Capítulo 40: "La cuna es el final"
El ambiente era inestable, así como la respiración de Davis, quien se encontraba inclinado por: el dolor, el cansancio, y también (imagino yo) la frustración de haber estado a punto de morir en manos de su misma sangre. No creo poder sentirme igual que el hijo de Bon en estos momentos, pero siendo estos dos hermanos, y a sabiendas de lo obseso que era aquel chico con Gael, sin dudas tendría que estar pasando por un muy mal trago.
—¡No! —gritó de repente Davis. Ante esta negativa, los tres miramos al del mechón rojo que estaba mal trecho, y Dalton se dirigió a éste.
—No es momento para esto, Davis —le hizo saber mi amado. No obstante, antes de refutarle algo más, nuestro aliado reescribió su voz sobre la de mi novio por unos segundos, haciendo que éste se detuviera, para que más tarde, el hermano de Gael volviera a repetir rápidamente su alegato para no ser interrumpido.
—¡Déjame tan sólo pedirte un favor! —rogó bajando su mirada; lo discernía completamente tembloroso.
No pude evitar sentir pena por nuestro amigo, es por eso que me le acerqué para brindarle algo de ayuda, e intenté que se mantuviera estable. Con ambas manos lo sujeté de los hombros, y observé a Dalton, quien entre cerró su mirada.
—Sabes que esta vez no lo dejaré ir —advirtió mi amado.
—Lo sé... así que... lo que tengo que pedirte más bien se trata de otra cosa —su voz se escuchaba casi normal, y debido a la forma en que dejaba caer su cabeza, no nos permitía ver su rostro—. Dejo esto en tus manos —mencionó con simpleza.
Las palabras de Davis, nos sorprendieron tanto a mí como a Dalton, aun así, no hubo tiempo para saber más sobre las razones del hermano de Gael, ya que aquel asesino, nos interrumpió en nuestra ligera charla, y en el proceso, yo me apresuré a llevarme a Davis lejos de aquellos dos. Lo más probable era que nuestro aliado se había dado cuenta de que era imposible someter a su propio familiar, es por eso, que no tuvo de otra que ceder a la resolución tan arbitraria de mi novio.
—Vaya, parece que al fin ha aceptado que no hay vuelta atrás en esto —mencionó Gael jugando aún con su cadena entre sus manos, e inmediatamente después Dalton se puso en guardia.
—Puedes decir lo que quieras, idiota —le avisó.
Luego de que yo recostara a Davis contra una de las paredes de la cúpula, miré a los chicos e instintivamente me acerqué, aunque al hacerlo, el novio de Louis no me dejó al tomarme de la mano; por fortuna no estábamos muy lejos de la pelea, así que me quedé cerca del otro.
—Sabes que no puedes ir —me avisó con un tono débil.
—Lo sé, Davis, créeme que lo sé —le respondí entre cerrando mis ojos con decepción.
Por otro lado, antes de que empezara el encuentro revisé rápidamente al hermano de Gael, dándome cuenta de que sus heridas no eran tan graves, así que debería mantenerse quieto para que no se agudizaran las mismas, por lo que lo único que podía hacer era esperar que mi hermano llegara, y mientras tanto, tener fe de que Dalton no moriría en el intento.
La canción volvió a empezar de cero, y esa fue la señal para que un nuevo rodaje de acción se llevara a cabo. Mi amado fue el primero en entregarse a la sensación, y como si fuera un León, saltó sobre Gael, quien lo empezó a esquivar mientras se burlaba de él.
—¿Eso es todo lo que has aprendido con Louis? ¿A dar golpes a lo tonto? —le mencionó nuestro enemigo. Al menos por unos segundos, noté en la faz de Dalton preocupación, la cual fue remplazada poco después por el enojo. ¿Acaso se había dado cuenta de que enfrentar a Gael ahora era completamente diferente? ¡No podía estar tan segura de ello!
