🔮... capítulo tres
El timbre anunció el inicio de otro día de clases, y Nessa tuvo que correr por sobre el reluciente suelo de los pasillos atestados de estudiantes que se saludaban y charlaban animadamente mientras ella, valiéndose de toda la poca habilidad que tenía para no acabar de cara en el piso, aceleró sus pasos hasta llegar a su taquilla y comenzar a girar la maquinaria del candado con notable premura.
Finalmente, el cierre sonó con un leve click, y sus uñas maquilladas de negro acariciaron el forro de los cuadernos de historia que guardaba en el interior.
Las voces de los demás estudiantes que iban de un lado a otro se perdieron en el interior de su cabeza mientras su atención recaía en su tarea, todavía sin terminar, y probablemente la primera que el profesor Sanderson revisaría si contaba con que su mala suerte siempre la hacía sobresalir por encima del resto de sus compañeros en los momentos menos requeridos.
─¡Ha llegado por quien llorabas! ─dio un brinco en el lugar cuando sintió como alguien la zarandeaba al igual que un sonajero.
Raven Logan rió cuando la hizo gritar y depositó un rápido beso en la mejilla de su mejor amiga para colocarse justo delante, de forma que alcanzó a recibir la expresión fulminante que le dedicó.
─No hagas como que no me extrañaste en todo el fin de semana, porque lo hiciste ─comentó el afroamericano, muy seguro de lo que decía.
─Si te refieres a estar completamente tranquila en casa, sin sustos, bromas o gritos de por medio, sin duda.
─Solamente haciendo el papel de la hija sociópat del sheriff, que se pasa el rato dibujando, escuchando música vieja o haciendo inventos con hilo.
Ella lo miró con fastidio.
─En primer lugar, es buena música, y en segundo, al menos tengo una excusa para salir de compras después.
─¿Y arrastrarme contigo en el proceso? Gracias, pero no ─exclamó, al tiempo que ambos caminaban hacia el salón de clases. Extrañamente, aquel lunes todo parecía estar bastante tranquilo en el instituto─ De paso ¿Has escuchado el último chisme que corre por los pasillos?
Y hasta ahí había llegado la tranquilidad.
Nessa giró los ojos hacia él, intentando que su curiosidad no se hiciera notar por debajo de sus pestañas. Aunque de sobra se sabía que Raven no se iba a aguantar mucho tiempo antes de soltarle la bomba.
─Anda ya, sé que quieres decirlo.
─Dicen las malas lenguas, y la mía que no es ni regular lo repite, que vieron a Jessica Sanderson salir de su casa el sábado en la noche y hasta ahora no se ha vuelto a saber nada más de ella.
La pelinegra lo apartó de un manotazo, rompiendo el aura de misterio que él había tratado de crear para hacerla estremecer de miedo.
─Diablos, Rave. Cualquiera que te estuviera escuchando hasta diría que algo malo le pasó.
─¿Y qué si fue así? ─inquirió, al igual que si hubiera obtenido la primicia de todo el condado de Massachusetts.
─¿Es que acaso se te desprendieron los tres tornillos que te quedaban? Como si tras tantos años conociéndola todavía te sorprendiera que decidiera fugarse un fin de semana.
Los estudiantes que pasaban por su lado se quedaban observándolos con extrañeza, y Nessa los fulminó con la mirada al igual que si les estuviera diciendo "¿Qué? ¿Nunca en su vida habéis visto a vuestras abuelas cuchicheando?" porque tal parecía ser que hablar entre susurros era como estar recitando un pacto satánico.
─Pues parece que a quien se le cruzaron los cables no fue a mí precisamente ¿Por qué traes el pelo como un nido de pájaros? Y... ¿Estás cojeando?
─¿Qué? ─reclamó, confundida.
─Tu cabello. Está lleno de hojas.
Sus manos viajaron rápidamente a su cuero cabelludo, sacándose toda la basura que tenía enredada entre los mechones hasta que volvió a quedar perfectamente lacio.
