🔮... capítulo catorce
Elizabeth Warren era conocida por todos como la graciosa bibliotecaria del instituto. De no mucho más de cuarenta años, pero con una estatura ideal y un rostro ovalado cuyas mejillas resaltaban bajo una ligera capa de base rosa. Tenía un esposo y dos niños pequeños a los que dejaba todas las mañanas en la guardaría antes de ir al trabajo, repitiendo la misma rutina durante todos sus días laborales. Nadie supo por qué había acabado así, ni conocían razones para que alguien pudiera lastimarla de aquella forma, pues se sabía que siempre había sido una persona buena con todos. Por eso, cuando los oficiales de guardia encontraron el cuerpo colgado en el parque y uno de ellos logró apenas reconocerlo, la mayoría ni siquiera lo pudo creer.
Nessa no imaginaba el dolor que debía estar atravesando su familia ¡Vaya fatalidad! Saber que alguien tan amado terminó siendo asesinado de una forma tan horrible.
La habían encontrado colgada de una rama, con la piel destrozada y casi azul. Sin embargo, lo que más llamó la atención de la policía fue la marca que encontraron en su pecho, justo como en el anterior cadáver.
Recordaba haber abierto mucho los ojos cuando su padre le describió el pentáculo, con la estrella en el interior del círculo, dibujados con la misma sangre de la víctima. También recordaba haber llamado rápidamente a Harper y Meredith, haciendo que el miedo dentro del grupo creciera.
«Elizabeth Warren era una bruja» El símbolo que el asesino se tomó tiempo de pintar en su cuerpo era la prueba y eso solo podía significar una cosa.
Alguien había iniciado una nueva caza por su cuenta, lo que les dejaba bien claro que a partir de ese momento tenían que andarse con cuidado, aunque en el fondo Nessa seguía pensando que era muy extraño. Había meditado sobre ello en su habitación, a la vez que hacía flotar un lápiz con su mano, viéndolo girar y girar.
Un asesino cuidadoso no actuaría de la misma forma que un animal. No mordería o arañaría. Por tanto, estaba claro que se estaban enfrentando a algo salvaje, más que solo sobrenatural. Nessa tenía claro que debían tener los ojos muy abiertos, pero mientras tanto, se dedicaría a investigar por su cuenta.
─¡Sorpresa! ¡He vuelto! ─gritó alguien a su lado y Nessa sofocó una exclamación.
─Me cago en...
─No deberías hablarle así a tus muertos ─sonrió Jessica con una expresión burlona y ella separó su vista de lo que estaba haciendo para mirarla─ ¿Qué haces, guapa?
Los rayos de Sol se reflejaban en su cabello como si fueran hilos de oro. Esa mañana llevaba un vestido blanco de cuello de pico y medias, lo que hizo que por un momento Nessa se preguntara si tenían una boutique especial en el mundo de los fantasmas. Era pleno horario de almuerzo en el instituto y ella estaba sola en una de las mesas de picnic que había en el patio, revisando un viejo anuario escolar de la época de sus padres.
No se esperaba recibir la visita de la joven Sanderson desde el más allá otra vez.
─Hey ─murmuró sorprendida─ Creí que después de no molestarme los últimos días al fin te habrías propuesto dejarme en paz.
─Intentaré ignorar lo que has dicho porque sé que muy en el fondo amas mi compañía ─dijo con voz cantarina, mirando directamente la piedra de obsidiana que ahora colgaba de su cuello─ Así que ya eres una bruja ¿uh?
─Podría decirse que sí.
─Lo sé, estuve en tu ceremonia de iniciación.
─¿De veras?
─Solo quería ver cómo Meredith y Harper te trataban, aunque sabía desde el inicio que se portarían genial contigo. Ellas son así ─suspiró─ Creo que de las tres yo siempre fui la mala.