—¡Has mejorado, pero eso no significa que yo me haya quedado en los laureles! —habló al fin mi novio, y supongo que se percató de que sus puños no iban a ser suficientes como para derrotarlo, así que fue más lejos. Lo vi repartir combos con sus piernas; las patadas que lanzaba me impresionaron y, aun así, no bastaban. El pelinegro lograba apartarse de los golpes tan rápido, que te daban la impresión de que era algún tipo de maestro en las artes marciales.
—Tus intentos son tan... ¡patéticos! —le hizo saber, y entonces él amenazó con pegarle con la base de su guadaña en la cabeza, aunque por fortuna, mi amado lo paró usando su manopla, la cual resonó contra el metal de aquel objeto al impactar, y enseguida, le regresó la intensión al usar su otro puño, el cual atinó en el rostro de su enemigo gracias a que éste tenía su otra mano ocupada con la cadena.
—¡El confiado aquí eres tú! —gruñó mi novio, y esa acción obviamente que me hizo poner contenta.
—¡Bien hecho Dalton! —lo vitoreé.
Aunque mi bello pelivioláceo le había logrado encestarle uno, Gael no llegó a caer, y con toda la ira se reincorporó, cosa que me hizo aterrar, fue por eso que grité buscando alertar a Dalton, no obstante, fue demasiado tarde, ya que una feroz patada le fue dada en su costado, así que atestigüé nuevamente ese sonido, es decir, algo se había quebrado, y esta vez, podía estar segura de que se trataban de sus costillas, y no de un pedazo de madera.
—¡Oh Dios mío! —grité tapándome los ojos y entonces escuché cómo alguien se estampaba contra algo hueco y fino. Seguramente mi amor, había chocado contra el escenario, y partido algunas tablas que estaban en su base, así que muy pronto volví a mirar, para descubrir que había acertado.
Entendí después de ver a Gael escupiendo un poco de sangre, que era necesario hacer algo por Dalton, pero... ¿qué? Si mal no recordaba, cuando mi hermano lo entrenaba, usó también una pista de música. Como me había gustado la canción después de escucharla tantas veces, se me dio por llevarla en el pen que tenía los virus; así que poseía dos carpetas: una con los formatos invasivos, y otra con la melodía. Animada por la ansiedad que me brindaba la situación, y negándome a seguir permitiendo que Davis me sujetara de la muñeca: agité mi brazo, e inmediatamente salí corriendo hacia las escaleras más cercanas que había visto. Debía llegar a la cabina del DJ, y para ello, era necesario subir al escenario primero en donde estaban las dichosas.
—¡No seas idiota! —me gritó el hermano de Gael, quien momentos después tosió por el esfuerzo.
Lamentablemente, aquella acción pareció poner en alerta a ese asesino, y entonces escuché un disparo a mitad del camino que ya había superado, lo que me obligó a detenerme en seco. Al voltearme a la dirección de donde creí haber escuchado el rebote de la bala, el humo subía gratamente en ese espacio, y entonces miré aterrada a Gael que estaba con una clara cara de desagrado.
—Fallé —mencionó con repulsión.
—¡Deja a Lili en paz! —le gritó Dalton, y éste aprovechó la distracción de su contrincante, para poder salir del hueco. En cuanto aquel demente intentó nuevamente dispararme, mi amado lo volvió a golpear en el rostro. Para estas alturas, no podía seguir distraída, así que su acción me permitió poner los pies sobre la tierra, de ahí que retomé lo que tenía en mente. Terminé de subir para entonces entrar a la cabina. Una vez allí, aparté al tipo que estaba controlando las maquinas. Al encontrarme con el aparato, tuve la fortuna de dar con una computadora que también tenía un sistema general, así que me senté enseguida y puse mi pendrive.
—¡Tú no puedes estar aquí chiquilla! —alegó el DJ, quien intentó agarrarme para sacarme de ahí, pero yo tomé un cenicero pesado que había en la mesa y se lo partí en la cara; así fue cómo dejó de molestarme gracias a mi tan desesperada maniobra.
