Capítulo 6: "Envenenados"
Aún todo se agitaba violentamente, e inclusive, era difícil permanecer de pie. Por otra parte, el cableado fue afectado por la explosión, pues algunas chispas salieron de los mismos parlantes, cosa que dio por finalizada su función, sin mencionar que momentos posteriores a ese infortunio, la luz se fue y nada mas quedaron los focos de emergencia.
—¡Louis! —gritó Davis, y yo me fijé en mi hermano, quien ya estaba retirándose a toda prisa a la cabina de pilotaje.
—¡Desgraciado, dime ya dónde diablos está la cura! ¡Sé de sobra que su jefe no los dejaría con las manos vacías si alguno de ustedes sufre una cortada accidental! —con menos paciencia que antes, el hermano de Gael volvió a zarandear al sujeto. El tipo no parecía realmente afectado por las amenazas, después de todo, se veía en sus ojos la desesperanza, y la seguridad de que sufriría una muerte atroz de todas formas. Después de haber hecho aquella observación, me di cuenta que quizás su estado le permitía hablar con calma.
—Ustedes no hacen más que hacer cosas sin ningún fin; esto es el acabose, pero aun así les daré un último sentido a sus vidas —declaró el miembro de la mafia Neutraalne, el cual pareció acceder a nuestras peticiones.
—¡Ya escúpelo! —le ordenamos entre los dos impacientes, pues yo también me encontraba desesperada.
El hombre nos miró con una cara de pocos amigos por la forma en que le exigíamos, no obstante, después de pasados unos minutos, la nave pareció ganar un poco de estabilidad, a lo que el tema de conversación se desvió de su curso.
—Por lo visto, Louis ha logrado enderezar el avión al menos un poco —me hizo saber Davis.
Después de entender aquello, se me dio por fijarme en Dalton, y tuve la desgracia de enterarme que estaba inconsciente, por lo que me incliné hacia él rápidamente.
—¡Se ha desvanecido! —grité alarmada.
—Es normal, el veneno le está empezando a afectar —declaró nuestro enemigo volviendo a estar vigente en nuestra charla, y a su vez agregó—. El antídoto está en la cola del avión. Quizás nuestro líder es bastante blando, pero yo no, así que tendrán que luchar por él.
El rostro de Davis se deformó en una mueca de desagrado, en cambio, yo aflojé mis facciones por el dato de su paradero, sin embargo parecía que esto no iba a alegrar tan pronto a mi acompañante debido a lo que pude leer en su rostro; él lograba oler algo tras de eso, pero más segura me sentí de lo que pensaba cuando el hombre decidió continuar con su monologo.
—Pero existe un inconveniente... ¡está justo al lado de una bomba también y ésta explotará en unos diez minutos! —por primera vez en mi vida, sentí repulsión hacia alguien, y quise catalogar a ese extraño como un desgraciado, no sólo como un insulto, pues me enteraría momentos más tarde, que ese sinónimo adquiriría otro significado por mano de Davis.
—¿Cómo puedes ser tan cruel? —mencioné casi en un susurro, pues mi voz se quebraba debido a la ira que sentía, y que no podía casi controlar.
Cuando iba a levantarme para darle una bofetada a aquel desconocido, me contuve en pleno tramo al ver la acción tan horrorosa que empezó a llevar a cabo el novio de mi hermano. Al principio, temblé, y sentí que me bajaba ferozmente la presión; ni siquiera me faltó verme la piel para saber que me puse más pálida que un pañuelo. Lo que presencié, fue a aquel morocho manchándose con un intenso carmín la cara, el cual provenía directamente de las venas de nuestro enemigo. Davis, había perdido la paciencia, terminando así por encajarle una de sus navajas de forma consecutiva en uno de los ojos de su víctima. Por parte del sujeto, éste soltó algunos desgarradores alaridos antes de que el cuchillo le traspasara el cráneo, ¿cómo sé eso?, porque algunos trozos le bajaron de la cara, sin mencionar los despojos tan asquerosos que salían de ese horroroso hueco.
