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9. La promesa

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Quien le dirá al corazón
Que jamás nunca te tendré
—QUISIERA, CNCO

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CAPÍTULO NUEVE
LA PROMESA

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Actualidad


En cuanto el neerlandés guardó el auto en el garaje de la familia Díaz. Lola y Xavi entraron juntos a la casa.

—Yo subiré a darme una ducha —avisó Xavi subiendo las escaleras.

—Claro —respondió Lola antes de prestar toda la atención a Nachita—. Hola, mamá.

—¿Y Gavi? ¿Cómo estuvo todo? —preguntó al separarse del abrazo y mirando a la puerta, esperando por la presencia del palaciego.

—¡Lola! ¿Cómo te fue en el partido? —la más joven hizo una pequeña imitación de su madre—. ¿Te divertiste? Me alegra que hayas llegado.

—Ay, Lola. No te tengo que preguntar cómo te fue si ambas sabemos que la respuesta es más que obvia —explicó Nachita mientras empezaba a caminar hacia la sala—. Y más con ese gol que te ha dedicado.

—¿Viste el partido? —cuestionó Lola.

—¿Y tú crees que tu padre se iba a estar perdiendo un partido del Barça? —frunció el ceño sin borrar la sonrisa—. Pablito sigue estando super loco por ti, Lola —palmeo suavemente su mejilla.

—No lo sé, mamá —musitó encogiéndose de hombros—. ¿Y si tal vez es del momento? Tú sabes cómo son los hombres. Complicados, nadie los entiende.

—Bueno, solo lo sabremos si llega a la cena.

En su cuarto, Lola se colocó bálsamo labial y se peinó varias veces para obtener el cabello más suave. Se observó varias veces al espejo verificando verse más linda de lo habitual.

La simple idea de que Pablo podía llegar a su casa le revolvía el estómago.

Pero también las esperanzas estaban apegándose porque el tiempo pasaba y ningún de sus tres futbolistas llegaban.

—Soy una idiota —se dijo a sí misma, mirándose en el espejo, luego procedió a darse un leve golpe en la frente—. No debería de...

—¡Lola, baja! —el grito de Xavi la interrumpió en su momento de hablar sola—. ¡Los chicos llegaron!

Mandando a la mierda el regaño que se hizo a sí misma hace cinco segundos, se observó en el espejo una última vez verificando verse bien.

Cerró su puerta de un golpe y bajó rápidamente las escaleras.

Al llegar rápidamente al último escalón hizo contacto visual con Pablo. Este le sonrió al verla, sintiendo como su corazón se sentía contento al verla tan bonita vestida con un vestido azul corto.

—Lolita —Balde sonrió.

Balde fue el primer en acercarse a ella. Le regaló un rápido abrazo, seguido de un pequeño beso en la mejilla y luego despeinó su cabello. Lola quiso matarlo ahí mismo por tocar su pelo planchado.

—A qué no adivinas —comentó Balde—. Trajimos tu pastel favorito.

—¡Y mucho helado! —agregó Fermín mostrándole que tenía las manos llenas—. ¿Dónde están Nachita y Daniel?

—En la cocina —respondió Xavi por ella—. Están terminando la cena.

—Nosotros vamos a saludar a nuestros papás adoptivos favoritos —dijo Fermín señalando a Xavi y Balde.

—Pero yo quiero jugar con Lola a la play... —Balde fue interrumpido por Fermín, que lo golpeó sutilmente y luego señaló sutilmente a Pablo—. ¡Ah! Claro, si nosotros nos vamos.

Los tres los dejaron solos en un abrir y cerrar de ojo.

—Llegaron... un poco tarde —murmuró Lola con una sonrisa.

—Sí, nos demoramos porque decidimos pasar por la tienda, ya sabes que no me gusta llegar con las manos vacías a tu casa.

—Ay, Pablo —ella negó con la cabeza divertida mientras llegaba a su lado—. Ya sabes que no necesitas tratar de ganarte a mis padres, ya los tienes ganados desde hace años.

—Igual, que las costumbres nunca se pierdan —declaró él mostrando una pequeña sonrisa—. ¿Vamos con todos a la cocina? —preguntó ofreciendo su mano para ir juntos a la cocina.