Ella pudo notar la sombra que se apoderó de su semblante nada más mencionar esa última palabra, y de repente, era como si se hubiese distraído. Hundida en su propia mente (si es que los espectros podían tener una).
─Debes echarles mucho de menos ─dijo, viéndola asentir con suavidad.
─A veces solo quisiera saber qué se siente tener un corazón otra vez ─por un momento, Nessa realmente lo sintió por ella, pero Jessica sacudió su cabello y centró su atención en lo que tenía en las manos─ ¿Por qué estás mirando el anuario?
─Solo busco sobre Elizabeth Warren.
─La otra víctima ─exclamó─ ¿Sabes? Si te pones a pensarlo, ustedes podrían ser las próximas ¿No lo crees?
─Gracias por tus buenos deseos.
Ambas estudiaron las fotos de lo que en ese entonces había sido una joven morena usando lentes de contacto. Ella estaba allí, sosteniendo un trofeo de un concurso de ciencias, luego con su clase de inglés y después junto a varios profesores que le estrechaban la mano. No había nada de raro, solo una adolescente sobresaliente.
─Ella era como cualquier otra chica de su edad. Muy lista, miembro de varios clubes: matemáticas, biología... nada fuera de lo común.
─Considerando sus aptitudes bien podría haber sido una bruja verde. Pero parece que vivió evadiendo la magia toda su vida ─murmuró─ ¡Oh mira! Esa es mi madre.
Nessa fijó su vista en la foto que le señalaba, una donde una chica muy similar a Jessica sonreía sentada en el césped junto a otros cuatro jóvenes. Uno de ellos con el cabello tan rojo como Meredith.
─Rebecca Calderu con amigos, Jeremiah Blake, Elliot McGregor, Christine Adams y Teresa Reyes ─leyó al pie de la imagen.
─Son los padres de Harper y Meredith ─suspiró Jess─Y otra chica que no conozco claro está.
Nessa escrutó los rostros de cada uno. El señor McGregor tenía una atractiva mirada como la que nunca había visto en ningún chico de su edad, dando la impresión de ser mayor, y su esposa Christine pues... era impresionante el parecido que guardaba con Harper, solo que sus rasgos eran mucho más afilados. Y por último estaba aquella chica de melena oscura, tan negra como la misma noche. Nessa no pudo evitar fijarse en que su rostro era incluso más aniñado que el de los demás, pero eso no la hacía menos llamativa.
─Todos eran amigos ─murmuró con el entrecejo ligeramente fruncido─ ¿Qué sabes de Teresa Reyes?
─Lo mismo que tú, nada de nada.
─Quizás también era como ellos, y si es así, puede que sea la única que nos pueda decir qué sucedió realmente con sus padres y por qué todos desaparecieron de forma tan extraña.
La de apellido Sanderson ladeó un poco la cabeza, analizando sus palabras.
─No estaría mal ─hizo una mueca, y de pronto se enderezó─ Tengo que irme, adiós.
─Pero qué...
Nessa miró hacia todos lados, pero ya Jess había desaparecido como si fuera una mota de polvo, y cuando volvió a voltearse hacia adelante, notó que Evan se acercaba a su mesa con una bolsa de plástico en las manos. Automáticamente, sus labios se curvaron y él dejó la comida que traía justo delante.
─Hola, detective. Le he traído el almuerzo ya que supuse que estabas bastante ocupada con tu investigación como para buscarlo tú misma.
Nessa abrió sus brillantes ojos como platos cuando vió el sándwich de atún que había dentro de la bolsa.
─Gracias. En verdad muero de hambre ─el castaño sonrió al verla tan enérgica y diferente, de una forma que no sabría describir.
─¿Qué has encontrado?
─Nada relevante. Al parecer, Elizabeth decidió no ligar el uso de la magia con su vida, lo cual es algo poco creíble porque ¿Quién podría tener poderes propios y no usarlos aunque sea una vez?
