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13. Lo recuerdo muy bien

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Do you remember,
we were sittin' there by the water?
You put your arm around me,
for the first time

—MINE, Taylor Swift
゜・。。・゜゜・。。・゜



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CAPÍTULO TRECE
LO RECUERDO MUY BIEN

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Actualidad


En cuanto la alarma retumbó por toda la habitación, Lola supo que su día había comenzado. Se levantó de la cama y estuvo de aquí para allá buscando ropa, zapatos, la plancha de cabello y accesorios.

Al tener el maquillaje ya listo en su cara, tomó su cartera y bajó al primer piso de la casa. Percibió un rico aroma al llegar a la cocina. Su madre fue la primera notar su presencia.

—¿A dónde tan guapa, loquita? —preguntó Nachita mientras preparaba arepas en el sartén.

—Salida con los chicos —explicó la joven sentándose en un taburete y dejaba un beso en la frente de su padre—. Habrá un festival y Xavi cree conveniente que vayamos a disfrutar un rato.

—Bueno, espero que lleves tu celular, tus llaves y dinero —señaló su madre mientras le servía el desayuno en el plato de su esposo.

—Y si manejas no vayas a tomar demasiado, Lola —pidió su padre.

—No voy a manejar y tampoco tomaré.

—Y supongo que los chicos tampoco lo harán —habló nuevamente su padre.

—Estás en lo correcto, pa. Mañana todos, menos Xavi, tienen entrenamiento —explicó Lola mientras tecleaba algo en su celular—. Bueno, ya me voy —se levantó de la silla y dio un recorrido hasta donde estaba su madre para darle un beso en la mejilla—. Adiós, ma.

Sin pedir permiso, agarró la arepa del plato de su padre.

—Y me llevo esto —mostró una sonrisa inocente.

—Eso es mío, Lola —replicó Daniel frunciendo el ceño.

—Adiós, papi. También te quiero —ella dejó un beso su mejilla—. ¡A ti también, mami! —exclamó saliendo de la cocina.

—¡Cuídate, Lola! —exclamó Nachita—. Le mandas saludos a los chicos.

Salió por la puerta gigante de su casa y vio el automóvil negro que Xavi había adquirido para su estadía en Barcelona. Se sentó en el único asiento vacío; el de copiloto. Xavi, estando al volante, le regaló una sonrisa. Lola asomó su cabeza para observar Pablo, Balde y Fermín sentados en los asientos de atrás.

—Hey, hola locos.

—¿Lista, Lola? —preguntó Xavi sonriente—. ¿Qué es eso? ¿Arepa de Nachita? —señaló lo que ella traía entre sus manos—. Yo quiero.

—Consíguete el tuyo, Xavi —Lola se puso a la defensiva y no permitió que él tocara su comida

Xavi resopló mientras ponía en marcha el auto. Aun así, siguió insistiéndole a su amiga que le dejara probar y ella, a pesar de haber puesto tantos peros, terminó aceptando.

—No seas pésima amiga, Lola.

—Hubieras tenido tu propia arepa si no me hubieras cambiado por Balde.

—Ya entiendo todo —se metió Balde a la discusión, asomando su cabeza en los asientos de adelante—. Estás celosa de que yo me haya robado a tu Xavi —él alzó una ceja—. Lola, Xavi me quiere más a mí que a ti. Entiéndelo de una vez.

Xavi y Balde soltaron una carcajada mientras Lola sacaba el dedo del medio.

—Piérdete un año, Balde.

—Siéntate bien, Balde. Me pones todo tu trasero en la cara —se quejó Fermín, tomando al moreno por el hombro y obligándolo a sentarse bien.

Al caer sentado en el asiento, Balde le golpeó en el brazo a Fermín y este se lo devolvió.

—Creo que ya me arrepentí de venir con ustedes —les hizo saber Pablo que había estado muy callado, ocupado en su celular.

—Voy a subirle a la música para no tener que escucharlos —anunció Xavi, y dicho esto le subió el volumen a Columbia de Quevedo.

Lola soltó una pequeña risa burlona e intercambió miradas con Pablo por el espejo retrovisor. Ante esto, rápidamente corrió la mirada hacia la carretera.

Hace dos días que Lola y Pablo estuvieron solos en la habitación y desde ese momento no habían hablado directamente ni siquiera por mensajes. Simplemente ella lo ha estado evitando y para él centrocampista ha sido una tortura.

