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Trance

Juan Pérez de 29 años de edad iba en camino al trabajo, su vida era aburrida al igual que su niñez; no tenía amigos y estudiaba o jugaba a pokémon todo el día sin parar. Rutina, rutina y más rutina era lo único que hacía, pero un día paso algo que destruyo esa repetición, mientras se diría al trabajo ocurrió un accidente...  que mató al conductor del automóvil que no se detuvo en el semáforo en rojo; terminó arrollado por un camión.

─Por algo es que existen las leyes de tránsito, pendejo ─luego de esquivar el área de choque se fue directo a su trabajo.

Salió hasta bien noche de la oficina, se fue a comer algo y volvió a su departamento, entonces para descansar un rato decidió perder un poco de su tiempo en jugar un poco a la GameBoy Color edición pikachu y fue a buscar el cartucho... pero algo extraño se encontré; había uno de ellos que decía "¿quieres convertirte en pokémon y entrar al mundo pokémon?" Movió sus hombros e ingreso ese juego en su videoconsola portátil y vaya sorpresa era la edición amarillo.

─Me siento estafado ─Comentó el joven.

Luego de un par de horas jugando con su Pikachu se fue a dormir, soñó que le llegaba Darkrai y le decía:

─¿Hola humano en que pokémon te gustaría convertirte?

De repente Juan despertó de golpes.

─Carajo, tengo insomnio ─se dijo a sí mismo y se puso a jugar un rato a su partida guardada─ bien ahora si a dormir.

De nuevo soñó con Darkrai y continúo:

─Bien como decía, no recordaras nada de tu sueño y sin nada más que decir bienvenido al mundo pokémon ─se dio cuenta que el humano empezó a soñar otra cosa─ ¡Ay no puedo con esto! Me voy para digimon.

Al despertar volvió a hacer su rutina de todos los días, estaciono su automóvil en un estacionamiento a dos cuadras de su oficina; en un callejón cerca de allí apareció un portal del cual salió Celebi por unos segundos para luego volver a ingresar por donde salió y el portal se desvaneció.

El señor Pérez salió del trabajo como de costumbre y se fue a cenar algo diferente esta vez, termino comiendo en un restaurante chino y cuando acabo de consumir sus alimentos se fue al baño a lavarse las manos, de repente al salir por el pasillo que daba al baño que se localizaba hasta el fondo, visualizo en la bodega de al lado un armario que se le hacía familiar.

─Hoy no estoy de humor para irme a Narnia ─sentenció el joven mientras se alejaba.

Pagó la cuenta y se fue a casa. Ese día no entendió por qué pero se puso bien nostálgico, así que se puso a buscar entre sus cosas, encontró varios dibujos de pokémon que hizo hace mucho tiempo, entre ellos se quedó contemplando el bosquejo de un Bidoof que hizo de niño; se quedó viendo ese dibujo, admirando cada trazo y línea aquella ilustración, pasaron los segundos, minutos, horas, días... parecía que el tiempo se iba esfumando, quedo en un profundo trance del cual nunca salió, su cabeza se sobresaturo de varios recuerdo que se le vino a la cabeza tanto de niño como de como hubiera sido su primeros días siendo ese pokémon.

De repente cuando salió de su trance, reaccionó y admirando a lo lejos a varias personas en un campamento, movió su cabeza como negando con la cabeza... se sentía raro como si por momento hubiera perdido la noción de quien era, el tipo normal veía a todos esos humanos reunidos y divirtiéndose entre ellos, quería ser como ellos, lo deseaba pero solo podía imaginárselo, de hecho se había vuelto tan bueno haciéndolo que por un segundo creyó que se llamaba Juan Pérez. Sintió el pasto sobre sus patas, el sonido de las aves y el viento chocando contra su pelaje, de repente su madre lo llamo.

─Pequeño ya nos tenemos que ir ─lo llamó.

─Ya voy ─el pokémon gran ratón respondió al llamado de su madre.

─¿Qué estaba haciendo detrás de esos arbusto?

─Nada mama, solo estaba viendo a los humanos.

