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🔮... capítulo veintiuno

─Si quieres puedo llevarte a casa ─sugirió Nate, y por un segundo, Harper realmente consideró esa sugerencia.

Ambos seguían en la parte trasera de su auto, en una esquina oscura del aparcamiento que solo era iluminada por un viejo farol. La Luna se había ocultado por completo tras las nubes, no permitiéndoles ver el rostro del otro. Ella, después de haber llorado todo lo que traía atorado, simplemente se separó del chico y se dedicó a aferrarse a sí misma mientras el silencio se abría espacio entre ellos. La punzada molesta en el pecho había desaparecido y su lugar lo ocupaba ahora un extraño vacío, dejándola tan desarmada que realmente quiso marcharse, pero luego recordó que ella por ser quien era no iba a permitir que nadie la viera de aquella forma.

─No. Déjame aquí ─respondió, y después de unos segundos volvió a sollozar─ Se suponía que esta iba a ser mi noche. Estuve planeando esta fiesta para que todo saliera perfecto, y ahora...

─Pero la fiesta ha sido un éxito.

─No cuando la persona que querías te acaba lastimando ─susurró, luchando por no dejar escapar las lágrimas otra vez.

Nate no podía creer que eso estuviera pasando realmente. No le cabía en la cabeza que ella estuviera sufriendo a causa de Matt, que él se hubiera atrevido a traicionarla porque ¿Quién podría fijarse en alguien más teniendo una novia como ella? Probablemente Noah le daría un golpe en la cabeza por tales pensamientos, pero a su opinión, era cierto.

─Oye, no permitas que lo que hizo ese idiota sea el motivo por el que tu noche se venga abajo ─le dijo─ Vale, no te conozco de mucho, pero lo que hicieron por nosotros en el bosque fue realmente valiente y muestra mucho de vosotras. Todos en la escuela te admiran, eres linda y, contrario a lo que creí en un inicio, no luces como una mala persona. Si otro no supo valorar eso de tí es porque claramente está mal de la cabeza.

Suavemente, sus ojos se fueron elevando hasta encontrarse con los de Nate y la seguridad en estos era real. Haciéndola querer verse a sí misma como él la veía en ese preciso momento. Una criatura inteligente, pero con un núcleo de acero brillante.

Matt se burló de ella a sus espaldas, la rompió en miles de pedazos, pero Harper era fuerte y era una bruja, nada podía con ella.

─Gracias ─le dijo en apenas un hilo de voz.

─Está bien ─Nate asintió─ No eres la única que se equivocó en un principio.

─Si.

Harper desvió su vista hacia la puerta de la escuela, y mientras pensaba en lo mucho que sus amigos se estarían divirtiendo, una parte de ella se sentía culpable por estar reteniendo a Nate allí cuando este debía estar con los demás.

─¿Por qué viniste a consolarme de todas formas? ─ella le preguntó─ Felicity ha de estar esperándote en el gimnasio.

La expresión del pelinegro de marchitó un poco al oírla, pero no dejó que esto lo afectara.

─Ella me cortó el día de ayer.

─¡Oh! ─Harper saltó, avergonzada─ Lo lamento, yo no sabía. Ustedes lucían tan bien juntos.

Él se encogió de hombros.

─A veces las cosas no funcionan como queremos en una relación. Un día estás bien y al siguiente todo cambia sin que te des cuenta.

─Tal vez no estaba destinado a ser.

─Da igual, no lo hace menos doloroso.

─Supongo que ya somos dos ─dijo tras un suspiro, y no se equivocaba, ambos podían sentir la tristeza del otro estando allí en medio de la nada, con su sola compañía.

Las piernas de Harper se erizaron debido a la frialdad del aire que se paseaba por el aparcamiento, mezclándose con el ruido de la música que se escuchaba desde dentro. Nate se quitó la chaqueta para pasársela por encima de los hombros, recibiendo una tímida sonrisa a modo de agradecimiento por parte de la castaña ¿Qué diría su madre si lo viera interactuando con una bruja? Probablemente lo reprendería y toda la manada lo miraría mal por eso, pero Nate creía que si tan solo se daban la oportunidad de conocerlas... quizás se darían cuenta de que no eran tan malvadas como las leyendas aseguraban.