La pelinegra está en una pelea interna con ella misma fingiendo que nada sucedió, que casi sucede un beso.

—¡Llegamos!

El grito de Balde sacó a Lola de sus pensamientos. Se acomodó mejor en el asiento de copiloto y observó mejor el ambiente del lugar desde lejos. Estaba lleno de personas, luces y ruido. No le sorprendió su estuviera tan lleno, Barcelona es una ciudad muy poblada. Además, el evento ofrecía una presentación especial de Rauw Alejandro.

Todo pintaba para ser una buena salida.

Dejaron el auto parqueado en el estacionamiento y los cuatro se encaminaron hacia el lugar.

–Que ambientazo —soltó Fermín sonriente, pasando un brazo por los hombros de Lola.

La catalana no podía decir lo mismo que Fermín. La idea de estar en un lugar lleno demasiado le daba algo de ansiedad y nada de tranquilidad. Desde hace un tiempo que había olvidado que es ser una persona normal. Ser conocida a nivel mundial tenía sus desventajas y Lola ya estaba en listado en su mente las cosas negativas que podría suceder estando en un lugar así.

—Hay mucha gente, hermano. No creo que podamos estar a gustos —bufó Pablo como si hubiera leído la mente de Lola—. Espero que hayas reservado la zona vip —agregó mirando a Xavi, quién sólo sonrió relajado.

—Tú solo confía en mí, hermano.

Llegaron a la dichosa zona en donde, según Xavi, estarían más cómodos. Las personas que estaban en ese lugar exclusivo eran personas importantes, adineradas o famosas, básicamente, no cualquiera estaba entre ellos. Así mismo, tenía la disposición de asientos cómodos y un servicio de bar privado. Y, además, desde ahí se apreciaba mejor a Rauw Alejandro cantar.

Aunque claro que captaron la atención de algunos que los observaban desde lejos, y ellos no tuvieron mejor idea que simplemente ignorar.

Pablo y Xavi conversaban sobre las nuevas novedades del fútbol, Balde filmaba con su celular el concierto y Fermín arrastró a Lola para que fuera su fotógrafa.

—Otra más —pidió Fermín cambiando de pose.

—Y luego se quejan de las mujeres —murmuró Lola negando con la cabeza mientras le sacaba veinte fotos por segundos—. Ya van muchas fotos, Fermín. Y yo también quiero tomarme fotos.

—¡Espera! —tomó las gafas de sol que colgaban en su camisa y se las colocó—. Otra dos más —dicho esto, metió sus manos a los bolsillos de su pantalón y observó hacia su lado izquierdo.

—Ya, saliste bien guapo —Lola caminó hacia él y le entregó su celular—. Ahora tómame a mí y... —le retiró las gafas y se las colocó— préstamelas, por favor.

El ángulo que había elegido Fermín para la foto era muy bonito, así que Lola posó en el mismo lugar que él. Se apoyó en el barandal con las gafas puestas y dejó que Fermín le sacara más fotos.

—A poco no salí guapísima —comentó Lola cuando estaban volviendo donde sus amigos.

—Mejor que yo, no —replicó Fermín llegando a lado de Pablo.

—Venga, no van a bailar ustedes —preguntó Balde a Fermín y Pablo.

—Son aguados —respondió Xavi por ellos.

—Venga, Lolita si bailaran conmigo.

Balde tiró de Lola y le dio vueltas al ritmo "Desesperados". Lola se rio mientras se dejaba guiar por los movimientos de Balde bajo la atenta mirada de alguien. Fermín, Pablo y Xavi prefirieron dejar que sus amigos bailaran mientras ellos solo disfrutaban de la música mientras bebían sus vasos.

Ella sentía su mirada. Sabía que él la estaba observando bajo esas gafas oscuras que ocultaban el marrón de sus ojos.

—Voy por una bebida.

No esperó que Balde replicara. En realidad, no tenía sed, fue la primera excusa que se le cruzó por la mente para salir del pequeño círculo de sus amigos y mantenerse alejada de Pablo.

A Lola le frustraba todo el tema de Pablo por los miles de sentimientos que él causaba y no quería sentirlos por miedo. Y era irónico porque en un inicio ella fue la que se animó a dar el primer paso, pero ahora estaba huyendo de sus sentimientos.

Llegó a la barra de bebidas y pidió el primer refresco que se le vino a la mente. El barman dejó a unos centímetros de ella un vaso de vidrio y estiró su mano para tomar el vaso. Su mano chocó con el alguien más.

