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7. Dedicatoria

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Y yo sigo siendo el mismo
que va en busca de tu amor

—QUISIERA, CNCO

゜・。。・゜゜・。。・゜



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CAPÍTULO SIETE
DEDICATORIA

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Actualidad


—Por dios, Fermín. ¿Qué tenía esa bebida? —preguntó Lola entre risas mientras trataba salía del auto de Fermín.

Estaba riéndose a carcajada con Pablo, Fermín y Balde por las incoherencias que decía Xavi. Fermín se había ofrecido a dejarlos en casa de Lola ya que, de todos, era el más sobrio.

—Nada ilegal, lo aseguro.

Entre Pablo y Balde sacaron a Xavi del auto, que iba diciendo cosas inaudibles. Y Fermín se quedó en el puesto del piloto, riéndose como de la situación cómica.

—Gracias por traernos, Fermín —agradeció Lola sonriendo.

—No hay de que, Lolita —respondió Fermín asomando su cabeza a la ventana—. Nos vemos luego.

Balde abrazó a la cantante y despeinó su cabello mientras chocaba los cinco. Le guiñó el ojo y se fue hacia el auto, sin antes, codea ligeramente al sevillano.

—Me alegró mucho volver a verte después de tanto tiempo —habló Pablo sonriendo.

—A mí igual, veo que algunas cosas no cambiaron.

—¿Cómo cuáles?

—Muchas cosas, no te las diré hoy, pero te las puedo decir otro día.

Pablo no había captado la intención de Lola de insinuar de planificar una salida entre los dos.

—De hecho, yo pensaba... que tal vez, solo si quieres, podrías venir al próximo partido del Barcelona —hablo metiendo las en los bolsillos de su buzo—. Seré titular y me gustaría que estuvieras ahí.

Lola volvió a sentirse una adolescente. Verlo en frente de ella, tímido y tratando de pedirle una cita, igual que los viejos tiempos.

—Encantada de ir —sonrió ella—. Sabes que no le puedo decir que no al Barcelona.

—Bien. En el transcurso del día te haré llegar la entrada.

—Me parece perfecto.

Lola agarró el valor de dar un paso hacia él y plantar un beso sobre su mejilla.

—Nos vemos en el partido.











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—¡Dios mío! ¿Qué me pongo?

—Nunca te había visto tan desesperada —soltó Xavi con burla acostado en la cama de la chica.

—Xavi si no vas a ayudar, entonces vete —puso sus brazos en forma de jarra y observó mal a su amigo.

El neerlandés soltó una risa y se levantó de la cama, dirigiéndose a la puerta.

—Sí quieres mi opinión —dice él asomándose en la puerta con el puerto afuera y la cabeza asomada en la habitación—, no necesitas esmerarte tanto en buscar un vestuario porque siempre te ves linda... pero ya que insistes, yo de ti me podría esa camisa blanca y esa chaqueta de cuero.

Como no quería perder la cabeza, más de lo que ya está, decidió hacer caso al chico. Buscó entre sus cosas una gorra del Barcelona para tratar de pasar desapercibida entre el público.

Salió de su cuarto colocándose la chaqueta negra de cuero, sugerida por Xavi, y guardó su celular en su cartera pequeña al tiempo que bajaba las escaleras de dos en dos con cierta emoción.

—¡Mamá! —gritó Lola ingresando a la cocina—. ¡Ya nos vamos!

Nachita, que había estado riéndose y chismeando con Xavi, dejó de lado la revista que tenía en sus manos y se acercó a su hija.

—Cuídate, loquita —beso su mejilla—. Saludas a Gavito de mí parte e invítalo a comer luego del partido, es él bienvenido, ésta es su casa.

—¿Ya le fuiste con el chisme a mi madre? —Lola miró fulminante a Xavi, que se atragantó de la risa mientras bebía agua.

—Ya sabes como soy, Lola. Tarde o temprano me termino enterando de todo —dijo Nachita sonriendo—. Y ya váyanse que llegarán tarde —miró su reloj y abrió los ojos de más— y yo quiero que traigas de vuelta a casa a mi nuero favorito.

