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🔮... capítulo ocho

La policía había ido a su casa otra vez y le hicieron las mismas preguntas de la noche anterior. Meredith sabía que su amistad con Jess era conocida por la mayoría de las personas en Salem, un hecho más que obvio después de pasar tantos años juntas desde el jardín de infantes, pero como era de esperarse, no consiguieron nada por su parte. Tuvo que llevar a cabo su mejor actuación de amiga preocupada a la hora de enfrentarse a su absurdo interrogatorio, fingiendo no saber nada en cuanto al día de su desaparición y soltando una que otra lágrima al cuestionarles si el cuerpo que se encontró era realmente el suyo.

Claro que sí, no era idiota, estuvo ahí, y para que los agentes se hubieran plantado en la puerta de su casa a esas horas de la mañana la situación en cuanto al caso debía de ser bastante crítica, pero ¿Qué más podría decir? La verdad más piadosa siempre viene acompañada de una pequeña mentira para adornar los hechos y, sin embargo, ella estaba segura de que si tan solo se atrevía revelar lo que acordaron aquella noche en una reunión a la que nunca llegó, iban a volver a atacarla con más y más preguntas.

Miró las fotos del viejo álbum que tenía en su regazo, a la niña rubia que dejó de conocer y que ya no volvería a ver.

─¿Quién podría haberte hecho eso?

Aún no lograba comprender por qué se seguía aferrando a esa interrogante. Ya no podía sentirla, la energía que antes contenían se había liberado, y el control simplemente se desvaneció como polvo.

─Meredith cariño... ─la pelirroja cerró el álbum de golpe y lo mandó a volar hacia el armario sin usar las manos. De forma que cuando su madre entró, lo único que pudo encontrar fue a ella sentada en posición india encima de la cama─ ¿Qué estás haciendo?

─Lo que se me antoje dado a que esta es mi habitación, a la cual no debiste haber entrado sin llamar primero.

Al parecer, nadie en esa casa recordaba la advertencia que estaba escrita con lápiz labial en la puerta.

─¿Cuántas veces hemos hablado de esto mamá?

─Tienes razón. Lo siento mucho, pero solo quería avisarte que tienes a Harper al teléfono, dijo que era algo urgente sobre esta tarde.

La señora Blake, ahora Northan, vió a su hija poner los ojos en blanco y arrebatarle el inalámbrico de las manos. Después de esto, Meredith carraspeó ligeramente, esperando que su madre pudiera captar el mensaje. Cuando no lo hizo, simplemente alzó la cabeza otra vez y señaló la puerta.

─¿Adiós?

─Estaba pensando que tal vez querrías hablar un poco conmigo sobre lo que está ocurriendo recientemente... soy tu madre, me gustaría ayudarte si te sientes mal por lo que pasó.

─Estoy bien ─respondió algo fastidiada─ Si me pasa algo te llamaré, solo quiero estar sola.

─¡Mamá! ─la cabeza de Marissa se asomó por el umbral de la puerta─ ¿Dónde están mis vaqueros blancos? No pienso ir a la escuela si no llevo mis vaqueros blancos.

─Voy en un momento, cariño ─advirtió la señora Northan, volteándose nuevamente hacia su primogénita─ Vendré después ¿Vale?

─Supongo que eso significa que no irá a la escuela hoy. No es justo ─se quejó la menor de las tres, cruzándose de brazos─ ¿Por qué ella se puede quedar en casa y yo no?

─¿¡Y a tí quien te ha dado permiso para meterte en mi cuarto, zanahoria podrida!? ─Meredith cogió una almohada y la tiró en dirección a la puerta, pero Marissa fue mucho más rápida al apartarse─ ¡Vete a molestar a otra parte!

─Meredith deja de hablarle así a tu hermana ─la regañó Kenna, mirándola de forma severa.

