Tú y yo caminamos por una línea frágil
Lo he sabido todo este tiempo
Pero nunca pensé que viviría para verla romperse
(...)
Conteniendo mi respiración
No te perderé de nuevo
Algo ha hecho que tus ojos se vuelvan fríos
Vamos
Vamos
No me dejes así
Creí que te conocía
Algo ha salido terriblemente mal
Tú eres todo lo que quería
- - -
JunMyeon mira con aburrimiento a Yixing. Ambos están cenando con sus copas de sangre rebosando. Aún así ninguno estaba entusiasmado por beber la sangre fresca. Yixing da un sorbo largo a la copa. Al terminar, una gota de hilo cae por la comisura de sus labios. JunMyeon lo mira con asco, ¿en qué momento su mirada de amor se convirtió en una de desprecio?
Tal vez cuando JunMyeon se dio cuenta que no quería una vida eterna, que no quería seguir coexistiendo con esa raza. Aquellos que salen de noche y matan inocentes para obtener su sangre. No. No podía. Era un vampiro extraño y diferente a los demás. Era un vampiro que no amaba la sangre, ni provocar sufrimiento. Era un vampiro fuera de lo común. Y todos en Dion lo sabían. Por eso lo detestaban, menos Yixing. Yixing era incapaz de odiar a alguien. Pero era muy capaz de matar humanos con tal de conseguir su sangre, ¿qué lógica tiene eso?
―Son inferiores, Jun. ―Responde, como si supiera en qué pensaba.
―¿Cómo sabes cuál vida es inferior? ¿Cómo lo decides? ¿Quién crees que eres para decirlo?
―Tenemos vida eterna. Somos superiores. Ellos son efímeros porque son comida. La nuestra.
JunMyeon frunce el ceño y se levanta de la mesa, la cual era larguísima y los separaba por varios metros. Así es como se siente JunMyeon en esta relación: distante.
JunMyeon sale de la habitación pulcramente decorada con oro y cuadros al óleo, sale del gran palacio y se sumerge en el bosque. Va al claro, aquel lugar de escasa vegetación dentro del bosque, y toma asiento frente a una laguna. La luna llena se refleja en el agua, JunMyeon la observa. Y lanza una pequeña piedra que hace que la imagen tiemble, pero la luna permanece intacta. Así se siente, no importa lo que le pase a su cuerpo él sigue vivo. Y está harto de la vida eterna.
La vida eterna es aburrida.
Al principio parecía una excelente idea porque pasaría el resto de su vida con el amor más grande que tuvo: Zhang Yixing. Pero había algo cambiado entre ambos con el pasar de los siglos. JunMyeon ya no soportaba a Yixing, pero aún así lo amaba. Lo quería cerca y lo quería lejos. Quería que se callara y que le hablara. Quería dormir en cuartos separados, quería hacer el amor con él.
JunMyeon fue un humano que eligió ser convertido por Yixing. El amor lo cegó completamente en el pasado y ahora paga su condena. Siente que los vampiros solo son muertos en vida, condenados a estar en la tierra para siempre. O quizá el problema es él que ya no sabe qué hacer con tanta vida que posee.
Cierra los ojos y conecta con la naturaleza, escucha una ramita romperse. Dos segundos después tiene su mano en el cuello de un hombre lobo. Lo ahorca con fuerza. Es conocida la rivalidad entre ambas especies. Pero JunMyeon libera el cuello y lo acaricia con delicadeza.
―Nadie me siguió. ―El lobito murmura con unos ojos adormilados, pero brillantes.
JunMyeon mira hacia los costados y escucha con atención, tratando de detectar algún movimiento. Nada. Sonríe y no tarda un segundo más en besar al chico delante de él. ¿Qué más puede hacer? Tiene tanta vida eterna que ha elegido el camino peligroso, el camino de relacionarse con el enemigo. Siente pasión, siente excitación, siente poder.
Pero no amor.
Ama sólo a Yixing, aunque a veces Yixing le desespere.
Le encantaría que Yixing sea como SeHun, alguien con más ideas fuera del bosque.