—Vamos —aceptó Lola y antes de empezar a caminar, preguntó—: ¿Te puedo preguntar algo?

—Claro.

—¿Qué hiciste con la camisa de João?

Pablo solo se encogió de hombros sin darle tanta importancia a la pregunta.

—Me deshice de ella. No la necesitas, tienes la mía y, si eso no es suficiente, te puedo dar la de la selección.

—Eres un bobo, Pablo —murmuró ella, ahora sí, empezando a caminar hacia la cocina.

—Sabemos que soy tu bobo favorito —murmuró sobre su oído.

El corazón de Lola golpeó con fuerza su pecho. Debería ser ilegal que esté chico siga causando algo en ella después de tanto tiempo.

—¡Gavi!

Nachita se mostró super contenta al verlo entrar a la cocina. Lo atrajo a un abrazo y acarició su cabello.

—¿Cómo estás, muchacho? —Daniel, el padre de Lola, estrechó su mano con la del palaciego.

—Contento de saber que están por aquí en Barcelona.

—¡Pero éstas tan grande! —chilló de alegría Nachita—. Que alegría tenerlos a los cuatro juntos, mi Lolita los había extrañado un montón.

—Y nosotros a ella —repuso Balde.

Lola sonrió mientras tomaba asiento junto a su Fermín y a Xavi. Observó cómo sus padres caminaban de un lado hacia otro en toda la cocina, colocando los platos y vasos para a la cena. Pablo fue el último en sentarse, y quedó frente a ella.

—¿Cómo les ha ido en Estados Unidos?

—La vida en Estados Unidos no ha sido tan complicada como pensábamos, igual teníamos a nuestra bella traductora —señaló a su hija—. En cuánto llegamos, nuestra Lola empezó a grabar sus canciones, le fue increíble. Hasta la cantante famosa le digo cosas lindas sobre sus letras... ¿Cómo se llamaba la cantante?

—Taylor Swift, mamá.

—¡Ella, ella! —sonrió contenta y continuó con la narración—. Le dijo que escribía hermoso, y que le recordaba cuando era más joven. Si la hubieran visto cómo se puso Lola. Literalmente se hizo pipí de la emoción.

—¡Mamá!

—Perdón, Lola —hizo un además con las manos—. Pero es que me enorgullece saber lo lejos que has llegado por ti misma.

El corazón de Lola saltó de alegría. Su madre siempre le decía una y otra vez que estaba orgullosa de ella, no obstante, nunca se cansaría de echarla decir aquello.

Xavi les comentó que recientemente dejó el equipo PSV para unirse al RB Leipzig. También se habló sobre los progresos de Fermín, Balde y Pablo como futbolistas del Barcelona. Los dos últimos contaron con alegría como ganaron el campeonato de La Liga hace dos meses mientras que Fermín volvió de haber estado cedido y que en esta nueva temporada trabajaría mucho para ser considerado jugador importante en el Barcelona.

Fermín, Balde, Xavi y Pablo siempre fueron considerados parte de la familia al haber sido los mejores amigos de Lola durante su adolescencia, desde defenderla en todo hasta apoyarla en momentos difíciles.

Fue en Estados Unidos, cuándo Lola empezó a ser reconocida, que perdió el contacto con ellos. La gran diferencia de hora junto con sus obligaciones fue un impedimento para que mantuvieran la comunicación. Poco a poco, Lola había dejado de mensajearse seguido con ellos.

Aunque ahora parecía como si nunca hubieran estado separados. Más aún porque al momento de sentarse en el mueble para jugar algo en la consola, cuando la mano de Pablo chocó ligeramente con la pierna de Lola se sonrieron.

—¡Dame la consola, Balde!

—Tú perdiste la vez anterior...

—Ni siquiera sabes perder, Fermín...

Las quejas de Xavi, Fermín y Balde no eran impedimento para que Lola y Pablo siguieran mirándose con esos ojos de amor y ternura.

—Te ves hermosa —soltó Pablo sin pensarlo.

—Gracias...

Entre los forcejeos de Xavi y Balde, accidentalmente empujaron a Lola bajándola de su nube de amor.

—Hermano, yo quiero jugar Fifa —pidió Fermín.

—Acordamos que jugaríamos Pac-man...

—Yo ni siquiera estaba ahí, Balde —sentenció Xavi—. No me pidieron mi opinión...