Afortunadamente para la joven que estuvo a punto de encerrarse en el baño por tal tener algo de privacidad, tanto su madre como su hermana abandonaron la habitación justo a tiempo para que ella cerrara la puerta con seguro y volviera a sentarse en la cama para contestar la llamada.

─¿Por qué has demorado tanto? ─casi que podía ver la cara impaciente de Harper desde el otro lado de la línea. Y sí, la paciencia no era algo que se les diera a ninguna de las dos cuando se trataba de problemas.

─Mi progenitora y la mocosa de Marissa invadieron mi habitación ¿Qué querías que hiciera?

─Es ella, Mer ─le dijo en un susurro cuando terminó de hablar─ Y Jess lo sabía. Eso era lo que quería contarnos cuando nos pidió que nos reuniéramos esa noche.

Meredith suspiró. Era cierto que su mejor amiga había tenido cierta urgencia por decirles aquello que había logrado descubrir. Pero no estaba muy segura de que tuviera todo que ver con ese tema. Sin embargo, confiaba en Harper y en ese sexto sentido que poseía.

─¿Estás segura?

─Absolutamente ─respondió─ Ella puede ser nuestro único chance. Necesitamos decirle la verdad, convencerla...

─Para el carro un momento Harper. Eso no es tan sencillo, y además ¿Por qué me parece que eres tú quien necesita convencerse mejor?

─Estoy un poco nerviosa, eso es todo ─resopló.

Y pues, contando con que ya no tenían a Jessica con ellas, las cosas iban a ser algo complicadas. Sobretodo porque era ella quien siempre se encargaba de idear los planes.

Tras masajearse el entrecejo con los dedos, Meredith observó la foto que compartía con sus amigas en el escritorio y luego el collar que le había quitado a la hija del sheriff la noche anterior.

No podía ser tanta casualidad.

─Encuéntrame en el lago al mediodía ─murmuró segundos después, guardando el colgante dentro de su bolsillo─ Y más te vale traer a esa chica contigo.

─¿Crees que sea buena idea?

─Solo hay una forma de saberlo, y esa es intentándolo

●●●

Esa mañana se había levantado más exhausta que el día anterior ¡Y vaya que había sido desastroso! Nessa no deseaba volver a rememorar nada de lo acontecido porque pasaría el resto de los turnos con un dolor de cabeza insoportable. Le bastaba con solo escuchar al resto de los estudiantes cuchicheando. Todo relacionado con el mismo tema.

Absorta en su propia mente, decidió continuar en lo suyo. Pues mientras buscaba algunos libros en su casillero para guardarlos en su bolso, pensó detenidamente en el dolor que comenzaba a afectar todo su cuerpo al igual que un virus. Por un momento, se permitió creer que de seguro el frío de la otra noche le había pasado factura, pero no le ardían la garganta ni los ojos, así que quedaba descartada la idea del gripe y la alergia. No obstante, realmente se sentía enferma, perdida y hasta puede que un poco fatigada tras todas las sensaciones que la estuvieron afectando hasta altas horas de la madrugada.

Quizás debió hacerle caso a su padre y haberse quedado en la cama después de todo.

Cuando terminó de sacar y meter cosas, la pelinegra levantó la cabeza para darse un último retoque, instantáneamente soltando todo lo que traía encima al ver el pálido rostro que la miraba a través del espejo.

Era un espectro. Una aparición de expresión diabólica que le provocó grandes ganas de gritar y vomitar a partes iguales. Con los ojos negros y el cabello rubio lleno de suciedad y mugre. Nessa creyó que se desmayaría si tan solo se atrevía a mirar hacia atrás. Por eso, cuando alguien le tocó el hombro, rápidamente sus párpados se cerraron con fuerza.

─Mira lo que me he robado del refrigerador de mi abuela ─exclamó Raven, poniéndole a la cara una fruta verde y redonda─ ¡Se llama guayaba!

El pecho le subía y bajaba con fuerza, y su amigo no tardó en percatarse de que algo ocurría.

─¿Qué te pasa, Ness? Parece que acabas de ver un fantasma.

