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🔮... capítulo diez

─No puedes estar aquí. Tú no puedes estar aquí, no, no. Tú estás muerta. Muerta.

─Repítelo más alto y puede que te lo creas realmente.

─¡Cállate!

Jessica se echó para atrás en el borde de la cama, fingiéndose sorprendida por la altura de su voz ante su simple argumento.

La apellidada Queen tomó un profundo y largo suspiro, a la vez que sus pies hacían su recorrido de un extremo a otro de la habitación.

─Mierda, ni siquiera sé qué hago hablando contigo ¿Acaso ya me volví loca? Hace solo unos días eras un cadáver podrido y lleno de gusanos.

─Ouch ─la rubia se había llevado una mano dramáticamente al pecho─ Vaya manera de bajar mi autoestima al piso.

─¡Deja de hablarme, maldita sea!

─¿Y qué quieres que haga? Me aburro y tú no dejas de balbucear estupideces al aire como si eso fuera a arreglar algo ─Jessica se había puesto de pie, y su fantasmal cabello rubio brillaba tanto como la seda─ Tú me invocaste, yo estoy aquí, ahora tienes que cargar conmigo.

Nessa no podía dar crédito a lo que estaba diciendo. La imagen le hablaba, se movía y la miraba ¡Y ella ni siquiera sabía por qué la tenía delante! Aquella semana estaba convirtiéndose en la más escalofriante y larga de su vida.

─¡Pero yo te...

─La próxima vez que quieras hacer un hechizo para atraparme en una botella, asegúrate de que esta no se te rompa.

Los recuerdos de la noche anterior vinieron de pronto a su cabeza, haciéndola desviar su vista hacia abajo para encontrarse con los trozos de vidrio que antes habían conformado un frasco de cristal. El agua salada ya estaba seca, y el olor a rosas y aloe estaba por toda la habitación.

El fantasma volvió a sonreír.

─No lo sabías ¿Cierto? Creías que el hechizo no iba a funcionar.

─Pues por supuesto que no. Yo no creo en la brujería ─contestó en tono cortante.

─Es una lástima, linda. Porque formas parte de este mundo desde el día en que naciste.

─¿Por qué mierdas no puedes irte de mi mente ya?

─¡Porque no lo estoy, genio! ─Jessica agitó sus manos con exasperación─ Yo era un alma en pena hasta que hiciste el hechizo para atraparme. Pero entonces dejaste que el frasco se te cayera y con eso los filamentos de mi ser se ligaron a los tuyos. Lo que significa que ahora estoy atada a tí.

─¿Hasta cuando?

─Hasta que yo quiera.

─Pues vete de una vez al mundo de los muertos donde perteneces. Estás haciendo de mi vida un desastre.

─Oh cariño, y apenas comienza. No tienes ni idea de lo divertido que es sacarte de quicio.

De repente, la puerta de su habitación se abrió y por ella entró su padre, provocando que ambas se quedaran congeladas. El Sr. Queen echó un rápido vistazo alrededor de la habitación, como si estuviera buscando algo.

─Te escuché gritar desde abajo y vine corriendo porque creí que habías vuelto a tener otra pesadilla ─dijo, luciendo algo confundido─ ¿Estabas hablando sola, cariño?

Nessa parpadeó varias veces, puede que incluso más estupefacta que él ¿Cómo era posible que no pudiera ver a Jessica parada a su lado?

La rubia sonreía, rodeando al Sr. Queen con los brazos cruzados sobre su pecho y una expresión traviesa con dirección a Nessa. Luego se detuvo detrás de él, empezando a mover los dedos alrededor de su rostro como si quisiera lanzarle un encantamiento.

Esto a la pelinegra no le gustó.

─¡Ya para!

─¿Parar el qué... ─Benjamin se volteó para intentar buscar aquello que su hija parecía ver, pero no había nada─ Nessa me estás asustando demasiado.

─¿En serio no la estás viendo?

─¿Ver a quién?

