🔮... capítulo veintiséis
Alicia Corrigan no se atrevió a perturbar el silencio de Felicity cuando las dos se quedaron solas en la habitación. Ya vestidas con sus trajes de color negro, las chaquetas de algodón y sus rostros con la misma mota de inexpresividad.
La mayor iba trenzando su cabello castaño dividido en tres mechones, de la forma más delicada que se pudiera hacer. Fliss pudo notar lo concentrada que lucía, y pensó que de joven su madre debió haber sido extremadamente bella. Sin aquellas bolsas debajo de los ojos y los labios más rojos que pálidos. Casi que podía darse cuenta de por qué su padre había decidido arriesgarlo todo por ella.
—¿Están listas ya? —lo escuchó hablar desde el umbral de la puerta, pero ella no pudo fijarse en otra cosa que no fuese su reflejo en el espejo.
La voz de Chase era firme, con un tono que parecía siempre estar enojado. No como el de Noah, a pesar de que ambos eran muy parecidos.
Su madre terminó de peinarla y acarició sus hombros cariñosamente antes de contestarle a su esposo:
—Ahora sí.
—Fliss... —él la llamó, obligándola a elevar los ojos— ¿Crees que pueda hablar un momento a solas contigo?
Tras unos segundos en los que se mantuvo callada, ella asintió y pronunció en voz baja:
—Por supuesto.
Su madre le dió una corta sonrisa que ella correspondió antes de salir, y pronto toda la habitación quedó sumida en un incómodo silencio.
El líder de la manada de lobos se aclaró la voz, acercándose a su hija con algo de cautela y cuidado. Felicity creyó que lo hacía por miedo a soltar algo que pudiera asustarla, pero a esas alturas ya nada la sorprendía.
—Llevo tiempo queriendo preguntaros a tí y a tu hermano, pero sé que tu nunca me mientes. Dime ¿Ocurre algo que no me hayas dicho?
Él siempre usaba esa mirada noble con ella, una que hacía sus facciones más atractivas y el azul de sus ojos más bonito. Como el suyo, cabe resaltarlo. Sin embargo, sabía que detrás de todo ese interés había una doble intención. Sí, puede que intentara protegerla, pero a la vez quería sacar algo de su boca.
Algo que ella no iba a revelarle.
—No pasa nada, papá ¿Por qué preguntas?
—Tu madre está preocupada porque cree que están actuando de forma extraña —contestó, aunque claramente no era la respuesta que esperaba— y debido a los problemas recientes con la manada, lo cierto es que está en todo su derecho de preocuparse.
—¿A cuáles problemas te refieres?
Ante su notable curiosidad, Chase suspiró y acarició sus hombros con delicadeza, al igual que si ella siguiera siendo una niña.
—No es nada importante. Por lo menos, no para ustedes.
—Pero yo quiero saber.
—Son los rastreadores. Hace días captaron un aroma muy distinto en la ciudad y no hemos dejado de buscar a pesar de que resulta casi imposible seguirle el rastro —dijo, aunque su intento por hacerla olvidar el tema no estuviera funcionando— No es como cualquier aroma que hubiésemos captado antes. Este es... bastante diferente.
—¿A qué nivel?
Él alzó ambas cejas:
—A uno en el que no sabemos qué tipo de criatura es.
—¿Crees que esté relacionado a los asesinatos que han sido cometidos?
—Eso ya no es algo que deba preocuparte, cariño —le cortó, machacando su intento por saber algo más. Seguidamente, despositó un beso en su frente y la abrazó— No te preocupes, no dejaré que nada malo os pase a ti y a tu hermano. Lo prometí desde el día que nacieron y pienso seguir cumpliendo mi palabra hasta mi muerte.
—Dios, ya basta papá —ella lo calló, y se acurrucó con más fuerza contra su pecho.
No quería pensar en cosas malas. Ya suficiente tenía con asistir al funeral de otra persona por ese mes. Su mente estaba comenzando a quebrarse aunque no lo quisiera, así que se negaba a tocar cualquier otra cosa que se relacionase con la muerte.
—Sé que serás una buena líder si alguna vez yo falto —continuó el señor Corrigan— Vosotros dos son mi legado después de todo.
—Pero vas a seguir al mando por muchos años más —ella continuó, separándose y dándole una sonrisa luminosa.
—Siempre recuerda nuestras palabras: Encierra todos tus miedos juntos...
—Y obtendrás un aullido. Lo sé.
A su cabeza vinieron imágenes de una Luna llena en la noche, clara y fría, acompañando su carrera nocturna mientras sus patas abrazaban la infinita libertad de los bosques. Esa imagen, más lo demás, era todo lo que veía cuando miraba las pupilas orgullosas de su padre.