«Muy agudo» pensó. Sus neuronas comenzando a jugarle una muy mala pasada.

─Nada. Creí ver una araña dentro de mi taquilla ─dijo lo primero que le vino a la cabeza, suspirando temblorosamente.

─Caramba ¿Necesitas ayuda para sacarla? ─hizo el ademán de revisar, pero ella se lo impidió cerrando la puertecilla de golpe.

─He dicho que no fue nada, Rave. No insistas.

─¡Wow, wow! Vale, ya lo dejamos así. Lo decía porque con el susto de ayer ya tenemos suficiente trauma para el resto de la semana.

─Lo siento. Supongo que mi humor se debe a la falta de sueño. Ya se me pasará.

─¿Sabes que el profesor Sanderson no vino hoy a trabajar?

─Si. Nos dejaron el turno de historia libre porque no hay suplente ─suspiró con pesar─ Era de esperarse. Tu lo viste ayer, no estaba nada bien.

El afroamericano asintió, ambos tratando de imaginar todo el sufrimiento por el que debía de estar pasando el hombre después de recibir tal revelación. Mucho más luego de haberla visto con sus propios ojos ¿Estaría teniendo pesadillas al igual que ellos?

Raven apretó los labios:

─Tengo que ir a mi clase de Educación física ahora, pero luego nos reunimos con Evan para almorzar.

─Genial

─Os veré allí entonces ─se despidió de ella dándole un rápido beso en la frente, dejándola sola otra vez.

Nessa estrechó los libros contra su pecho, quedándose repentinamente perdida en el fondo de un foso de malas sensaciones.

Los estudiantes iban de un lado a otro, sin detenerse a reparar en su presencia. No estaba completamente sola, entonces ¿Por qué se sentía tan asustada?

Mientras los paseaba, sus ojos se encontraron con los de Evan a través del gentío. Él estaba charlando animadamente con otra chica, pero en algún momento, su mirada chocó con la suya desde lejos y Nessa se sintió más calmada después de eso. Cuando él le sonrió, con esa sonrisa torcida que llegaba a ser muy atractiva, ella no pudo negarse a corresponderle.

Se alegraba de ser la primera en haberlo encontrado, aunque sabía que no podrían acercarse hasta el tiempo de almuerzo. Realmente sentía la necesidad de hablarle, contarle lo que estaba pasándole. Pero incluso en sus pensamientos parecía tan distante.

─Hey Nessa ─esa voz salió de la nada, y por un instante, la pelinegra no trató de localizarla. Hasta que la tuvo delante suyo.

Era ella.

Harper, la chica de la feria, la hija del escritor, la joven con los ojos más brillantes del mundo.

Totalmente anonadada, Nessa se le quedó mirando como si la viera por primera vez.

─Hola. Soy Harper McGregor.

─Sé quien eres. No necesitas presentarte ─podía sonar un poco corta, pero era una reacción propia de ella. Estaba dispuesta a hacérselo llegar.

Para su suerte, la castaña pareció entender.

─Solo quise pasar a saludarte y saber cómo estás ─dijo, y su voz clara y musical, estaba llena de comprensión─ Ayer te veías muy mal por lo que viste.

─Lo que vimos todos querrás decir ─rebatió Nessa─ A propósito ¿Qué hay de tí? Ella era tu amiga después de todo.

La expresión de la castaña no cambió, tan transparente como un cristal. Sus mejillas estaban ligeramente ruborizadas, pero este era su color natural, sin maquillaje.

─Todos me siguen haciendo la misma pregunta ─dijo nerviosamente─ Sé que Jessica no era la mejor persona del mundo, tenía sus defectos y podía pasarse de la raya varias veces, pero no era mala. Por lo menos no para que le hicieran tal cosa. Ella no se lo merecía en lo absoluto.

─Debes echarla mucho de menos.

─Por supuesto, la conozco desde que éramos niñas. Nuestros padres eran vecinos.

