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07

No volví a hablar con Julieta, ella me dejó en paz. Sabe que soy terca y que no me rindo fácilmente.

El territorio era mío, lo tenía ganado. Era un estúpido sentido lobuno el que me decía una y otra vez que demostrará quién era la líder.

Pero no lo dejaba salir a flote debido al miedo de parecerme a Jacob Black. Nuestra forma lobuna eran iguales y mi mente me repetía que si Reneesme se enamoraba de mi no iba a ser por parecerme a ese perro callejero.

Por lo general los lobos suelen ser impulsivos ante sus instintos, ellos les dicen que hacer y los lobos tratan de seguirlos la mayoría de veces. Pero sé que también soy humana y tengo cerebro para pensar antes de actuar.

A veces.

Ahora, mi instinto estaba flotando en otra galaxia. En la galaxia en dónde la chica Cullen era protagonista de mis sueños, era dulce y hermoso. Tanto que mi lobo lloriqueaba ante la mínima idea de perderla. Era asombrosa la conexión que sentía con ella incluso sin un lazo de impronta que nos hiciera pareja o cercanas.

Este sentimiento iba más allá que eso, no la quería por qué el destino lobuno así lo marco. La quería porque mi parte humana también la necesitaba.

Jacob Black no iba a quitarmela, no después de que él la tuvo tanto tiempo y nunca le dió el cariño verdadero que ella merecía. También tengo completamente claro que Renesmee no es un objeto, ella tendría la última decisión de aceptarme.

Pero nunca Jacob, no él.

Julieta estaba enojada conmigo, pero no el típico enojo grosero y estridente. Si no, el frío y calculador enojo tan normal en ella. En Julieta, su silencio era más escalofriante que sus gritos.

Mis hermanos en cambio me miraban con cariño, sabía que podría contar con ellos en cualquier situación. Por lo general le escondíamos muchas cosas a María, la cual tampoco es que tuviera tanto tiempo en hablar con nosotros. Se la pasaba haciendo tareas y leyendo libros de diferentes materias. Sentía su estrés, ella realmente estaba concentrada en ser la mejor de la clase.

En cambio, yo ni siquiera recordaba cuántas veces había estudiado todo eso. Ya había llegado a mi límite de leer tantas veces el mismo libro de historia y matemáticas. Ahora mi mente estaba concentrada en el sentimentalismo más puro y tonto. El enamoramiento.

Quizás mi vida era lo que muchas adolescentes deseaban.

Mi mente era más que un charco de agua o un río, era un océano profundo en el cual fácilmente me perdía en mis pensamientos. Y aún peor mi corazón. Sentía tanto y tan poco a la vez.

Volví a la realidad cuando Emiliano me ofreció un vaso lleno de jugo de naranja junto a unas gelletas de chocolate. Sonreí con entusiasmo y al oler el chocolate mis pensamientos se fueron tan rápido como vinieron.

¿Querías hacerme callar? Dame chocolate y mi silencio es todo lo que obtendrás. Porque estaré ocupada llenando mi boca.

Sujete el vaso y el plato con fuerza. Solté un pequeño gemido de satisfacción al sentir el chocolate en mi boca. Maldito manjar de los Dioses.

-¿Están buenas? Las hizo Julieta.

En ese momento pare de comer y mire a Emilio con mis ojos transmitiendo alarma y miedo.

-No te preocupes, estoy noventa por ciento seguro de que no les puso veneno.

Solté una pequeña risa masticando lo poco que tenía en la boca.

-Ese porcentaje me hace sentir segura.

Emiliano me miró por un largo rato, sabía que quería decirme algo pero no sé atrevía.

-Dilo, que no estás a favor de mi decisión. Simplemente acaben con esto, y déjenme hacer lo que tengo que hacer.

-Ximena... Si nosotras te dejáramos hacer lo que tienes que hacer no seríamos tus padres. Es nuestra responsabilidad sujetarte ante de que te avientes al barranco.

-¿No es su responsabilidad que sea feliz?

