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18

Si tenemos que decir cuando comenzó esta rara fijación en Forks para los Volturis, la mayoría ya sabemos. Desde que Carlisle dejó la guardia ellos han estado vigilando cada paso que dan los Cullen. Y la obsesión aumento con la llegada de Bella, y ni hablemos del nacimiento de Renesmee.

Aunque... había un vampiro en específico que ni siquiera le importaba los Cullen.

Su atención estaba fija en una manada de metamorfos.

Él se encargó de investigar todo lo relacionado con los quileutes. Aunque claro que fue difícil esconderle los detalles a Aro.

De igual modo, muchos ya suponían que a Alec no iba a Forks por los Cullen...

—¿Y si te acercas a él?

La voz de Jane rompió el silencio en la habitación.

—No es una opción. Es el territorio de los quileutes y además... Aro no debe saber esto.

—Yo... ese día, yo quería quedarme con ella. Quería quedarme ahí.

Alec bajo la cabeza.

—Si él se entera, nos asesinara.

—Somos sus joyas, debería mimarnos más.

Alec sonrió ante lo que dijo su gemela.

Eran parte importante de los Volturi. No creían que Aro los dejaría en el olvido fácilmente, demás de que sin ellos, la guardia tendría desventajas ante futuros enfrentamientos.

Al final, pensaban que Aro si les tenía cariño.

Ellos si lo querían como un padre, fue la única persona que les dio apoyo en el peor momento de sus vidas. Les dio un hogar, les dio familia, amigos...

Sin embargo como pasaba con cualquier padre, los hijos crecen y sus corazones se van aferrando a otra persona.

Jane tenía este sentimiento de querer correr hacia Julieta, quedarse ahí, en Forks. Alejarla del lobo con el que estaba y dejarle en claro cuánto la extraño.

Aún recordaba esos momentos.

[]

Julieta había llegado con los Volturi, estaba hambrienta y de algún modo, cansada. Es verdad que los vampiros no podían dormir, pero si necesitaban descansar. Relajar sus cuerpos muertos era importante.

Aro no tardó mucho en interesarse por la chica que tenía enfrente de él. Todos los ojos de la guardia estaban en ella.

Julieta se veía intimidante, sus ojos negros (mostrando que no se había alimentado por días) tenían un brillo peligroso. Su cabello perfecto y rubio estaba alocado.

Pero se seguía viendo perfecto.

Y su sonrisa, una sonrisa que podía competir con la sonrisa del mismísimo Caius. Los colmillos se hacían notar, filosos y letales.

Pero definitivamente su ropa era la más intimidante, tenía cenizas y sangre seca. Seguramente de varios meses atrás. Su ropa estaba sucia incluso de tierra y barro.

Julieta se veía salvaje.

Aro no perdió el tiempo, tomó la mano de la rubia alta entre sus manos y cerró los ojos deleitándose con las imágenes que la propia mente de la chica le ofrecía.

—Julieta...

Aro susurro un minuto después, dejo que las palabras salieran despacio. Saboreando el nombre, un nombre elegante, sin duda.

—Mi niña, el destino te trajo aquí. Tienes un don excepcional, veo que oíste hablar de nosotros. Hiciste bien en venir.

Aro volteo en la dirección de Heidi.

—Dale ropa limpia y asígnale una habitación.

Heidi asintió a las órdenes de Aro y posó sus ojos en Julieta esperando a que la rubia caminara hacía ella.

—Ve con ella, querida.

Jane persiguió con la mirada a ambas chicas saliendo del gran salón.

Todos tenían demasiadas preguntas en ese momento.

¿Quién era esa chica? ¿De dónde había salido? ¿Qué era lo que había visto Aro? ¿Cuál era su don para que fuera tan especial en segundos?

Muchas preguntas y pocas respuestas.

De hecho, más bien ninguna respuesta. Aro ni siquiera había mirado a Marcus y Caius en ese momento. Ambos estaban igual de perdidos. Caius mostró su cara de fastidio, mientras Marcus solo cerró los ojos.

Conocían los caprichos de Aro.

Félix y Demetri se miraban entre sí, en otra ocasión, Jane se burlaría de sus caras. Sin embargo, mientras Alec fruncía el ceño, Jane no había dejado de mirar por donde se había ido la rubia desconocida.

¿Qué era lo que había visto Aro?

Jane volvió a preguntarse.

Alec la sacó de su shook pidiéndole que la acompañara a su habitación para acomodar algunos papeles que tenía allí.

Los vampiros no dormían, pero como mencionamos antes, de alguna manera tienen que descansar. Todas las habitaciones del castillo eran grandes y tenían cama.