Fue entonces cuando ella cayó en cuenta de que era cierto, de que su padre no era capaz de ver a Jessica de la forma que ella la veía, que era invisible a sus ojos. Por tanto, se obligó a tomar aire y apretar los puños mientras volvía a dirigirse a su progenitor, como si la presencia de un muerto no estuviera acompañándolos en su habitación.

─¡La rata papá! ─saltó de repente, siendo esa la única respuesta que se le había ocurrido para distraerle─ No puede ser que no la veas.

─¿Ratas? En esta casa no hay ratas.

─Sí que las hay, papá. Y una está viviendo en mi habitación. Tienes que contratar al Control de Plagas.

Para convencerlo mejor, Jessica hizo que una botella de perfume se cayera desde la mesa de noche, capturando su atención.

─¿Lo ves?

─¿¡Dónde!?

─¡Allí tras el comodín!

Continuaron así por más de media hora hasta que su padre dió por decidido que debían llamar al Control anti-plagas de la ciudad antes de que los roedores se apoderaran de toda su casa, y aunque a Nessa le habría gustado decirle que necesitaban con más urgencia al Control de cazafantasmas, prefirió guardar silencio antes de que pensaran que se había vuelto completamente loca.

Pero para hacer las cosas un poco más complicadas, Jessica no la dejó sola ni un segundo. Ni cuando fue al baño a lavarse los dientes, ni mucho menos cuando llegó a la preparatoria sentada en el asiento trasero del coche del sheriff, haciéndole compañía.

A Nessa le habría gustado arrebatarle esa sonrisa odiosa de la cara a hostias, pero la primera aclaración a la hora de tratar con fantasmas era que, obviamente, no podías tocarlos.

─¡Es genial volver a pisar el suelo de este infierno! ─exclamó la rubia a su lado mientras caminaban por los pasillos, haciendo que su voz cantarina sonara tan emocionada como la de una niña─ Antes no lo creería posible, pero mira dónde estoy ¡Oh! ¿Es esa Carol Kaplan la del disfraz de Hannah de la Selva en mi fiesta de Halloween del año anterior? Creí que se había depilado las axilas después de lo que le dije, pues verás...

─¿Es que no te callas nunca? ─masculló entre dientes─. En serio, comienzas a enfermarme y ya es suficiente con tener que soportarte todo el maldito tiempo.

─Jesús, eres más aburrida que las clases de Historia de mi padre.

─¿Por qué estás aquí para empezar? ─exigió saber, recibiendo un encogimiento de hombros por su parte.

─No me preguntes a mí, yo ni sabía que se podía. Solo recuerdo estar en un lugar oscuro semejante al limbo y luego despertar en tu cuarto como por arte de magia ¡Ah! Por cierto, la baba te corre cuando duermes.

Viéndola apoyarse en el casillero más cercano al suyo, Nessa no pudo hacer más que suspirar. Hubo un tiempo en el que había llegado a sentirse intimidada por ella. No recordaba cuando, pero era así. Cada vez que pasaba por el pasillo, Nessa luchaba contra su timidez para acercársele, pero no lo lograba. Ella era alta, guapa y sofisticada. Tenía cabello lindo, rostro de diamante y sus formas eran la perfección. Era la única chica que Nessa habría deseado ser, hasta que se dió cuenta de que eran pensamientos infantiles.

Una melena castaña se cruzó en su campo de visión, perteneciente a un rostro conocido que en cualquier otro momento podría haberle sacado una sonrisa, pero no en ese.

O eso creyó hasta que sus miradas se cruzaron y entonces sus labios se curvaron inconscientemente

─Evan... ─susurró sin aliento cuando él se acercó. Llevaba una guitarra en las manos y parecía igualar sus nervios, como si ambos fueran dos niños.

─Hola... Ayer te fuiste temprano. No te ví en el almuerzo y supuse que te sentías mal ¿Cómo vas?

Cierto, la mentira.

─Estoy genial ─respondió rápidamente─ Fue solo un bajón por todo lo que sucedió en la feria. Estaba muy asustada con la idea de un asesino suelto en Salem.

─Somos prisioneros de nuestra propia mente. No deberías tener esa clase de pensamientos o vas a acabar volviéndote loca.