—Nunca pierdas esa perseverancia tuya, cariño.
Ella asintió:
—No lo haré.
●●●
La cálida brisa agitó el follaje del cementerio cuando el conglomerado de personas y los padres de Raven se reunieron para su entierro. Era un día increíblemente oscuro, lo que solo hizo que Nessa se sintiera aún más destruida de lo que ya se sentía al pensar que eso realmente estaba ocurriendo.
Realmente estaban allí para enterrar a su amigo.
Raven había sido el chico que se acercó a ella cuando nadie más lo había hecho en la preparatoria. En el tiempo donde todo el drama sobrenatural no formaba parte de su vida y que ahora la atemorizaba aún más que antes.
Él no lo merecía. Tenía tantas oportunidades en el futuro, tantos planes que cumplir juntos... y ella ni siquiera había llegado a confesarle lo que era. A su mejor amigo ¿Cómo era posible que ella estuviera allí afuera respirando y él siendo enterrado bajo la tierra fría y sucia?
Mientras las personas escuchaban las palabras del pastor delante de la tumba, Nessa se abrazó aún más del brazo de Evan. Quien, al igual que ella, tenía los ojos entristecidos y estos no brillaban como usualmente solían hacer.
Curiosamente, la ciudad de Salem cobró vida en torno a los funerales. Gente que Nessa nunca había visto se presentó en la ceremonia con flores y velas, esperando apoyar a la familia. Notó a un hombre alto y bien peinado que llevaba traje: el Sr McGregor. Estaba de pie junto a un hombre más bajo que Nessa reconoció como el padre de Jessica. No lo había visto desde el funeral de su hija.
Felicity y Noah estaban de pie junto a sus padres, mucho más atrás, silenciosos y serios. Y la mamá y el padrastro de Meredith, que no tenía ni idea de que conocieran a los Logan, le estaban dando sus condolencias en baja voz.
El cementerio era en su mayor parte llano, compuesto por algunos pequeños estanques y arroyos sinuosos. El bosque profundo era visible en la distancia y detrás de este había colinas boscosas y onduladas. Ese era un lugar precioso, pero ¿Por qué tales maravillas se hacían mucho más visibles con la muerte y la pérdida? Solo el hermano mayor de los Logan tuvo el coraje de pronunciar un breve discurso sobre el ataúd de Rave, para buscar algunas palabras que pudieran captar todo lo que su familia estaba sintiendo. Nessa, sin embargo, no fue capaz de escucharlo.
Cuando todos empezaron a llorar, ella apenas pudo mantenerse en pie. Estaba tan abrumada por el dolor, que para evitar que sus sollozos interrumpieran la ceremonia, se tambaleó hacia un lado para apoyarse en un árbol. Evan fue hacia ella. Se acercó de la manera en que se habría acercado a un cachorro herido, con cuidado y precaución, completamente preparado para retroceder si fuera necesario. Trató de rodearla con el brazo, pero Nessa inmediatamente lo frenó.
—Déjame en paz.
—Nada de esto es tu culpa. No puedes culparte a tí misma.
La hija del sheriff miró con saña al suelo.
—Debería haber sido yo. Ojalá estuviera yo en esa caja en este momento.
—No digas eso.
—No, Evan. Esa cosa llegó hasta él por mí. Yo soy la razón por la que Raven fue asesinado. Así que no intentes hacerme sentir mejor. No me lo merezco.
Evan podía entender el sentimiento. Él tampoco quería sentirse mejor, pero necesitaba ser fuerte por los dos. Dio un paso más cerca de Nessa y de quedó apoyado en el tronco, esperando así que ella se sintiera un poco menos sola. Vieron juntos el resto de la ceremonia desde lejos y después de que el ataúd fue bajado al suelo, no quedó nada más que hacer que regresar a casa.
Él tomó la mano de su novia y la guió por la hierba hacia el resto del grupo. Juntos, los siete caminaron solemnemente por el cementerio, pero Nessa sintió como si cada paso la alejara más de ellos.
—Entonces... —comenzó a decir Meredith— ¿Eso quiere decir que Raven también era...?
—No —se apresuró en responder Evan, llamando la atención de todos— El cuerpo no tenía la marca cuando lo encontraron. Quien quiera que sea la persona o el monstruo que lo haya hecho, tenía otro objetivo.
—El de volver a advertirnos —Nessa se abrazó, sintiendo que no tenía otro soporte más que a sí misma— ¿Qué rayos es lo que quiere? ¿Por qué nos está buscando? ¿Por qué no puede dejarnos en paz? No le hemos hecho ningún mal a nadie.
—Todos quisiéramos tener esas respuestas, pero desafortunadamente estamos iguales.