─¿Otra vez? Un día de estos terminaras atrapado en una de esas bolas extrañas.

─No creo, nadie nos quiere ─se deprimió el pequeño.

─Tranquilo, estoy segura que pronto conseguiremos volvernos más fuerte por nuestra cuenta.

─Eso espero ─empezó a temblar─ odio cuando los pokémon más grandes nos quitan la comida que tanto nos costó conseguir.

─Pero así es la naturaleza y no hay nada que podamos hacer.

De repente al Bidoof le empezaron a dolor la mandíbula.

─Mama, me duelen los dientes ─se quejó el tipo normal.

─Es cierto, necesitamos hacerle una ampliación ¿Qué te parece?

─¡Si vamos a roer un tronco! ─Gritó el pequeño de la felicidad─ mamí te quiero mucho ─acaricio su cabeza contra el cuerpo de su madre.

─Yo también te quiero a ti hijo ─le respondió.

─No quiero que vaya nunca, ¿siempre estarás conmigo? ─Bidoof en verdad la amaba, era todo su mundo.

─Siempre que este aquí, no te faltara nada mi vida ─fue lo que le dijo‼6 bien vamos por esos troncos.

─Que bueno, que mis dientitos me duelen cada vez más ─se quejó del dolor. 

En consecuencia madre e hijo fueron en busca de un árbol caído buscaron por todo el rio, en eso Bidoof consiguió subirse al lomo de un Torterra y empezó a roer el árbol que había en la espalda del tipo planta-tierra.

─Mira mama, encontré un buen ejemplar ─vocifero con inocencia.

─¡Que, hijo baja de allí en este preciso instante! ─lo regaño

─¿pero porque?

─¡No me hagas golpearte con la cola! ─Lo amenazó

─¡No la cola no! ─Del terror la cría se bajó al toque del pokémon continente.

─Perdón por el inconveniente ─se disculpó la Bibarel.

─No hay problema ─el tipo planta-tierra comprendió y aceptó las disculpas.

─Oye Torterra se nos hace falta y aun falta objetos por localizar ─se quejó el Venasaur

─Ya voy ─su mejor amigo adelantó el paso.

─Eso estuvo mal, ¿Qué te hubiera pasado si te subías a la espalda de una bestia malhumorada? ─le recrimino.

─LO siento mamí ─casi estuvo a punto de llorar.

─Bueno, ya paso, vamos que aún tenemos troncos que roer.

─¡Si tronco! ─se alegró el pequeño no recibir una golpiza esta vez.

Más tarde tanto Bidoof como su mama terminaron cuesta abajo el árbol perfecto a los pies de la cascada, por tanto los dos empezaron a roer la corteza tratando de quitarse el dolor de dientes que tenían y ese era el único método que conocían para poder quitárselo, luego de quitarla la piel al árbol y hacerle un agujero, un ruido empezó a intrigarlo, se hacía cada vez más fuerte cuando de pronto un enorme árbol cayó desde lo alto de la cascada cayendo encima de la Bibarel destruyéndole sus pies y parte baja. De repente una manada de Murkrow empezaron a sobrevolar el lugar. El pequeño fue a haber que le ocurría.

─Que horrible ─se espantó─ ¿Te duelen tus piecitos? ─Empezó a roer para tratar de liberar a la tipo normal-agua.

─Sálvate hijo, te amo... ─fueron sus últimas palabras.

─¿Mami? ─Empezó a mover el cadáver de su madre─ ¡mama por favor despierta! ─Empezó a agitarla con brusquedad al observar que no reaccionaba─ te necesito... ─se le salieron las lágrimas.

Luego de unos minutos los Murkrow empezaron a bajar, se pararon al lado del Bidoof que lloraba sin control por la pérdida de su madre. De repente empezaron a comerse el cadáver del Bibarel, el pequeño intento defenderla pero fue inútil solo término malherido por los ataques de los tipos siniestro y tuvo que huir si no quería terminal malherido. Solo pudo contemplar con horror a lo lejos como esos cuervos terminaban devorándose a la pokemon que lo había traído al mundo; estaba llorando a cantaros.

Esta historia continuará... 

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