Y no es como que le faltase mucho para ello.

Nessa rió, él también lo hizo, y de repente, los dos se estaban observando en silencio. Sin prestar atención a nada de lo que sucedía a su alrededor hasta que una molesta voz la sacó de su hipnosis.

─Aww ¿De dónde sacaste a este muñeco, guapa? ─Jessica se posicionó a su lado y, en serio, Nessa tuvo que disimular todo lo que pudo para no poner una mala cara delante de Evan.

«No ahora» dijo por dentro de sí, segura de que Espectro Sanderson podía escucharla perfectamente.

─Es bien mono ¿No es así? Sin duda si yo estuviese todavía rondando por estos pasillos ya me lo habría merendado.

«Cierra el pico, perra de ultratumba».

─Pasaba para decirte que acabo de unirme al club del coro. Al final sí que hice caso a tu sugerencia ─dijo él, y sus ojos se iluminaron. Así que por eso llevaba aquel instrumento..

─¡No me digas! Guapo, adorable y hasta cantante. Ya te digo Nessa que no sé por qué aún no le has tirado los tejos ─exclamó Jessica con expresión atrevida─ Es tan lindo, y mira esa carita de chico bueno. Mmm... Me imagino todo el músculo que debe llevar oculto bajo toda esa tela.

─Me alegra mucho que lo consideraras, de verdad que sí ─resaltó Nessa, intentando no mirarla y concentrarse solo en el chico que tenía delante─ Y si no te importa, también me gustaría oírte tocar. Pero creo que eso tendrá que ser en otro momento porque llego tarde al primer turno.

─Embustera, embustera, cara de pera...

─Oh, cierto ─saltó el castaño y justo en ese momento sonó el timbre de fondo, avisándoles que ya era momento de separarse─ Bueno.. te veré luego supongo.

─Si es que no vuelvo a desaparecer.

─Pues me encargaré de ir buscarte esta vez.

Antes de que ella pudiera decir otra cosa, Evan se inclinó y dejó un corto beso en su mejilla antes de alejarse por el pasillo.

Nessa se quedó en un estado de derretimiento nivel pudín, sintiendo que la zona donde sus labios habían tocado aún le quemaba como si fuera fuego. Sorprendiéndose más por el hecho de haber sentido algo así ¿Desde cuando el rarito y repentinamente atractivo de Evan Fairfax causaba ese efecto en ella?

─¿Te vas a quedar ahí babeando o vas a ir a clases?

Otro resoplido, esta vez más pesado, escapó de su garganta. Tenía a su otro problemita esperándola ahí.

─¿En serio vas a molestarme todo el maldito día?

─Solo cuando me apetezca. Una vez me aburra, puede que te quedes sin mí por unas horas.

─¿Y eso sería cuando? Porque realmente me estarías haciendo un favor al no tener que preocuparme por la idea de que el fantasma de una muerta me está acosando en medio de una clase.

─Vaaale vale. Ya me marcho, pero ni creas que esto terminó aquí ─advirtió, apuntándola con su uña pintada de rosa─ A propósito, creo que a ese tal Evan podrías engatuzarlo con un hechizo de amor.

─¡Ya vete!

Tal como si fuera el genio de la lámpara, la chica desapareció de su campo de visión haciéndose polvo y mezclándose con el aire, dándole finalmente la oportunidad de ir hacia el salón de clases con algo de serenidad. Ni siquiera estaba segura de si podría prestar atención en lo absoluto, porque su cabeza no dejaba de dar vueltas debido a los recientes sucesos que ya comenzaban a afectar su sistema nervioso.

¡Ahora resultaba que podía hablar con fantasmas! ¡Ja! ¡Qué cosas!

─Buenos días, estudiantes ─escuchó una voz que no era la del Profesor Sanderson, sino la de otro hombre. Un desconocido mayor, alto y de cabello tan negro como una piedra de ónix─ Imagino que muchos de ustedes están enterados de la reciente dimisión del Sr. Sanderson a causa de asuntos de carácter personal, por tanto, es mi deber informarles que estaré ocupando su lugar por los siguientes meses. Mi nombre es William Stanton y seré su nuevo profesor de Historia Universal.