Me sentí inmensamente descompuesta, de ahí que me giré, y mientras lo hacía, algo cayó al suelo. Mi mente no dejaba de hacer suposiciones; de creer que lo que había escuchado era el cadáver. Dentro de esto, mi mano luchaba por mantener mi boca bien cerrada para no expulsar lo que había comido horas posteriores. Momentos después, o mas bien, enseguida, unos pasos muy vivaces desaparecieron en la dirección contraria a la de Louis.
—Respira... Lili, respira —tomé aire para armarme de valor, pero mi cuerpo se mantenía igual que mi mente; completamente estático.
La forma de asesinar de Davis era completamente diferente a la de mi hermano, y eso que no estoy diciendo que vea aceptable matar a alguien, aun así, creo que Louis es mucho más piadoso que el hermano de Gael, pues su proceder es más impecable y mucho más recomendable.
Después de aclarar aquello, volví a intentar girar hacia donde yacía el cuerpo, aunque antes de siquiera llegar a hacerlo, una alarma ensordecedora llamó mi atención.
—¡Qué pasa! —miré a todas direcciones en busca de una respuesta, pero me golpeó una mascarilla de oxígeno que salió del techo—. ¡Auch! —me quejé, y de ahí pensé que mi hermano tenía las respuestas a mis dudas, es por ello que salí corriendo entre los asientos por el no tan angosto pasillo. En esta ocasión me trasladé a la parte delantera del avión dejando solo a Dalton sin meditar antes en las consecuencias.
—¡Hermano! —grité apenas vi la cabellera de Louis, quien luego se giró.
—¡Lili! ¡No deberías estar en esta parte del avión, ya que quizás sea la más peligrosa! —una vez me dijo esto, volvió a fijar su vista al frente.
—¿Qué es lo que está pasando? —me acerqué a su asiento, y me tomé la libertad de aferrarme a éste para adquirir un poco más de estabilidad, luego levanté la mirada, y vi que íbamos en descenso—. ¿Estamos cayendo? —mi incredulidad me cegó un poco, de ahí que sin quererlo expulsé esa obviedad.
—Eso me temo. ¡Trae a Davis, y dile que cargue a Dalton! ¡Tenemos que salir de aquí cuanto antes! —me avisó apresurado mientras tironeaba el volante.
—¡Pero Davis se fue a buscar el antídoto para el veneno de Dalton! ¡Éste está en la cola del avión, y por desgracia, también al lado de una bomba! —lo puse al tanto de todo.
—¡QUÉ! —exclamó tan impactado que perdió por unos segundos la estabilidad que había logrado—. ¡Diablos! —volvió a concentrarse en lo que hacía, recuperando así el control—. Entonces ve por Dalton y espera cerca de una de las compuertas, en cuanto él llegué llámame por tu celular. Ahí dejaré esta cosa a la mano de Dios, y nos iremos.
—¿Abandonaremos a toda esta gente? —dije sin querer. Un aterrador silencio se instaló previamente a la respuesta de mi hermano, quien luego declaró con pesadez.
—La mayoría ya están muertos Lili —aclaró.
Relajé la mirada haciendo la misma expresión que mi hermano, y cerré una de mis manos con fuerza, pues estaba consciente de que no podía hacer nada por ellos, así que me sentía con impotencia. Lentamente bajé la cabeza, y resignada por el destino que les esperaba a la nave como al resto de sus tripulantes, me dirigí muda a buscar a mi novio, el cual para mi sorpresa, se encontraba ahora echado sobre el suelo ensangrentado. Por un momento me invadió el pánico, no obstante, recordé que esa sustancia no le pertenecía del todo, ya que el otro cuerpo mancillado de aquel sujeto, descansaba muy cerca de él. Con el corazón a mil, y los nervios aún bien de punta, me acerqué a él, y lo socorrí.
—¡Dalton, Dalton! —me incliné para apoyar mis manos sobre sus hombros, y a continuación, lo motivé con mi voz para que se levantase—. ¡Tenemos que irnos! ¡El avión caerá en cualquier momento!
