La amiga de Spreen
Spreen intenta entender la preocupación de su padre con respecto a las amistades que tiene, pero aún sigue sin verle lo malo a que la mayoría de sus amigos sean chicos.
No solo estaban Roier y Carre incluidos, ya había creado una amistad con varios de la cuadra y los castaños hasta le habían presentado a amigos suyos para crear un especie de pandilla.
Incluso Mariana y Aldo eran amigos suyos al convivir tanto luego de la escuela.
Aunque, bueno.
Debido a cierto incidente ya entendía porque era mejor tener al mctrio (como se hacían llamar Roier, Mariana y Aldo) separados.
Solo una vez los dejó a solas y quemaron un árbol de su jardín.
Y no.
No encuentra una explicación lógica cuando lo único que tenían a la mano eran dos piedras y una cuerda.
Aunque los lentes de los chicos pudieron tener algo que ver si lo pone en el tema.
Ahora volviendo a lo importante.
¿No se supone que sus padres querían que fuera amigable?
Porque lo es.
Además ya casi no está encerrada en su habitación jugando videojuegos.
Prefiere salir con los chicos a andar en skate, jugar básquet, fútbol.
O solo mirar el cielo y ver figuras raras en las nubes.
Lastima que Veg, su padre.
Ahora estaba negandole el salir hasta que le presentará a una amiga.
Una niña.
¿De dónde iba a sacar a una chica que quisiera fingir ser su amiga?
Si todas las demás parecen odiarla.
Duda haberles dado razones para ello.
Solo que las niñas son raras.
Incluyendola a ella.
Se quedó viendo por la ventana intentando que un milagro sucediera.
Sintiéndose confundida cuando vio a una niña de cabello castaño acercándose hasta su casa.
Dudó en salir de su habitación.
Ojalá no fuera alguna compañera suya queriendo acusarla de algo que quizás si hizo, pero sus padres no tenían porque enterarse.
— ¡Mi niña, baja por favor!— escuchó a su padre llamarla desde la planta baja.
Bueno, parece que no es lo que piensa.
Por ahora.
¿Quién sería realmente esa castaña?
Le parecía familiar.
(...)
Sus ojos se abrieron con sorpresa al darse cuenta a quien tenía enfrente.
¿De dónde sacó Roier esa peluca y la ropa?
Se veía lindo.
Y debe admitir que el color rojo le queda muy bien.
— Spreen, se me hizo raro no verte estos días en el parque así que le pregunte al lindo, divino, precioso...— tuvo que callarse al notar la mirada que la morena le daba.— A Roier si sabía que sucedía y bueno, me dió tu dirección. Espero eso no te moleste.
Vegetta estaba demasiado feliz por ver que su niña si tenía amigas.
No es que tener puros niños sea malo, pero le faltaba un toque femenino.
Y es que él se sentía un poquito culpable por el tipo de crianza que habían tenido.
Todo era con cosas masculinas; videojuegos, máquinas de hacer ejercicio, deportes extremos.
Lo único "dulce" era tener muchos gatos.
Quizás por ello Spreen era tan... Así.
Que a veces hasta ellos mismos olvidaban su género
— Mi niña. Si quieren salir yo no tengo problema. Melissa ya me contó que tenían una salida de amigas para ir al centro comercial y comprar ropa. — sacó su cartera dándole unos cuantos billetes. — Quizás ella te ayude a comprar ropa linda.
La morena se quedó en plan : ¿De verdad se está creyendo esto?
¿Solo bastaba una peluca y ya?
Debió pensar en ello hace días entonces.
Tomo el dinero pensando en que podían mejor usarlo para ir a los videojuegos o ver si le alcanzaba para una nueva patineta.
Su padre no tenía porque saber sus verdaderas intenciones.
Ya luego podría inventarle que la ropa no fue de su agrado y prefirió ahorrar el dinero.
— Vamos Spreen. Que no queremos que se haga más tarde.— Roier, digo, Melisa, le tomó de la mano causando un ligero sonrojo en ambas "niñas".
Y ya sin perder tiempo salieron hasta al parque dejando a un Vegetta muy emocionado.
Lastima que no duró mucho.
— Y dices que el tontito soy yo.— comentó Rubius detrás suyo con Wilson en brazos.
— ¿Por qué dices eso, Osito?
— Veg, ¿No se te hizo conocida esa niña?— lo vio negar sin entender a que se refería.—Quizás que se parece bastante al niño de enfrente.
El moreno lo pensó unos segundos.
Tenía que admitir que si tenían un parecido.
Esos ojos grandes y expresivos.
La naricita de botón.
— ¿Roier tiene hermanas?
Rubius le daría un golpe en la cabeza por bobo pero tenía un gato gordo aún en las manos.
— Ah no, no tiene.— se respondió así mismo.
Castaña, ojos grandes, nariz de botón, fanática del color rojo.
Ahí entendiendo todo quiso y salir corriendo detrás de su hija, para su mala suerte fue detenido por su esposo.
— No sé porque empezaste con esto de que Spreen necesita amigas.
Tiene amigos, ¿Y qué si son niños?
Ella no es delicada. No se va a romper por subirse a un árbol. Jugar a las luchas o lo que sea. — le vio agachar la cabeza como perrito regañado.— Y tienes que admitir que es un gran gesto que Roier se vistiera así para poder verla.
Tuvieron que llegar a ese extremo para poder ir a divertirse.
El moreno suspiró teniendo que darle la razón.
Puede que se obsesionara mucho con la idea de que Ivanna necesitaba ese toque de flores en su vida.
Si ella era feliz, ¿Por qué cambiarlo?
Ya quizás un día si le presentase a una amiga real.
Alguien que entendiera su particular actitud.
No tenía porque apresurarse.
Y vale.
Roier le mostró que tanto quería a Spreen como para vestirse así.
Aunque a veces dudaba que no fuera cosa suya eso de los vestidos y las faldas.
Jura haberle visto junto con Carre usando esas prendas antes.
— Y ya que tenemos la casa para nosotros dos.~— se acercó coquetamente a él, no sin antes bajar a Wilson porque no tenía que verlos así. Sus gatos no necesitaban más traumas.
— Ponte el traje de policía y te veo arriba.— le dió un pequeño beso ya sabiendo a donde iba todo esto.
Oh Spreen.
Sera mejor que no vuelvas a casa en un par de horas porque luego no verás el Twister o a los policías de la misma forma.
(...)
— Así que... ¿Melissa? — preguntó aguantando las ganas de reír.
— Fue lo único que se me ocurrió. Rivers no estaba en casa para pedirle el favor y bueno...— estaba avergonzado pero volvería a hacerlo de ser necesario.— parece que funcionó. Ya tu papá te dejará en paz por un rato.
Spreen soltó una pequeña risita mientras le quitaba la peluca a Roier y le daba un beso en la mejilla.
— Gracias capo. Eres un gran amigo.
— Cuando quieras.— susurró emocionado por la muestra de afecto.
— Aunque, ¿La falda era necesaria?
Pudiste ponerte un short o esos pantalones con mariposas.
Roier levanto un poco la pierna mostrando sus calcetas llenas de olanes y moños.
— Tenía que combinar.— contestó como si fuera lo mas obvio del mundo— Y ya que me debes un favor. Solo necesito que les explique luego a mis padres que esto de vestirse así fue para ayudarte. Ya andan pensando que salí del closet.
Se tuvo que tirar al suelo por la risa.
Ya no pudo aguantar más.
Si que Roier era especial.
Muy especial.
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