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🔮... capítulo trece

Después de su conversación con Evan, Nessa decidió que tomaría las riendas de la situación por su cuenta. Solo hicieron falta unos cuantos consejos por su parte para hacerla entender muchas cosas que tendría que tener presentes de ahora en adelante, como la de no confiar tan fácilmente y tener los ojos muy abiertos ¡Como si no lo supiera ya! Porque sí, era consciente de que con solo pestañear corría el riesgo de acabar fría y horizontal en el cementerio más cercano. Iba a tardar un poco para finalmente acostumbrarse a la idea de ser una... eso mismo.

«Una servidora de Diana» le había dicho él. Porque según se conocía, era la diosa de la luna y las estrellas.

Las chicas le habían dejado en claro que después de cumplir con su parte del trato el ritual de iniciación debía realizarse lo antes posible y así lo prometió Nessa. Ella se aseguraría de que todos estuvieran allí para presenciarlo. Aunque resultara bastante difícil convencer a algunos para formar parte de su Tratado de Paz.

─¿Cuánto más tenemos que esperar aquí? ─bufó Meredith Blake. La pelirroja estaba caminando de un lado a otro, con su abrigo rojo resaltando incluso más que su cabello─ Ellos no llegarán. Mejor dejemos el tema de la alianza para otro día y hagamos el maldito ritual de iniciación.

─Prometiste que esperarían ─Nessa resaltó, paseando su mirada severa de una a la otra─ Ambas lo hicieron.

─Sí, pero tus amigos no son nada puntuales. Nadie nunca me ha hecho esperar tanto, y repito, a Meredith Blake nadie la hace esperar.

La pelinegra sintió la sangre hirviendo y concentrándose en sus mejillas. En el poco tiempo que llevaba conociendo a Meredith, se había percatado de que era un ser bastante egocéntrico y narcisista, y esa no eran cualidades que todos pudieran soportar. No ella, claro estaba. Pero si tenían que formar parte de un mismo aquelarre, entonces era una obligación para cualquiera de las dos aprender a sobrellevarse.

─Harper... ─se volteó hacia la joven McGregor en busca de apoyo, pues sabía que de las tres, ella era la más justa.

Esta levantó su cabeza del tronco en el que se encontraba sentada.

─Ella tiene razón, Mer. Esa era su única condición, tenemos que cumplirla.

─¡Lo que faltaba! ─exclamó la aludida, probablemente maldiciendo muy dentro de sí a todas las deidades existentes. Ya no era un secreto para Nessa que la debilidad de Meredith era su mejor amiga, y si quería convencerla de algo, lo único que tenía que hacer era dirigirse primero a Harper.

El viento sopló y la copa de los árboles cercanos al río se agitaron violentamente, seguido de una bandada de cardueles que salieron volando desde las ramas más altas. El bosque bajo el crescendo de colores cálidos del ocaso era tan oscuro como en la noche, por eso, a ninguna le extrañó que hiciera frío a esas horas.

No pasó mucho tiempo antes de que escucharan el sonido de pisadas acercándose, y entonces, ante la presencia de esas otras tres figuras, Meredith alzó la voz:

─¡Oh! Mirad quien ha llegado. Si es la enana con el hermano loco y el novio de adorno. Perdonen no tener un cartel de Bienvenida para recibirlos.

Los mellizos Corrigan, con sus ojos de igual color, intercambiaron miradas con la misma expresión de molestia, una que no igualaba a la de Nathaniel, quien al notar que había más de una bruja en aquel sitio, dejó escapar un resoplido que sonó más como un gruñido.

─¿Qué hacen ellas aquí? ─cuestionó Noah, los mechones despeinados de su pelo rubio parecían iluminarse con la poca luz que se colaba por entre las hojas.

Felicity se adelantó varios pasos por delante suyo, y la suela de las botas que traía puestas hizo una gran huella en la tierra húmeda del claro. Nessa conocía esa furia suya y era de suponer que no estaban nada contenta con aquella jugada.

