28. Pesadillas
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Then you took me by surprise
You said, "I'll never leave you alone"
—MINE, Taylor Swift
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CAPÍTULO VEINTIOCHO
PESADILLAS
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@TATIANA'S STORIES
Tatiana sonríe a la cámara mientras juega con el filtro de Instagram. Con un suave movimiento, enfoca a Andrés Rodríguez, sentado en un sillón con el celular en manos. Él le sonrió a la cámara que lo filmaba.
—Hey, Lola. Soy Andrés. ¿Cómo has estado?
—Bien —se escuchó la voz de Lola tras la llamada de voz.
Por segundos, la cámara enfoca hacia el suelo y vuelve a enfocar a Andrés.
—Oye, te llamaba porque quería pedirte permiso para algo —explica Andrés mostrándose alegre—. Estoy escribiendo una canción y deseaba nombrarte.
—Aprecio mucho eso —se escuchó la voz de Lola con claridad.
Justo en ese momento, la cámara se caer por segundos y todo se ve negro, pero sé logra escuchar la voz de Andrés haciéndola una pregunta.
—Perfecto, ¿tengo tu permiso?
—Sí, si...
La cámara volvió a enfocar a Andrés.
—Gracias Lola.
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TWITTER
Lola Díaz
Actualidad
Lola viajó a Valladolid con el peor de los ánimos.
Luego de la ceremonia de los VMAS todo estaba bien hasta que llegó el sábado. Fue en la mañana, antes de tomar su vuelo, que vio el video que Tatiana en sus historias de Instagram. Luego de eso, publicó un mensaje en Twitter, pero no hizo gran cambio porque todos ya habían visto el video editado y la llamaban falsa.
Nunca se le hubiese pasado por la mente que Tatiana y Andrés eran amigos, mucho menos que Andrés trataría de atacarla con una llamada de hace tiempo, el cual ella apenas recordaba y que, para el colmo, estaba editado.
Cuando llegó al hotel en España, dejó su maleta a un lado y se tiró al colchón queriéndose ahogar con la almohada.
Su celular estuvo sonando por varios minutos. No aceptó las primeras llamadas, no tenía el animado de contestar, pero el timbre de llamada cada vez se volvía más irritante para sus oídos que, en un momento inesperado, contestó sin siquiera ver quién era.
—¿Qué?
—Pero que buen humor, Lolita.
—¡Xavi!
Se levantó de golpe de la cama al escuchar la voz de su amigo.
—Lola, sobre lo del video...
—Está editado, Xavi —dijo de forma rápida—. ¡Yo no le di mi aprobación!
—Tranquila, loquita —respondió él con una pequeña risa—. Te llamaba a decirte que creo en tu palabra.
Entonces ella soltó un suspiro.
—Pero solo tú...
—Y también Balde, Gavi, Fermín... y todos tus amigos creemos en tu palabra, Lolita —se apresuró a decir—. Sabemos el odio que te tiene ese tontito.
—Pero los demás no —sus ojos se cristalizaron—. Están diciendo cosas horribles en Internet, Xavi...
—Sabes cómo es el Internet, pronto se aliviarán las cosas . Ahora descansa, por favor. Has tenido un día largo y mañana tienes el partido del Gavito.
—Pablo... mierda —murmuró Lola frotándose los ojos—. No he leído sus mensajes... ¿Crees que podrías hablar con él, decirle que estoy bien y que hablamos mañana?
—Deberías hacerlo tú, Lola.
—No quiero utilizar mi celular y ver los miles de notificaciones en donde me llaman falsa.
—Está bien, yo le avisaré. Tú descansa
Sin embargo, eso fue lo último que hizo. Apenas colgó y lanzó su celular al suelo. Colocó una película cualquiera en la televisión para despejar su mente, pero apenas y leyó el título del proyecto porque su mente daba vueltas una y otra vez al asunto al video que la relacionaba y como todos empezaron a odiarla...