—¡No tengo tiempo para perder con sujetos como tú! —le mencioné enojada, por consiguiente, volví a lo que iba. Apenas me tardé unos minutos, pero la pieza había logrado reproducirse en los parlantes. Sin embargo, mi alegría no duró mucho, debido a que escuché otros tres disparos que me hicieron estremecer, y en consecuencia, una explosión pequeña que hizo temblar ligeramente el lugar en donde estaba—. ¡Qué pasó ahora! —declaré alarmada.
Apresurada, me acerqué a la ventana, y noté humo. Al parecer Gael le había disparado a la caja negra que permitía funcionar el equipo de reproducción junto a su demás equipación, por lo que ahora el domo estaba iluminado con una luz cálida. Salí entonces inmediatamente por la puerta de la habitación volviendo a la escena con aquellos dos, pero fui recibida por otra bala que lamentablemente destrozó a la estructura de la escalera, haciendo que ésta empezara a inclinarse de lado, pues la antes mencionada era de metal.
—¡Ah! ¡Qué está pasando! —grité aferrándome a uno de sus barandales con ambas manos. Para mi fortuna, la escalera dejó de caer, aun así, no dejaba de crujir amenazando con hacerlo en cualquier momento; cabe aclarar que notaba a los parlantes producir estática por culpa de Gael.
—¡Lili! —me llamó Dalton desesperado, quien al parecer había cambiado posiciones con mi conocido de la infancia. Al mirarlo bien, noté que en su hombro tenía una cortada, así también en su pierna izquierda, aun así, no se veía tan mal, además... casi parecía actuar como si no tuviera nada. Por otro lado, aquel otro loco, estaba también volteado hacia el escenario apuntando con el revólver, mientras tanto su otra mano sostenía aún su hoz, y ahora en el suelo estaba la cadena.
—Parece que otra vez he fallado. Oh quizás... ¿no? —lo vi sonreír, y la última bala salió de su cartucho impactando esta vez en otro de los sostenes de la escalera, rompiendo ésta en dos y dejando que tomara una posición muchísimo más peligrosa que la de antes.
—¡Estás realmente loco! ¡Gael estás enfermo! —la altura en la que estaba era al menos un piso, quizás no moriría instantáneamente al caer sobre el escenario, sin embargo, sí tendría un sufrimiento notable, o al menos eso era lo que llegaba a estimar. Por otro lado, el giro tan brusco que dio lo que quedaba de la estructura, me obligó a tomarme con ambos brazos de la barandilla, y ante la agitación abrupta de la escalera, quedé colgada y luchando por mantenerme aferrada.
—Enserio tú... —a pesar de todo, Dalton no dudó en irse contra aquel demente, a quien atacó con sus manoplas, y chocó una de éstas contra la pistola de Gael, la cual bloqueó el golpe. Aun cuando me encontraba en esa incómoda posición, lograba observar todo como si estuviera en una de las mejores butacas de un cine. Por mientras, en lo que volvían a encararse, las bocinas de milagro comenzaron a emitir la canción de Dalton, lo cual me provocó cierto alivio, aunque no podía decir lo mismo de mi situación; al menos mi esfuerzo no había sido inútil.
Gael empujó con su arma a Dalton para sacárselo de encima una vez más, y ahora volvía a esquivar sus golpes, aunque esta vez no tuvo tanta suerte porque mi hombre se estaba moviendo más rápido que antes, lo cual era sorprendente considerando su estado. En ese momento, nuestro enemigo logró tomar distancias y le lanzó su cadena a mi novio, quien lo esquivó con un salto en su lugar, y luego de aterrizar, de forma impecable, golpeó la cadena, la cual partió con sus puños, dejándome así con la boca abierta.
—¡Maldito! —gruñó Gael al ver su arma destrozada al menos en una de sus partes—. ¿Cómo rayos es que pudiste hacer esto? —dijo en lo que regresaba consigo lo que quedaba de aquella.
—Deberías renovar tus armas, Gael, así como yo —Dalton sonrió victorioso, y a gran velocidad se le arrimó. Esta vez lo vi sacar una navaja de la nada; por lo que entendía, era la que Davis había dejado en el suelo. La cuchilla impactó reiteradas veces contra la hoz de Gael soltando chispas por los roses; olvidé mencionar que ese asesino había botado su pistola antes de tomar su cadena para atacar a Dalton.