Pasarse todo el tiempo observando al Profesor Stanton como mismo hicieron el resto de las chicas de su clase habría sido una buena distracción, pero la mente de la pelinegra no dejaba de crearse más preguntas ¿Qué habría pasado con Sanderson? ¿Cual fue su motivo para dejar la escuela? ¿Por qué estaba viendo a su hija en todos lados? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuando?

Realmente le sorprendía grandemente lo mucho que podía soportar en una sola mañana y luego en lo que transcurrió de día. Había intentado huir de Harper y Meredith la mayor parte del tiempo, aunque no tuvo la mala suerte de cruzarse con ninguna en los pasillos, ni siquiera a la hora de almorzar. Jessica no había vuelto a aparecer, y eso era algo bueno. Solo quería terminar la jornada para regresar a casa, tomar una píldora para el dolor de cabeza y tirarse en su cama para no volver a despertar hasta que pasaran dos semanas.

─Felicidades por tu B+, Ernessa. Estoy positivamente segura de que puedes hacerlo mejor la próxima vez ─la halagó la Sra. Kingsley, entregándole su exámen de biología con una agradable sonrisa que ella no pudo corresponder.

Estaba muerta, de la forma más viva que pudiera expresarse, aunque llegados a tal punto si volvía a tocar cualquier tema que tuviera que ver con el más allá comenzaría a golpear su cabeza contra la pared más cercana.

Después del último turno, el director había convocado a todos los estudiantes y profesores a una importante asamblea después de clases, y justo cuando Nessa iba haciendo su camino hacia el auditorio, tuvo que frenar en seco al darse cuenta de quienes estaban paradas frente a la puerta. La cabellera chocolate de Harper relucía más que la de cualquier otra chica del instituto, y en ese momento, ella parecía mucho más interesada en asistir a la asamblea que la propia Meredith, quien la obligaba a permanecer a su lado mientras esperaban a alguien.

«A mí, debe ser» pensó Nessa con obviedad. Al parecer, aquellas dos no iban a darse por vencidas nunca.

Decidida, comenzó a dar marcha atrás rápidamente. Ya le preguntaría a Raven de qué temas se hablaron en su ausencia, pero por el momento, tenía que salir de allí antes de que la vieran.

No esperó ni remotamente acabarse encontrando con Felicity Corrigan en los casilleros, observando a la multitud de estudiantes transitar por los pasillos en dirección al auditorio.

─Hola, Ness ─la saludó con su voz contenta de verla, con naturalidad, algo no muy propio de la chica a la que todos temían y la distante mejor amiga con la que hacía años no tenía roce.

El cabello castaño le caía en ondas alrededor de la pequeña cara y los hombros. Con su mentón duro como de costumbre, pero su expresión no era hostil.

─Felicity ¿Qué haces por aquí? La Asamblea está a punto de empezar.

─Mmm digamos que no me van mucho las reuniones estudiantiles. Son aburridas ─respondió con simpleza, apartándose de su posición para ir hacia ella─ ¿Y qué hay de tí? No creo que vayas en la dirección correcta.

─Los espacios cerrados me ponen enferma ─le dijo, tragando grueso. Los ojos de Felicity la escrutaron con fijeza, como si quisieran descubrir qué estaba ocultando.

─No pretendas ser inocente conmigo, Nessa. Porque te conozco y no va a funcionar.

─Es la verdad.

─Mentirosa ─Felicity extendió la mano para apartar ligeramente los pocos mechones de cabello que habían caído frente a los ojos de Nessa y ella saltó hacia atrás─. Sé que solías encerrarte en el armario para que Noah y yo no te encontráramos en las escondidas. Estás huyendo de alguien ¿O me equivoco?

Atrapada, se dijo internamente. Pero la apellidada Corrigan se burló, como si el hecho de haberla desenmascarado la divirtiera grandemente.