A la mañana siguiente, el timbre de llamada la levantó cuando en el reloj marcaban las once de la mañana. Sonrío un poco al ver que las seis llamadas perdidas, esta vez, era de Fermín. Desayunó mientras hablaba con él por llamada.
—Está batalla con Andrés empezó hace mucho y... creo que, en definitiva, él ganó.
—Claro que no —replicó Fermín mostrándose ligeramente molesto desde la habitación del hotel donde se estaban quedando los demás jugadores de la selección España sub-21—. Un idiota como él no puede ganar, no de la forma en la que lo hizo, manipulando una grabación y dejándote mal frente a todos.
Fermín le comentó que, en cuanto vio el video, se preocupó demasiado. Les escribió a sus amigos al darse recordar que Lola estaría tomando el vuelo a España y recibió respuesta de Xavi esa misma noche, comentándole que ya había hablado con ella.
Al igual que Xavi, desde el primer momento creyó en su palabra sin ni siquiera haberse comunicado con ella. Conocía la fama de Andrés y del rencor que le guardaba. Era de los pocos que sabía la verdad.
—¿Y qué se puede hacer, Fermín? El maldito video de Tatiana cada vez se hace más viral —bufó Lola—. Y esa es otra que también me odia, debí de sospechar que se traía algo en manos.
—Me siento fatal por no haberme dado cuenta antes las intenciones de Tatiana —se apreció como apoyaba su cuerpo sobre el escritorio de la habitación del hotel—. Ella parecía ser gentil.
—Con ustedes —le reprendió ella, apoyando su mentón sobre la palma de su mano—. No niego que seguramente se mostró ser una chica dulce, pero solo con ustedes. Conmigo no disimulaba ni un poquito el odio que me tenía.
—Da igual, fui amigo de la persona quiere destruir la reputación de mi mejor amiga.
—Mostró una cara falsa contigo, tampoco te eches la culpa encima —sonrió Lola—. Dejemos el tema a un lado... ¿qué con tu novia, eh galán?
—Sabía que tocarías ese tema —él también sonrío—. Se llama Berta, es de Sevilla y no es mi novia. Solo nos estamos conociendo poco a poco, sin presiones.
—¿Y crees que sea algo serio o solo es pasajero? —preguntó curiosa.
Fermín se encogió de hombros y jugó con la manga de su uniforme.
—No lo sé, a veces viene a mis partidos.
En instante, ella supo reconocer la reacción de Fermín.
—Bueno, eso me huele a algo serio... yo diría que ella te gusta.
—No sé, me gustaría que la conocieras en persona —comentó él, a lo que Lola alzó una ceja—. Balde, Cristo y Pablo ya la conocen, dicen que les agrada.
La mañana fue más agradable con la presencia virtual de Fermín, quién le fue contando más afondo de la chica rubia que estaba conociendo. Cuando terminó la llamada, Lola se sintió un poco más animada, tanto así que se colocó una gorra y unas gafas de sol y dio una vuelta por Valladolid, ciudad en la cual nunca había estado, pero que quedó maravillada por los sitios religiosos medievales.
Cuando el reloj de su muñequera marcó las dos de la tarde y estaba parada frente al complejo deportivo en el cual el equipo español se está hospedando, se armó de valor de revisar las notificaciones de su celular. Había varios mensajes de muchas personas, pero solo prestó atención a las de su chico.
Pablo
Buenos días, amor
Ayer hablé con Xavi
Sabes que puedes hablar conmigo, princesa
Tienes mi apoyo
Lola
Hola bonito
Recién me animé a ver las notificaciones
Lo siento
Pablo
No te preocupes, princesa
¿Quieres hablar?
Lola
Si
Pablo
Te llamo
Lola
No
Estoy afuera
Sal que no me quieren dejar entrar :(
Pablo
¿Qué?
—¿Lola?
La nombrada levantó su mirada de su celular. Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro al ver a su novio con una camisa polo azul oscuro en cual lleva el escudo de la selección de España.
