¡Bendiciones a ti que estas leyendo esto!
No importa si es ahora o dos años después de haberlo publicado.
De verdad, deseo que Dios bendiga tu vida y tu familia.

Hace tres días iba de camino a la universidad. Todo iba bien. Había estudiado, hecho mis tareas y puesto mi vida en las manos de Dios. Pero en mi oración no le dije que me prepara por cualquier situación que se presentara en ese día.
Y eso fue lo que sucedió.

Mientras iba en el transporte público, tuve la desdicha de ver como alguien sufrió un infarto.

Me aterre, me congelé, me asuste y justo en ese momento quise estar en mi casa.

No puedo dejar de pensar si la persona que sufrió esto era cristiana, si había orado antes de salir, si vivió y si lo hizo; si agradeció a Dios por la oportunidad.

No sabemos cuando será el día que Dios nos llame. No sabemos cuando ni como.
Hoy puedes estar leyendo esto, yo puedo estar escribiendo esto justo ahora, pero no sé si mañana abriré mis ojos otra vez.

Yo no sé que será de mi mañana.
Tu no sabes que será de ti mañana.

Es por eso que hoy te animo a que siempre lleves una vida de santidad a Dios.
Guardate para Dios.

No dejes que los engaños y suciedades de satanás te roben esa salvación tal valiosa que Dios te ha regalado gratuitamente.
No desperdicies tu vida. Haz cosas buenas. Sé feliz en Cristo.

Eres importante para Dios.

Y si andas bien en su camino, la muerte no va a ser motivo de tristeza, sino de felicidad al saber que ya estas con tu creador.

Sabemos la fecha de nuestro nacimiento.
Pero no sabemos la fecha de nuestra muerte.
Así que, sé santo, así como Él es Santo.

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