─Cuando me pediste reunirnos no especificaste que vendrías acompañada.

─Ya, creo que mi disculpa por casi ser comida por Noah viene con ellas dos en el paquete ─rio, intentando que eso les sonara a broma, pero no fue así, y ambos grupos estaban igual de impacientes─ Vale aquí está el trato, todos nosotros tenemos el mismo objetivo ¿No es así? Todos queremos saber qué causó la muerte de Jessica, o más específicamente quién...

─¡Hey, pastelito latino! ─la llamó Meredith haciendo chasquear sus dedos─ Ve directamente al punto porque de verdad empiezo a aburrirme.

Poco le faltó para mostrarle el dedo medio y pedirle que la dejara continuar, pero a sabiendas de que los recién llegados necesitaban una explicación, simplemente se cruzó de brazos en un intento por reprimir el frío que comenzaba a colarse bajo su ropa y observó a todos como si cada uno fuera una parte esencial de su vida.

─El punto es que los traje aquí por dos razones. Uno: para crear un acuerdo entre ambos bandos. Brujas y lobos. Y dos: porque tenemos que aceptar que en estos tiempos nos vendría mejor ser aliados que enemigos ¿O me equivoco?

─Los de su especie y la nuestra nunca se han llevado bien ─resaltó Nate con los brazos cruzados sobre su pecho.

─Será porque los vuestros sienten envidia de nosotros ¿O no, perrito? ─ante el comentario de Meredith, la mujer lobo gruñó.

─Llámalo así otra vez y me aseguraré de que sea lo último que digas en tu vida.

─¿Qué vas a hacerme, Corduroy? ¿Darme con tus puñitos de bebé?

─¡Meredith ya está bien! ─Harper gritó, sorprendiéndolos a todos─ Escuchen, vinimos aquí porque estamos dispuestas a cumplir con el trato. Nessa tiene razón, podemos ayudarnos mutuamente.

─Las brujas son engañosas, hábiles, traicioneras. Llevan sangre del demonio en sus venas tanto como su maldad. Ha sido así desde el principio de los tiempos ¿Cómo esperan que dejemos de lado nuestra ética como manada para confiar en lo que nos dicen?

El entrecejo de la castaña se frunció con enojo, algo que muy pocas veces sucedía con ella. Harper no era una chica que alzara la voz, todos lo sabían.

─¿Quién os ha dicho eso?

─No es un secreto de dónde venís.

─Disculpa que te lo diga, pero eso es un argumento muy bajo viniendo de ustedes los licántropos. Porque a mi entender, todos obtuvimos nuestras habilidades por la misma creadora ─espetó con rudeza─ Yo no pedí ser esto, pero lo soy, y no creo que sea producto a ningún pacto con el demonio.

Nessa puso una mano en su hombro, haciendo que sus respiraciones se normalizaran. Ni siquiera había sido consciente de que estaba tan alterada hasta que ambas se miraron. La hija del sheriff le dedicó una sonrisa y Harper asintió, dejándola tomar la palabra.

─¿Podemos dejar de lado las diferencias e intentar llevarnos lo mejor posible? Para eso estamos aquí.

Felicity negó rotundamente.

─Te equivocas. Yo accedí a venir porque quería explicar lo que sucedió. No podía siquiera imaginar que ya te habrías unido a ellas.

─Es que no es cuestión de lados, Felicity ─su voz sonó pesada al pronunciarlo─ Eso que mató a Jessica anda suelto por la ciudad y necesita ser detenido. Por favor ¿No puedes considerarlo aunque sea?

La castaña se mantuvo en la misma posición reacia de antes. Nada de lo que le dijeran iba a hacerla cambiar de opinión. La razón era clara: No confiaban en ellas.