─¿Y te sientes culpable por lo que le sucedió?

Ante su pregunta, el entrecejo de Harper se frunció con ligereza, y automáticamente la latina se retractó de haberla dicho.

─¿Por qué habría?

─No lo sé ─contestó ella, sin saber de dónde había venido esa duda─ Creo que mejor me voy a la biblioteca.

Habría esperado que al salir caminando la dejara en paz, pero contrario a esto, Harper le siguió los pasos incluso cuando estos se tornaron mucho más presurosos de lo normal.

─¿Puedo ayudarte en algo? Tengo turno libre, Matt está en su entrenamiento y Mer no vino hoy a clases.

─Es que no puedes hacerte una idea.

─Pues solo cuéntame.

─Es sobre lo que sucedió ayer en la feria. No lo del cuerpo y la noria. Hablo de la explosión de las luces y aquella cosa que vi en el bosque.

─¿A qué te refieres?

La pelinegra se detuvo abruptamente en medio del pasillo, vaciló antes de decir nada, y luego, abrió la boca:

─Últimamente me están pasando cosas rarísimas, cosas extrañas que no te puedo explicar y... ─se calló entre negaciones─ Vale. Olvídalo, no es algo que te importe después de todo.

Harper continuó allí, con los brazos cruzados, la punta de su pie chocaba con el suelo más rápido conforme los segundos iban pasando. Sus ojos cafés comenzaron a brillar con un aura muy distinta. Una de inseguridad e intrepidez a partes iguales.

─Creo que puedo ayudarte ─murmuró tomándola de las manos─ Pero antes necesito que vengas conmigo a un lugar.

Aunque en un inicio pudo haberle resultado bastante extraño, el tono amable y los recuerdos de la otra noche donde ella había intentado ayudarla llegaron a su mente y Nessa asintió. La hubiera seguido felizmente incluso si la chica le dijera que saltaran por un barranco solo para saber qué rayos estaba ocurriéndole.

─Vale ¿Tienes algo que agarrar de tu taquilla? Porque puede que demoremos un poco ─la pelinegra sacudió la cabeza, y entonces Harper agregó─ Todo estará bien, Nessa. No te preocupes.

Y Nessa creyó en ella. Si la joven McGregor decía que todo estaba bien, entonces todo estaría bien.

●●●

Harper tenía un Toyota blanco en el que se fueron juntas. Dentro de este, todo lo que Ernessa podía hacer era mirar fijamente la carretera por la que se alejaban, y luego a un hilo de cabello castaño brillante que se caía en el freno de emergencia. Estuvo todo el camino preguntándose si era tan parecido a la seda como lucía a primera vista, aunque sería muy raro pedirle el tipo de champú que utilizaba para tenerlo siempre así de increíble.

Cuando al fin se detuvieron, Nessa no tardó mucho en reconocer que estaban en el bosque, y la chica se alejaba de ella caminando por entre la maleza como si fuera la cosa más normal del mundo. Diciéndole que todo estaba bien y que podía seguirla.

No supo decir si eso le sabía a problemas, o si se arrepentiría luego, pero solo se dedicó a seguirla hasta que llegaron al lago.

Lo reconoció, era el Naumkeag. Un lugar popular entre los pobladores para nadar y pasear en bote. Ella misma había practicado senderismo con su padre por sus alrededores cuando era una niña.

En la orilla pudo divisar una figura que le daba la espalda. Era Meredith. Lo supo en cuanto esta se giró y le dedicó una enigmática sonrisa.

─Hola tú, pastelito ─estaba llevando una blusa con los hombros al descubierto─ Espero que Harper no haya tenido que insistirte tanto.

Echó su melena hacia atrás y se enderezó. Ernessa paseó su mirada de una a la otra.

No le habían dicho que Meredith estaría ahí.

─Vale ¿Por qué me han traído hasta aquí? ¿Qué ocurre?