―Hoy podemos irnos. ―SeHun murmura, luego de su acalorada sesión de besos.
―Siempre que nos vemos, dices lo mismo.
―Y no me cansaré hasta que aceptes.
JunMyeon se sienta, nuevamente mira la laguna. SeHun se sienta a su costado. Hombro con hombro, sus respiraciones son calmadas y van al mismo compás.
―Podemos ir con los humanos. Hacer lo que ellos hacen. Vivir algo nuevo. Vivir de verdad.
JunMyeon atesora memorias de su efímera humanidad. Los sentimientos, como susurros en la brisa, danzan en su conciencia, recordándole lo que una vez menospreció. Ahora, anhela esos matices de emoción, cada matiz de la rica paleta de la existencia. La comprensión ha tejido un manto de reflexión, revelándole que en la humanidad, los hilos de lo bueno y lo malo se entrelazan en una compleja sinfonía.
Quiero ser humano otra vez.
SeHun le hace sentir humano, de cierto modo.
―Sería complicado, SeHun. Tú tienes que tener cuidado con la luna llena y yo no tengo reflejo ni me puedo exponer al sol.
―Mentimos y decimos que tenemos complicaciones médicas.
JunMyeon ríe ante la idea.
―¿Y la sangre? La necesito.
―Puedes beber la mía.
JunMyeon fijó sus ojos en SeHun, quien le ofreció la vena de su brazo. Beber del ser amado, un rito íntimo entre vampiros, donde el néctar vital fluye como el lazo que une dos almas nocturnas. Este acto, más allá de la simple nutrición, se erige como una danza de proximidad, un bálsamo para el vampiro fatigado que clama por renovar sus fuerzas. Pero, oh, la paradoja de la intimidad, pues algunos ven en este gesto una rendición, una muestra de vulnerabilidad que los hijos de la noche detestan. El vampiro, criatura de orgullo eterno, reticente a ceder ante la debilidad, se ve forzado a revelar su fragilidad al entregar la esencia eterna de su sangre a otro de su linaje, una confesión silente de entregarse por completo.
Pero SeHun no era un vampiro, así que él no veía la debilidad en el acto. Y por eso a JunMyeon le encantaba SeHun. Porque era distinto a los humanos y a los vampiros. No sabía si era una conducta propia de los hombre lobos o exclusiva de SeHun, pero el chico era en extremo bondadoso. Un buen corazón. Uno que JunMyeon temía romper en algún momento porque no podían permanecer infinitamente juntos. Yixing se daría cuenta y...
Yixing era de armas tomar: mataría a SeHun y bebería su sangre como premio.
JunMyeon se preguntaba si sería capaz de odiar a Yixing por ello.
No importaba cuanto tiempo pasara con SeHun jamás sintió la chispa que lo unió a Yixing, que le dictaminó abandonar su humanidad y convertirse en vampiro. No obstante, ahora que han pasado años, solo siente que su relación con Yixing está encima de una línea fina, ambos hacen equilibrio para permanecer en ella, pero a JunMyeon le cuesta y se balancea. Abajo está SeHun, esperando con los brazos abiertos para atraparlo, pero JunMyeon no se deja caer ni piensa en hacerlo, quiere aferrarse a Yixing.
¿Qué clase de amor obsesivo siente por Yixing? ¿Así es como aman los vampiros?
No quiere perderlo.
JunMyeon se levanta. SeHun lo sigue. Caminan por el bosque hasta estar cerca del territorio puramente de vampiros.
―No me busques más, Hun.
―¿Qué? ¿Por qué? ―Inquiere, angustiado. ―JunMyeon, yo te...
―No lo digas. ―Lo corta.
No puede permitirse escuchar esas palabras de otro ser que no sea Yixing. Y Yixing no se lo dice hace años. JunMyeon gira a ver al menor:
―Sal con alguien de tu manada.
―Te quiero a ti.
―Vampiros y lobos no se deben mezclar.
―JunMyeon... Llevamos...
―Hazme caso, SeHun. ―JunMyeon lo corta, tratando de que su voz suene molesta, aunque en realidad siente tristeza.