—Chicos —los interrumpió Pablo—. Dejen de pelear.

—Jugaremos Fifa —Balde abrió la boca para reclamar, pero Lola habló primero—: y luego Pac-man. ¿De acuerdo?

—Está bien, mamá —respondieron los tres al mismo tiempo.

Estos chicos. Ella rodó los ojos

Pasaron la noche en la sala gritándole a la televisión, riendo y burlándose del otro cada que jugaba muy mal.

Lola en un momento se levantó del sofá y fue a la cocina en busca de algo para beber. Cerró la puerta del refrigerador y lo primero que vio fue a Pablo apoyado en el mesón de la cocina.

Inconscientemente sonrió al verlo, apreció lo guapo que es Pablo.

—¿Podemos hablar?

—Ya estamos hablando —replicó ella, encogiéndose de hombros.

—Sabes a lo que me refiero —musitó señalando con su cabeza la sala—. Sin que nadie nos interrumpa.

Lola le indicó para que le siguiera el paso. Ni Xavi, Fermín y Balde hicieron algún comentario sobre su desaparición, aunque en realidad no se dieron cuenta al estar tan ocupados discutiendo sobre si Xavi había hecho trampa o no.

Ella abrió la puerta que tenía su nombre y Pablo sonrió.

—Tu cuarto se ve igual que la última vez que vine —comenta Pablo sentándose en el borde de la cama mientras recorría la mirada por todo el lugar.

Seguía teniendo póster de Taylor Swift y One Direction. El espejo gigante seguía en el mismo lugar de siempre a lado de la ventana. En encima de la cabecera de la cama sigue estando el collage de fotos de sus amigos.

En la repisa estaba muchos medallas y trofeos de fútbol que alguna vez ganó ella en la Masia con la camisa del Barcelona puesta, le acompañaba fotos de la adolescente con su equipo, con su grupo de amigo y con un joven castaño.

Pablo también diferenció los otros reconocimientos que eran ajenos al fútbol, siendo El Premio Revelación el que más destacaba entre los trofeos que tenían formas de notas de música o de micrófono.

—Nunca cambié nada —responde sentándose su lado—. ¿Qué es lo que querías hablar?

Ella lo observó expectante. Los ojos miel de Pablo adquirían un brillo que los hacía ver tan bonitos.

La mano de Pablo subió por el brazo derecho de la catalana y bajando la misma en señal de acaricia, causando que la piel de Lola se erizara.

—Hicimos una promesa hace tiempo, Lola —empezó él lentamente—. Prometimos querernos para siempre y, si la oportunidad se daba, volver a estar juntos.

—Tú empezaste a salir con alguien más... yo empecé a salir con alguien más...

—Porque creí que jamás regresarías, que ya me habías olvidado —Pablo dejó caer sus hombros— pero creo que jamás podré sentir con nadie todo lo que sentí contigo, Lola.

—¿Puedo ser honesta contigo?

—Claro.

—Nunca te olvidé Pablo, siempre has estado en mi corazón. Sin embargo, la razón por la que no te buscaba era porque pensaba que estabas mejor sin mí —Pablo parpadeó suavemente—. Mírate, eres el Golden Boy, el más codiciado por todo España y medio mundo. Mi mente me decía que seguramente estaba ya distraído con alguien más.

—No te voy a mentir, Lola —musitó. Había dolor y tristeza en su voz—. Traté de salir con varias personas para sacarte de mi mente, pero...

Pablo la escuchó respirar profundamente.

—No era lo mismo —murmuró Lola—. Yo también traté de olvidarte, Pablo, pero simplemente no pude.

Con cuidado, Lola colocó una mano sobre el hombro del futbolista. Él observó cómo los labios de la chica se entreabrían.

—Y si no pudimos olvidarnos... ¿qué haremos ahora? —preguntó rompiendo el silencio.

—Intentar algo...

—Pablo, seamos realistas —lo interrumpió—. Tu vida está aquí en España y la mía en Estados Unidos.

—Lola, hace tiempo cometí el error de dejarte ir y no voy a cometer el mismo error otra vez —admitió él apoyando su mano sobre la de ella—. Estás aquí y no dejaré que te vayas nuevamente. Y si toca volver a conquistarte, lo haré.


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