Ni ella, ni su novio o su hermano dijeron nada tras su insistencia y Nessa realmente consideró el darse por vencida, de no ser porque otra voz se escuchó de fondo. Firme, alta y segura.

─Si se me permite opinar, las diferencias fue lo que llevó a Hitler a exterminar a medio mundo. No hay lados ni razas que elegir, solo seres sobrenaturales, y todos nosotros lo somos. Mitad humanos, mitad monstruos.

Era Evan. Estaba allí, con sus vaqueros desgastados y la sudadera azul. La luz de la luna se enredaba en su pelo castaño-rojizo, proyectando su sombra sobre ellos como una aparición.

En respuesta, Meredith puso sus manos en la cintura.

─¿Y tú quien eres?

Ninguno de ellos lo sabía, pero Nessa sí. Ella sabía todo sobre él, y de cierta forma, eso la hacía sentir aliviada.

─Sabía que tenías algo que ver con todo esto ─lo acusó Felicity, clavando su vista en él─ ¿Qué es lo que haces aquí?

─Tal como dije en un principio, Felicity. No soy un brujo, pero domino las artes de la magia blanca ─le explicó─ Mi destino está trazado desde el día en que nací y por él fue que regresé a Salem, para cumplir con el deber de proteger al aquelarre.

Acto seguido, se giró hacia las tres brujas adolescentes, enumerándolas dentro de su cabeza sin siquiera creerlo. Para él era un honor tener la oportunidad de conocerlas al fin, casi como si hubiera esperado años para verse llegar a ese momento.

─Mi nombre es Evan, soy tatara tatara nieto de Azula Fairfax y seré vuestro conjurador. Un guía dentro del mundo de la oscuridad.

De repente, Harper lo señaló de forma directa, como si recién se percatara de algo:

─He leído sobre seres como tú. Su especialidad es la conexión con la naturaleza y la vida. Son algo así como las hadas.

En el fondo se escucharon las risitas provenientes de los jóvenes de la manada, Nate de primero, y todo había sonado tan gracioso que incluso Nessa tuvo que cubrirse los labios con la palma de la mano.

Evan puso los ojos en blanco:

─Para los graciosos, no, no soy eso que piensan.

─Vaya ¿En serio? ─Nate bromeó─ Pues qué lástima, creí que tendríamos a nuestra propia Tinkerbell.

─Suficiente con el tema ─alzó las manos para chitarlos y luego se volteó hacia la hija del sheriff─ Nessa, hoy hay Luna de Hécate y necesitan hacer el ritual en pleno ocaso, de lo contrario tendrán que esperar al próximo mes para realizarlo.

La mirada de la aludida se cruzó con la de sus compañeras en medio del grupo y estas asintieron. Estaban listas para iniciar. No obstante, la pelinegra quiso hacer un último intento y en nombre de la amistad que alguna vez tuvieron, volvió a dirigirse a la mujer lobo.

─Por favor, Fliss ─murmuró- Tú llevas mucho más tiempo en este mundo, yo solo me enteré hace unos días atrás. Sabes que podemos hacer un gran equipo.

En la expresión de la castaña no se dibujó nada, pero luego intercambió una mirada con sus compañeros y entonces se giró hacia Nessa.

─Solo si ellas se comprometen y dejan de insultarnos.

─¿¡Nosotros!? ¡Pero si... ─comenzó a protestar Meredith, siendo callada seguidamente por Harper.

─Mer. Por favor, coopera.

La terquedad todavía se modelaba en los ojos de la pelirroja, quien al final acabó cediendo. Felicity extendió una mano en su dirección y ella buscó la mirada de las suyas.

─¿Tengo que hacerlo yo? ─cuestionó con fastidio y al no recibir respuesta de ninguna, no le quedó de otra que aceptar el estrechón de manos─ Más les vale cumplir con su parte, Corrigan.

─Descuida. Lo haremos.

Ella le regaló una mirada significativa a Nessa.

─Gracias.