─¿Te gustaría dar un paseo? ─ante su propuesta, Harper frunció el entrecejo con confusión.

─Suena bien. Pero ¿A dónde?

─A donde sea ─respondió con simpleza, extendiendo su mano para ayudarla a levantarse─ Por los pasillos, por el
, por las siguientes cuatro manzanas. Da igual. Solo te hace falta olvidar este mal momento y luego regresarás a ser la misma de siempre.

Ella curvó un poco los labios, aceptando. Ya no pensaba en lo mal que se había sentido minutos antes. Nate la hizo reincorporarse sobre sus tacones y salieron de la oscuridad. La luna se había fijado, pero las estrellas parecían estar en llamas, acompañándolos en su camino de vuelta al instituto.

●●●

Nessa se sentía como si estuviera participando en un episodio de Bailando con las estrellas, donde los vestidos de las mujeres se movían con una delicadeza especial, desprendiendo chispas por todos lados.

Evan la tenía en brazos, luego ya no, haciéndola dar vueltas y más vueltas. Sus pies se balanceaban de un lado a otro de la pista, haciéndola preguntarse ¿Cómo rayos era capaz de bailar algo que nunca antes había bailado? Su sorpresa era increíble.

─¿Dónde aprendiste a bailar así? ─exclamó.

─Crecí con una madre amante al jazz, sería un pecado no saber bailar en mi casa ─respondió Evan, inclinándola hacia atrás─ Ahora no me arrepiento.

Nessa rio:

─Realmente tengo que conocer a tu familia.

Después de esto, ella pudo notar cómo la expresión del castaño pareció ensombrecerse al escucharla. Eso la preocupó, porque él no era así. Evan nunca dejaba de sonreír a menos que tocaran algún tema de la magia, y en ese momento, había perdido su luz como si esto no fuera algo de lo que le gustara hablar.

─¿Pasa algo?

─Nada ─dijo entre negaciones─ Solo sigamos disfrutando de la noche y no pensemos en nada más ¿Vale?

Ella asintió, pero la impertinente interrogante ya se había instalado en su cabeza, esa que cuestionaba el por qué él nunca le hablaba de sus padres o por qué estos parecían nunca estar en casa cuando ella los visitaba. Nessa quería preguntar, pero a la vez no deseaba arruinar el momento, así que solo se mantuvo con los labios cerrados.

De pronto, comenzó una música suave. Evan la atrajo más cerca esta vez, copiando a las personas que a su alrededor buscaron a sus parejas para unirse en un baile lento. Ella sintió las manos del chico aferradas a su cintura, y poco a poco, su respiración chocando contra su cabello. La banda tocaba de fondo Every Breath You Take, y Nessa ya no quería pensar, solo dejarse llevar por la magia del momento.

Ella pensó en sus antepasadas, si es que podía imaginar una escena en el bosque delante de una hoguera, donde las brujas bailaban alegremente bajo las estrellas. Tomándose de las manos, dando giros y volteretas, con la única música del sonido de sus risas.

Sí, seguro había sido así. Pero entre todas esas maravillas, seguro algún sátiro de la mitología se atrevió a robarse a una de ellas, atrayéndola hasta que esta cayó en sus redes. Él no la dejaría escapar, sino que la aprisionaría en sus brazos, así como Evan estaba haciendo con ella en esos momentos, pero Nessa no tenía intención alguna de salir corriendo.

Instintivamente, sus manos se elevaron para abrazarse a sus hombros, de forma que los dos estaban juntos bailando en la oscuridad. Respiraciones entremezclándose en el aire, pensamientos olvidados, sensaciones flotando a su alrededor.