—¡Mamá!

—Sí, ya entendí —murmuró mientras los tres emprendían camino hacia la salida—. Mejor me quedo callada —Nachita rodó los ojos—. Me cuidas a la niña, Xavi —pidió abrazándolo—, que es una cabezona distraída y es capaz de perderse.

—¿Eres mi madre o mi mayor hater? —preguntó Lola mientras abrazaba a su madre.

Nachita se rio mientras Lola y Xavi se subían al auto del futbolista. Durante el trayecto fueron hablando sobre diferentes cosas, aunque mayormente Lola aprovechó lo hermosa que se veía debido al maquillaje y el outfit de hoy para tomarse diferentes selfies.

—Sonríe bobo —dijo Lola en cuánto el auto paró en el semáforo rojo. Xavi hizo caso y ambos salieron perfectos en la foto.

—Madre mía, cuánta gente —musito Xavi en cuánto llegaron al Estadio Olímpico de Montjuic, el cual es el nuevo recinto deportivo del Barcelona hasta que el Camp Nou Spotify esté listo de la remodelación que le están haciendo.

Ingresó al lugar y sentía que volvía a enamorarse por milésima vez del club de su vida. Volver ahí siempre era una felicidad, además, estar rodeada del ambiente culé se sentía como si estuviera casa. Le alegró ver las caras de Pablo y Balde en pantallas gigantes, como también ver como muchos tenían sus nombres en las camisas.

El único nombre que no veía era el de Fermín, aunque no le sorprendió en absoluto. La temporada 23/24 recién estaba iniciando y Fermín había vuelto al Barça luego de haber sido cedido a Linares deportivo. Por lo tanto, su oportunidad de brillar y demostrar toda su destreza en el Barcelona recién empezaba.

Lola se vio obligada a caminar con la gorra, tratando de taparse la cara, y se lamentó no haber llevado consigo unas gafas. Fueron caminando con rapidez buscando sus asientos en las gradas para nadie los reconociera a ninguno.

—¡Ahí van a entrar! —exclamó Xavi mientras se sentaba—. ¿Será que si les gritamos nos escucharán? —preguntó observando a Balde y Pablo, que estaban entrenando porque serían titulares.

—Lo dudo mucho...

—¡Gavi! ¡Balde! —gritó de igual formas el neerlandés.

El partido no tardó en dar inicio. Barcelona vs Atlético de Madrid.

El conjunto azulgrana estaba jugando increíble, haciendo toques, pases filtrados y haciendo cortes. Sin embargo, el equipo de Simeone no se quedaba atrás, Griezmann y Morata se encargaban de causarles infartos a los aficionados culés por tiros que hacía el arco, que era atajado por Ter Stegen.

Hasta que llegó el primer gol gritado por los aficionados del Atlético del Madrid.

—Todavía falta más minutos del partido, Lola —dijo Xavi tratando de subir los ánimos—. Ya viene la remontada.

Y no se equivocó. Ya que en el minuto 30' Balde estaba corriendo con el balón en sus pies, esquivando a los jugadores del equipo contrario. Lola se levantó de su asiento, junto con Xavi, al ver como el número 28 creaban peligro para los del Atlético de Madrid.

Entre tantos jugadores, Pablo y Lewandowski eran los más cercanos al arco de Ivón Grbić.

—Dale el pase a Pablo, dale el pase a Pablo —murmuró para ella misma Lola al ver que Balde paró de correr y empezó a observar a quién podía asistir para el posible gol.

Sin seguir sus órdenes, con una gran fuerza el balón cayó en el pecho de Lewandowski que, con unos movimientos, apuntó directo al arco y...

¡Palo!

Un fuerte sonido resonó metálico por todo el estadio. La esperanza se había esfumado entre los culés y los colchoneros pudieron tener su respiro ante el peligro.

Pero entonces sucedió.

