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🔮... capítulo cinco

Sukie levantó su cabeza de la cama en cuanto vió a su dueño salir del cuarto de baño, probablemente preguntándose por qué los humanos tenían esa extraña manía de bañarse todos los días de la semana.

Evan la miró y sonrió, acariciando su pelaje dorado mientras se dirigía al armario y sacaba unos sencillos pantaloncillos de dormir para colocarse. Luego, la habitación se sumió en un tranquilo silencio después de que la cachorra decidiera recostarse en su cómoda cama, permitiéndole al chico apartar las mantas y tomar lugar a su lado mientras la luz de la lámpara de lava era la única cosa que los iluminaba hasta que la pantalla del ordenador se encendió, y por ella, el logo del buscador de Google.

Evan tecleó el nombre de la persona de la que deseaba saber, luego su lugar de residencia basado en lo poco que sabía, y automáticamente, la información apareció delante de sus ojos.

Jessica Noelle Sanderson. No solo era la estudiante con mayor cantidad de amigos en sus redes sociales como para ser considerada la abeja reina del North Salem High, sino que además, parecía ser el tipo de chica cuya vida era un libro abierto y que todas envidiarían ser: Melena rubia como el trigo, rostro en forma de diamante, labios lindos y sonrisa radiante. No tendría que pedirle nada a la vida además de suerte, porque estaba claro que actualmente no la tenía. Su Instagram estaba únicamente repleto de fotos suyas en todo tipo de lugares, poses y usando vestimentas en las cuales el color fucsia predominaba. Algunas cerrando los ojos frente al mar, otras bailando en una fiesta, o tomadas en el mismo instituto. Sin embargo, las que más parecía haber disfrutado eran aquellas que compartía con sus mejores amigas. Las tres muy distintas entre sí, pero que parecían complementarse a la perfección. Como las tres puntas de un triángulo escaleno.

─Tres son suficiente para un aquelarre ─murmuró, acariciando la piel de su muñeca donde se encontraba un extraño tatuaje de un Sol─  O solo si hay suficiente poder.

De pronto escuchó el insistente ruido del timbre por cada espacio de la casa, y cuando bajó al salón para recibir a quien quiera que estuviera esperando del otro lado de la puerta, se sorprendió al darse cuenta de que no se trataba de otra visita de vecinos para sus padres.

─No me digas que ya te ibas a dormir ─exclamó Raven Logan, casi y como si estuviera acusándolo de un horrible crímen.

─Uhmm... puede.

─¡Pero si es noche de feria! ¿Cómo pensaste que íbamos a dejarte de lado?

Estuvo a punto de preguntarle a qué venía la palabra íbamos, pero en cuanto vió a Nessa Queen esperándolo detrás, todo tuvo más sentido. Ella le sonreía tímidamente, pero de una forma en la que parecía muy segura de sí misma. Su vestido de cuadros apenas le llegaba por los muslos, pero las mayas oscuras no permitían que la piel de sus piernas se notara, haciéndola parecer más alta.

─No me mires a mí ─aclaró levantando ambas manos─. Fue su idea, yo también estaba ocupada.

─¡Lo que me faltaba ahora con ustedes dos! Faltan siete días para Halloween, mi fecha preferida del año, y hay una feria de diversiones en el pueblo ¿Y qué mejor que llevar a nuestro nuevo amigo y pasar un buen rato juntos?

─Raven, ya vale. Si no quiere ir no puedes obligarlo ─rebatió Nessa, esperando que el chico reaccionara y apartara la vista de su persona.

Evan parpadeó varias veces, casi como si acabara de caer del cielo.

─¿Perdón? ¿Qué decían?

─¡Qué subas y te vistas! ─gritó el afroamericano, dándole un empujón─ ¡Quiero algodón de azúcar y una lata de Coca Cola y ustedes me van a llevar!

Entre el castaño y la pelinegra se intercambiaron una mirada, luego este subió las escaleras, resignado a que su investigación tendría que continuar otro día.

Media hora después, la vieja camioneta del apellidado Logan se detenía en el aparcamiento delante del lugar donde se desarrollaba toda la diversión. Nessa percibió el olor de la comida chatarra que se vendía desde el asiento trasero del vehículo, cosa que la hizo arrugar ligeramente la nariz. Acto seguido, salieron del coche siendo conscientes de lo impresionante que era toda la vista nada más percatarse de la altura que alcanzaban las atracciones, especialmente la enorme noria llena de luces multicolores que sobresalía por encima de la montaña rusa. El césped alrededor estaba lleno de papeles de golosinas, y a pocos metros, se encontraba el primer puesto de tickets en el arco de la entrada.