Así que por eso la estaban mirando raro.
─No me digas que te revolcaste en la montaña de hojas del patio trasero porque no te creeré.
─Me caí de la bici cuando venía esta mañana ¿Contento?
─¡Ernessa Queen! ─ambos se separaron de golpe cuando escucharon la voz de la decana acercándose a ellos.
La señora Hale era una mujer cuya altura sobrepasaba incluso al jugador más alto del equipo de baloncesto escolar, con mejillas rechonchas, cabello perfectamente cuidado y unos pies enormes que ponían en duda la verdadera existencia de Pie Grande. Tal era el caso, que Raven y Nessa tuvieron que elevar el semblante para poder sostenerle la mirada.
─¿Sí? Estoy aquí mismo.
─Qué bien, porque te esperan en la oficina del director.
La chica de facciones latinas frunció el entrecejo.
─¿A mí?
─¿Me ves hablando con la pared?
─No, señora.
─Pues entonces a qué esperas.
Ni siquiera tuvo que presionar el acelerador de sus piernas para salir disparada por el pasillo, Raven ya lo había hecho por ella dándole un brusco empujón que la mandó lejos de allí.
Nunca entendería el por qué la señora Hale era tan borde con todos, siendo la única profesora que a pesar de su poco atractivo se pensaba que era lo más perfecto de toda la creación ─y que le valiese una disculpa con Dios porque de seguro estaría sentenciándola en ese preciso instante─. Suponía que el ser prima del director aportaba un poco más de ego al asunto, además de pasarse el día entero subiendo fotos a internet en medio de las clases. Quizás los diez mil seguidores en su Instagram la hicieran sentir poderosa, o puede que a esas alturas ya se hubiera dado cuenta de que medio instituto se burlaba en silencio de sus publicaciones y por eso la amargura nunca se le pasaba.
Nessa se obligó a espantar esos pensamientos estúpidos de su cabeza y pasó a preguntare a sí misma qué rayos habría hecho esa vez para terminar siendo citada en la oficina del director.
─En mi defensa, no tengo autoridad alguna para revelar nada en cuanto a los asuntos de la Comisaría, y si lo tuviera, pues tampoco sé nada ─comenzó a decir apenas cruzó la puerta sin siquiera llamar, una mala costumbre que ya le había traído bastantes problemas.
Pero contrario a lo que pensó, el Director Gordon estuvo conforme con su fortuita interrupción. Allí, cómodamente sentado con los codos apoyados en la superficie de su escritorio. Milagrosamente había llegado a cepillarse los cuatro pelos que tenía en su cabeza calva, y eso solo quería decir que había algo nuevo rondando en el ambiente. Ella supuso que tendría que ver con el chico que estaba dándole la espalda en la silla frente al superior.
─¡Buenos días, Srta. Queen! Y no, contrario a lo que creyó, no la mandé a llamar porque quisiera volver a contactar con su padre.
La pelinegra suspiró. Dado a los últimos rumores, no le extrañaría que todos quisieran saber cómo se estaba desarrollando la búsqueda de la policía.
─¿Por qué estoy aquí entonces?
─Nessa, déjame que te presente a Evan Fairfax. Nieto de un viejo amigo mío, y como ya debes imaginar, nuevo estudiante de nuestra preparatoria.
La boca de la mencionada se movió para decir algo al respecto, pero en cuanto descubrió el rostro del chico, tuvo que atragantarse con sus propias palabras para que ninguna maldición se le escapara.
Por primera vez en su vida estaba segura que le daría razón a la frase "El mundo es un pañuelo" porque era lo más obvio después de chocar con un extraño esa mañana y que el mismo la estuviera esperando en el despacho del director con esa cara de chico adorable que no se mostraba asombrada en lo absoluto.