-¿Tú idea de felicidad es aventarte de un barranco? Además, sigues siendo una cachorra en esto, queremos que seas feliz pero con el mínimo daño que el mundo te pueda hacer.

-Sabes que evitar que un alfa tenga a su impronta es básicamente aventarse de un barranco.

Emiliano suspiró con cansancio.

-Estas creando una guerra de manadas.

-No, esto no tiene nada que ver con los demás. Es solo entre Black y yo.

-Lo sé, pero es inevitable. Todo lobo sabe lo que es una impronta y lo que duele perderla así que todos pelearán para que su alfa no sufra. Y yo como alfa no dejaré que te hagan daño a ti. Es el instinto protector.

Empecé a lagrimear, sabía que esto era un suicidio. Si pensaba en el pasado por un momento en meterme en una pelea de estas por una híbrida, se me haría una estupidez. Pero ahora el sentimiento de tenerla a mi lado era más grande que el sentimiento de peligro. La suave voz de Emiliano me calmo.

-Piensa bien en lo que harás, eres loba marcas territorio, pero también eres humana... La comunicación está a ti alcance. Sé astuta y sabía.

Una guerra, una pelea, una batalla.
O una charla.

Debía cuidar mis pasos si quería cuidar a los que amaba.

[ . . . ]

Me repetía una y otra vez lo mismo, estaba viendo el techo de mi habitación al estar acostada en mi cama boca arriba. Todo el tiempo tratando de decidir cada una de las palabras con las que podría llegar a un acuerdo con Jacob Black.

Era algo difícil, la impronta de un lobo puede pasar a ser algo tan diferente que a una pareja sentimental. Puede ser un lazo fraternal o parental, incluso las improntas varían dependiendo las circunstancias y los años.

Era terca, si. Porque mi mente me insistía en la posibilidad de que Jacob no amaba a Reneesme. La quería como a una hermana o una amiga.

En cambio, yo la quería para la eternidad. Yo no moriría por ella, yo mataría para que nada le haga daño.

-Que cursi.

Asustada, salte de la cama.

-Cata, ¿Qué chingados te pasa?

Catalina soltó una risa alegre ante mi susto, se sentó junto a mi en la cama y me miró con una ceja levantada.

-Es muy obvio, además... Madre y padre van a tener que aceptar en ir a la casa Cullen. Ya que no solo es una, si no dos personas enamoradas.

Al principio no entendí y al final entendí menos con la mano de Catalina en mi cara la cual puso una seña de "dos".

-¿Qué?

-¡AY, POR UN CARAJO XIME! Si que estuviste demasiado distraída con Reneesme. - Catalina me miró con una sonrisa tan grande que mi incomodidad se debió notar. -Mi impronta es Alice Cullen.

Allí es dónde dejé mi cara de incomodidad.

-Ya sabía, de hecho creo que no debes gritarlo. Toda la familia sabe, eso no se oculta, menos a una lobo completa.

Ella levantó ambos hombros y los volvió a bajar dándole menos importancia a la información que había soltado.

-Igual lo gritaré a los cuatro vientos, no me importa si ya saben.

Catalina, tan entusiasta como siempre. Sabía que si por ella fuera, saldría a las calles con un megáfono a gritar que estaba enamorada.

-Sorprende mucho que ambas nos hayamos enamorado de dos integrantes de la misma familia. - Dije en un pequeño susurro -¿Qué sigue? ¿Emmett y Javier?

Catalina soltó otra risa risueña a lo que había dicho.
-No creo...

-Tienes razón, ¿Viste a la rubia con la que platicaba? Rosalie... Podrá tener una actitud de mierda pero eso no le quita lo atractiva.

-Yo catálogo en actitud de mierda a la madre de Reneesme... Sin ofender. Sé que tal vez no quieras hablar mal de tu futura mami suegra.

Suspiré cansada al escuchar las burlas de Catalina.

-Cállate.

Ella me lanzo una almohada en la cara a lo que rápidamente yo me avente arriba de ella para tumbarla de la cama.

Vamos a ver quién gana la pelea.

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