─Ven conmigo ─dijo, tomando su mano para arrastrarla hacia donde quisiera, y Nessa no se opuso.

Había algo en ese gesto que la hizo recordar aquellos viejos tiempos en donde las dos eran inseparables. Cuando Ernessa era la niña del pelo color noche y Felicity la hija del hombre más guapo de todo Salem. Así las conocían todos, y Nessa realmente extrañaba esos días.

Ella la llevó al aparcamiento de la escuela, a una camioneta donde Noah y Nate estaban fumando cigarrillos de menta. Este último, fue corriendo a recibir a su novia nada más verlas llegar.

Felicity lo besó tiernamente cuando él la rodeó con sus brazos. Ambos se estaban abrazando y Nessa, aún incómoda, pensó que hacían una bonita pareja.

Entonces, la castaña volvió a girarse hacia ella.

─Nate, ella es Nessa. Mi amiga de la infancia de la que te hablé.

─Hola ─la saludó el chico de piel aceitunada. A Nessa le agradaba Nathaniel. Era descendiente de latinos al igual que ella y ambos habían nacido en Salem. No parecía mal chico, a pesar de siempre estar junto al problemático mellizo de su novia.

Noah no se había separado ni un solo segundo de la camioneta para saludarla, en cambio, continuó fumando como si su presencia no fuera relevante.

─¿Quieres uno? ─fue lo único que le dijo cuando se acercaron. Felicity lo miró mal.

─No creo que a ella...

─Sí. Gracias ─la interrumpió Nessa de repente, sorprendiéndola cuando agarró el faso que Noah le estaba ofreciendo─ Realmente lo necesito, mi día ha sido una mierda.

Nate le hizo el favor de prender el encendedor y pegarlo a la boca del cigarro, luego ella aspiró, intentando no atorarse para no quedar en ridículo delante de ninguno. Ése sentimiento de desespero por ser aceptada se instaló en su torrente sanguíneo, y no lograba adivinar el por qué, como si ella realmente quisiera que la vieran de esa forma. No sentía miedo como el resto de los jóvenes de la Preparatoria de North Salem, solo algo muy similar al respeto y la admiración. Ellos eran libres, hacían lo que quisieran sin esperar a recibir una riña. Salvajes, también. Intrépidos, un poco. Pero además eran increíbles, y Nessa se sentía como la cera de una vela al lado de una gran hoguera.

─He escuchado que el forense encargado del caso de Jessica Sanderson dimitió después de revisarla ─habló Nate, volviendo a tocar el tema más jugoso del momento─ Encontraron arañas y gusanos por todos los órganos interiores.

Su novia entornó los ojos tras oírlo. Estaba claro que los chismes se hacían más fantasiosos a medida que iban corriendo de boca en boca.

─Y bien Ernessa ¿Has sabido algo del cuerpo? ─escuchó como el menor de los Corrigan le preguntaba, aún apoyado en el capó del vehículo.

Nate y Felicity seguían el uno junto al otro, observándola con atención a esperas de una respuesta.

─¿Por qué habría de saberlo?

─Tu padre trabaja en la comisaría. Es obvio que debe saber algo. Anda, cuéntanos.

─Emm. Pues... ─la pelinegra hizo un esfuerzo por no toser, levantando la cabeza para pasear su vista por cada uno─ No sé mucho la verdad. Se dice que lo que la mató fue un animal salvaje.

─¿Un animal?

─Algo así como un lobo o un puma para ser más precisos.

Apenas lo dijo se arrepintió. Noah la estaba mirando como si lo hubiera ofendido directamente, y con un gruñido, espetó:

─¿Un lobo? ¿Qué pruebas pueden tener de ello?

─Habían mordidas en todo su abdomen.

─Sí, pero un animal no puede colgar un cuerpo de una noria.

─Noah, ya basta... ─Felicity había dado un paso al frente, pero su hermano no pareció escucharla.

─¿Por qué la policía no se dedica a hacer bien su trabajo y capturar al verdadero criminal en vez de dejar los asesinatos a medias? A menos que quieran encubrir a alguien, claro está.