Se sintió avergonzada, había estado tan distraído y no se dio cuenta que no había sido para ella.

—Disculpa, pensé que era mío.

Lola se interrumpió a sí misma al observar a la persona.

—Lola.

—João.

João Félix, otra vez, volvía a coincidir con ella.

—¿Qué tal, João? ¿Cómo ha gustado Barcelona? ¿Todo bien en el equipo?

—Excelente, la ciudad es bonita y el equipo me ha recibido de una buena forma —mostro una pequeña sonrisa amable—. Viniste con ellos, ¿no?

—Sip. Idea de Xavi, mi amigo neerlandés —sonrió—. No sabía que ibas a estar aquí, los chicos no me dijeron nada.

—Ellos no sabían, al final decidí acompañar a mi hermano —señaló al chico que estaba sentado a unos metros de ellos.

—¿Y te va bien en el equipo? —preguntó interesada y, ahora sí, el barman dejó su pedido a sus manos—. ¿Has logrado adaptarte?

—Sí, Fermín y Ferran son muy agradables —Lola sonrió con ternura, no conocía a Ferran, pero sabía que era un buen chico—. Y bueno, tu novio al inicio me tenía odio, pero solo bastó con unos días de entrenamiento y ya llevamos bien.

Lola se atragantó con la bebida. João no tardó en dar pequeños golpes en su espalda.

—¿Estás bien? —le preguntó, preocupado, mientras le pasaba una servilleta.

Abrió la boca para decir algo, pero la cerró de golpe al sentir cómo un brazo rodeó su cuello. Sintió como su espalda chocó con el pecho de alguien más, acompañado el tacto de unos suaves labios sobre la piel de su mejilla derecha.

Sus mejillas ardieron y su respiración se aceleró. Aspiró ese aroma que tanto conocía y le gustaba, como también el tacto de esos labios y el suave agarre del brazo trabajado que rodeaba su cuello y acariciaba con delicadeza su hombro.

Princesa, te estaba buscando.

Lola observó a João, sin saber que hacer. Aunque el portugués solo tomó un último sorbo de su bebida antes de dejarlo encima de la mesa.

—Veo que tu chico ha llegado. Me encantó volver a verte, Lola —se levanta de su asiento—. ¿Qué tal, hermano?

—Muy bien, con los chicos disfrutando —señaló su cabeza hacia la zona donde estaba los demás—. A ver si ya mismo te acercas a saludarlos.

—Luego voy para allá —dice palmeando su hombro—. Nos vemos luego —agrega antes de irse.

—¿A ti qué te sucede? —pregunta Lola, separándose de su agarre, y sentándose de forma opuesta, dándole la espalda.

—Saludando a mi amigo de trabajo — explicó Pablo tomando asiento en el otro banquillo vació y quedando frente a ella.

—¿Y qué es eso de que soy "tu novia"?

—Era para no tuviera intenciones de coquetearte. No te vendría bien salir con él, ni siquiera supera a su ex.

—Pablo...

Su mano bajó por la mejilla de Pablo y se quedó ahí mientras acariciaba la misma con delicadeza. Los ojos azules de la cantante tenían un brillo que los hacía ver bonitos y penetrante que causaban nervios que encendían los nervios de Pablo.

—Está bien... Se lo dije porque estaba celoso —murmuró por lo bajo—. No me gustaba la idea de que se acercara a ti con esas intenciones.

—Pablo...

—Sigo enamorado de ti, Lola —admitió Pablo—. No me voy a quedar sentado viendo como alguien más trata de conquistarte.

Ese comentario causó que el corazón de Lola fuera tan rápido como si hubiese corrido por toda una cancha de fútbol.

Ella tomó su mano, acariciando la misma mientras lo observaba directamente a los ojos. No dijo nada, sin embargo, tampoco soltó su mano y sus ojos seguían mirándolo a él, lo que causaba que la piel de Pablo se erizara.

Era como si tratara de decirle algo que no se animaba a decirlo en voz alta.

¡Hellou!

Balde llegó quedando en medio de los dos. Apenas abría la boca y Lola pudo oler el fuerte olor a alcohol.

—¿Vamos a bailar? Fermín quiere romper la pista de baile, dice que esta es su canción favorita —dijo atropelladamente.

