Mi soledad
El sonido del aceite chisporroteando en la sartén llenaba el pequeño departamento, rompiendo el pesado silencio que parecía haberse instalado en cada rincón del lugar. Era un espacio modesto, muy alejado del esplendor y la magnificencia que alguna vez definieron la vida de Stolas. Las paredes, desnudas y apenas cubiertas por un par de cuadros baratos que mostraban fotos fotografiadas de la vida personal del imp, que parecían absorber la melancolía que emanaba de su único ocupante.
Stolas estaba sentado en un sillón desgastado, con los hombros encorvados y las plumas de su cuello más apagadas que nunca. Su mirada estaba fija en la mesa de centro, donde descansaba un libro que no había abierto en semanas. Desde que lo habían despojado de su título, su palacio y, lo más doloroso, de la cercanía con su hija Octavia, cada día había sido un desafío para simplemente existir en ese frío lugar desesperador
En la cocina, Blitz movía una espátula con movimientos automáticos. Había decidido quedarse con Stolas después de todo lo sucedido, aunque no lo admitiría en voz alta. Para él, cocinar unas tostadas fritas era lo menos que podía hacer. Blitz no era el tipo de persona que se sentaba a hablar de emociones o a ofrecer consuelo verbal, pero su presencia constante y sus pequeños gestos hablaban por sí solos.
El aire estaba impregnado del aroma de mantequilla y pan frito, pero eso no lograba distraer a Stolas de sus pensamientos. Sentía un vacío constante en el pecho, como si una parte de él hubiera sido arrancada de raíz. Había días en los que apenas podía levantarse de la cama, y noches en las que se encontraba mirando al techo, deseando que todo terminara.
El leve tintineo de un celular vibrando en la mesa de la cocina llamó su atención. Blitz, concentrado en voltear las tostadas, no pareció notarlo. Stolas observó el aparato con curiosidad, un destello de algo, quizás fue distracción o desesperación pasando por sus ojos.
Pero algo dentro de su mente le inquietaba algo, queria intentar ver que es lo que era
Levantándose con lentitud, como si cada movimiento fuera una carga, se acercó al celular. La pantalla iluminada mostraba una serie de notificaciones, pero lo que más llamó su atención fue un nombre que aparecía en la lista de contactos recientes: Asmodeus.
Stolas tragó saliva. El nombre del demonio de la lujuria le evocaba una mezcla de inquietud y esperanza. Asmodeus era conocido no sólo por su poder, sino por su capacidad de influir en las vidas de quienes se atrevían a pedirle ayuda. Pero, ¿qué opción tenía? Había tocado fondo en esto, y el tambien lo habia ayudado con el asunto de Fizz.
Sin pensarlo demasiado, desbloqueó el teléfono sabía que Blitz no se molestaba en poner contraseñas complicadas que comenzó a escribir rapidamente. Sus manos temblaban mientras formaba las palabras:
"Asmodeus, soy Stolas. necesito tu ayuda.Por favor, si puedes hacer algo por mí, te lo agradeceria eternamente."
Antes de arrepentirse, pulsó "enviar."
El nudo en su garganta se hizo más grande, pero no tuvo tiempo de pensar demasiado en su decisión. Blitz, que había terminado de preparar las tostadas, entró en la sala con un plato en la mano.
—¡Mira quién finalmente se dignó a levantarse del sofá!—dijo Blitz con su tono habitual de sarcasmo, dejando el plato sobre la mesa de centro. —Te hice algo para comer, no puedo dejar que te mueras de hambre, ¿sabes? Sería muy deprimente tener que explicar eso.—
Stolas no respondió de inmediato. El peso de lo que acababa de hacer lo mantenía inmóvil, pero rápidamente ocultó el celular tras su espalda y trató de componer su expresión. Blitz frunció el ceño al notar la rigidez en el rostro de Stolas.
—¿Qué estás escondiendo?— preguntó, su tono más serio de lo habitual.
—¿Esconder? No, nada en absoluto.—respondió Stolas, aunque su voz detonaba su nerviosismo.
—stolas.— dijo Blitz, cruzando los brazos. —Si has estado husmeando en mi celular, más te vale no haber escrito nada raro.—
—La última vez que alguien lo hizo, terminé con una cita desastrosa y un par de amenazas de muerte.—suspiro.
Stolas apretó los labios, sintiendo cómo la vergüenza lo cubría como una manta pesada. Finalmente, extendió el celular hacia Blitz, sin decir nada.
Blitz tomó el aparato y leyó el mensaje en silencio. Su expresión pasó de confusión a incredulidad, y finalmente a algo más que era algo difícil de descifrar, talves.., preocupación.
—Asmodeus?—dijo, levantando la vista hacia Stolas. —¿Qué demonios estás pensando? ¿Pedirle ayuda a él?, es enserio stolas, de todos los idiotas a el??!—
—blitz, yo... no tenía otra opción.—respondió Stolas, su voz quebrándose. —He perdido todo. No puedo seguir dependiendo de ti para todo, no es justo. Necesito encontrar una forma de levantarme, de recuperar algo de lo que era.—
Blitz dejó escapar un suspiro, pasando una mano por su cabello. —Maldita sea stolas. Sé que las cosas no están bien, pero recurrir a alguien como Asmodeus... no es exactamente la mejor idea. Ese tipo no hace nada gratis, y sus favores siempre vienen con un alto precio.—
—¿Y qué otra opción tengo?— replicó Stolas, su tono más desesperado de lo que pretendía. —No puedo seguir viviendo así, Blitz. Cada día es un peso insoportable para mí!,si no hago algo ahora, no sé cuánto más podré resistir.—
Por un momento, el silencio llenó la habitación. Blitz, que rara vez mostraba vulnerabilidad, parecía estar luchando con algo internamente suyo.Finalmente, se sentó en el sofá junto a Stolas y cruzó las piernas.
—Mira.—dijo, su tono más suave. —entiendo que estés en un mal lugar, pero no quiero que hagas algo que pueda destruirte más de lo que ya estás. Si necesitas tiempo para recuperarte de toda esta mierda, lo tendrás. No me importa cuánto tiempo te tome..,me dara igual.—
Stolas lo miró, sorprendido por la sinceridad en sus palabras. —"¿Por qué haces esto por mí?"—
Blitz desvió la mirada, incómodo. —No me hagas preguntas tan difíciles, ¿quieres? digamos que... no me gusta ver a alguien hundido sin una cuerda a que agarrar y poder salir. Y además, tengo una reputación que mantener.—
—Si se corre la voz de que dejé morir de hambre al un goetia caido, sería un golpe tan duro para mi imagen.—concluyo, no sin antes regalarle una ultima mirada de cansancio que solo queria tranmitir confianza
A pesar del ambiente pesado que los envolvían, stolas permitió que una leve sonrisa curvara sus labios. Era pequeña y frágil, pero lo suficientemente para hacer sentir seguro al imp quien lo miraba con un leve cariño en su mirada
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Apoyen la obra querido lectores, gracías Igualmente por leer :c [espero les agrade]
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