Claramente para algunos miembros de la guardia con pareja, estas camas servían mucho. Pero para Jane y Alec era pérdida de espacio.

Por lo general siempre estaban en el salón de los tres tronos, alerta por lo que les dijera Aro. Nunca se iban de lado de sus amos.

—Muy bonita...— Jane salió de sus pensamientos al escuchar a Félix. Volteo inmediatamente a mirarlo.—Algo sucia y harapienta. Pero se ve salvaje, eso me gusta.

Jane no espero a que Félix volviera a abrir la boca.

—Dolor.

El gigante Volturi no tuvo tiempo ni a reaccionar, se dobló con dolor. Gritando y suplicando.

—Concéntrate en tu responsabilidad, hay que vigilarla para ver si no significa algún peligro para nuestros amos.

[]

Recordó los sentimientos que creía muertos.

Lo primero que sintió fueron celos y envidia. Celos de todos aquellos que miraban a la chica desconocida, que la miraban más de lo que debían y con intenciones malas.

Y la envidia llegó cuando vio a Aro concentrarse en ella. La mimaba y en poco tiempo la chica había tenido una posición importante en la guardia.

Alec y Jane se sentían olvidados.

Pero después llegó a su mente como se sentía cuando empezaron a hablar.

Julieta era...

Fantástica, maravillosa, un ser fuera de este mundo. Valiente, arrogante, cruel, hermosa, poderosa, ¿ya dijo hermosa?

Habían pasado solo dos meses de la aparición de la española en la guardia y para muchos era una gran sorpresa verla pasearse por todo el jardín de la mano de Jane y Alec.

Hablaban y reían, todo era fantástico.
Además, Jane aún recordaba la cámara vieja que ella y Alec consiguieron.
Habían tomado fotos, retratado cada recuerdo.

Durante años trabajaron juntos, iban a misiones y se cuidaban la espalda.

Eran temidos, porque nadie conocía a Julieta. Ningún aquelarre fuera de Italia sabía de la existencia de la vampiresa. Sabían que había una tercera joya bastante aterradora y poderosa.

En realidad, a donde sea que iban, Julieta no dejo ni un sobreviviente. Nadie podía contar con detalle cómo era ella.

Eso hizo que muchos vampiros temieran aún más a los Volturi.

Y por consecuencia, Aro le exigía mucho más a Julieta.

Inconscientemente, Jane sacaba todas las fotos. Algunas de ellos tres, otras de Julieta sola y una que otra de ella. (1)

Venían los recuerdos tristes.

[]

Después de una misión a la que sólo fueron Aro, Marcus y Caius en compañía de las guardaespaldas personales de Aro; Renata y Julieta.

Jane no supo qué pasó. Solo recordó que sus tres amos habían llegado furiosos al igual que Julieta.

Renata en cambio sólo se había inclinado con respeto y se había retirado del gran salón.

Julieta estaba llena de sangre, y se veía mal. Sus ojos mostraban la misma locura que la que había mostrado la primera vez que llego a la mano de los Volturi.

—Diles que se vayan.

Las palabras de Julieta habían salido en voz baja. Pero para el oído vampírico se oía fuerte y claro.

—Julieta, estás furiosa. No puedo ni permitiré que mi guardia se vaya, ellos están para protegerme en todo momento.

Julieta camino de un lado a otro, al mismo tiempo que movía las manos con una furia contenida.

—DILES

Jane sintió un escalofrío al escuchar la voz de la otra chica.

—QUE

Ella se estaba acercando a Aro...

—SE

Apuntó a toda la guardia...

—VAYAN.

Jane abrió los ojos a más no poder y pasó saliva con fuerza al ver cómo Julieta le gritaba en la cara a Aro.

En realidad, todos estaban igual que Jane.

Hasta Caius tenía un rostro de sorpresa total.

Toda la guardia pensó lo mismo, "la matarán". Sin embargo pasó algo que nunca nadie pudo predecir. Los ojos de Aro...

Los ojos de Aro mostraban miedo.

Alguien estaba haciendo temblar al mismo hombre que hacía temblar al mundo vampírico.











[ . . . ]









Después del momento tan tenso, Aro había dado la orden de que todos salieran del gran salón. Con obviedad, muchos se negaron a hacerlo, pero Aro volvió a insistir.

Alec y Jane habían salido de ahí confundidos y temerosos.

Sabían lo que Julieta era capaz de hacer con su don. Al descubrirlo ambos no tardaron en comprender porque era la joya más brillante de la guardia.

Julieta dejaba salir una bruma casi idéntica como la de Alec, esta era de color escarlata y formaba un escudo. Un escudo físico, como el de Renata. Pero de alguna forma mejor y más fuerte. Además de que esa misma bruma podía mover cosas e incluso personas.