Nessa estaba inmóvil. Aquella voz ronca tenía un nuevo tono, una nota que ella reconoció instintivamente. Peligro.

─Y-Yo... no sé de lo que hablas.

El cigarrillo había caído al suelo, pero Noah seguía acercándose. Con la boca seca, Nessa lo miró fijamente. Aquellos ojos color cielo eran furiosos, ardientes. Asesinos.

─¿Quieres que te diga quién es el verdadero criminal, Ernessa?

La pelinegra sacudió su cabeza.

─Tío, la estás asustando ─Nate intentó acercarse, pero él lo apartó.

─¡Cierra la boca, Nathaniel! ¿No puedes olerlo? ¡Es una de ellas!

─Te equivocas.

─¡Lo es! ¿Cómo es que puedes siquiera acercártele, Fliss? Es el enemigo ─advirtió con dirección a su melliza, y esta solo pudo pensar ¿Cuando las cosas se habían descontrolado tanto?

─Puede que lo parezca, pero no está vinculada. Por última vez, déjala ya.

Ernessa no se había percatado de que la tenía sujeta por las muñecas cuando escuchó la advertencia de Felicity, antes de que ella comenzara a sollozar de verdad. Sus lágrimas no salían, pero era porque estaba demasiado asustada como para llorar. La presión con la que Noah apretaba sus brazos era increíblemente fuerte, quizás demasiado.

─¡Aléjate de ella!

Cuando volvió a abrir los ojos, una mano invisible se interpuso entre ambos y mandó a volar al chico hasta hacerlo caer a varios metros de su posición.

Algo tiró de ella hacia arriba. Eran los brazos protectores de Harper que la rodearon para levantarla del suelo. Meredith y ella estaban ahora a su lado, mirando al trío con sus expresiones desafiantes y sin una pizca de miedo.

Nate y Felicity les devolvieron esa mirada que demostraba lo dispuestos que estaban a comenzar una bronca allí mismo, pero luego, se escuchó un grito.

Y era un grito tan horrible como el que Nessa no había escuchado jamás.

Venía de Noah. O más específicamente, dentro de Noah.

Era como el sonido de mil huesos rompiéndose a la vez. Nessa observó cómo el cuerpo de este caía de costado, estremeciéndose mientras gruñía y gritaba con sus ojos cambiando a un color amarillo casi dorado. Podía escuchar a Felicity advirtiéndole que se calmara, que necesitaba controlarse, aunque ya fuera demasiado tarde como para eso. El rubio se quitó la ropa casi a tirones, dejando que los demás vieran cómo debajo de esta su carne se separaba en grandes cortes de color rojo, como si algo lo estuviera abriendo lenta y asquerosamente desde dentro.

El agarre de Ernessa sobre Harper se hizo más fuerte, a la vez que las tres miraban con horror al chico usar las garras de sus dedos para rasguñarse a sí mismo y dejar que una capa peluda comenzara a adueñarse de lo que antes era su piel a medida que su rostro iba adoptando facciones más animales. Desfigurándose entre aullidos quejumbrosos, no humanos.

Ahora había sangre por todos lados, y en el lugar de Noah estaba el lobo. Grande, fuerte, con un pelaje brillante y oscuro. Mostrándoles sus afilados colmillos como si quisiera arrancarles el hígado con ellos.

─¡Váyanse! ─oyeron gritar a Nate, quien movía su brazo violentamente para alejarlas.

Si Meredith no la hubiera sacudido para arrastrarla con ella hacia su coche, probablemente se hubiera quedado allí. Viendo a un muchacho que conocía desde niña transformarse en animal como si fuera la cosa más natural del mundo.

Pronto, ni Nate, ni Felicity, ni el lobo estaban en su campo de visión. Nada existía más allá del interior del auto y los cálidos brazos de Harper estrechándola contra sí mientras su mejor amiga aceleraba para salir de aquel lugar.

Aquello era de locos, pero si de algo estaba segura, era que a partir de aquel momento tendría la mente abierta para cualquier locura que quisieran contarle, porque les creería ¡Podían apostar a que sí!

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