—Hola —Lola mostró una sonrisa de lado.
Sin previo aviso, Pablo la atrajo a su cuerpo y la arropó en un cálido abrazo. Lola cerró sus ojos, dejándose curar de las heridas al sentir las acaricias de su novio sobre su espalda y cabello. Escondió su cara en el hueco de su cuello, oliendo su aroma, abrazándolo con más fuerza.
—Todo va a mejorar pronto, hay que esperar que todo mejore, princesa —murmuró Pablo en su oído. Sus manos subían y bajaban sobre los brazos de Lola, causando que la cantante sintiera una electricidad recorrer por su cuerpo ante las acaricias sobre su piel desnuda—. Venga, vamos que aquí alguien nos puede ver.
Tomó su mano y se dirigieron al ascensor. Pablo estaba tecleando los botones en el elevador cuando notó que un guardia de seguridad se les iba a acercar.
—Viene conmigo —habló fuerte Pablo en dirección al guardia de seguridad.
Este quedó a mitad del camino. Asintió y se dio la vuelta, dejándolos solos.
—Hay mucha seguridad aquí.
—Es lo mejor, así todos nos sentimos más seguros —respondió Pablo, tomándole de la mano—. ¿Tienes hambre?
—Sí, no he comido desde el desayuno.
—Pido comida para mi habitación y mientras esperamos me cuentas todo.
Lola asintió sin más. Cuando llegaron a la habitación del futbolista se retiró los zapatos y se recostó en la cama mientras Pablo hablaba por teléfono del hotel.
—Te traerán una rica cena —comenta Pablo tiempo después, sentándose a su lado.
—Ya, gracias.
Lola se quedó en silencio mirando el techo del hotel. No sabía cómo iniciar la conversación, además de que se estaba distrayendo por el aroma de la almohada que era similar al de Pablo.
—Lamento mucho lo del video de Tatiana, nunca pensé que ella haría algo así, pensé que era solo mi amiga.
—Pues qué bueno que era tu amiga, ¿no? —dijo de forma sarcástica mientras se sentaba en la cama—. Tan linda era ella que ahora mi reputación no es la mejor por su culpa.
—Te juro que si yo hubiera sabido que Tatiana tramaba algo para lastimarte habría hecho algo.
—Te lo dije y me tomaste por loca —le reprochó Lola—. Te dije que ella me miraba con odio, te dije que tú le gustas, te dije varias veces y tu única respuesta fue que yo era la que exageraba.
—¿Y qué rayos esperabas que hiciera, Lola? —le preguntó de golpe frustrado—. ¿Dejar de hablarle, así como así? ¿Ser grosero con ella tan de repente?
—¡Pues sí! —exclamó ella—. Hubiera sido mil veces mejor que me priorizaras a mí, tu novia, que a una amiguita.
Ella se quedó de brazos cruzados mientras el silencio los rodeaba en esa habitación. Pablo se reincorporó la postura de su espalda y se sentó frente a frente de Lola. Sus ojos marrones la miraron con tristeza y, entonces, el azul de Lola se cristalizó.
—Lola... —musitó Pablo con la voz más suave—. Lo último que hubiera deseado es que todo esto te esté pasando a ti —acarició sus hombros—. Ninguno de los dos, ni siquiera los chicos, se hubiera imaginado que Tatiana es amiga de Andrés.
—Es verdad... perdón por gritarte... es solo que... estoy tan estresada por todo esto —se pasó las manos por el cabello—. No sé qué hacer.
—Está bien, no estás sola en esto.
Pablo le regaló el mejor abrazo que podía recibir aquel momento. Entendía que la pesadilla que le perseguía le atormentaba por completo, pero no quería, ni podía, verla mal. Ella es su vida, su mayor prioridad y verla mal le afectaba también a él.