Telequinesis.

Con razón Aro se veía asustado.

Después de varias horas, por fin salió Julieta. No miro a nadie, ni siquiera a los gemelos. Solo camino rápidamente a su habitación para recoger sus cosas.

—¿Qué pasó? —Demetri dijo con confusión.

Jane se preguntó lo mismo, sin embargo no tenía tiempo para quedarse ahí con cara de tonta y las dudas en su cabeza. Siguió a Julie.

—¿Qué es lo qué pasó ahí dentro? Juls...

La ignoro por completo y siguió recogiendo sus cosas.

—Juls, ¿qué esta pasando? Mi vida...— Jane había estirado su mano para sujetar el rostro de Julieta pero esta la detuvo con agresividad.

—No. No me llames así, me iré. Me voy a ir Jane, pero podemos irnos... juntas. No dejes que Aro te quite tu libertad.

—¿Cómo que te irás? Aro nos da todo aquí, él nos ha ayudado.

—¿A QUE COSTÓ JANE? ACABO DE ASESINAR A UN BEBÉ HUMANO.

Jane parpadeó.

Julieta jamás le había gritado, ni mucho menos le había hablado con ese tono tan lastimado y que mostraba las ganas que tenia de llorar la otra rubia.

—Aro... él nos llevó con una familia humana. El hijo menor se había convertido, un neófito con un control excelente. Su familia aún era humana. Él platico un rato con él y de un momento a otro le rompió el cuello.

Julieta tenía lágrimas en los ojos.

—La familia grito e intento atacarnos, pero acabamos primero con ellos...

La voz de Julieta estaba completamente quebrada.

—Había una bebé en esa casa, tal vez de unos 7 meses de nacida. Era una criatura chiquita, frágil...

Jane sintió su corazón encogerse al ver como Julieta se abrazaba a si misma.

—Aro me ordenó que la matara. Yo... lo hice.

Julieta se derrumbó en el piso y Jane no sabía si a los vampiros les podía dar ataques de pánico. Pero Julieta estaba teniendo uno.

Respiraba, como si lo necesitara. Sus ojos aún seguían siendo lágrimas pero estas jamás salieron de sus ojos. Se veía hundida en un sufrimiento profundo.

Por primera vez el corazón muerto de Jane empezó a sentir tristeza.

Se arrodilló junto a Julieta y la abrazó. La abrazó mientras le ofrecía palabras cariñosas.

Se quedaron así durante largos minutos hasta que Julieta rompió el abrazo y se levantó.

—Necesito irme, me iré... yo, yo ya no puedo estar aquí, ya no más.

—Espera, ¿que dijo Aro? Te podrías meter en problemas si te vas sin decirle.

—Hable con él, le avise. No necesito su permiso, me iré.

Jane detuvo a la otra chica sujetándola por los hombros.

—Te pueden hacer daño, no... espera, tenemos que-

—Tenemos nada, la decisión ha sido tomada Jane. Y si alguien intenta perseguirme lo asesinare. Lo siento mucho, ya no quiero seguir así.

—No me estás contando todo, dime que es lo que está pasando, Julie... te amo mucho no quiero que te vayas. No quiero que me dejes sola.

Julieta sujeto la cara de Jane entre sus manos.—Yo no me quiero quedar y tú no te quieres ir, Jane no te obligaré a que vengas conmigo, así que agradeceré a que tampoco me obligues a quedarme. Necesito alejarme de aquí, tome una mala decisión y ahora estoy sufriendo las consecuencias.

Jane sentía sus ojos húmedos, sentía la picazón. Pero como a cualquier vampiro le pasa, las lágrimas jamás salen.

—Juls...

—Lo siento.

—Julie, no.

Esta vez, Julieta no contestó y solo recogió sus cosas.

—Julieta, por favor...

Salió de la habitación cerrando la puerta con fuerza. Dejando a la más pequeña encerrada y tirada en el piso, en posición de ovillo.

Jane sentía algo quemarle el interior.

¿Así se sentían las personas a las que torturaba?

—¡JULIETA!

Un sonido desgarrador salió de su garganta haciendo que Alec se preocupara y corriera a por su gemela.

Y más a la distancia...

Julieta solo cerró los ojos por un momento para después volverlos a abrir y acelerar su paso.




(1) aquí están las fotos a las que se refería Jane:

💖espero que hayan llorado uwu

Por obvias razones, les cambiare la edad a Jane y Alec. Ambos tendrán 17.

Me encantaría que comentaran muchísimo, realmente me relaja y divierte leerlos 🫶🏼
Nos vemos luego ✨

✨ ASHLEY ✨

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