El castaño claro se levantó de su silla con naturalidad, escondiendo sus manos en los bolsillos de sus desgastados jeans justo antes de esbozar una amistosa sonrisa que Nessa hubiera tomado como un aviso personal para salir pitando de aquel sitio.
Por todos los cielos ¿Dónde estaba la cámara oculta?
─Hola Evan ─se obligó a decir a modo de saludo, uno bastante escueto. Claramente no compartía la misma emoción que Gordon por tenerlo allí.
─Su familia acaba de mudarse otra vez a Salem y esperaba que pudieras ayudarlo a adaptarse. Estoy seguro que encontrarás un poco de tiempo para mostrarle la institución ─prosiguió, pasando un brazo por encima de los hombros del chico con entusiasmo─ Nessa es una de nuestras estudiantes más destacadas, de seguro te agradará.
─Gracias, Director Gordon ─habló, girándose seguidamente hacia donde la pelinegra lo miraba con inquietud y los brazos cruzados nerviosamente sobre su pecho─ Gusto en conocerte, Ernessa.
La forma en la que pronunció su nombre sonaba tan angelical y atractiva, que por unos segundos realmente consideró darle una oportunidad. Pero no. Simplemente porque le había fastidiado desde esa mañana.
─No suelo ir nunca al comedor, así que estaré en el patio por el horario de almuerzo. Puedes encontrarme ahí y con gusto te mostraré todo ─no podía decir que no estaba siendo cortés, porque para haberla atropellado esa mañana, aquella expresión de falso agrado le era más que suficiente─ Espero no te pierdas antes de llegar.
─No te preocupes, allí estaré. ─respondió sereno ante su tono, y ella aprovechó esto para resoplar y salir de allí con dirección a su próxima clase.
Normalmente no solía ser del tipo de persona que le deseara mal a nadie, pero mientras los ecos de sus botas resonaban en los pasillos de la escuela, realmente deseó con todas sus fuerzas que un tornado se lo llevara lejos y así tener que evitarse la pesada tarea de tomar su tiempo libre para pasarlo de guía turística.
●●●
─Nessie, lo que te sucede a ti solo pasa en las películas del viejo cine ─Raven negó varias veces, dándole un gran mordisco a su cargada hamburguesa.
Ambos estaban almorzando en las mesas del patio escolar, donde la mayoría de los estudiantes se encontraban a esas horas del día.
─Dudo mucho que Judy Garland haya sido atropellada por Gene Kelly alguna vez, o por lo menos esa película no la he visto aún ─resaltó ella─ Y ya te he dicho que no me gusta que me llames así.
─¿Sabes? Me resultaba bastante raro que estuvieras cojeando porque Corey y tú terminaron hace ¿Cuánto? ¿Cuatro meses?
─¡Ese no es el maldito punto! El punto es que...
─Que te has quedado grogui por el chico nuevo. Ya no me lo tienes que decir ─interrumpió, provocando que sus mejillas se tiñeran de rojo.
Ella tragó en seco, y negó, cosa que solo lo alentó a continuar molestándola.
─Iba a decir que es raro. Recién acaba de llegar y ya tiene al director comiendo de su mano. En serio, si es que con esa actitud podría hasta ganarse al mismísimo presidente.
─Bien podríamos darle la bienvenida a nuestro dúo.
─Ni se te...
─¿Darle la bienvenida a quién? ─los dos se sobresaltaron al escuchar una voz ajena que se posicionó delante de ellos con su mochila todavía al hombro ¿En serio? ¿También se había puesto de acuerdo con la Sra. Hale para sacarles más de un susto ese día?
Evan paseó su mirada del uno al otro, esperando a que cualquiera de los dos dijera algo.
─Jesucristo ─murmuró Nessa en español─. Raven, él es Evan Fairfax. Evan, él es mi amigo Raven Logan.
─Mejor conocido por el clásico dolor de cabeza de mi morena favorita. Todo un gusto saber que no seré el único que la moleste a partir de ahora ─Nessa entornó los ojos con impaciencia, viendo como ambos se saludaban al igual que si se conocieran de toda una vida.