Sus cuerpos se juntaron en busca del calor cálido que los confortaba. Acarició su espalda mientras besaba su cabello mientras que Lola se aferraba al cuerpo de su novio siendo rodeaba por sus fuertes abrazo, lo cual ella consideraba su único lugar más seguro, donde sus acarician son su mayor apoyo y sus palabras son una cura incondicional para corazón.
Disfrutaron de la cena los dos solos mientras comentaban de otras cosas. Lola reía de las cosas que Pablo le hablaba, de vez en cuando él le robaba parte de su comida, pero al final lograba su objetivo. Hacerla reía, lograba que ella olvidara los problemas que les esperaba afuera.
Lola bufó cuando recibió una llamada de Ferran, avisándole que tenía que bajar para escucharla la charla previa antes del partido, el cual iniciaría en unas horas. España contra Georgia.
—Quédate un ratito más, ni que tuvieras tanto apuro para llegar —le rogaba Lola.
Pablo estaba buscando sus audífonos mientras tenía a su abrazada a su cuerpo en un intento de detenerlo.
—No, bueno.... —se vio interrumpido por un beso de ella sobre su mejilla.
—Llegarás unos segunditos tardes, ni que fueras titular en el partido de hoy —hizo un puchero.
—Quería hablarte sobre eso, de hecho.
Sus palabras tuvieron un efecto en ella. Lo soltó y Pablo sintió como el frío arropaba su piel ante el alejamiento de Lola, la cual lo miraba con el ceño fruncido.
—Dime... dime que es mentira, por favor.
—Vamos, Lola —tomó su mano, acariciándolo—. Solo voy a jugar el primer tiempo.
—¿Y qué sucede con el "pequeño malestar en tu pierna" que sentiste hace unos días?
Se deshizo de su agarre y se cruzó de brazos esperando alguna respuesta. Hace unos días Pablo le había comentado a Lola que sintió un pequeño malestar en su pierna durante el entrenamiento. Ella le insistió que le comentara a su entrenador y que descanse.
—Es mi último juego del año con la selección de España. No hagas tanto escándalo, Lola—pidió, quitándole importancia.
—No es escándalo, por el amor de Dios, Pablo—exclama Lola enojada—. Me preocupo por ti y por tu salud. Estás jugando demasiado y necesitas descansar.
—No vengas a decirme que hacer como si fueras la profesional en fútbol, Lola —se expresó molesto—. Hace años dejaste este mundo, eres la menos indicada para hacer un comentario.
Lola lo miró incrédula... ¿Acaso Pablo acaba de decir lo que dijo? ¿En verdad Pablo pensaba eso de ella?
—¿Sabes qué? Has lo que quieras, maldita sea —dijo ella recogiendo su bolso—. Ya me harté de preocuparme por ti.
—Lola no quise...
Trato de detenerla tomándola del brazo, pero Lola lo impidió.
—Ya vete, Gavi. ¿No querías irte ya? —preguntó abriendo la puerta—. Vete con tu equipo, ellos son tu prioridad, más que yo.
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Por más enojada que estuviera con su novio, Lola no podía perderse el partido de España contra Georgia. Le había prometido que ahí estaría y, aparte, había viajado desde lejos para llegar. Además, pensó que el partido le haría olvidar sus problemas.
Error.
Llegó en donde estaban familiares de los jugadores con ayuda del gafete que Pablo le había dado, dispuesta para ver el partido, sin saber que se llevaría un sabor amargo en su boca.
El partido dio inicio, sin saber que ese día se llevaría varios sustos.
El primero fue en el minuto 19' cuando en un pase con Pablo, se le dobla un poco el pie por culpa de una intervención del equipo contrario. El sevillano no es de quedarse mucho tiempo en el suelo quejándose, algunos de sus compañeros como, Ferran, se acercaron a él y el árbitro cobró falta. Pablo fue revisado por los médicos de España y se pensó que sería cambiado.
No fue así, el chico entró nuevamente a la cancha.
Tal vez ese fue su error, seguir jugando.