Ahora que ya todo estaba estaba dicho y hecho, Evan se atrevió a dar un paso al frente y tras sonar sus palmas agregó:

─Muy bien. Brujas a sus lugares y ustedes lobos vengan aquí a mi lado.

Automáticamente y sin oponer ninguna queja, todos cumplieron con lo ordenado. Nessa se dedicó a estudiar la cuenca de cuarzo situada en el pecho de Harper, quien comenzó a sacar varias cosas del interior de su bolso morado y se las fue pasando a la de apellido Blake. Esta las dejó a un lado, mientras leía cuidadosamente el trozo de hoja que habían arrancado del libro de hechizos.

─La primera vez que hicimos el ritual apenas y sabíamos poco. Ahora estamos más preparadas ─dijo la castaña, mostrándole un cuchillo que entregó directamente a Meredith─ Dibuja el círculo.

La pelirroja asintió.

─¿No debería ser solo un pentagrama? ─Evan cuestionó desde su lugar junto a los hombres lobos.

─Debería, pero nosotras solo somos tres ─contestó Harper─ Si nuestro aquelarre contara con más de seis miembros podríamos proseguir a dibujar el pentagrama, pero por ahora, solo tenemos esto.

Meredith dibujó un círculo en la tierra con el cuchillo de mango negro. Luego fue alrededor rociando agua de una taza y después con un largo palo de incienso. El olor dulzón de este no tardó en mezclarse con el aire del crepúsculo.

─Sostén esto Ness ─le pidió y ella frunció el entrecejo al ver el contenido de la bolsa que le acababa de dar.

─¿Qué son? ─preguntó, viendo cómo Meredith seguía dibujando, esta vez una estrella de cinco puntas en el interior de la circunferencia.

─Ve colocando las velas donde te voy diciendo ─le dijo Harper con su característico tono suave, señalando─ Roja para el fuego, al Sur.

De más estaba decir que Nessa no supo descifrar una mierda de lo que estaba queriendo decirle que hiciera.

─Déjame a mí ─la interrumpió Meredith, sacando una bonita vela de dicho color y con un aroma intenso a cereza.

Esta la colocó en la punta derecha y baja del círculo.

─El fuego es el elemento del verano. Si alguna vez necesitas fuerza, pasión o empuje en cualquier área de tu vida tendrás que trabajar con él ─explicó Harper a su lado─ Verde para la Tierra, en el Norte.

Un olor distintivo a menta inundó el ambiente y dos de ellas pudieron jurar que eso le traía muchos recuerdos.

─A Jessica le encantaba ese. Decía que representaba todo lo que quería del mundo: objetos materiales, dinero, ambición, negocios, conservación, fundamento... Se le daba mejor que a ninguna.

Nessa observó a Meredith con curiosidad después de esto:

─Puedo adivinar cual se te da mejor a tí.

Ella le sonrió y una mecha de ardiente fuego brotó por los dedos de la pelirroja, haciendo que estos se parecieran a la cera de las velas. Nessa rápidamente agarró otra.

─Azul para el agua ¿No es así? ─cuestionó en dirección a Harper, inhalando el embriagante olor a moras del bosque─ ¿Dónde?

─Oeste.

Ella así lo hizo, siguiendo cuidadosamente las instrucciones.

─Amarillo para el aire al Este .

Ambas se inclinaron para oler la cera cuando Meredith lo hizo. Era perfumada con algo ácido y dulce a la vez: limón.

─Y por último, blanco para el espíritu.

Nessa se sintió pequeña al ver a Harper sacar la vela blanca con olor a jazmines y sostenerla en alto. Parecía una princesa, así con los párpados cerrados y su bello rostro pasivo. Entonces Meredith extendió sus manos hacia el círculo de candiles y estos se encendieron por sí solos. Cinco llamas saltando y bailando en el aire nocturno, encendiendo sus siluetas y brillando descontroladamente a medida que el Sol se iba ocultando.