Evan suspiró. No era un secreto que Nessa había estado usando sus habilidades recientemente, y aunque ella quisiera ocultarlo, las señales eran más que evidentes. Su cabello estaba lizo y ya no lucía como un desastre, además de que su ropa estaba mejor planchada que nunca antes.
─Tu has sobrevivido toda tu vida sin magia.
─Si, pero ahora que la tengo es impresionante en cuántas cosas me puede ser de ayuda ¿Sabes? No veo la hora de aprenderlo todo.
─Más despacio saltamontes. Un mal uso de la magia negra puede terminar atrapándote y no queremos eso ─advirtió él─ Es algo que los diarios de mis antepasados me enseñaron. Mientras más uses tu magia erróneamente, más malvada te volverás.
─Si. Harper me lo ha dicho ─resopló, apartando su rostro con pesadez─ Supongo que todo esto de ser una recién iniciada me ha emocionado más de lo que pensé.
─Puedo verlo. Has estado practicando por tu cuenta, pero por el momento deberíamos solo guardarlo para cuando estemos en el bosque. Un solo error y podrías terminar siendo la próxima víctima del cazador.
Era asombroso lo preparado que estaba en todos los aspectos en los que se involucraba al mundo sobrenatural. Nessa asumía que él era inteligente, que tenía mayor conocimiento que ellas, pero cada vez que lo escuchaba hablar era como si se encontrara delante de toda una gran personalidad.
─Evan ¿Cómo supiste lo que eras? ─preguntó─ Es decir ¿Alguna vez te sentiste así como yo?
─Parece que esto es de lo único que quieres hablar ahora ─respondió─ Pues mis padres, a diferencia mía, son humanos. Solo un individuo en la familia nace con la sangre de conjuradores cada cierto período de tiempo. A veces pueden pasar siglos, otra solo cincuenta años. Ése fue el caso de mi abuelo y yo. Ambos tenemos la marca.
Ella asintió, recordando las cicatrices en su espalda. Esas que le resultaban tan extrañas como asombrosas. Cada vez que pensaba en ellas era como imaginar que tenía a su lado a un ángel caído.
Evan siguió hablando:
─Luego él nos dijo que yo era especial, que había sido bendecido por nuestros ancestros, que era yo quien debía ayudar a las brujas, etcétera, etcétera, etcétera...
─¡Wooow! ─una exclamación salió por su boca─ Suena como que tienes trabajo que hacer.
─Estuve preparándome gran parte de mi vida para esto, lidiar con tres brujas no debe ser difícil.
─Veamos si después de dar la primera clase con Meredith piensas lo mismo.
Después de decirlo, ella le dió su primera mordida al sandwich y ambos se quedaron allí hasta que el timbre volvió a sonar.
●●●
Cuando Nate la sorprendió dándole un sonoro beso en la mejilla, Felicity por poco le salta encima para arañarle la cara con sus garras. Pero al escucharlo reír, su rabia se esfumó tan rápido como llegó. Nathaniel García tenía esa habilidad especial para hacerla cambiar de humor con tan solo una sonrisa. Era como si todo lo noble y agradable del mundo se concentrara en su mirada de ojos cafés.
─¿Qué has estado haciendo toda la tarde metida aquí? ─preguntó el chico de rasgos latinos, echándole un rápido vistazo a la oscura biblioteca. Cada espacio estaba sumido en absoluta quietud y ni una sola ventana había sido abierta desde la noche en la que Elizabeth Warren abandonó la escuela, exactamente el pasado viernes.
La menor de los Corrigan dejó el libro que había estado revisando en la repisa y luego se giró hacia su novio con sus brazos puestos en jarras. Sabía que él estaba deseando llevarla a otro lado, pero le había prometido a Nessa que la ayudaría con la investigación.
─Buscando cualquier pista que tenga que ver con la señora Warren.
─La biblioteca está cerrada, Fliss, y la manada se reunirá dentro de una hora. Deberíamos irnos ya ─agregó él, sintiendo un súbito escalofrío en la espina dorsal.