Y en el minuto 22' llegó el peor momento.
Un latigazo en la rodilla al caer al apoyar la pierna derecha.
Dejó de jugar y empezó a quedarse de los dolores de su rodilla. Apenas y podía caminar bien. Se fue cojeando de la cancha mientras lloraba.
Lola se levantó de su asiento y corrió hacia donde supuestamente debía de estar el vestuario, o más bien donde creía que estaba el vestuario, ya que se perdió unas dos veces en el camino en busca de su objetivo porque nunca había estado en el estadio.
Poco a poco empezó a perder la esperanza, hasta que algo le iluminó el cerebro. Se volteó hacia su espalda y vio a algunas personas del cuerpo técnico de España dirigirse por el mismo camino.
Bingo.
—Señorita, no puede estar aquí —habló un guardia de seguridad con un semblante serio.
—Vengo a ver a Gavi —habló rápidamente—. Soy su pareja, quiero verlo.
—Necesita una identificación o un permiso para entrar al vestuario —pidió con una expresión seria.
—¿Qué?
—Necesita un permiso que se les entrega a los familiares de los futbolistas —repitió el guardia—. Si no tiene eso, no la dejaré pasar.
—Pero... él no me ha dado eso.
—Disculpe, señorita. Sin eso no podrá pasar...
—¡Déjala pasar! —exclamó alguien a sus espaldas.
El uniformado, algo dudo, se hizo a un lado.
—Gracias, Luis —Lola le sonrió al nuevo director técnico de la selección mientras era guiada por él—. ¿Cómo está él?
—Muy mal, me había pedido que te buscara.
Lola solo lo escuchó en silencio mientras seguía los pasos de Luis de la Fuente. En realidad, Lola tenía ganas de ahorcar al director técnico de España por haber puesto a Pablo como titular... pero ya era tarde.
—Aquí es. Te dejo solas con él.
Ella asintió. Entró a la sala con el temor golpeando su pecho.
—Pablo.
—Lola...
El vacío que sintió en su pecho al ver la tristeza que abundaba en él.
Se acercó inmediatamente y lo abrazó con mucha fuerza, y él le devolvió aquel gesto apretándola contra él, apoyando su cabeza sobre su pecho. Le sobó la espalda y acarició cabello cuando sintió que el chico se rompía entre sus brazos.
—Aquí estoy, bonito. Todo estará bien —susurró en su oído.
Se separó de él. Tomó su cara entre sus manos. Besó su frente y limpió sus lágrimas.
—¿Ya te han hecho los exámenes?
—Sí.
—¿Ya te dieron los resultados?
—No.
Soltó un suspiro pesado.
—Tranquilo, todo va a salir bien.
—¿Y si es una rotura de ligamentos...?
—Ni lo digas, Pablo.
Rotura de ligamentos cruzado es el peor enemigo de cualquier jugador de fútbol. Muchos jugadores han sufrido esta lesión y nunca han vuelto a ser los mismo de siempre. Fue la mayor pesadilla de Lola cuando fue futbolista.
—Tenías razón, Lola —musitó Pablo—. Debí de hacerte caso... no debí de jugar.
—Lamentar cosas que ya sucedieron no resolverá nada, Pablo —murmuró Lola sobre su mejilla—. Ahora lo que importa es que mantengas la calma.
Besó su frente, buscando reconfortarlo entre tanta preocupación.
—Ya tengo los primeros exámenes —la voz del fisioterapeuta causó tensión en la habitación.
Lola se sentó en la camilla para escucharlo con atención y entrelazó su mano con la de Pablo. Cruzó los dedos mentalmente, quería aferrarse a la idea de que no era algo preocupante.
—Estos exámenes no nos mostraran algo exacto... aunque nunca se equivocan —carraspeo—. Antes que nada, acabo de hablar con tu entrenador del Barça, Xavi Hernández, y me ha dicho que vayas mañana a primera hora a hacerte los exámenes médicos oficiales con el Barcelona.