─Pues vamos a explicártelo detalladamente ─agregó Harper, dándole una mirada significativa a la pelirroja. Esta solo suspiró.

─Antes de que decidas quedarte o salir corriendo, claro está.

Asustada, sus ojos volaron para buscar a Harper. La expresión de esta no reveló nada; su cara era pálida y distante.

─Créeme, no teníamos pensado contártelo de este modo. Jess ni siquiera nos advirtió cuando...

─¿Qué es lo que tiene que ver Jessica con esto? ─El corazón de Nessa, que había estado latiendo de manera aburrida, ahora se había acelerado.

─Mucho a decir verdad ─le respondió. Ella era tan alta como Meredith, o incluso más, pero diferente a ella en todos los aspectos. Donde Meredith era voluptuosa, ella era delgada. Si una vestía de rojo, la otra vestía de blanco. En vez de una roja melena salvaje, su pelo era largo, recto y del color del chocolate

Desde luego Harper era más hermosa, pero una belleza tan diferente a la de su amiga que era difícil pensar que podían ser semejantes. La belleza de Meredith era impresionante, pero aterradora. Sus ojos eran de un extraño oro fascinante, pero también le hacían querer escapar.

─Ella no quería contarte hasta que te dieras cuenta por tí misma, pero ambas opinamos que deberías saberlo cuanto antes. Especialmente ahora que están ocurriendo todas estas cosas.

─¿Saber el qué?

─¡Saber quien eres realmente! ─dijo Meredith, y cuando Harper la miró dudosamente, ella agregó─ O más específicamente lo que eres.

La luz del medio día se había disipado por el gris de las nubes, lo cual demostraba que no faltaba mucho para que comenzara a llover. El viento era frío en ese claro, provocando que su piel se erizara.

La pelinegra se abrazó a sí misma, sintiéndose desprotegida de repente. Notó la oscuridad en los ojos de Meredith y los labios de Harper curvados en una mueca.

─Hum ¿Sabéis una cosa? Me parece que esto se está tornando un poco extraño, yo voy regresar...

─Te lo dije, Har. Es demasiado floja para tal información.

─Nessa, no tienes que tener miedo de nosotras.

─¡Entonces díganme algo para que se me pase en lugar de estar mencionando a su mejor amiga muerta! ─gritó con tanto espíritu como podía permitirse. Logrando alterar a la castaña delante de ella.

─Ya sé que esto te va a parecer una locura ¿Vale? Pero lo que ocurrió la otra noche cuando nos encontraste: la explosión de las luces y todo el lío de... ─Harper se cortó─ Mierda, cómo puedo decírselo.

─¡Solo suéltalo de una vez y sin anestesia!

─No de esa forma, Mer.

─Estoy harta de tanto palabrerío ─sentenció la pelirroja sin más pelos en la lengua. Caminó hasta quedar delante suyo y puso una mano en su hombro, haciendo presión en él─ Tú, cariño, eres una bruja.

El semblante de Ernessa palideció.

Los ojos encapuchados, enigmáticos y fieros de Meredith, se clavaban fija y directamente en los suyos. Había una especie de placer feroz en sus profundidades, en ese iris, que la dejó sin habla. Estaban tan cerca que incluso podía ver la piedra roja de la gargantilla de su cuello.

─Somos brujas, Nessa. Yo lo soy. Harper también. Y tú igual.

Entonces, aunque no estaba convencida, algo en su cabeza pareció caer en cuenta de repente.

Ellas eran tan distintas a todos los demás. Era algo que venía dentro de cada una, más allá del físico. Una especie de confianza que ninguna chica de dieciséis o diecisiete años debería tener. Esa extraña y maquiavélica apariencia de vivir para ocultar un secreto, no tenía nada que ver con lo que mostraban delante del mundo.

Y ese pensamiento la tenía aterrorizada.

─Esto es una completa locura. Estáis hasta la mierda de desequilibradas ─exclamó con los ojos muy abiertos, luchando contra sí misma para no salir corriendo─ ¿Pero qué carajo os habéis fumado?