Luego del gran golpe en el palo, el balón rebotó en las piernas de Pablo, que no desperdició su oportunidad ni dos segundos y con un empujón, apuntó directo a la parte de arriba izquierda del arco.

—¡GOOOOOOOOOOOOOOOOL!

Las palomitas de maíz salieron de Xavi salieron volando por todos lados. Los dos amigos saltaron empezaron a saltar de emoción y abrazarse entre ellos ante la gran emoción de que Pablo había marcado un gol.

El estadio estalló de gritos eufóricos, pero no tanto como el corazón de Lola al ver a Pablo corriendo hacia ella, con sus ojos fijos en ella, con una sonrisa gigante. El sevillano le lanzó un beso volado, formando una "L" con sus manos, siguiendo de un corazón, señalándola.

Pablo le dedicó un gol.

En frente de miles de personas.

¿Era la primera vez? No, pero esta vez era diferente. Estaban a los ojos de todo el mundo.

Sonrió, recordando que alguna vez hubo una promesa de por medio entre los dos.

Xavi la sacudió de la emoción. Empezó a molestarla y ella solo sintió como su cara se tornaba roja.

Y como si fuese posible... las cámaras empezaron a enfocarla a ella.

—Lolita... tu gorra.

Ella se tocó la cabeza. Maldición. Se agachó rápido a recoger su gorra del suelo, la cual se le había caído de su cabeza al momento que celebró con mucha alegría el gol.

Agachó su cabeza sin poder borrar su sonrisa. Ya se podía imaginar los miles de edits que se harán, ya sea de los fans de Pablo o de ella, o de ambos.

Lo que causaba Pablo, que el mundo enloquezca.

—Son un par tan lindo —soltó contento Xavi a su lado—. Mira, el chico está que te mira.

Lola siguió con la mirada donde su amigo señalaba. Pablo le guiñó el ojo y ella rodó los ojos. Egocéntrico.

El partido terminó y para la felicidad de los culés, quedaron ganadores de este encuentro.

—¿Vamos a ver a los chicos?

—No lo sé...

—No seas boba, Lola —expuso Xavi riendo—. El chico te ha dedicado un gol, vamos a saludar a esos dos tontos.

Los dos se movieron de sus asientos y, entre el público, fueron hasta un pasillo dónde Lola supone que queda cerca de los vestuarios.

—Lolita, hermosa... —Xavi sonrió aplastando su cachete.

La chica soltó un suave gemido de dolor y le proporcionó un manotazo.

—Te quiero mucho... mucho, mucho —recalcó Xavi.

—¿Ahora qué quieres? —preguntó cruzándose de brazos.

—¿No te molestaras si me voy por unos minutos a coquetear con la chica de allá? —preguntó Xavi poniendo cara de angelito—. Te prometo que regresaremos rápido, super rápido.

—No te quito más tu tiempo, casanova.

Xavi le sonrió a Lola antes de salir corriendo detrás de la chica que pasaba por ahí. Lola recostó su espalda en la pared mientras veía a muchos jugadores y parte del staff pasar por ahí. Por más que le emocionaba ver ciertos jugadores famosos, y vaya que se estaba muriendo por dentro de los nervios y de la emoción, solo fijó su mirada en su celular queriendo pasar desapercibida.

Solo esperaba que Balde o Fermín llegarán antes que Pablo, porque no podía imaginarse estando sola con el sevillano.

—¿Lola Díaz o me equivoco? —preguntó un chico con acento portugués.

Lola miró fijamente al chico. Todavía llevaba su uniforme del Atlético del Madrid, tenía la cara roja de haber jugado gran parte del partido. Llevaba en su mano una botella entre sus manos.

—La misma —respondió con una pequeña sonrisa amable—. Y tú eres João Félix.

El portugués se encontró más que satisfecho al ver que la cantante lo reconocía.

—¿Qué hace Lola Díaz aquí? —una sonrisa coqueta se dibujó en su rostro—. ¿No debería estar en la Gira Mundial de tu álbum?