─Escucha Nessa ─puntualizó Harper─ Por lo general, en la gran mayoría de los rituales se requiere el llamado a los Guardianes de los Elementos para invocar su poder y protección. Cada Atalaya, que tiene una orientación en un punto cardinal, es regido por uno de estos reinos elementales y están representados por distintos tipos de espíritus.

─¿Y si no qué?

─No funciona ─dijo Meredith, interrumpiéndola─ En resumen, estos tipos pertenecen a un rango o jerarquía de energía superior. SIEMPRE hay que llamarlos.

─Oh, vale ─Nessa hizo subir y bajar su cabeza, resignada, volteándose hacia la castaña que parecía haberle sacado mayor altura, preguntándole con los ojos cual era su siguiente paso.

─Ahora cada una escoge un elemento.

No hizo falta que lo dijera dos veces, pues Meredith ya se había colocado en el lado Sur del círculo, allí donde el olor a cerezas se intensificaba. Por supuesto, no había una mejor representante para el fuego que ella.

Después, Nessa sintió una sacudida tremenda de nervios y emoción. Pues no sabía en cuál de todos esos lugares debía colocarse. Pensó detenidamente, considerándolos todos a excepción del quinto en el centro. Agua, Tierra y Aire ¿Cuál elegir? Ella era una persona muy distinta a Jessica y, sin embargo, esta había adoptado la tierra por lo que representaba. Nessa no quería eso. Ella necesitaba algo que simbolizara libertad, paz y quietud. Por tanto, sus ojos fueron a parar con la vela amarilla y hacia allí se dirigió.

El aire era omnipresente, poderoso en todos los sentidos, y por eso estaba allí, porque lo había elegido.

Después de eso, Harper caminó ligera hacia el lado Oeste, como si siempre lo hubiera tenido en cuenta. Lo cual era bastante curioso, porque ella representaba el agua tan seguramente como Meredith el fuego.

─Bien ─concluyó─ Comencemos entonces.

Harper extendió sus brazos en un movimiento lírico y las palabras que dijo se sintieron como ondas de choque directamente en la espalda de Nessa.

Esta noche yo llamo a la fuerza de los cuatro elementos.

Tierra y agua, fuego y viento.

Invocados seáis para responder de sus hijas el llamado

Bajo el manto de la Luna y el Sol dorado.

Por juramento de sangre, alma, poder y voto

Danos el poder para que Ernessa se una a nosotros.

Fue como si el mundo de repente se volteara en contra de lo correctamente ordinario para fijar sus ojos en ellas. El viento comenzó a arremolinarse a su alrededor y una gran llamarada de fuego bordeó cada curva del pentáculo hasta crear una pared delante de sus ojos.

Anonadada, Nessa solo miró fijamente ¿Acaso era real? Todo eso ¿Realmente estaba pasando?

─Ve hacia el centro.

Sus ojos se posaron azoradamente en la expresión estable de Harper, como si esta acabara de volverse loca. El fuego la devoraría.

─Si confías en nosotras, entonces, pasarás al centro.

¿Que si confiaba en ellas?¿Cómo podría hacerlo después de pedirle algo tan peligroso? Sin dar lugar a dudas, terminar como un pollo rostizado no estaba entre sus planes iniciales, pero ambas estaban tan seguras con lo que pedían que Nessa se atrevió a poner un pie sobre la línea de fuego. Al instante, una brecha se abrió allí donde sus zapatos pisaron y ella pudo respirar tranquila.

Sus compañeras la siguieron segundos después, abriendo sus propias brechas para pasar. La estrella que Meredith había dibujado se borró, de forma que solo quedaba el círculo de fuego a su alrededor, y las velas que antes habían colocado tan cuidadosamente se habían derretido completamente.

En un movimiento rápido, Harper había sacado el cuchillo de antes para presionar la hoja contra la palma abierta de su mano derecha.