Cuando Raven lo invitó a sentarse con ellos y Evan la miró buscando su aprobación, la pelinegra se apartó hasta el otro extremo de la banca de madera para ni siquiera quedar enfrente suyo. No le bastaba con robarse al director, ahora también a su mejor amigo.
─Tío esto es tan emocionante, no habíamos tenido un transferido desde hace dos cursos ¿De dónde vienes?
─Emm... Filadelfia ─contestó con simpleza─ Allá todo es un poco más grande que aquí.
─Genial ¿Viniste con tu familia? ¿Eres judío? ¿Y ese medallón tan chulo que tienes en el pecho? ¿Es de verdad?
─Venga ya Rave, que lo vas a asustar ─interrumpió, pero el de apellido Fairfax solo atinó a reírse.
A Nessa ese gesto le resultó bastante atractivo, sobretodo contando que sus mejillas se arrugaban un poco al hacerlo y su voz ronca, a pesar de todo, parecía la de un niño.
─Está bien. Es solo una baratija que una tátara tátara abuela compró en un mercado de gitanos y ha ido pasando de generación en generación.
─Pues es bastante bonito la verdad.
─¿Hace cuantos años? ─cuestionó la joven frunciendo el entrecejo.
Desde esa mañana aquella joya la había impresionado notablemente, tenía una belleza algo peculiar, ni tan excéntrica ni tan simple. Solo una gema circular azul que se ajustaba al dije de lo que parecía ser plata artificial. No obstante, cuando ella lo miraba atentamente, le daba la impresión de que brillaba por sí mismo.
Evan dirigió su vista hacia el medallón y luego volvió a posar sus oscuros ojos en ella.
─Hará casi cien años ─respondió, provocando que ambos ahogaran una exclamación.
─Joder, que el trasto sí que es antiguo ¿No has pensado en vendérselo al museo?
─Ya lo dije, es de familia.
De repente, se escucharon risas provenientes del equipo de animadoras que estaban sentadas a pocos metros de ellos, justo bajo el álamo que habían proclamado como suyo desde que su líder, Meredith Blake, la pelirroja con aires de abeja reina que le gustaba molestar a todos, así lo había dicho.
Los tres se quedaron observando. Siendo conscientes de que, a pesar de haber perdido a uno de sus eslabones principales, a ninguna de ellas parecía afectarle en lo absoluto.
─No sabía que aquí también hubieran porristas.
─Y son insoportables ─murmuró la de apellido Queen. Acto seguido, apoyó los codos sobre la superficie de la mesa y esperó a que devolviera su atención a ella─ Solo para que lo sepas, si eres de esos a lo que le gusta la animación, puedes acercarte a cualquiera de ellas... menos a su capitana.
─¿Quién?
─Meredith Blake ─respondió Raven, y automáticamente los tres posaron sus ojos en la mencionada─ Te avergonzará delante de todos antes de que te des cuenta siquiera que te ha respondido. Su madre es la esposa del alcalde, así que se cree que tiene el universo entero en la punta de su dedo anular. Ella no quiere con nadie, pero todos quieren con ella. Así de difícil es.
A lo lejos, Meredith se abrió espacio entre dos de sus animadoras y sonrió para que uno de los tantos chicos que las seguían les tomara una foto de grupo. Su presencia, incluso siendo lejana, transmitía cierta superioridad bañada en un extravagante color rojo que iba desde su cabello hasta sus carnosos labios en forma de corazón. Después de esto, se separó del resto para ir hacia donde una castaña de apariencia divina la esperaba. La única chica que no portaba el uniforme negro y rojo.
Ambas eran como una mezcla de fuego y humo. Una representación exacta de la oscuridad y la luz.
─Uh, y ahí va otra por la que te asesinará si nada más la tocas ─señaló─ Harper McGregor. Su mejor amiga.