Evan solo retrocedió ligeramente y ella lo miró, sus ojos intensos a través de la bruma, la oscuridad ribeteando con el brillo de plata que desprendían los suyos. Poco a poco, él se inclinó para que sus labios apenas se tocaran y permaneció allí por lo que pareció una eternidad, hasta que Nessa se alzó sobre sus zapatos para terminar con esta distancia.

Fue un beso corto, pues no duró tanto como hubieran querido porque estaban delante de muchas personas, pero ellos continuaron abrazados. Él se negaba a dejarla ir y Nessa se preguntó si también sentiría la misma irresistible atracción que en un inicio ninguno supo notar, pero que ahora era más que evidente.

La música cesó, y ambos se vieron obligados a separarse cuando una chica del club del coro se acercó para tirar del brazo del castaño.

─Evan, es hora. Los de la banda te están esperando ─le dijo, al tiempo que Nessa se dedicaba a estudiarla. Era menor, vagamente la reconocía de la clase de francés, una niña tímida, no bella, pero tampoco fea.

Ahora ella estaba tratando de llamar la atención de Evan, pero este solo se giró hacia Nessa para tomar su mano y decirle que volvería en un minuto.

Ella se quedó allí varada mientras él se reunía con el resto de la banda encima de la simulada tarima, causando que se mostrara confundida cuando tomó la guitarra y se colocó delante del micrófono.

─La siguiente canción está dedicada a Jessica Sanderson ─habló─ A petición de aquellos que todavía esperan encontrarla riendo en los pasillos.

Nessa se quedó con la boca abierta, viéndolo mover sus dedos sobre las cuerdas de la guitarra, siendo acompañado musicalmente por el resto de la banda.

Let's dance in style,
let's dance for a while
Heaven can wait,
we're only watching the skies
Hoping for the best
but expecting the worst

Su voz era preciosa, pensó. Lamentablemente ellos no habían tenido tiempo antes para que él le mostrara. Entre asuntos de magia, monstruos y encantamientos; sus días parecían estarse yendo en solo segundos.

─¡Mira nada más! ─Meredith apareció de la nada, pasando un brazo por encima de su hombro─. Parece que nuestro chico está comenzando su propio club de fans.

─¿De qué hablas?

─Evan ─señaló─ Yo que tú no bajaría la guardia con las mojigatas del coro, pueden ser muuuy insistentes cuando un chico les gusta.

─Él no...

─Observa esas caras de cubito derretido, Nessa ─insistió, tomando su cara entre las manos para concentrar toda su atención en el grupo de chicas que esperaban ansiosamente al pie de la tarima─ Si pudieran, ahora mismo le estarían pidiendo autógrafos. Ten cuidado, alguien podría querer quitarte a tu príncipe azul.

Nessa prefirió apartar la mirada para no caer ante la labia de Meredith. Necesitaba concentrarse en algo más, así que solo buscó a los hermanos Corrigan delante de la mesa del ponche, igual de solitarios que siempre. Noah bebía tranquilamente de su vaso de plástico, pero Felicity parecía estar buscando a alguien con la mirada. Supuso que sería a Nate. Acto seguido, los ojos de Nessa chocaron con una figura que nadie más en ese salón parecía notar; y si lo hubieran hecho, probablemente saldrían corriendo despavoridos.

Jessica le sonrió ligeramente, luciendo un divino vestido strapless rosa que no estaba hecho para llamar la atención, pero que en ella indudablemente lo hacía. Si tan solo aún el mundo pudiera verla, se llevaría todas las miradas de la noche.

─No me estoy sintiendo muy bien ─escuchó la voz de Meredith cerca de su oído, y cuando se volteó, esta parecía un poco mareada.

─¿Mer?

─¿Que no lo oyes?

Al principio Nessa no supo de qué estaba hablando, pero después el ruido se concentró muy cerca suyo, insoportable, como si una bandada de murciélagos estuvieran chillando en su mismo oído. Sintió los pies pesados y el cuerpo de Meredith desplomándose encima suyo, pero cuando ella estuvo a punto de seguirla, las luces del gimnasio se apagaron, sumiéndolo todo en completa oscuridad.