─Como lo oyes. La verdad suena así.

─Nessa, sé lo que parece, pero nuestros antepasados eran parte de una línea que se remonta desde antes de la llegada de los colonizadores a América ─dijo Harper─ Probablemente somos las únicas descendientes de las brujas que lograron sobrevivir a los juicios de Salem. Todavía tienes que saber toda la historia.

─Eso no tiene sentido ¿Cómo pueden traerme aquí y soltarme que soy una...

─Bruja ─volvió a decir Meredith─ No tengas miedo de decirlo. B.R.U.J.A. Como tu madre o tu padre.

─Mi padre es el alguacil de esta ciudad. Él no es nada de eso que dicen.

─Que tu sepas.

Indudablemente aquello era de locos. Incluso no supo qué hacer cuando volvió a mirar a Harper. Había creído que ella era la más cuerda de las tres.

─Jessica fue quien descubrió todo y nos dijo hace casi un año y medio. Al principio no le creímos, pero luego me robé un libro de hechizos Wicca de la biblioteca y nos dimos cuenta que solo podíamos hacer magia cuando estábamos juntas. Como un aquelarre.

─Eso es lo que ocurrió ayer ─la voz de la apellidada Blake continuó por su mejor amiga─ La explosión de las luces en la feria... tú la provocaste porque perdiste el control, pero solo porque nosotras estábamos ahí a tu lado.

─Jess nos contó que la única forma de poder usar nuestra magia individual es si cerramos el aquelarre. El cual debe contener al menos tres brujas ─dijo, sacando un papel arrugado de su bolsillo que le mostró─ Como un triángulo ¿Ves?

En la hoja habían un montón de trazos y escrituras inentendibles que no supo cómo leer, pero era cierto, un triángulo estaba dibujado en el centro.

─Una vez murió Jessica, el aquelarre se desintegró, y por tanto, ahora estamos indefensas.

─Pero si tú te nos unes podríamos volver a usar nuestra magia ─Harper insistió─ Tú nos complementas. Eres la otra bruja que Jess nos dijo que había encontrado.

«Muy gracioso ¿Dónde está la cámara oculta?», pensó Nessa. Pero en realidad, no era gracioso en absoluto. Había adivinado que existía un lado terrible en todo eso, y era debido a que ellas realmente creían todo lo que estaban diciendo, y la castaña no paraba de hablar ni un solo segundo.

─Hay un ritual de iniciación que nos une y nos ayuda a tener el control sobre los poderes que nos otorga la Madre Naturaleza. Si te nos unes, podríamos practicar, enseñarte a como dominar tu poder.

La pelinegra negó:

─Están seriamente idas de la cabeza.

Y diciendo esto, comenzó a caminar con pasos largos hasta los árboles. Desesperada por salir de allí.

─¡Nessa detente! ─escuchó los gritos de Harper llamándola, pero fue otro agarre el que hizo presión sobre su hombro, obligándola a voltearse de forma brusca.

─No lo entiendes ¿No es así? Te estamos diciendo la verdad ─advirtió Meredith, con una expresión asesina cruzándole el rostro.

De repente, un látigo de agua proveniente del lago convulsionó, y Nessa la empujó lejos de ella.

─¡Apartaos locas! ─echó a correr colina arriba, por los arbustos, directo al bosque con toda la velocidad que sus cortos pies le permitían, y la pelirroja la habría perseguido de no ser porque se vió siendo detenida por su mejor amiga.

─Meredith no.

─¡Si le cuenta a alguien estaremos perdidas! ─masculló─ Buen trabajo, Harper. Te dije, te advertí que esto no iba a ser sencillo.

─Ella no le dirá a nadie.

─¿Y eso cómo lo puedes saber?

─Confía en mí ─los ojos cálidos de la castaña se posaron en el sendero por el cual la chica se había marchado─ Ella no le contará nada a nadie, puedes estar segura.

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