—Estoy en un pequeño descanso de la gira —explicó—. Y vine a visitar viejos amigos.

—¿También a visitar a tu novio Gavi?

—No, no soy su novia —corrigió Lola—. Solo... solo somos buenos amigos.

—Bueno, en ese caso —Lola abrió la boca sorprendida al ver como se retiraba la camisa en frente de ella—. Esto es para ti, guapa, un pequeño regalo de bienvenida a España.

Sin palabras, Lola aceptó la camisa. Estaba procesando todo lo que acaba de suceder, pero entonces sintió como un brazo rodeó su hombro. Ni siquiera tuvo que voltearse para saber de quién se trataba.

—Hola, princesa.

Pablo apegó a la catalana a su cuerpo y planteó un beso en su mejilla.

—João.

—Gavi.

Ambos futbolistas pronunciaron el nombre del otro de una manera lenta y amargada.

—Te veo luego, Lola —João le sonrió, descaradamente, de forma coqueta sin importar la presencia de Gavi.

El portugués se alejó de ellos y Lola salió de su trance. Sacudió su cabeza y se alejó del agarre de Pablo para mirarlo a los ojos.

—Pero ¿qué te sucede?

Fue cuando João se fue cuando Lola pudo mirarlo detalladamente bien al sevillano. Está sudado, pero se veía tan atractivo con su cabello despeinado y el cierto tono rojo en su cara por haber corrido por todo el campo.

—La pregunta real es: ¿Qué le sucede a ese idiota? —preguntó arrebatándole la camisa de João—. ¿Acaso tiene mierda en la cabeza? Te tengo algo mejor.

Como si todo hubiese sido en cámara lenta, sus ojos se abrieron de golpe al ver como se quitaba la camisa delante de ella. Sin descaro alguno, observó su abdomen trabajado de arriba hacia abajo.

Poco quedaba del cuerpo del adolescente tímido. Lola tuvo el deseo de tocar ese abdomen... pero sólo se contuvo con mirar más de una vez y morder el labio.

Son las hormonas, cariño.

—¿Te gustó el gol que te dediqué? —preguntó sonriente mientras le entregaba su camisa con el dorsal seis.

—Fue... muy amable de tu parte —musitó sonrojada.

Con una sonrisa de oreja a oreja, Pablo se acercó a ella. El corazón del sevillano latía con demasiada fuerza, tanta que estaba segura de que Lola podía escucharlo. ¿Cómo lo hacía? Tantos años y ella seguía teniendo ese efecto en él.

Con su mano tomó su mentón y la obligó a mirarla a los ojos.

—¿Sabes que sería más amable de mi parte, Lola? —preguntó desviando su mirada desde sus ojos a sus labios.

—¡Lola!

—¡Gavi!

Lola se separó de golpe al escuchar los gritos eufóricos de sus amigos. No tuvo que tocarse el pecho para saber que su corazón pasó del cero a cien como Fórmula Uno.

—Sí serán idiotas —Fermín golpeó la cabeza de Xavi y Balde—. Interrumpieron a la parejita.

Xavi miró mal al rubio mientras sobaba su cabeza dijo:

—Yo que iba a saber que estos dos se iban a be...

—¿Qué quieren? —preguntó de golpe Pablo.

—Venir a felicitarte, hermanito —contestó Xavi con un tono de obviedad—. Estuviste increíble.

Xavi abrazó a Pablo entre risas, sonrisas y felicitaciones mientras Lola felicitaba a Balde y Fermín, a pesar de que este último solo había alcanzado a jugar menos de veinte minutos, de igual forma había hecho un gran trabajo. Fermín, con ayuda de Balde, explicó cómo fue que se encontraron con Xavi, que había estado coqueteando con una chica guapa.

Ninguno sacó al aire que el gol fue dedicado para Lola, cosa que ella agradeció.