Por más que la pelea me parecía muy entretenida, y a sabiendas de que mi novio estaba llevando la ventaja gracias a mi proceder, mi situación me hizo sacar los ojos de la contienda. La escalera de metal empezaba a crujir con más fuerza ahora, indicándome que se estaba terminando de romper, de ahí que solté un grito asustada, mientras luchaba por no moverme demasiado para no resbalar; quizás esta no la contaría.
—¡Dalton, Lili está por caer! ¡Apresúrate y termina con esto! —escuché advertir a Davis, y a los pocos, la estructura cedió de una forma terrible, así que terminé por soltarme también.
Podía sentir claramente cómo mi cuerpo caía al vacío, y provocaba una sensación extraña en el centro de mi estómago, aunque también me hizo bajar por completo la temperatura de mi cuerpo. Pero a pesar de que cerré los ojos por el miedo, de repente alguien me atrapó con precisión, y apenas abrí éstos, noté que era Dalton; mi hermoso novio, me había rescatado una vez más mientras dejábamos atrás los restos de la escalera que terminaban de caer.
—Dios... —mencioné impactada sin dejar de posar mis castaños ojos en mi amado, quien se encontraba jadeante por el esfuerzo sobrehumano que había realizado.
—¡Ugh! —esa queja repentina que escuchamos, nos hizo voltear a los dos mientras él me bajaba.
—¡Oh Dios mío! —volví a repetir al ver a Gael con el cuchillo incrustado en su pecho, y minutos más tarde presencié también cómo caía sobre el suelo. Mis instintos me dijeron que fuera a donde él, y eso hice. Me había olvidado por completo de agradecerle a Dalton por su valentía, así que lo lamentaba, pero esto era mucho más importante, así que se lo diría luego.
—Lili —Dalton se acercó a mí, mientras que yo fui a sostener a aquel que intentó atentar contra mí; Gael se encontraba agonizante, y parecía querer decir algo.
—Espera Dalton —mi amado me miró tratando de comprender la situación, y guardó silencio como se lo pedí.
—Lili... Li...li —le escuché murmurar a Gael, quien escupió sangre, e instantes después, me miró con esos ojos vacíos, pero agudos—. Yo... yo siempre... te he amado —me alegó mientras se aferraba con una de sus manos a la daga que destacaba en su pecho.
Las palabras de él no me sorprendían, y el estar cerca de su lecho de muerte, me impactaba más que otra cosa, e incluso, no llegué a darme por enterada cuando la música se detuvo, no hasta que escuché un grupo de gente llegar a las corridas a la entrada del domo.
—¡Lili, Dalton, Davis! —era la voz de mi hermano, quien se detuvo después de ver la escena.
—Parece... que todos están aquí —Gael rio de forma tenue, como si entendiera que el destino se la estaba jugando—. No podré continuar, pero... —lo vi entre cerrar los ojos observando ahora a la nada—. Puede ser... ojalá fuera verdad... que si hay otra vida... pueda la próxima vez... estar... contigo.
Algunas lágrimas se me escaparon de los ojos al ver cómo la luz de los de mi amigo, se desvanecían. No, no pude evitarlo. Llorar por él era algo que quizás tendría prohibido por muchas razones, y aunque quise borrar lo que sentía por su amistad, no pude hacerlo del todo, así que... ahí estaba, derramando lo poco que me quedaba de esos sentimientos.
Apenas la mano de Gael cayó, Louis dio la señal de limpiar el lugar, en cuanto a Dalton, me contuvo firmemente entre sus brazos apenas me separaron del cuerpo de mi allegado, y finalmente, el reencuentro entre Davis y Louis, también fue algo parecido, pues el pelinegro con el mechón rojo, no pudo resistirse a unírseme al desgarrador desenlace.