Desde que se convirtió en vampiro perdió un poco de sensibilidad y llorar le era difícil.
―Ve con cuidado. ―Es lo último que JunMyeon dice antes de entrar a territorio vampiro.
Bajo el manto sombrío de la noche, JunMyeon deambula por los recuerdos que se enredaban en su mente, como sombras de un pasado que ya no brillaba con la misma intensidad. Yixing, su amado vampiro, parecía distante, como si los lazos que una vez los habían unido se hubieran desgastado con el tiempo. En su alma, una melodía melancólica resonaba, recordándole las noches en las que sus corazones latían al unísono.
SeHun, el lobo errante que había compartido noches de pasión y deseo, quedaba en la penumbra de lo que fue. JunMyeon sentía la inminencia de una separación. Aunque SeHun lo amaba con la furia de la noche, JunMyeon reconocía que su corazón aún anhelaba a Yixing, incluso si este último parecía haber perdido el fulgor que encendía su amor.
Cuando JunMyeon llega al palacio en el que vive con Yixing, observa los adornos lujosos con tristeza. Todo brillaba, menos el amor entre los dueños. Busca a Yixing en las habitaciones y lo encuentra justo donde lo dejó: sentado en la amplia mesa.
―No quiero perderte.
―¿Pero...? ―Yixing dice, mirando la copa de sangre llena.
―Siento que ya te perdí.
Yixing asiente. ―Te lo advertí antes de convertirte.
―Lo sé. Reconozco mi error. Me sonó estupendo pasar toda la vida a tu lado...
―¿Pero...? ―Yixing insistió en un murmuro.
―No es como esperaba. Creí que te conocía, pero no lo hago.
―Ni lo harás, cariño. ―Yixing alza la copa de sangre. ―Ni en mil años terminas de conocer a alguien.
―Ahora lo entiendo.
Yixing bebe la sangre con más emoción que nunca.
―La sangre del enemigo siempre sabe mejor.
JunMyeon le mira, dubitativo.
―Sé que aborreces a los humanos, pero no olvides que te enamoraste de uno.
Yixing asiente. ―A los humanos los considero débiles por su vida efímera. Es cierto que tú llamaste mi atención. Me ayudaste cuando me encontraste malherido, creí que moriría.
Por supuesto que los vampiros pueden morir. Aunque, la principal causa de su muerte es el suicidio, ya que no soportaban vagar por la tierra y conociendo solo ellos las debilidades de su raza, se mataban. Con Yixing fue diferente. Él peleó contra otros vampiros, un grupo numeroso. Pelearon por una reliquia, ya que coleccionar tesoros era la actividad más popular entre vampiros, ¡tenían todo el tiempo del mundo para robarlos!
―No considero a los humanos mis enemigos, cariño.
―¿Entonces...? ―JunMyeon inquiere con aburrimiento. Solo quiero ir a su cajón a dormir. Podría discutir mil años con Yixing y no llegarían jamás a un acuerdo.
―En Dion están prohibidos los lobitos.
El semblante de JunMyeon cambió.
Era imposible.
―¡Traigan el postre! ―Yixing exclama y los sirvientes, humanos hipnotizados, ingresan con platillos tapados.
JunMyeon observa.
La cena ya había terminado, ¿qué era todo eso?
Entonces, los empleados abrieron los platillos y JunMyeon cayó al piso horrorizado.
Los vampiros son muy celosos.
JunMyeon percibió la inminente tragedia como un eco siniestro. No fue una mera sensación, sino una realidad macabra. Aquello que contemplaba era una escena que se tatuaría en los anales de su memoria con la crudeza de un lamento eterno. En ese instante desgarrador, cuando la cabeza de SeHun yacía sobre un platillo, JunMyeon se enfrentó a la revelación tardía: nunca fue a Yixing a quien amó, sino a SeHun. Sin embargo, la cruel certeza se insinuó demasiado tarde, en un retumbar de verdades ineludibles que resonarían en la eternidad.
FIN.
Holis
¿Qué shipean: SeHo o SuLay?👀
🐧Gracias por leer🐻
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