─Harper es todo lo opuesto a Meredith. Presidenta del consejo estudiantil con un expediente impecable. Su novio Matt es guapo, pero un imbécil. Aunque ambos están juntos desde que se congelaron los glaciares, así que dudo mucho que vayan a separarse en algún momento. Además, tanto ellas como Jessica Sanderson se conocen desde la cuna, por tanto, son de lo que se dice inseparables.
─Se refieren a la chica desaparecida ¿No?
Nessa asintió.
─Que no te sorprenda, hasta su padre está acostumbrado a que desaparezca de vez en cuando.
─¿No creen que es un poco raro? ─el castaño se atrevió a preguntar, mostrando una expresión algo confusa que ellos no comprendieron.
La apellidada Queen hizo una mueca con los labios, sin comprender del todo.
─¿Por qué debería? No es asunto nuestro de todas formas ─respondió, al tiempo que un escalofrío la recorría por dentro─ Ya mejor vámonos, se nos va hacer tarde para mostrarte los alrededores.
─¿Quiénes son ellos?
Poco le faltaba para mandar sus preguntas a la mierda y tirar del cuello de su camiseta para que la siguiera, pero en cuanto vió a quienes se refería, se quedó estática en su asiento.
─Mala elección de paisaje ─murmuró Raven─ Si eres nuevo y no deseas buscar problemas, entonces mantente alejado de los mellizos Corrigan. Las cosas malas los persiguen a donde sea que vayan.
Una chica de cabello color miel caminaba acompañada de su hermano, el joven rubio de mirada asesina, y otro que parecía ser su pareja por la forma en la que mantenía sus manos entrelazadas. Los tres mirando hacia delante con la barbilla en alto, como si el mundo estuviera a sus pies, y no era menos cierto cuando el resto de los adolescentes alrededor se apartaban de su camino para que ellos pudieran pasar. Asustados y transmitiendo su temeroso respeto ante ellos.
─Noah es mentalmente inestable, tiende a perder el control cuando lo haces enojar, y su hermana... ─hizo una mueca─ digamos que hubo rumores de que fue ella quien arañó el rostro de Zoey Patterson en una pelea en los aseos. A la pobre le quedó una cicatriz enooorme en la mejilla y todo porque se le había insinuado a su novio, el otro matón con raíces latinas que la tiene tomada de la cintura, Nathaniel García.
─Siempre los vas a ver juntos, nunca separados ─murmuró Nessa.
Evan aguzó su visión, sin apartar la vista del trío hasta que estos expulsaron a unos chicos de su mesa.
─Deben importales poco los problemas para tener ese comportamiento todo el tiempo. Solía conocer a un grupo en mi antiguo instituto que eran exactamente iguales, mismas manías de andar en pandilla, misma actitud...
─Nessa era amiga de Felicity en la primaria ¿No es así, Nessie? ─Raven la miró─ Ahora ni siquiera cruzan palabra.
La mencionada dejó escapar un profundo suspiro, al mismo tiempo que sus ojos oscuros se posaban en la imagen de la chica que antes conocía.
─Todavía me sigo preguntando qué la hizo cambiar tanto.
Felicity rió agraciadamente ante algo que su novio había dicho. Sus piernas se cruzaron de forma que la falda a cuadros que portaba dejó un poco más de sus mayas oscuras al descubierto, haciendo un curioso contraste con sus botas militares.
De pronto, sus ojos se encontraron con los suyos a través del espacio que las separaba, y Nessa se apresuró en apartar la mirada antes de que ella se diera cuenta de lo que había estado haciendo. Tomó la mano de Evan y apresuró sus pasos hacia el interior del colegio, sin darse cuenta de que la mirada de la chica la siguió hasta la puerta, juzgándola en silencio, y específicamente, al chico que la acompañaba.
Algo en el aire no olía bien, y segura estaba de que no se trataba precisamente del perfume dulzón de las porristas.
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