─Bienvenidos al infierno, pecadores ─Raven cerró la puerta del conductor y abrió los brazos─. Mis amigos, ha llegado la hora de crear memorias.

La chica entornó los ojos con fastidio, fijándose fugazmente en su reloj de pulsera para chequear la hora con la voz de su padre todavía resonando en su cabeza. Supuso que por algún rincón de la mente sobreprotectora de Benjamin Queen se paseó la posibilidad de que ella fuera a encontrarse con el chico nuevo esa noche, y para evitarse mayores preocupaciones, le había dejado advertido que de no regresar a las doce en punto, iría en su búsqueda con el rifle en una mano y las esposas en la otra.

Todo un aguafiestas.

─Quería disculparme por el interrogatorio que te hizo papá. No le agrada mucho verme con otros chicos a excepción de Raven ─murmuró la pelinegra cuando por fin pudo quedarse a solas con él. Su mejor amigo había ido a conseguir sus entradas, y a juzgar por la larga fila, demoraría.

Evan le dedicó una mirada comprensiva, aquella que por ser aniñada no dejaba de ser preciosa.

─Está bien. Aunque cuando mencionó lo del rifle detrás de la puerta, en serio tuve ganas de atravesar el techo.

Ambos rieron al unísono y luego, cuando el incómodo silencio volvió a colarse entre los dos, un aroma agradable y dulzón bailó alrededor de sus fosas nasales.

─¿Te gustan los churros?

─¿Honestamente? Las ferias no es que sean mi evento favorito ─respondió Nessa─ Hay demasiado ruido, demasiadas personas con las que no quiero cruzarme, y demasiados niños llorando.

─Pues, si nos vamos a poner sinceros, te diría que yo nunca he asistido a una ─dijo, viéndola fruncir el entrecejo con extrañeza.

─No me jodas ¿Todos son así de aburridos en Filadelfia?

─En realidad, mis padres trataban de evitar cualquier actividad en la que pudiera terminar con un esguince o una caída accidental donde un montón de desconocidos no supieran qué hacer conmigo.

Ella rio con gracia.

─Eres como un extraterrestre, Fairfax, pero te diré algo, y no lo hago para mal acostumbrarte. Por ser tú, hoy intentaré que este ambiente me agrade y sonreiré todo a lo que mi dentadura le sea posible

Ahora era él quien lucía impresionado.

─¿Soy tan digno de algo así?

─Por ser tu primera vez se puede hacer un intento.

─¡Oigan, tórtolos! ─el grito de Raven los interrumpió, haciéndolos voltearse hacia donde este agitaba las papeletas con emoción─ ¿A qué esperan? Acabo de conseguir tickets para la noria y las sillas giratorias ¡Muevan sus odiosos traseros de ese aparcamiento!

Entre negaciones, Nessa sujetó el brazo de Evan para arrastrarlo con ella hacia la feria, esperando que el ambiente no estuviera demasiado cargado como para terminar asfixiándolo al igual que sucedió con ella el año anterior. Pero esa era otra historia.

A decir verdad, ese tipo de lugares nunca combinarían con sus formas mucho más allá del hecho de que siempre parecía ocurrirle algo distinto cada vez que asistía. Y para su sorpresa, con Evan resultó ser completamente lo contrario. A cada momento los veía a él y a Raven regresando con un montón de premios y bonificaciones extras luego de haber ganado la mayoría de los juegos en los que participaban juntos, haciendo un dúo dinámico increíble. Además, le sorprendió mucho lo enérgico que el chico nuevo podía llegar a ser teniendo en cuenta que era muy enfermizo. No obstante, lo mejor de todo era que se estaba divirtiendo como nunca, y eso la hizo sentir bien al fijarse en lo mono que lucía con esa chaqueta de mezclilla y los vaqueros desgastados.

Tuvo que obligarse a no soltar un suspiro de alivio cuando estos decidieron darle una oportunidad a la sala de los espejos, y ella, renuente, prefirió quedarse esperando sentada en una banca que habían ubicado junto al carrusel.

