesor Dumbledore, Madame Pomfrey, había dejado entrar a Hermione, Ron y Cedric a ver a los chicos, aunque no había sido nada fácil, al final accedió.

Mientras que Harry les contaba o que de verdad paso con Quirrell, a sus amigos Cedric, se encargo de ver que Spica se encontrara mejor, el chico no sabía la verdad de lo que pasaba, hasta ese momento donde escucho como esos cuatro chicos menores que él, se enfrentaron a varias pruebas y que su amiga junto con Harry, se enfrentaron a Quién-usted-sabe.

Solo pudieron estar con ellos cinco minutos, pero ese tiempo fue suficiente, ya que se alegraron de ver a sus amigos con bien.

Después de una buena noche de sueño, Harry y Spica se sentían casi bien.

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Se supone que este sería el capitulo final de la primera parte, pero bueno, creo que ya lo alargue demasiado. Por lo que se dividirá en dos partes. Mañana tratare de subir el final.

-ortiz6acosta

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