El fisioterapeuta se colocó se quitó los lentes y soltó un suspiro, observando al fútbol con una expresión seria. Pablo tomó fuertemente la mano de la cantante.
—No quiero dar tanta vuelta —musitó mirándolo con lástima al futbolista—. Todo indica que es una rotura de ligamento cruzado.
—No... no, no, no puede ser —murmuró Pablo
—Eso significa que... —dijo Lola con la voz temblada.
—Gavi estará de baja entre siete a nueve meses, tal vez más, todo depende de como el jugador reaccione a la operación y la recuperación...
Pero Lola dejó de escuchar al doctor. No podía ser real, claro no que no. Era una pesadilla, ambos estaban en sus peores pesadillas. Primer Lola siendo odiaba por todo el mundo, sintiendo que su vida artística se hundía al pozo, y ahora Pablo con la lesión grave que lo dejaba afuera por varios meses.
La temporada se acabó para Gavi. No más Liga, ni Eurocopa, ni Super Copa, ni Copa del Rey, ni mucho menos Champions League. Ya no más fútbol para Pablo.
—No puede ser, no puede ser —empezó a decir Pablo desconsolado—. Tengo que jugar, doctor.
—Lo siento mucho, muchacho.
El fisioterapeuta se fue del vestuario, dejándolos solos.
Pablo escondió su cara en el cuello de Lola y lloró desconsoladamente mientras se aferraba al cuerpo de su novia y sentía las acaricias de la mismas sobre su espalda y cabello.
—El Barça... —murmuró Pablo, separándose para observarla a los ojos— los he dejado cuando no estamos en el mejor momento.
—No es tu culpa, Pablo —musitó Lola en su oído—. No te estés echando la culpa encima.
—Yo solo quería jugar al fútbol.
Un chico del Staff les avisó que el primer tiempo del partido se había acabado y que los jugadores pronto bajarían. Lola no podía estar ahí ya que los chicos necesitan su privacidad, así que salió del vestuario sintiéndose mal de dejar a Pablo, más aún porque cuando salió vio cómo se tapó la cara con las manos.
Los chicos de vestuario llegaron preocupados para saber sobre la situación de Pablo.
Se llevaron una mala noticia. Por lo que todos le dieron un abrazo y unas palabras de apoyo, aunque, por lo que escuchaba de los jugadores al salir del vestuario, nadie podría subirle el ánimo. Decían que el ambiente en el vestuario era igual que el de un velorio...
Entonces ella sacó su celular y vio los millones de mensajes que le llegaban de diferentes amigos y conocidos para saber la situación de Gavi. Solo le abrió a uno.
Loladiaz
Ahora Pablo está con el equipo
Llámalo cuando empiece el segundo tiempo, le vendrá bien tu llamada o la de Mario.
Aleroldan1_
¿Tan grave es?
Loladiaz
No podrá jugar por casi un año.
Aleroldan1_
No te creo.
Loladiaz
Lamentablemente sí
Mientras tanto, Lola conversaba con Luis de la Fuente e Iván, el representante de Pablo, para coordinar el regreso a Barcelona, el cuál quieren que sea lo más pronto posible.
—Yo puedo acompañarlos —dijo un hombre al cual Lola conocía bien.
—¿En serio? —preguntó Luis de la Fuente sonriendo hacia él.
—Sí, sí, Gavi es mi amigo y quiero ayudarlo.
—La compañía de Íñigo les hará bien a los dos, Lola —le dijo Iván a la cantante—. Deja que él los acompañe —ella asintió.
El partido siguió, pero Lola ya no tenía ni una pizca de interés. Lo único que captó su atención fue lindo el gesto que tuvo Ferran Torres, compañero de Pablo en el Barcelona, en dedicarle su gol a reciente lesionado.
Cuando el partido terminó, los futbolistas bajaron nuevamente las escaleras del túnel para ir directamente al vestuario, pero solo uno que se acercó a Lola.