Después de desahogarnos, nos reunimos en la sala principal de esa finca, en donde logramos ver a Agni, quien estaba también herido. Cuando apenas divisó nuestra presencia, nos recibió con una gran sonrisa, e inesperadamente, también se encontraba ahí Asteris, quizás con el motivo de felicitarme.
—¡Me alegra verlos sanos y salvos! —alegó Agni.
—A mi igual —declaró Asteris.
—Ah... ¿Qué puedo decir? Ya no doy más —explicó Dalton, quien al parecer dejó ver su verdadera condición apenas se encontró relajado. Segundos después, él se derrumbó en el suelo—. Me duele todo —afirmó soltando un profundo suspiro; parecía que le costaba respirar un poco.
—¡Dalton! —exclamé angustiada—. ¡Necesitamos un médico de inmediato! —me agaché justo a su lado al igual que el castaño, pues me estaba ayudando a sostener a mi novio, luego me dirigí al único rubio en la sala—. ¡Hermano!
—¡Sí, justo tenemos varios para todos! —alegó él con orgullo, y uno de los doctores se acercó a tratarlo; el salón se había transformado en una especie de enfermería.
Mientras nos tomábamos ahora nuestro tiempo para atender las heridas de todos, los prisioneros de Malcon aparecieron por fin delante nuestro. Por lo que Agni nos había llegado a explicar antes de que ellos arribaran, entendimos que se encontró con los chicos después de obligar a los secuaces de su tío a llevarlo con ellos, pero no tenía los medios para abrir la celda, así que dejó el resto en las manos de los hombres de Louis cuando vio la oportunidad de poder hablar con Asteris; al final de su historia, nos comentó que mi maestro había venido porque también estaba preocupado, y como lo encontró herido, ambos se quedaron en este mismo salón para que atendieran a Agni. Posteriormente a eso, entre los cautivos, pude notar que estaban: Clemente, Lulubel y, por supuesto, mi padre. Mis ojos al verlo destellaron, por lo que, explotando de emoción, me acerqué enseguida a abrazar a mi progenitor, quien me recibió con una vuelta emotiva.
—¡Papá! ¡Papá! ¡Me alegra que estés vivo! —dije otra vez con lágrimas.
—A mí también. Tuvimos la suerte de que Malcon era un hombre demasiado perfeccionista, y que deseaba deshacerse de nosotros apenas estuviéramos todos juntos —mencionó con una gran sonrisa.
—Menos mal —aclaré aliviada. A todo esto, una conversación nos llamó la atención.
—Padre, me alegra que mi tío no te haya hecho nada —le dijo Agni a Clemente, el cual lo miró con seriedad al principio; sus ojos reflejaban un reproche, no obstante, al final suspiró aflojando toda su expresión.
—Y pensar que estuve todos estos años tratando de evitar que te expusieras a la mafia —a medida que hablaba Clemente, Agni comenzaba a extender aún más su preciosa sonrisa—. Pero veo que estás más que capacitado para ello. ¿En verdad quieres un lugar en mi organización? —le preguntó.
—Para ser franco, sé bien lo que has pasado con mi madre, ya que no soy un niño, además, me considero lo suficientemente inteligente como para apañármelas por mí mismo, por eso, quiero que me des la oportunidad que merezco. No como un hijo ilegitimo, sino como el hijo de Clemente Neutraalne —le aseguró. Su padre sonrió ante la frase usada por su misma sangre, y le palmeó el hombro con orgullo.
—Escucharte decir eso, me ha hecho entender que a veces no podemos controlar las decisiones de aquellos a los que amamos, así que... tomaré en cuenta esto gracias a tus esfuerzos. Definitivamente, algún día encabezarás a los Neutraalne —aseguró él.
—¡Bien! —exclamó victorioso, y luego Agni miró a Louis, pues éste también prestó atención a la charla tanto como nosotros; quizás en ese momento habían recordado la promesa que hicieron.
—Te dije que lo lograrías —mi hermano le mostró su pulgar, y la felicidad de Agni se volvió más intensa, aunque no conforme con ello, lo vimos sonreír de manera picara a Asteris, para luego dirigirse a Davis.