El pánico se concentró en los estudiantes, cuyos gritos se escuchaban por encima de la voz calma de los profesores. Nessa se cubrió las orejas con las manos para dejar de escuchar, hasta que alguien la obligó a levantarse del suelo.

Noah pasó un brazo alrededor de su cintura, al tiempo que Felicity hacía lo mismo con la pelirroja. Claro estaba que su visión sobrenatural los estaba apoyando, pero esto no fue más necesario porque, de repente, las luces comenzaron a explotar unas detrás de otras.

«Nosotras no lo estamos haciendo» pensó Nessa con los ojos encogidos. El fuego comenzó a extenderse desde las gradas, iluminando aquel sitio como si fuera una sala del infierno.

─¿Dónde están Nate y Harper? ─esa era la voz de Evan, y cuando todos se giraron hacia él, sus ojos brillaban a la par de las llamas.

─Seguro están afuera con los demás ─gritó Felicity, luciendo desesperada.

Evan se apresuró en cargar a Meredith, quien había perdido el conocimiento y ahora era como un saco de huesos, más ligero que una pluma. Nessa siguió con la vista al resto de las personas que continuaban atravesando las puertas, totalmente descontroladas, mientras el fuego seguía extendiéndose al igual que una ola. Gotas de sudor le corrían por las mejillas. El resplandor reflejó sus sombras en todas direcciones y ella podía sentir el calor sobre su piel, quemándola a medida que era arrastrada por los mellizos.

Entonces alguien golpeó sus mejillas repetidamente, zarandeando sus huesos desde dentro como si acabaran se electrocutarla.

─¡Despierta, guapa! ¡Tienes que salir de aquí! ─el grito de Jessica hizo eco en su cabeza, alertándola.

Nessa abrió los ojos, y estos se iluminaron como dos haces de luz, permitiéndole mirar a través del humo que se iba esparciendo como pólvora al retrato que habían puesto de la joven Sanderson en el mural. Alguien había dibujado la palabra PECADORA sobre su foto, y si mal no veía, Nessa pudo jurar que estaban escritas con sangre.

Un olor fuerte a madera quemada llegó hasta su nariz, a medida que el humo se volvía más oscuro, casi negro. Este fluía hacia arriba y colgaba en una turbia masa por encima de su cabeza.

Entonces empezó a cambiar. Retorciéndose, hinchándose, moldeándose a sí mismo hasta formar una figura.

La figura de un hombre.

Esta flotaba allí, inmóvil, a excepción de los remolinos de brasas que lo rodeaban.

─¿¡Pero qué está haciendo, señorita Queen!? ─las palabras llegaron a través de una niebla y sonaban lentas y arrastradas. Sin sentido, al igual que la continuación de locos aullidos que estaba pasando en algún lugar lejano.

Alguien volvió a tirar de ella como un peso muerto, advirtiendo a toda voz:

─¡Salgan todos! ¡Vamos, de uno en fondo!

Quizás Nessa tendría que haberse concentrado más en asegurarse que los mellizos salieran de aquel sitio con vida, o que Evan lograra a avanzar con Meredith a través del gentío. Pero no. Su lado más inmaduro le ganó al imaginar lo celosas que estarían sus amigas cuando les contara que quien la sacó de aquel sitio como todo un héroe griego había sido nada más y nada menos que el Profesor Stanton.

Solo esperaba que este la recordase por eso y no por la alumna que se quedó dormida en medio de su clase.

●●●

─¿Dónde os habéis metido? ─ignorando la pregunta de Evan, Harper corrió hacia donde sus amigos estaban esperándolos.

Nate se posicionó al lado de Noah, quien no separaba los ojos del camión de bomberos, la policía y todo el montón de personas que había venido en busca de sus hijos, o simplemente para ver el desastre que ocurrió minutos antes en el gimnasio de la preparatoria.

Felicity se mordió el labio inferior, maldiciendo por la suerte tan podrida que tenían.