─¿Te gusta? ─sintió que alguien susurraba en su oído, y dió un súbito respingo al darse cuenta de que se trataba de una mujer vestida con túnicas de colores brillantes.

¿Alguien ya le había dicho que el estilo gitano había pasado de moda?

Esta le mostró un colgante con una piedra oscura en el centro para nada llamativo, y que sin dar lugar a dudas jamás se atrevería a ponerse.

─Perdone, pero no la conozco.

─He preguntado si te gusta ─insistió, usando un tono más cortante.

Nessa no se atrevió a responder con una negativa, simplemente asintió.

─Es una estrella de obsidiana ─volvió a hablar la adivina─. Una piedra protectora que te da la fuerza necesaria para enfrentar tus mayores miedos... incluso esos en los que todavía no crees.

─Disculpe, señora. Pero yo no tengo dinero para comprar nada de eso.

─Nadie dijo que tuvieras que hacerlo, cariño ─susurró en tono afable, y la dejó sobre su regazo sin siquiera pedirle permiso─. Es para tí. La necesitarás.

─¿Por qué?

─Ya lo dije: Protección.

─No me refería a eso ─la interrumpió, arrastrándose encima de la banca para mantener distancias─ ¿Por qué me lo da?

─Ellos me lo dictaron.

─¿Ellos quiénes?

─Los espíritus ─respondió con naturalidad, haciendo que los ojos de la pelinegra se abrieran como platos─. Uno de ellos está velando por tí, así que siéntete agradecida y libre de aceptar mi obsequio. Después de todo, los demonios siempre están al acecho.

Los labios de Nessa se entreabrieron, listos para pronunciar algo que no llegó. Estaba tan confundida por la osadía de aquella mujer que ni siquiera se molestó en seguirle preguntando nada más. Al fin y al cabo, locos sobraban en aquella ciudad.

Tras sentir un leve escalofrío apoderándose de su cuerpo, guardó el colgante en el bolsillo de su abrigo y volvió a mirar hacia la atracción de la que sus amigos acababan de salir entre risas.

─Nunca me había cagado tanto de miedo en mi vida. Tendrías que haberlo visto, Nessie. Estuvo alucinante ¿No es así? ─Raven preguntó en dirección a Evan, a lo que este solo asintió.

─Definitivamente me arrepiento de nunca haber ido a la feria en mi vida.

─Me alegro de escucharlo. A ver si así dejas de ser tan raro ─Nessa suspiró nerviosa, y luego miró a su mejor amigo─ Raven no he podido llamar a papá, te llevaste mi teléfono en tu abrigo.

─Que va, si ni siquiera he traído el mío.

─¿Cómo dices?

─No te enojes, Ness. Seguro lo dejaste en la camioneta junto con tu bolso.

─Tienes que estarme jodiendo ─resopló con molestia─ O ¿sabes qué? Da igual, iré a buscarlo.

─Puedo ir contigo si quieres ─ofreció Evan, pero ella negó en respuesta. No quería que se perdiera de toda la diversión.

─Estaré bien, volveré en un momento ─dijo─. Mientras tanto pueden irme comprando una manzana de caramelo.

─Dos ─agregó Raven─. Porque conociéndote, devorarás más de una.

Ella le enseñó el dedo medio con una mueca de fastidio antes de marcharse por donde mismo habían venido, y Evan la siguió con la mirada hasta que su figura se perdió por el medio del gentío. Aunque igualmente no habría podido vigilarla más, porque Rave le mostró una cafetería cercana donde preparaban malteadas de chocolate y café. Mismo lugar donde podrían sentarse a esperar por su amiga y tomar un descanso.

●●●

Nessa tuvo que meter todo su cuerpo por la ventanilla del auto para llegar a su bolso, y cuando al fin tuvo el celular en sus manos y le hubo avisado a su padre de que todo estaba en orden, se permitió respirar en paz después del lío.

Sabía que el sheriff no dudaría en cumplir con su advertencia de ir a buscarla al no recibir noticias suyas en un período de tiempo de una hora y treinta minutos, así que era mejor seguir sus reglas, aunque bien sabía que eran por su seguridad a pesar de que las odiaba.

Una leve brisa se coló por entre los vehículos del aparcamiento hasta chocar con su menuda figura, provocando que un escalofrío la sacudiera de la cabeza a los pies. Todo estaba tan frío y oscuro en ese rincón, que juraría que ni un alma en pena podría soportar estar tanto tiempo allí sin tener la sensación de estar siendo observada.

