— Así que... ¿No tienes idea de quién puede ser?- pregunto la albina a su mejor amiga que estaba sufriendo una crisis teniendo su mirada fija en un sobre amarillo pálido que se le fue entregado hace cuatro días y se encontraba arriba de la mesa de la cafetería; dónde se encontraban ellas ahora mismo.

Era un día antes de San Valentín; el día donde muchas parejas nacían, comías chocolates a montones si tenías suerte al igual el poder recibir regalos, aunque estaban esos casos extremos dónde la persona hacía que su Valentín haga un recorrido por distintos lugares para descubrir su identidad por qué está era anónima; una molestia para Lisbeth siendo este su caso.

No la malentiendas, pero le sorprendió de sobremanera el echo de recibir una confesión siendo que no están popular entre los chicos y justo ahora tenga que hacer una buscada por quien sabe que sitios y tener que rechazar posiblemente a esa persona; porque si, ella no estaba interesada en estar en una relación de lo que podría ser un enamoramiento externo siendo que no habla mucho con las personas y si de amigos hablamos puede contarlos con una sola mano.
Tenía miedo de que aquella persona se haya echo una idea equivocada de ella y cuando la rechaze la pueda tratar de insensible, engreída, superior u otras cosas solo por eso. Se ha dado cuenta que hay mucha presión social para aceptar a la persona que se te declare y si no aceptabas eras horrible.

Mirando a su amiga, la peliroja abría su boca para hablar, pero fue interrumpida de inmediato.

— No hace falta que lo digas, obviamente te voy a ayudar con esto.- dijo con una sonrisa.

Eso la calmo, Shirley sabía cómo hacerlo.