—Ya te pasaste de copas —lo empezó a regañar Lola, cruzándose de brazos—. ¿Dónde quedó el "no voy a tomar mucho"? Se supone que mañana tienes entrenamiento, Alejandro Balde...





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Cuando la tarde cayó, se dividieron en dos grupos para ir a diferentes lugares. En el caso de Xavi y Lola, fueron al supermercado a comprar una pequeña torta de vainilla mientras que Pablo, Fermín y Balde fueron a otro lugar a conseguir cosas para el picnic.

Sí, fue idea improvisada de Fermín realizar un picnic improvisado picnic en la noche en medio de la playa. Aunque a Lola le encantó la idea, no le gustaba del todo la hora, pero entre Balde y Xavi lograron convencerla.

Lola era el copiloto de Xavi, escribiéndose con Fermín, quién le contaba que Balde no de ser tan parlanchín debido a estar bajo los efectos del alcohol.

En cuanto estacionó el auto, Lola se bajó junto con la torta en manos, pero Xavi, luego de recibir una pequeña llamada, observó cómo su amiga se salió del vehículo.

—¿No bajas? —preguntó Lola, asomándose en la ventana.

—Fermín me ha dicho que ellos ya están en la playa y que le compre unas pastillas a Balde, que se siente un poquito mal.

—Uh... ¿Te acompaño?

Estuvo a nada de abrir la puerta del vehículo, pero la negatividad de Xavi la interrumpió.

—No, no, no —negó rápidamente con una pequeña sonrisa—. Digo, los chicos ya están en la playa. Tu adelántate, yo los alcanzo luego, no me demoro más de diez minutos.

—Bueno te espero allá.

Xavi arrancó el auto sonriendo genuinamente. No obstante, Lola tuvo la sensación de que él ocultaba algo y, tal vez, por eso arrancó el vehículo con rapidez. Ignorando aquello, la cantante fue andando hasta el camino del faro de lunes que la guiaban donde sería el picnic. Le sorprendió lo bonito que estaba decorado para ser una simple playa vacía, como las palmeras eran decoradas con luces amarillas y como el camino que le indicaba su destino eran piedras con luces.

Al final llegó y no vio a Balde ni a Fermín. Solo había una persona.

—Pablo...

—¡Sí te preguntaba ibas a rechazar! —fue lo primero que dijo, tratando se acercarse a ella.

—No lo iba a hacer.

—Claro que sí —replicó de vuelta. La pelinegra trató de caminar de vuelta de donde vino, pero Pablo se puso frente a ella, impidiéndole el paso—. Lola, solo quiero tener un momento contigo. Por favor, princesa. Cómo los viejos tiempos.

No respondió de inmediato. Su silencio fue doloroso para Pablo.

—Di que sí, Lola.

—Está bien —murmuró alejándose un poco—. Solo porque mañana es tu cumpleaños.

Pablo sonrió complacido.

—Vamos —tomó su mano y la guio hacia la manta—. He preparados algunas cosas que te van a encantar.

Con ayuda de Pablo, la pelinegra tomó asiento sobre un cojín y él se sentó a su lado.

—¿Y tú has preparado todo eso?

—Con ayuda de los chicos.

Soltó un suspiro. Volvió a observar el lugar. No se percató que sus labios se habían curvado en una pequeña sonrisa hasta que sintió un apretón por parte de la mano de Pablo.

Quiso decirle varias cosas... quizás acercarse a él y darle un abrazo hasta quitarle el aire de los pulmones o darle un beso, pero solo limitó a acariciar la mano de Pablo con su pulgar.

Bajo las estrellas de Barcelona, los minutos pasaron con rapidez. Estuvieron juntos sentados, hombro con hombro, conversando y picando la variedad de cosas que había en la mesa, y finalmente quedaron en silencio disfrutaron del sonido de las olas chocando y de los cantos de las aves.

La luz de luna, el sonido de las olas y el olor a playa causaban un ambiente relajante.

—Recuerdo como tú y los chicos se escapaban a altas horas de la Masia para ir a fiestas.

—Eran momentos épicos —Pablo soltó una risa—. No entiendo como nunca nos descubrieron.

—Lo que pasa es que tú tienes a la suerte de tu lado —espetó Lola, causando que Pablo sonriera con egocentrismo—. Nunca te atraparon cuando hacías alguna travesura.