—Oye, amigo, sé que estás consciente —le mencionó.
—¿Te refieres a mí? —le preguntó un poco cansado.
—Sí —alegó el castaño—. ¿Me regalas a Asteris? Consideraré a futuro prestar sus servicios cuando tengamos que trabajar en equipo, aparte, yo les hice un favor, así que...
—¡Qué! ¡No, definitivamente no! —gritó el de lentes.
—No veo porque no —declaró el pelinegro.
—¡Ah! ¡Cómo puede hacerme esto joven señor! ¡Lo he servido por tanto tiempo, y así es como me paga! —expresó alarmado aquel hacker.
—No te exaltes así Asteris, va a ser genial —le hizo saber Agni en lo que se le acercaba para rodearlo con su brazo.
—No va a ser nada genial... ¡En lo absoluto! —Davis se rio al verlos comenzar a pelearse, pero inmediatamente dejó de hacerlo porque hizo un gesto de dolor.
—Como sea... ya se llevan bien, así que no veo el problema —aseguró el pelinegro.
—¿En verdad no puedo hacer nada? —la reacción de su superior plantó la resignación en el peliblanco, quien seguía incómodo por los tratos de Agni, no obstante, no parecía tanto como en un comienzo.
Las cosas habían salido de maravilla para ese chico, así como para nosotros, aunque había aún alguien en nuestro grupo que estaba plenamente apartado, y que por obvias razones no encajaba en la atmósfera llena de felicidad. La joven Lulubel, aquella adolescente que intentó robarme a mi novio, y de paso, matarnos, se mantuvo el resto del tiempo como un cero a la izquierda. Por un instante quise acercarme a ella, no obstante, el celular de alguien sonó, y como sabía de quién se trataba, entonces me detuve en mi ademán. El teléfono era de Dalton, quien luego miró su cel para finalmente atender la vídeo llamada en lo que lo atendían.
***
Algunos días transcurrieron de nuestra última batalla, y yo por fin me había logrado hacer un espacio para poder recoger mi título universitario. Sin embargo, hoy me encuentro parada frente a una tumba vestida de negro, y no soy la única persona que estaba en ese estado.
—Y pensar que las cosas terminarían de esta manera —dije acompañando mis palabras con un pesado suspiro.
—Sabes que no tuve opciones en ese momento —se excusó Dalton con una expresión un tanto incomoda; quizás el reflejo de su faz se debía a que estábamos ahora acudiendo al sepelio de Gael. Él tampoco quería dejarme sola en esto, así que, a pesar de tener una costilla rota, podía moverse, no obstante, debía hacerlo con cuidado.
—Lo sé —le mencioné mientras me agachaba para dejar unas flores, y en el proceso, estornudé por mi alergia.
—Deberías dejar que yo cargara con eso —expresó preocupado mi amado al notar mi reacción.
—Tranquilo, es algo que debía hacer yo. Es lo mínimo que puedo hacer por él —aseguré, y me volví a poner de pie.
—Por cierto... —la leve pausa que hizo mi novio, me provocó la sensación de que iba a decirme algo importante—. ¿Crees que me he vuelto como él?
—¿Eh? —al comienzo, no entendí bien su pregunta, sin embargo, caí en la cuenta de que ésta se debía a lo que le hizo a Gael—. Oh... no, definitivamente no —aseguré convencida—. Tuviste tus motivos —le aclaré—. Lamentablemente Gael decidió hacer cosas terribles por egoísmo, y tú decidiste tomar otro tipo de decisión; eso te hace diferente a él. A veces debemos decidir por nuestra vida.
Al comienzo, Dalton me vio con sorpresa, momentos después, su rostro expresó alivio, para entonces dirigir su mirada esmeraldina a la tumba. Su silencio, como leve sonrisa, me hicieron recordar lo que pasó dentro del salón en que fueron todos atendidos, es decir, la llamada, así que decidí preguntarle por ello.
—Por cierto, ¿qué fue de aquella llamada? Estuviste hablando con el señor Bon, ¿no es cierto?