─¿Juras proteger a los tuyos y nunca traicionar la confianza de tu aquelarre?

¿Qué se suponía que tuviera que responder? ¿Un SÍ a medias? ¿O una frase épica super elaborada? Al final sus palabras salieron solas sin pensarlo mucho:

─Yo solemnemente juro.

─¿Juras por la Diosa Diana que usarás tu magia sabia y cuidadosamente?

─Lo juro

─He aquí prueba del juramento sagrado que no podrá romperse.

Lo siguiente que Nessa supo fue que la hoja del cuchillo se clavó en la piel tibia de su mano, haciendo que la sangre manara, y cuando las gotas cayeron en el centro de círculo, las llamas que bailaban a sus espaldas parecieron brillar locamente.

Entonces Harper y Meredith volvieron a sujetarla por las manos, mientras repetían las mismas palabras de antes y en conjunto.

Llamo a la fuerza de los cuatro elementos.

Tierra y agua, fuego y viento.

Invocados seáis para responder de sus hijas el llamado

Bajo el manto de la Luna y el Sol dorado.

Por juramento de sangre, alma, poder y voto

Ernessa esta noche se convierte en una de nosotros.

Tal y como recitaron, la fuerza de los Atalayas se concentró en ellas, las abrazó y las sacudió. Entre corrientes de aire, la irritación de las aguas del lago, los temblores de la tierra y el crepitar del fuego, Nessa sintió que una especie de energía comenzaba a llenarla por dentro y una puerta a sus espaldas se cerraba para siempre.

Bajo la mirada atónita de las demás personas que estaban allí, observándolas ascender mientras el suelo retumbaba debajo de ellos, el sonido de un trueno atravesó el aire, y entonces, cuando todo culminó, las brujas finalmente se soltaron.

Evan se apresuró para sostener a Meredith antes que su cabeza diera de lleno contra la roca, lo mismo que los mellizos Corrigan cuando Nessa descendió y Harper cayó débil sobre los brazos de Nate. Todas ellas exhaustas por el poder que les había sido nuevamente otorgado.

─¿Qué ha sido todo eso? ─exclamó Felicity, jadeando debido a su asombro.

Entre todos las ayudaron a ponerse en pie, algunas con sus extremidades aún temblorosas.

─El ritual culminó. Ernessa ya es una bruja completa ─informó Evan, y sus ojos se posaron en ella─ Sois el nuevo aquelarre de las salemitas.

Lo somos, pensó Nessa. Ya ella era un miembro oficial y lo repetía una y otra vez en su cabeza con una especie de ansiedad salvaje que aún no lograba creerse del todo.

En medio del silencio, Harper fue la primera en felicitarla:

─Ya eres una de nosotros.

«Sí. Lo soy. Ya no más una extraña, ahora les pertenezco»

Sintió una sensación de entusiasmo recorriéndola de pies a cabeza. Había un sentimiento más profundo de reconocimiento, como si algo en su corazón lo confirmara, diciéndole que había obtenido algo más que un aquelarre. Entonces Harper se acercó para abrazarla, susurrándole nuevamente que estaba muy feliz de que finalmente se hubiera unido a ellas y, de algún modo, eso la hizo sentir como que todo iba a estar bien.

Después de ella, lo hizo Meredith, y después de Meredith vino Evan. Era como terminar de exponer el mejor seminario de su vida y que todos la felicitaran por ello. Todos, a excepción de los licántropos. Estos simplemente parecían a gusto con lo que acababan de ver, y Nessa le sonrió a Felicity, una sonrisa que fue inmediatamente correspondida.

Pero luego, los problemas llegaron con el timbre de su teléfono móvil. Todos se quedaron en silencio por el corto período de tiempo que duró la llamada, preocupándose por la expresión ensombrecida que adoptó su rostro.

─Era mi padre ─anunció después de colgar─ Han encontrado otro cadáver en Salem.

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