Una pequeña risa se escapó de los labios de Pablo mientras murmuraba algo que elevaba su egocentrismo. Él notó que la mirada de Lola se suavizó y no miraba un punto específico. Conocía esa mirada perdida, estaba pensando en algo y supo que tenía razón cuando ella abrió la boca.

—¿No extrañas eso? Ser una persona normal —su voz salió en un pequeño e inseguro susurro. Él no contestó—. Solo digo, antes podía salir a tomar helado y bailar bajo la lluvia sin preocupaciones —se encogió de hombros sin poder quitar la mirada perdida de la arena—. Hoy debo de cuidar cada cosa que hago por ser conocido a nivel mundial. Hay una reputación que cuidar.

—Sí, lo extraño y mucho. Extraño ese tiempo de juventud y despreocupación, pero tampoco podemos quejarnos. Ambos estamos cumpliendo nuestros sueños.

—Claro —musitó—. Lo haces bien, ¿sabes? —volteó a mirarlo fijamente los ojos, podría mirar toda una eternidad el café de su mirada—. Jugar con el Barcelona a tan poca edad. Eres un ejemplo para cualquiera que ama el fútbol.

—Gracias, es lindo escuchar eso viniendo de ti —una chispa de lo que ella pudo identificar como alegría y satisfacción saltó en las pupilas del chico.

—Todos te lo dicen, Pablo —alzó una ceja—. ¿Cuál es la diferencia de que sea yo?

—Por eso mismo, eres tú, Lola —le regaló una pequeña sonrisa—. Eres una de las pocas personas que me conocían al inicio. Tus palabras de halago son como regalos preciosos.

Esas palabras causaron nerviosismo en Lola, tanto que tuvo que volver a mirar el mar. Su corazón latía con demasiada intensidad y el calor de sus mejillas estaba incrementando. Sólo necesitaba escuchar ese acento andaluz y su mundo volvía a brillar.

—Y también has hecho un buen trabajo —continuó él castaño—. Estoy orgulloso de que nunca te rendiste para cumplir tus sueños. Y eso no es todo, todavía hay muchas otras cosas que te faltan por cumplir.

—No me equivoco al decir que ambos estamos haciendo

—¿Sabes lo que yo recuerdo, Lola? —preguntó Pablo con una sonrisa—. Es algo que lo recuerdo muy bien.

—Déjame pensar —se quedó pensativa por unos segundos—. ¿Cuándo Fermín y Balde hicieron un desastre en la cafetería de la Masia?

—No me refería a eso... aunque obvio nunca olvidaré eso.

—¿Qué es lo que recuerdas muy bien?

—Nuestro beso bajo la lluvia.

Ella quedó paralizada, desestabilizada, pero también conmovida con su comentario.

—Sí, yo también lo recuerdo. Nunca podría olvidarlo.

Tuvo el atrevimiento de volver a mirarlo y sintió esas mariposas revoloteando por todo su estómago. Mantuvieron el contacto visual y fue roto por unos segundos, cuando Lola bajó la mirada a los labios de él.

—Perdón, Lola, pero no aguanto más.

—¿Qué cosa?

—Las ganas que tengo de besarte...

Pablo cerró sus ojos de golpe al sentir los labios de Lola sobre los suyos después de mucho tiempo y una fiesta de fuegos artificiales se hizo presente en su estómago.

La acción lo tomó de sorpresa, pero aceptó gustoso moviendo sus labios sobre los de Lola de forma lenta y dulce, saboreando cada parte de ella. Ella estaba tensa, sentía como sus manos temblaban de los nervios, pero se relajó cuando sintió la mano de Pablo acunando su cuello, trazaba líneas imaginarias con sus dedos por sus mejillas y su mandíbula. Y, de forma inconsciente, posó sus manos encima de los hombros del sevillano.

Pablo fue él que rompió el beso para tomar algo de aire. Sonrió al ver a Lola con las mejillas. Se relamió los labios mientras examinó su cara y acunó su rostro entre sus manos, acercándola hacia él, haciendo que sus frentes queden juntos.

Y ella sonrió bobamente al tenerlo tan cerca con esa sonrisa. Sentía una sensación inexplicable, verlo sonreír era como ver chispas volar.

Un ruido molesto los interrumpió. La alarma de un celular sonó.

Y Lola supo una sola cosa.

Ya era media noche.

—Pablo —ella tomó su cara entre sus manos—. Eres una de las mejores cosas que me ha pasado en esta vida —murmuró con sus labios rozando—. Feliz cumpleaños, bonito. 


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