—La madre de Lola me acaba de escribir insistente para que te invitemos a cenar con nosotros, dice que no acepta un no por respuesta —le explica Xavi a Pablo—. Ah, ustedes también están invitados —agrega mirando de reojo a Fermín y Balde.

—¿Nachita también está en la ciudad? —preguntó alegre Pablo mirando a Lola.

—Con Daniel —agrega Xavi—. Los dos se alegrarán de volver a ver a su ex nuero favorito.

Lola rodó los ojos con una pequeña sonrisa.

Balde, Fermín y Pablo se fueron corriendo a los vestuarios a cambiarse. Lola y Xavi estuvieron esperando por unos minutos a los chicos. El primero en salir fue Balde, que venía conversando con Ferran.

—¡Hola, Lola!

—¿Qué tal, Ferran?

—Alegre por la victoria... pero me parece que a ti te gustó más —la molesta revolviendo su cabello—. Me da mucha alegría volverte a ver, guapa. Nos vemos luego.

—Hasta pronto, Ferran.

En cuánto Ferran desaparece, Fermín y Balde aparecen ya cambiados. El último en llegar fue Pablo. Estaba recién cambiado, inundado a un aroma deliciosa de colonia varonil. Ahora cargaba un hoodie gris y fue imposible no formar una sonrisa en su rostro al verlo. A Lola le gustaba su forma de vestir, en su opinión, es muy bonita.

—¿Ya nos vamos, chicos? —cuestionó a sus amigos, despeinando su cabello.

Mientras caminaban hacia el estacionamiento, Pablo golpeó ligeramente el hombro de Lola.

—¿No te molesta verdad? Que vaya a tu casa... porque si no puedo entender que no quieras.

—No, está bien —respondió Lola sonriendo—. Siempre serás bienvenido a mi casa.

—Claro, en tu casa me quieren más a mí que a ti —se burló Pablo.

Lola rodó los ojos porque sabía que era verdad.

—Oye —lo empujó fingiendo molestia—. Para la próxima no te invito ni a la tienda de la esquina.

Lola se dio cuenta de cómo iba muy apegada a él, es más, su brazo estaba enredado con el de él. Se sintió algo avergonzada por haber tomado esa libertad con él después de un año.

—Lo siento.

Se deshizo del agarre y se separó unos centímetros.

—No te preocupes —Pablo eliminó cada sentimiento entre los dos, chocando su brazo con el de ella—. ¿Puedo abrazarte?

Una pequeña pizca de nostalgia la golpeó en el corazón.

—Claro.

Pasó su brazo por encima de los hombros de Lola, apegándola a su cuerpo. Ella sintió la confianza de abrazar la parte de su espalda y recostar su cabeza en el hombro.

Había olvidado eso.

Y se sintió más confortable cuando la mano de Pablo acaricio su hombro, subiendo y bajando.

Había olvidado la calidez y amor que Pablo le brindaba, lo que se sentía estar cómoda y a gusto en los brazos de alguien de un amor puro.

—Mierda —soltó de golpe, en un susurro, Pablo—. Chicos, esperen.

Todos dejaron de caminar y colocaron su atención en él.

—¿Qué?

Lola se separó de Pablo para estar de pie frente a ella y observarlo. Tenía su típica cara de pocos amigos y empezó a teclear en su celular.

—Aficionados —musitó Pablo escondiéndose ligeramente detrás de la puerta—. Les voy a pedir un guardaespaldas para que los acompañe hasta el auto.

Como lo prometió Pablo, dos guardaespaldas llegaron saludando al sevillano. Uno acompañó a Xavi y Lola hacia el carro y el otro acompañó a los otros tres futbolistas. Muchas personas trataron de acercarse a Lola y Xavi con sus celulares en sus manos, desde preguntando cual fue su reacción al gol de Pablo o si tenía algo con él.

Lola se mantuvo callada y se dejó llevar por el guardaespaldas, que se encargó que ambos llegarán a su auto.

—Dios —murmuró Lola en cuánto el carro empezó a salir del estadio.

—No me imagino como han de estar los chicos en el carro de Fermín.


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