La luz de la luna creciente era nítida, pero muy poca como para iluminar toda la tierra, por eso, e impulsada por aquel maquiavélico silencio de muerte, Nessa apresuró sus pasos para regresar de nuevo con sus amigos. Pero, por supuesto, sin contar con que el extraño sonido de una rama siendo quebrada la hiciera detenerse en seco.

Su vista se posó automáticamente en el bosque, tan profundo y lleno de secretos, tentando al miedo como si fuera un imán hacia su persona. Un murmullo apenas audible comenzó a escucharse en el aire, pero solo después de quedarse quieta, con los pelos de punta y la mirada aterrada hacia la maleza; se atragantó con su propia saliva cuando un gruñido le abrió paso a una sombra gigantesca alzándose desde el inicio de los álamos.

No le dió tiempo de fijarse en qué era, porque en menos de lo que pudo darse cuenta, ya estaba corriendo de vuelta a toda velocidad.

Su único objetivo: alejarse de esa cosa, fuera lo que fuera, y advertirle a los demás.

El ruido de fuertes pisadas alcanzándola fue su principal incentivo para no detenerse, con el corazón en la boca y los pulmones a punto de colapsar. Estaba cerca, lo presentía. El palpitar de sus sienes le calaba hasta lo más profundo de los huesos, y no podía estar equivocada. Podría ser un lobo, un oso, o cualquier otro animal salvaje que se atreviera a tocar los alrededores de la ciudad, aunque creía que de ser así, su miedo no la estaría sobrepasando tanto como en esos momentos.

No supo de qué manera terminó llegando hasta las carpas, pero lo que sí sabía, era que necesitaba escapar, y sus manos buscaban a ciegas cualquier puerta o escalera que le permitiera huir sin posibilidad de terminar muerta.

Entonces su cuerpo chocó con el de otra persona, mandándola de cabeza al suelo.

─¡Pero qué mierda... ─Nessa alzó el semblante y sus ojos se encontraron con la mirada acusatoria de Meredith Blake, quien parecía muy molesta─ Fíjate por donde caminas, tonta.

─Yo... eso... necesito que... Ay Dios mío.

─Menuda hierba se ha fumado esta ─exclamó la pelirroja en tono burlesco, y cuando se volteó, Nessa fue consciente de que Harper McGregor y su novio también la acompañaban.

La castaña de expresión noble se acercó al notar su agitación.

─Mer... ─advirtió─ Algo le ha pasado.

─Pues es obvio, mírala, parece que acaba de correr una maratón.

─Ha venido corriendo, quizás alguien la siguió ─Harper le tocó el hombro con delicadeza, y ella tembló─ ¿Te encuentras bien?

─Cariño, hay miles de pervertidos en estos lugares. Cualquiera pudo haberla asustado ─dijo el rubio bonito, que a esas alturas ya había olvidado quién era.

─Deberíamos llevarla con alguien.

─¿Un loquero tal vez?

─Sin bromas, Mere.

─Mira lo que se le ha caído ─la de apellido Blake se agachó en el suelo y tomó el colgante de obsidiana que la vieja adivina le había regalado─. Esto es...

Sus palabras quedaron en el aire cuando notó el símbolo que estaba grabado en el centro de la piedra oscura: Una estrella de cinco puntas.

Tanto ella como la castaña se miraron mutuamente, asombradas, y luego volvieron a recaer en ella, quien las veía con miedo.

─¿De dónde sacaste esta baratija?

─No la presiones, Mer ¿Que no ves que está a punto de llorar? ─la regañó la otra─ Sus manos tiemblan. Podría estar teniendo un ataque de pánico.

─No me digas lo que tengo que hacer, ya bastante tengo con que me haya empujado.

─Vas a asustarla.

─¿Qué tan malo puede ser echarle un poco más de leña a la brasa? ─Meredith sonrió de una forma que a Nessa se le antojó malvada, acercando su rostro hasta dejarlo a escasos centímetros del suyo─ Mírame bien a los ojos linda, porque solo lo haré una vez... ¡¡BUUH!!

El grito que atravesó su garganta después de esto la sacudió, y con ello, todas las luces encima de sus cabezas estallaron en miles de pedacitos.

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