Un nuevo día comienza, Vida camina tranquila por los pasillos de la escuela, piensa en su nuevo plan macabro, hasta que se detiene al visualizar a Nate, así que va hacia él.

―Hola. ―Se sonroja―. Aún no me has dado mi respuesta ―ella exige.

Él deja de mirar su celular y levanta la vista mientras lo guarda. Tiene la mirada perdida en sus pensamientos, por eso no sonríe como siempre.

―Ah, cierto ―exclama a lo bajo.

Vida lo observa detenidamente.

―¿Estuviste llorando?

Se sobresalta.

―¿Qué?

Frunce el ceño.

―¿Quién le hizo algo al chico más lindo y bueno del colegio? ¡Dime y lo golpeo! ―exclama con furia.

―No estuve llorando ―miente y encima se ofende.

―¡Dime y lo haré sufrir! ―insiste y sube la voz.

―¡He dicho que no! ―Se sonroja, pero sigue enojado.

Se ponen a discutir.

―¡Dime, Nate!

―¡No!

―¡Qué me digas!

―¡He dicho que no, cállate!

―¡No me callo nada, dímelo!

―¡No es no, Vida!

―¡Dímelo ahora!

―¡Cállate, he dicho!

―¡No me callo nada!

―¡¿No te callas?! ¡Bien! ¡Yo te voy a callar! ―La agarra de las manos, la empuja contra la pared, la besa y ella le corresponde, terminan en un beso largo, que los deja sin respiración―. Ahí tienes tu respuesta. ―La suelta, se gira y se va enojado.

Vida se toca los cachetes, por el calor que recorre todo su cuerpo. Completamente sonrojada, suspira feliz.

―Oh, Nate.

Sus sueños se han vuelto realidad, está por completo enamorada.