—Hola Lola.
—Hola, Ferran —sonrió ella y se acercó a saludarlo con un abrazo.
Lola no había tenido la oportunidad de conocer algunos de los compañeros de Pablo, como Ferran, con tantas cosas de la nueva casa no ha tenido el tiempo suficiente.
—Fue lindo lo que hiciste —habló Lola refiriéndose a la dedicatoria—. Gracias.
—Es lo menos que puedo hacer por él —replicó Ferran—. ¿Ya se van a Barcelona?
—En una hora, Íñigo nos acompañará —señaló al mencionado, que estaba a unos metros hablando con Iván—. Mañana a primera hora se hará los exámenes con el equipo médico del Barça para oficializar la lesión.
—Nos hará mucha falta, tanto en el Barcelona como en la selección.
—Lo sé —asintió y de pronto su celular sonó—. Disculpa, tengo que contestar.
—Claro, te dejo.
Se alejó de Ferran palmeándole el hombro antes de alejarse y atender la llamada.
—¿Cómo está mi hermano?
Escuchar el tono de preocupación en la voz de Aurora fue un remolino en su estómago. Apoyó la espalda en la pared y le empezó a contar lo sucedido.
Esa noche viajaron de regreso a Barcelona con la ayuda de Íñigo. El transcurso a su casa fue con el peor de los ánimos, envueltos en un silencio decaído y con la cabeza de Pablo apoyada en el hombro de su novia mientras su mente no dejaba de recordarle el trágico accidente y las lágrimas no cesaban.
De vez en cuando, Íñigo logró aligerar el ambiente con diferentes temas de conversaciones, en la cual Pablo poco participaba.
La mano de Lola nunca dejó de sobar el de él durante todo el trayecto en un intento de brindarle apoyo emocional, pero incluso ella misma se quiso derrumbar al momento que bajaron del vehículo y vio a Pablo caminar con ayuda de las nuevas muletas.
Lola se encargó de bajar las maletas del auto con ayuda Íñigo. Se adentraron a la casa y notaron un gran problema.
—Vamos a tener que bajar el colchón de arriba para que duermas —mencionó Lola mirando de reojo a Íñigo.
—No hay problema, te ayudo, Lola.
Pablo se sentó en la silla del comedor mientras utilizaba su celular. Para él se demoraron años en bajar el colchón, tanto que cuando bajaron ya se estaba quedando dormido.
Lola movió la mesa del centro e Íñigo recostó el colchón sobre el mueble, frente al televisor.
Pablo se dejó ayudar por ambos al momento de recortarlo sobre el colchón, dejando a un lado las muletas, y se quedó observando el techo.
—Gracias por tu ayuda, Íñigo. Te debemos una.
—¡No, que va! Esto lo hago por cariño a Gavi —dijo despeinando el cabello del joven con cariño—. Ya me voy, descansen.
—Igualmente.
Lola le acompañó hasta la salida y, luego de otra vez agradecerle, cerró la puerta antes de verlo subirse al coche.
Regresó a la sala donde el silencio reinaba. Pablo estaba acostado boca arriba con los ojos abiertos.
—Quiero despertarme y que sea una pesadilla —murmuró él.
Lola soltó un suspiro. Se acostó a su lado, apoyó su cabeza sobre la almohada y rodeó el cuerpo de su novio con su brazo.
Recordó la sensación de ansiedad y angustia al leer todos los comentarios horribles hacia ella, tanto de famosos como los que alguna vez fueron sus fanáticos. Y, así mismo, recordó cuando el miedo invadió en su corazón al ver a Pablo salir de la cancha llorando.
Todo era un caos para los dos.
—Yo también espero eso, Pablo.
Al día siguiente, el primero en levantarse fue Pablo y lo primero que vio fue las muletas apoyadas en la pared.
Cerró sus ojos con fuerza.
Debía de ser una pesadilla, pero no lo era.
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