─Esto no pudo ser una casualidad ¿O sí?

─No, no lo fue ─Evan lucía pensativo y distante, paseando su vista por cada uno de los chicos.

Harper llevó la cabeza de Meredith a su hombro, abrazándola cuidadosamente en espera de que el mareo desapareciera. Estaba preocupada, no hacía falta que lo dijera en alto para que los demás se dieran cuenta.

─¿Crees que esto signifique que alguien está queriendo hacernos daño?

─O cazándolas. La misma cosa ─agregó Felicity.

─De alguna forma supo que estarían en el baile y por eso actuó ─dijo el castaño─ El sonido que escuchó Meredith antes de desmayarse es un antiguo llamado de muerte para las brujas que ayudaba a los cazadores a identificarlas.

─¿Crees que nos haya encontrado? ─preguntó Harper con miedo.

─Ahora en estos momentos no podemos estar cien porciento seguros. Tenemos que ser cuidadosos y estar más unidos que nunca ¿Ha quedado claro?

─Tienes razón.

Nessa, quien había estado muy callada hasta el momento, velando en el borde de la acera por sus amigos, se aventuró a pronunciar las palabras que tenía atascadas en la boca:

─¿Un cazador puede usar magia?

Los ojos oscuros de Evan conectaron con los suyos a través del espacio que los separaba:

─¿Por qué lo preguntas, Nessa?

─Ví una sombra en el fuego... parecía ser que alguien estaba usando magia contra nosotras ─murmuró.

─O bien usando vuestra magia contra vosotras ─dedujo Noah─ ¿Es eso posible?

─Solo si se usan las runas adecuadas ─dijo Evan─ Pero son tácticas que solo un anciano sabría, demasiado viejas.

Harper asintió y miró hacia la entrada del instituto. Los bomberos ya estaban saliendo, avisando al Director Gordon que el fuego se había extinto, pero que gran parte del gimnasio estaba destrozado. Afortunadamente, no había heridos, pero en un descuido cualquiera de ellas podía haber terminado siendo quemada viva.

─Deberíamos hacer un hechizo de protección ─sugirió─ No me siento muy segura después de esto.

─He visto uno por alguna parte del Libro de las Sombras ─agregó Nessa─ Deberíamos buscar y ver qué tal nos va.

─¡Esa sí que es una buena idea! ─exclamó Meredith, sobresaltándolos a todos. Hacía solo un segundo que estaba dormida.

Las tres brujas miraron a su guía, esperando por una respuesta o aprobación que les permitiera proseguir. Él les dedicó un asentimiento, y con esto, ellas tuvieron pase libre para hacer su primer ritual basados en los encantamientos de un verdadero grimorio. Lo único que necesitaban era conseguir los ingredientes adecuados.

Minutos después, todos comenzaron a avanzar hacia el aparcamiento para regresar a casa, momento que Felicity aprovechó para tirar de la chaqueta de Nate y encararlo por primera vez desde su ruptura.

Ni siquiera le dió tiempo a decir algo, porque ella ya había empezado a hablar.

─Sé que has estado ignorándome desde lo que pasó, pero tienes que parar de hacerlo ─Nate se volteó para marcharse, pero ella lo obligó a mirarla otra vez─ Hablo en serio, Nate. Mientras estemos de su lado, nosotros también podríamos estar corriendo peligro.

Él entrecerró los ojos y la miró como si no tuviera que preocuparse por él en lo absoluto.

─Por favor ─insistió Fliss─ No quiero que te ocurra nada malo.

─Gracias por preocuparte, pero estaré bien ─respondió bruscamente, justo como Felicity supo que haría. Nate siempre recurría al sarcasmo cuando se encontraba molesto, pero eso solo significaba que todavía estaba herido... o al menos un poco.

No importaba cuánto tuviera que esperar para recuperar su amistad de nuevo, ella tomaría lo que pudiera por ahora y luego ya vería lo que el tiempo les tenía preparado.

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