─No hasta haber revisado este sitio de arriba a abajo. Así que cierra esa preciosa boquita que tienes y ayúdame.
Aunque no sabía muy bien qué estaban buscando, a Nate no le quedó de otra que acceder y comenzar a registrar la hilera de estanterías en silencio, como si en cualquier momento alguien fuera a sorprenderlos.
─¿Qué estáis haciendo vosotros dos aquí? Este lugar está cerrado.
Ambos dieron un salto en el lugar cuando escucharon una tercera voz a sus espaldas.
«Vaya, eso fue rápido» pensó Nate.
─¿Quién es usted? ─interrogó Felicity con su habitual desconfianza y la mujer delante de ellos se cruzó de brazos.
Era baja, pero mucho más alta que la chica lobo. Tenía el cabello largo, pálido y rubio, con un par de ojos infinitamente azules que resaltaban por encima de su blusa de muselina blanca. Había algo en su mirada que intimidaba a Nate, pero que desagradaba a Felicity.
─Soy Alexandra Alberts ─respondió─ La nueva bibliotecaria, y ustedes dos jóvenes ¿No saben que este lugar está cerrado hasta que la policía cierre la investigación?
─Pues... es que necesitábamos ayuda para nuestra tarea de Historia de la Localidad ─respondió Nate, pero su novia no dijo nada.
La rubia pareció pensarlo por unos segundos mientras los observaba a ambos, tal y como si fuese un escáner, dejando que sus brazos descansaran a ambos lados de su cuerpo.
─¿En qué puedo ayudarles? ─preguntó naturalmente y ambos intercambiaron miradas de extrañeza.
Felicity fue quien respondió:
─Buscamos cualquier cosa que tenga que ver con los Juicios de las Brujas de Salem.
La señorita Alberts asintió, como si supiese lo que ambos estaban pensando con solo leer sus caras. Se tomó varios segundos para repasar detenidamente y luego les hizo una seña para que la siguieran:
─Creo que tengo exactamente lo que buscan.
Los llevó a través de un espacio reducido entre varias estanterías, una más vieja y llena de polvo que la otra, hasta dar con la última de todas donde la cubierta de todos los ejemplares estaba forrada de negro.
─Aquí ─dijo, sacando uno que ponía en grandes letras doradas "Historia Local"─ Espero les sirva de algo para lo que buscan.
─Gracias ─susurró Felicity, y tras darles un leve asentimiento, ella se marchó. Ambos soltaron un suspiro de alivio.
─Eso ha estado cerca ─dijo Nate, en lo que la castaña comenzaba a hojear el ejemplar con pesadez.
La mirada de Felicity se quedó estancada en una parte donde las páginas parecían haber sido dobladas de forma triangular, exactamente en el capítulo que daba inicio al período de 1692 a 1693. Ése que todos en Salem conocían y por el cual era llamada «La ciudad de las Brujas».
─Nate, mira ─dijo─ Es una nota.
El trozo de papel estaba escondido dentro, como un marcador garabateado con tinta.
─Tiene tres fechas ─su novio agachó un poco la cabeza para ver mejor─ Todas del año 1996. Seis de marzo, seis de abril y seis de mayo.
─Eso no es todo ─la voz de Felicity se cortó─ ...va dirigida al Profesor Sanderson.
Ambos se miraron, la misma preocupación de uno se reflejaba en la expresión del otro, preguntándose ¿Qué tanto sabía ese hombre de lo que había sucedido con su hija?
─Tenemos que darle esto a Nessa y Evan ─declaró la fémina, recibiendo un asentimiento por parte de su novio cuando ambos escucharon un barullo de voces que venían desde el pasillo, justo al otro lado de la biblioteca.
─¿Qué está pasando afuera?