—¿Y qué hay sobre esa mujer que encontraron en el bosque? ¿No podemos simplemente buscarla y preguntar? ¿Cómo podemos saber si es una cazadora?
—Nessa...
—¡No, Harper! —ella la apartó— Hoy fue mi mejor amigo ¿Quien será mañana? ¿Mi padre? ¿Los vuestros?
Cuando la vio tan alterada, Evan la obligó a girarse sobre sí misma y encararlo. Los demás los miraban con expectación.
—Ernessa tienes que calmarte. Pensar con la cabeza fría —espetó— Vamos a atrapar al culpable, te doy mi palabra.
Ella negó.
—No prometas algo si no tienes la certeza de que podrás cumplirlo... ¿Es que no se dan cuenta? Esto es una locura.
—Estás siendo infantil.
—Raven está muerto, Evan —le recordó— Desde que me arrastraron a su maldito mundo sólo han ocurrido desgracias en mi vida, y os odio tanto a todos por eso. A vosotras por obligarme... —señaló a las brujas— Y a ustedes por no haberme sacado cuando tenía tiempo —finalizó con los hombres lobo.
La mayoría de ellos agachó la cabeza, sintiéndose heridos después de escucharla hablar de aquella forma. Pero Evan la miró con decepción, como si su actitud negativa la estuviera cegando, que de hecho, lo hacía.
—Vale, sé que se te están cruzando un poco los cables ahora, monada. Pero esa no es razón para hacernos responsables de toda tu desgracia —la pelirroja de apellido Blake se cruzó de brazos, posando sus ojos severos en ella, siendo la única que se atrevió a enfrentarla en defensa del resto— Te guste o no, eres parte de este maldito mundo tanto como nosotros, y tarde o temprano la verdad te iba a golpear la cara. No puedes huir de lo que eres. Ninguna de nosotros pudo y ciertamente tú no ibas a ser la excepción.
—Nosotras también enterramos a una amiga —Harper alzó el semblante, lucía triste—, no pienses que has sido la única.
Noah tocó su hombro:
—Nessa tenemos que ser fuertes. No puedes echarte para atrás ahora.
—¿Como se supone que pueda ser fuerte cuando acabo de enterrar a la única persona que estuvo allí cuando ninguno de vosotros siquiera reparaba en mi existencia?
Ante su repentino silencio, la hija del sheriff tragó grueso y le dio una última mirada de odio a todos antes de alejarse por el camino del cementerio hasta el aparcamiento, dejándolos atrás. Ni siquiera Evan se atrevió a detenerla, sino que se mantuvo impasible en su lugar, viéndola alejarse con un creciente vacío en el pecho.
Solo Harper hizo el intento de seguirla, porque tenía la certeza de que solo necesitaba apoyo, pero Nate tomó su mano para frenarla y susurrar:
—Déjala. Necesita espacio.
Los mellizos Corrigan intercambiaron miradas entre sí, y mientras Noah ocultaba sus manos en los bolsillos del pantalón, Felicity apoyaba la cabeza en su hombro. Preguntándose qué más había para ellos ¿Cómo es que las cosas podían complicarse más de lo que ya?
—¿Te encuentras bien? —preguntó su padre cuando la vio llegar hasta el coche, parándose a su lado con expresión furiosa.
Nessa estiró la falda de su vestido con brusquedad y luego volvió a cruzarse de brazos.
—Solo quiero irme a casa. Estoy cansada.
Benjamin Queen escrutó la cara de su hija con extrañeza, pero al comprender lo difícil que debía de estar siendo todo eso para ella, decidió que no preguntaría nada más hasta llegar a su hogar.
—Iré un segundo a hablar con el alcalde ¿Me esperas aquí?
—Seguro.
Se apoyó en el capó del auto, con los pies bien clavados en la tierra grava. Cualquiera que la hubiera observado de cerca habría jurado que podían ver un aura negra flotando a su alrededor. Como una cortina, cubriendo sus facciones hasta volverlas sombrías.
De pronto, un graznido agudo y molesto llegó a sus oídos, y Nessa tuvo que alzar la cabeza para encontrar el cuervo que parecía observarla desde la punta de una rama. Sus plumas eran de un color tan negro como su propio cabello, similar al cielo nocturno, al igual que sus grandes y curiosos ojos, que la observaban directamente como si quisieran atravesarle el alma.
Algo en aquella interacción le hizo sentir escalofríos, los cuales desaparecieron en el momento que el ave echó a volar y su padre la sorprendió tocándole la parte baja de la espalda.
—¿Estás lista?
Ella asintió repetidamente, sintiéndose desprotegida y miedosa en medio de aquel lugar.
—Vámonos.
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