—Oh... —gesticuló, y luego me respondió—. Sí, él me hizo una oferta extraña —su expresión pronto cambió a una un poco rara.
—¿Qué cosa? —ahora el asunto despertaba más mi curiosidad.
—En primer lugar, me felicitó por mi desempeño, y me comentó que merecía una recompensa por todo lo logrado, así que dijo que quería adoptarme, a lo que yo obviamente le contesté que no —alegó él—. Al parecer, quería definitivamente algún heredero digno para la familia Miracle, y como Davis no estaba dispuesto a hacerlo, entonces me tomó a prueba.
—Lo que significa... ¿qué no quiso intervenir hasta este momento? —pregunté sorprendida. La revelación de aquel misterio, me había dejado impactada.
—Sí, aunque bueno, sabes que no quiero seguir con estas cosas —me notificó en lo que veía cómo se rascaba la nuca.
—Sí, lo sé —me pause un momento para ver cómo el viento se llevaba algunos pétalos de la lápida—. Es entendible que te negaras con lo que pasaste.
—Como dije... no fue sólo por eso —cuando lo miré, lo vi sonreír ampliamente, mientras me observaba con un intenso cariño, y me tomaba por sorpresa de la mano.
—Dalton —susurré su nombre apenada, mientras me atrevía a entrelazar sus dedos con los míos—. Siempre has sido así —lo escuché reír de repente, y luego agregó.
—Bueno, soy un temerario, creo —aseveró, y luego cambió de tema—. Escuché que Lulu, por fin se rescató y ahora se ha centrado en sus estudios. También, el día de ayer vi cómo estaba mudándose de al lado de mi casa.
—Ah... sí. Al parecer ella quiere olvidar todo y rehacer su vida. Por un lado, me alegra que se haya convertido en una buena chica —aclaré en lo que me mostraba más relajada.
Un ligero y extravagante silencio se plantó por un instante entre los dos, y mientras tanto, una pequeña ráfaga volvió a soplar; el clima se estaba tornando veraniego otra vez.
—Todo vuelve a empezar una tarde de verano —mencioné sin pensar, y entonces escuché a Dalton carcajear mientras entremezclaba sus palabras con la risa.
—¡Deberíamos dejar de hablar de cosas importantes en los cementerios! —declaró él, y de repente, me dio un beso fugaz en los labios, para más tarde, empezar a llevarme lejos de ahí—. Ya te presté suficiente a ese idiota, así que... ¡vamos a viajar!
—¿Tan pronto? ¿No es mejor que primero me consiga un trabajo? —le pregunté atropellando mis palabras por los múltiples sentimientos que ese chico me causaba.
—¡Eso puede esperar! ¡Hay que festejar! —afirmó con una inmensa felicidad, una que yo nunca había visto tan bien plasmada en Dalton.
Después de eso, para nosotros las cosas se volvieron bastante normales, aunque no para mi hermano, quien siguió trabajando con Davis, su novio, en sus respectivas mafias. Por lo visto, Davis decidió al final ceder ante su padre, y así fusionar ambas organizaciones para ayudar a Louis a traer paz en nuestra tierra, como así también, Agni se desempeñó en el cargo dos años después, y para fortuna de él, también conquistó a Asteris. Por último, y no menos importante, debo decir que durante el viaje que realizamos entre yo y Dalton, conseguimos llevarnos un hermoso recuerdo que tiene que ver con una cinta rosa. ¡Estoy feliz!, y de haber terminado con esta historia. He de decir que no fue fácil acceder a relatarla, por el hecho de que cuando Dalton ya había realizado la otra mitad del proyecto por su cuenta sin consultarme, no obstante, me siento satisfecha. Todo lo que he aprendido, con toda esta experiencia, me ha enseñado, que los extremos no son buenos, aunque definitivamente, existen personas maravillosas que están dispuestos a darlo todo por uno.
***
¡Gracias por leerlo, dejar tus votos y comentarios! ¡Te veré en la siguiente historia que escriba!
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