Tras la pregunta de Nate, los dos salieron a la carrera de allí para encontrarse con un gran grupo se estudiantes haciendo un círculo que abarcaba casi todo el espacio. En el centro, tres de los jugadores del equipo de fútbol estaban riendo y burlándose de un impotente Noah, que luchaba contra su propio control en el suelo mientras recibía golpes en sus costillas y su rostro.
─No eres tan fuerte ahora que no estás con tu hermanita ¿No es así? ─se burló uno de ellos, el capitán, haciendo descender su puño contra la cara magullada del rubio.
Felicity rápidamente se precipitó sobre él, evitando hacer uso de toda su fuerza sobrenatural para no llamar la atención. Era algo que su padre siempre les recordaba y que a su hermano se le hacía muy difícil.
─¡Déjalo! ─gritó, pero la empujaron contra las taquillas, haciendo que su espalda colisionara contra el metal.
Eso hizo enojar a su mellizo, quien ya se iba levantando del suelo consumido por la furia, listo para darles su merecido de no ser porque Nate logró meterse en medio justo a tiempo. Sabía que si se dejaba llevar, Noah terminaría transformándose delante de todos y no podía permitir que eso pasara. No era algo que él pudiera controlar como los demás.
Los deportistas intentaron golpearlo, pero él los esquivó. Sin embargo, los superaban en número y no iba a durar mucho antes de que la herida de su nariz dejara de sangrar y el color morado en el ojo de Noah desapareciera.
─Por todos los cielos ¿¡Qué rayos está pasando aquí!? ─fue el grito que emitió Meredith Blake al pisar el suelo donde se desarrollaba la pelea, repartiendo empujones para todo el que osara meterse en su camino─ ¡Apartaos gente!
Los ojos aleonados de la pelirroja se posaron en ambos hombres lobo, inexpresivos, y luego miraron con desdén al capitán con el uniforme del mismo color que el suyo. Rojo y negro.
─Se acabó el espectáculo ─declaró con voz de mando, y rápidamente, todos los estudiantes dieron media vuelta para regresar a sus clases.
Era como si su presencia tuviera ese tipo de efecto sobre ellos. Uno que inspiraba miedo y respeto a partes iguales.
─Y tú, Whitefield ─señaló─ ¿Por qué no te vas a patear unos cuantos balones y dejas de crear tanto lío? Después de todo no deben ser más grandes que tu cerebro.
─Mira pelirroja me temo que...
─Témeme más a mí, imbécil ─le cortó, y la mirada segura del chico cambió a una más sumisa─ Márchense todos ¡AHORA!
Las últimas palabras de Meredith habían sonado como una amenaza. ¿Pero una amenaza de qué? Estaba claro que ninguno de ellos quería averiguarlo, por eso en cuanto la vieron señalar el final del pasillo, todos obedecieron y se marcharon por él, incluidos aquellos que habían estado molestando a los Corrigan.
La pelirroja agachó la vista y sus ojos se encontraron con los de Felicity, quien la observaba todavía desde el piso. A esta última le hubiera gustado decir algo para agradecer, pero lo único que recibió por su parte fue un asentimiento, lo cual, para ambas venía siendo como un avance.
─Estoy bien ─dijo a su hermano, al tiempo que este se le acercaba para revisarla aún cuando era él quien tenía toda la cara golpeada.
No estaba muy segura de qué había sido todo eso, o por qué parecía ser que la nueva alianza con las brujas les estaba dando algo más que solo apoyo en su búsqueda.
Meredith era Meredith. Si ella hubiera querido podría haber pasado de largo sin importar qué hicieran con ellos, porque su trato no llegaba hasta tales beneficios. Pero no fue así. Ella los detuvo porque quiso. Porque quería ayudarlos. Sentía que era su deber hacerlo.
Felicity siempre se había considerado como una persona desconfiada, pero en ese caso realmente quiso pensar que después de lo sucedido ellos habían escalado a un nuevo nivel en su relación. La posibilidad de que ahora no fueran enemigos o amigos, sino aliados.
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