Él lentamente fue abriendo los ojos completamente desorientado, entonces le toqué la frente, pues lo veía tan sudoroso, que creí que volvería a desmayarse en cualquier instante. Su temperatura iba en alza, sin embargo, aun con ello, no aparentaba ser un impedimento para él.
—¿Dónde están Louis y... ese otro chico? —quizás se refería al hermano de Gael, entonces me apresuré a contestar.
—Davis se fue a buscar el antídoto, y Louis intenta estabilizar la nave lo más que pueda antes de que terminemos en mil pedazos, así que ayúdame para que podamos prepararnos e irnos con los demás en cuanto Davis llegue —le informé.
Dalton me miró con los ojos de un cachorro, pero él entendía bien lo que pasaba, así que sin quejarse, sacó fuerzas de donde no las tenía, resultando en un esfuerzo que hizo que lo admirara aún más, cosa que también, su proceder le permitió ponerse de pie. Poco a poco, ambos nos trasladamos a la escotilla más próxima, y aguardamos debidamente ahí. Ahora, inclinados el uno sobre el otro, apreciamos cómo tres minutos y medio pasaban con una terrible carga sobre nosotros, principalmente, porque rogábamos que Davis volviera deprisa. Los minutos nuevamente nos arrollaron indiscriminadamente, permitiendo así que la preocupación tuviera cabida en el asunto.
—¿No crees que ya se tardó demasiado? —dije con la voz agitada, mientras miraba hacia la dirección en donde se había retirado Davis.
—Creo... que te preocupas demasiado por él —Dalton apenas abrió unos instantes los ojos y sonrió a duras penas acomodándose sobre mis piernas; lo tenía ahora recostado con la cabeza sobre éstas—. Vas a hacer que me ponga celoso.
—¡Sabes que no me refiero a eso! —le expresé algo enojada, pero repentinamente, Dalton se sentó poco a poco a mi lado, y me dijo lo siguiente.
—No sé por cuantas cosas han pasado Louis y Davis, pero definitivamente sé que ellos debieron de haberlo tenido más difícil que nosotros dos juntos —mi amado novio, mencionó aquello mirando a un punto inexacto, más tarde, sus ojos esmeralda se posaron en mí, cosa que me hizo sobre exaltar, así que me encogí de hombros para también bajar la mirada en un gesto de vergüenza—. No te estoy reprochando Lili, simplemente digo que tengas más fe en ellos.
Yo asentí cerrando los ojos, no obstante, apenas realicé ese accionar, unos zapatos apresurados amedrentaron violentamente el suelo, indicándome por la forma del sonido, que se acercaba rápidamente a nosotros. De ahí abrí mis orbes, y vi a Davis tan agitado como sudoroso; estaba realmente cansado.
—¡Aquí la tengo! —enseguida, reveló un frasquito, el cual hizo que los dos sonriéramos victoriosos, pero era muy pronto para festejar, ya que un enorme estruendo ensordecedor, hizo que volviera a gritar junto a los demás. Después de la explosión, sentimos estremecer toda la nave.
—¡Dónde está Louis! ¡Tenemos que irnos ya! —exclamó el morocho con demencia, quien momentos antes, se aferró firmemente a uno de los asientos para no caer.
—¡Debo llamarlo! ¡Aún está en la cabina del piloto! —no perdí el tiempo, y saqué mi teléfono, pero antes de marcar, otra violenta sacudida hizo que lo perdiera entre los asientos—. ¡No! —dije al momento de extraviarlo. Sin pensarlo, estiré la mano mientras me agachaba para agarrarlo.
—¡Olvídate de eso! —mencionó con furia el pelinegro al meterse en mi camino—. ¡Iré a buscarlo yo mismo!
Con la mayor de las imprudencias, Davis se tiró de cabeza por Louis, y lo vimos entre los dos desaparecer como la hace noche al cerrar los ojos, pues no tardó nada en traspasar el largo pasillo donde lo separaba su amado rubio, es decir, mi hermano.
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